Capítulo 15.
Al encontrarse prácticamente a la deriva, los cuatro terminaron de nuevo en aquel cuarto del motel maltrecho que habían rentado sus amigos. _____ aún necesitaba procesar toda la información y claramente no se permitiría tomar una decisión apresurada. Esta vez debía pensar bien las cosas antes de actuar. Después de todo, ahora su panorama comenzaba a aclararse.
Minki jamás estuvo perdido.
Minki jamás perdió la memoria.
Todo este tiempo...
—Después de tantos años, aún no se cansa de jugar conmigo —susurró, dejando escapar una falsa sonrisa que se pareció más a una mueca de dolor.
Lanzó su arma en el pequeño escritorio y se dejó caer en la única silla que había en aquella habitación. Mino y Jimin, habían hecho lo mismo, con la diferencia de que ambos ocuparon una de las camas, dejando que sus espaldas reposaran después de tanta tensión.
Por otro lado, Ren permanecía de pie, intercalando su mirada entre los demás que parecían no notarlo. No sabía cómo actuar o qué decir. Solo podía pensar en los gemelos, en Ágata y en Rose. Aunque había otra cosa que no abandonaba sus pensamientos y eso era aquella electricidad que sintió al sujetar la mano de aquella rubia, ya no tan desconocida para él.
Sabía que su nombre era _____.
Sabía que posiblemente era... parte de su familia.
Y por sobre todo, sabía que todo este tiempo, le habían estado mintiendo.
—Mamá —habló Mino, llamando la atención de todos. Incluso la de Ren, quien aún permanecía de pie.
_____ miró a su hijo y luego al pelinegro, haciéndole una seña con la cabeza para que ocupara la otra cama a su antojo.
Una vez Minki se relajó un poco, la mujer regresó la vista a su hijo, asintiendo para que continuara.
—Yo... no sé si sea el momento, pero... me gustaría saber qué pasó allá. ¿Quién es esa mujer y por qué te pusiste así con esa anciana?
Ella lo observó por unos segundos, trasladando su mirada al menor de los pelinegros que se había incorporado para mirarla. Jimin tampoco conocía esa parte de la historia, así que era más que claro que él también tenía curiosidad por saber.
—Ella dijo llamarse Yenaid —acotó el pelinegro cuando no hubo respuesta por parte de _____. Ésta suspiró y desvió su mirada, abrazándose a sí misma.
—Ella... es mi hermana.
Un horrible silencio reinó en el cuarto, hasta que Jimin decidió hablar.
—Eso es imposible. Tu madre...
—Nada es imposible si tu padre es un bastardo infiel sin escrúpulos, que no siente culpa por traicionar a su esposa. Mucho menos por traer otra vida al mundo y ocultarla de todos.
Mino dejó que su mandíbula cayera, totalmente sorprendido por eso. En realidad, no conocía a ese hombre como para esperarse algo así o no. Pero... ¿eso significaba que esa mujer esa su tía?
Por otro lado, Ren permanecía callado mientras que en su mente, tanta información comenzaba a abrumarlo.
—Ágata Balls era una prostituta que mi padre solía frecuentar luego de que los problemas con mi madre comenzaran. Exactamente en el año que yo nací. Claramente porque fui la decepción del clan al ser una niña —comenzó a hablar _____, atrayendo incluso la atención del hombre perdido en sus pensamientos.
—Por ocho generaciones, el linaje Yenaid se compuso por una línea sucesiva de hombres. Nunca una mujer fue primogénita, hasta que yo lo arruiné todo —sonrió a medias —. Cuando tenía doce años, luego de lo que pasó con Minki, conocí a esa mujer. En aquel entonces vestía más elegante. Finas ropas y perfume caro. Mi padre la presentó como una vieja amiga, pero claro que mi madre no le creyó. Ella ya parecía tener conocimiento de esa mujer. Además, no regalas a una vieja amiga el broche de luna, un obsequio de boda que le pertenecía a tu esposa. Mucho menos dejas que su hija lo use. Porque sí, aquella mujer tenía una hija dos años menor que yo —hizo una enorme pausa, aún no tan lista como para reconocerlo —. Esa niña se llamaba Rose.
Con el corazón aún en la garganta, Jimin se acercó, arrodillándose frente a ella, posando sus manos en sus rodillas que no paraban de temblar.
—No tienes que seguir si te-
—Mi madre no abandonó el clan, en aquel entonces, a causa de esa infidelidad o del cambio radical en mi padre al tomar el puesto de líder —susurró, con la voz algo estrangulada —. Mi padre la hizo desaparecer porque ella había mandado a alguien a asesinar a esa niña —finalizó, mirando a su amigo con ojos acuosos —. Pero al parecer... no lo logró.
El pelinegro secó rápidamente una lágrima que viajó por la mejilla contraria. En ese momento, nadie sabía qué decir para cortar con aquella molesta tensión. En _____ estaban reviviendo sus peores demonios y sin duda, para Jimin estaba siendo toda una guerrera al no dejarse caer justo cuando más la necesitaban. Ella sabía que debía actuar con la mente fría y solo por eso, esta vez quería usar la razón y no dejar guiarse tanto por el corazón.
Ren sintió la necesidad de hablar en el momento en el que el otro pelinegro la envolvió entre sus brazos. No sabía por qué sentía la necesidad de consolarla. De decir cualquier cosa que pudiera aligerar su carga.
Él conocía perfectamente a esas dos mujeres y quería asegurar con su vida, que no eran como _____ las creía. Sin embargo, el recuerdo de aquel frasco de falsos medicamentos desplazó esa idea de su cabeza.
¿Y si _____ tenía razón? ¿Y si todo este tiempo Rose supo quién era él y solo por eso lo acogió en su hogar? Después de todo, sus recuerdos siempre fueron manipulados y no quería ni pensar que estuvieron haciendo aquello incluso desde antes que se conocieran.
De la nada, un particular sonido interrumpió su momento de dudas internas y sus ansias por consolar a la rubia. Los cuatro observaron aquello que ahora estaba frente a la puerta. Un sobre había sido deslizado por debajo. Un sobre, con un sello muy peculiar.
Una pistola, una i griega y un puñal. Sin duda, era el escudo Yenaid.
Cuando nadie se movió, Mino decidió ponerse de pie e ir por el sobre para leerlo. Sin embargo, a último momento optó por entregárselo a su madre. A pesar del estado en el que se encontraba, sabía que ella debía leerla primero.
_____ le agradeció con una sonrisa y rompió justo sobre el sello para sacar la tarjeta que había dentro. Sí, una tarjeta.
Una invitación.
La mujer respiró profundo antes de comenzar a leerla en voz alta.
Me dirijo personalmente a la señora _____ Mei Yenaid, para invitarla a su fiesta de cumpleaños número 37. Sería un bello gusto para mí, si pudiéramos tener una cena familiar como las que siempre soñamos. Bocadillos, regalos, gratas charlas y muchas sorpresas más. Sería tan agradable. Después de todo, nunca se es tarde para volver a reafirmar los lazos que jamás se romperán. Porque no se puede ir contra la sangre ¿verdad?
Te estaré esperando, tesoro.
Papá
—Maldito hijo de... —quiso maldecir el pelinegro, mas se contuvo solo porque Mino estaba allí y _____ lo golpearía.
—Está jugando conmigo —susurró la mayor, elevando la mirada hacia su hijo, que la veía con miedo —, pero tranquilos, que no cederé —agregó para darles la calma que no solo Mino parecía necesitar.
—No caeré en su juego.
—¿Y qué pasará con mis tíos, mamá? —habló el menor, comenzando a sentir un horrible nudo en el estómago.
—Volveremos a Japón. Necesitaré ayuda del clan Karata, para entrar a esa fortaleza. Además de que debo ponerlos a salvo a ti y a tu padre.
Ren elevó su mirada perdida en cuanto esa última palabra abandonó los labios de la mujer. Sabía que se refería a él, pero aún no podía acostumbrarse a la idea de que ellos eran los buenos. No podía dejar de sentir una espina en su pecho que le decía que aquella sonrisa de la rubia no era sincera.
Ni una sola cosa de su aura, emanaba sinceridad.
—_____, eso solo iniciaría una guerra entre los clanes y...
—No dejaré que eso pase —se adelantó a decir, acallando al pelinegro, y pronto desvió su mirada, observando a Ren, que parecía escanearla con aquellos orbes oscuros.
Jimin suspiró y asintió a su decisión. Mino mordió sus labios y prefirió callar. Si era lo que ella quería, la seguirían en todo, pasara lo que pasara.
A la mañana siguiente, los cuatro se encontraban en el aeropuerto donde ya los esperaba un jet privado del clan Karata. Unos pocos minutos fueron los que les llevó abordar la nave y cada uno tomó asiento donde quiso. Obviamente, Mino lo hizo junto a su madre, tomando su mano con fuerza para transmitirle su apoyo. Cosa que _____ agradeció, besando su mejilla y frente.
—Sabes que te amo con mi vida ¿no? —susurró la mayor, a lo que su hijo asintió, sonrojado.
—Y yo te amo a ti, mamá —respondió, acariciando los nudillos de aquella mano aferrada a la suya.
La rubia sonrió y luego se excusó diciéndoles que pasaría al baño antes de que el avión despegara, aunque antes, pensaba hacer una parada en el asiento junto a esa persona al fondo, que observaba la pista desde su ventana.
—¿Todo bien?
Ren pegó un ligero respingo cuando la oyó hablar de la nada. Miró a la mujer con ojos llenos de dudas y extrañeza, algo que ella comprendió luego de vivir tantos años con personas que solo fingieron cuidarlo.
—Ren yo... te he amado por tantos años —volvió a hablar _____, sin siquiera saber por qué había comenzado de esa manera —. Nos hemos lastimado mucho, mutuamente. Así como también nos hemos amado en los momentos más difíciles.
Ren solo la veía sin interrumpir, procesando cada palabra, sintiendo cierta inquietud en ellas, cierto miedo.
—Mino es mi hijo. Tu hijo. De ambos. Y cuando estuvo en peligro hicimos todo por salvarlo y obviamente lo conseguimos. Claro que... me arrepiento de haber tomado ciertas decisiones como haberme apartado de ti aquel día —susurró, cerrando sus ojos unos segundos, hasta sonreír —. A lo que voy con todo esto es que... jamás dudes de mi amor por ti ¿sí? Yo estoy aquí para salvarte y siempre correré tras de ti para hacerlo. Porque tenemos una promesa ¿lo recuerdas? Trata de hacerlo.
En ese momento, un pequeño destello se presentó entre los recuerdos borrosos del pelinegro.
«Sé que algún día los tres volveremos a estar juntos, y entonces podremos formar la familia que siempre anhelamos. Es una promesa. Será nuestra promesa, amor»
—Sí... —murmuró y los ojos de _____ brillaron de alegría.
—¿Podrías hacer algo por mí entonces?
Ren asintió no muy convencido.
—Ve con Mino, hablen y conózcanse. Ese será nuestro primer paso para forjar nuestros lazos —susurró, sorprendiéndolo con un casto beso en sus labios.
______ sonrió tenuemente al separar su boca de la contraria y miró por última vez esos ojos que la enamoraron hace muchos años. Después de todo lo que le habían hecho, no quería presionar a Ren para que la aceptara, pero si al menos podía hacer algo para que él se acercara a su hijo, lo intentaría.
Mientras se perdía al final del pasillo, vio al pelinegro sentarse junto a Mino que lo veía algo tímido y reservado. Y rio apenas cuando el mayor se mostró algo apenado por no saber cómo comenzar una conversación con el rubio.
Poco sería decir que amaba infinitamente a esas dos personas y por supuesto que estaba dispuesta a darlo todo por ellos.
Luego de casi una hora de viaje, Mino despertó, bostezando de forma ruidosa, encontrando la cabeza de su padre, reposando en su hombro. Rápidamente sus mejillas se encendieron en pena e intentó quitarlo, terminando por ceder cuando sus esfuerzos fueron inútiles.
Miró a su alrededor, encontrando a Jimin en los asientos de junto, estirado por completo en dos asientos, dormitando mientras parecía oír un poco de música.
Al no ver a su madre con él, se irguió un poco, estirando su cuello para tratar de ver en los demás asientos dispersos. Sin embargo, no había nadie más.
—¿Mamá? —la llamó fuerte y claro, pensando que posiblemente se encontraría en el baño de nuevo.
Al removerse el menor, Ren terminó por despertar, orientándose al poco tiempo.
Con el segundo llamado del rubio, Jimin sacudió su cabeza y se irguió, quitándose los audífonos.
—¿Qué sucede? —preguntó, bostezando en grande.
«Mamá» fue lo único que soltó el menor y Jimin pronto se extrañó. Se puso de pie y se paseó por todo el jet, revisando incluso en el sanitario.
Nada.
Los tres –Ren también, guiado por un mal presentimiento– terminaron por ir a la cabina del piloto, donde el hombre a cargo, llevaba el control con la calma y profesionalismo que lo caracterizaban.
—Disculpe... ¿Y _____? —preguntó el Jimin, cuando tampoco la encontró allí, a lo que el hombre lo miró por unos cortos segundos, antes de regresar la vista al frente.
—¿La señora Choi? —los dos que la conocían por ese nombre, asintieron —. Se bajó del avión antes que despegara. Me dijo que se había olvidado de unos amigos y me dio la orden de regresar a Japón sin ella.
—No puede... ser —murmuró Jimin, abrazando a Mino que no tardó en deshacerse en su desesperación.
¿A dónde había quedado aquello de no dejarse guiar por el corazón? Sin duda, _____ jamás podría cumplir con esas palabras.
¿Y Ren? Él solo observaba todo y a la vez nada, encontrando al fin el significado tras la mirada de _____ y de ese mal presentimiento que tenía.
«Prometiste que no te irías de nuevo. _____...»
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¿Les gusta el escudo Yenaid? 👀 Me pasé todo el día haciéndolo, en vez de estudiar :'v
Sí aún no vieron el trailer, los invito a hacerlo 👉👈
Nos leemos luego
PD/ creo que éste es el capítulo más largo que tiene esta temporada hasta ahora xD
Nina Glastor ❣️
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