Capítulo 9
Estaba frente al espejo, aterrada.
No sabía con exactitud cuanto llevaba así pero seguía sin asimilar que era yo quien estaba frente al vidrio, una mano se posó sobre mi hombro...
Ya era el gran día, dormí en mi casa a pesar de contar con la aprobación de mis padres en que me quedara con Elise, luego de reiterados ensayos en los que se ve involucrado un cambio por parte de mi se puede decir que fue un éxito para mis entrenadores. Fue una buena experiencia a pesar de las caídas, las frustraciones y discusiones de ambos por que debía hacer.
Recuerdo perfectamente una de mis intervenciones favoritas; continuaba bailando con la misma energía de siempre.
-¡Baja un poco la emoción!-bufó Félix, cruzándose de brazos mientras rodaba los ojos.
Detestaba esos momentos en los que la arrogancia y la seriedad se apoderaban de el.
-¡Sigue luciéndote, Marinette!-gritó Elise, olvidando por completo la regla de una dama no grita, cosa que logró llamar la atención de Félix quien con el ceño fruncido la observaba-¿Qué acaso tengo monos en la cara?
Y por primera vez, soltó una pequeña carcajada.
-¿El piano aún funciona, Elise?-consultó el rubio.
Ella asintió con la cabeza, gesto que fue acompañado por una sonrisa.
-Es un milagro-afirmó con una inclinación.
-¿Dudas de su capacidad, Agreste?-burlesca.
El chico respondió encogiéndose de hombros y desviando la mirada,sin prestarle más importancia a la conversación.
Después de dar por terminado mi breve curso de baile, íbamos en dirección al salón pero al percatarse de la ausencia de Félix durante la conversación insistió en que volviéramos al salón.
En donde ahí se encontraba el, sentado frente el piano sin mencionar palabra alguna. Las manos de Félix eran delgadas pero fuertes, muy flexibles, la palma ancha con dedos bastante separados, algo que es muy importante considerar durante la pieza, esto facilita de cierta manera el alcance que se tendrá para contrarrestar el efecto de no poseer dedos largos. Entono a la perfección la Sonate Clair de lune, no cabe mencionar que luego de que este terminara le aplaudimos a lo que este nos dedico una reverencia mientras susurraba;
-Nunca dude de su capacidad.
Todo esto ocurrido el día de ayer, me había ido al atelier más temprano que de costumbre, incluso superando a Madame, la cual abrió los ojos como platos en actitud sorprendida al encontrarme ahí.
-Pero que tenemos por aquí, al parecer los milagros si se hacen realidad-dejando su bolso sobre el mostrador- Que alegría verte, mi niña.
-Lo mismo digo-inclinando la cabeza con respeto- ¿Qué tal durmió?
Volvió a quedarse en silencio, perpleja.
-¿De verdad lo quieres saber? Que considerado de tu parte-sonrió con ternura- significa mucho para mi, pero aquí la importante eres tú, quien ha estado últimamente muy solicitada.
Una pequeña risa se desprendió de mis labios.
-Habló enserio Marinette-con seriedad, lo que me hizo detenerme de inmediato- Oh vamos, no habló enserio pequeña.
-No creo que sea algo importante, los diseños son los único por lo que me pueden llamar-inquieta.
-¿A quien quiere engañar señorita Dupain?-con una sonrisa ladeada.
-Solo digo la verdad, si me disculpa continuaré con el trabajo al ser un día muy atareado e importante para la nobleza-en dirección a la máquina de coser.
No se tomo como esperaba aquella información.
-¿Trabajar has dicho?-desconcertada.
-Como todos los días tendemos a hacer Madame-concentrada la mayor parte en el vestido.
Suspiró.
-Les he dado el día libre...
Me levanté con fuerza, con la mirada puesta en la prenda.
-¿Disculpe?-parpadeando insegura.
-Tal y como has oído-con serenidad en su hablar.
-Pero el trabajo, a más tardar acabábamos el día de hoy...
Hubo un silenció incómodo durante un par de segundos, ella interrumpió.
-...Es cierto, no estabas ayer-caminando en mi dirección- Las chicas han hecho algo por ti, querida.
Mis ojos se llenaron de lágrimas de improviso pero Madame continuó de todas formas.
-Al ver cuan interesada estabas en el baile de la familia Agreste, no querían que el estrés del trabajo te mantuviera atareada por lo que han finalizado todos y cada uno de los trabajos que teníamos en la lista.
-Sobre eso; No iré-suspire con los últimos alientos que me quedaban.
No me lo pensé dos veces, solamente la estreché contra mis brazos demostrando mi agradecimiento a pesar de que los hechos del día anterior habían cambiado repentinamente.
Era la hora de la merienda en la casa de Elise, nos encontrábamos en el jardín trasero ya que en el delantero, los rayos del sol casi nos han cegado de tan luminosos que eran por lo cual debimos recurrir al jardín trasero para seguir comiendo un platillo muy extravagante y exótico, ni por toda el apetito que tuviese hubiera podido comerme todo.
-No puedo más señorita...
-Elise-me corrigió- puede llamarme así cuando quiera, las etiquetas y yo no vamos unidas de la palma de la mano como en <<otros casos>> No sabía con exactitud a que se podría estar refiriendo con lo dicho pero me imaginaba que se refería a que en lugar de estar pidiéndome que la tuteara, los demás que pertenecían al reducido circulo aristocrático tenían la obligación desde que nacen, el que los trataran con respeto a menos de que a ellos mismos no les gustase la idea, como en este caso lo era Elise.
Félix nunca ordeno que lo llamara por su nombre y yo tampoco me veo en las condiciones de tratarlo del modo que lo haría si fuese mi amigo.
-Descuida, tal vez no estés acostumbrada a nuestras costumbres-indico- Por lo general en los banquetes de los Agrestes hay una enorme variedad de comida pero en esta oportunidad no habrá así que no te preocupes.
-No sabía cuan complejo que era organizar una celebración-comente.
-¡No lo es en absoluto! De hecho solo por llevar el titulo de mayoría de edad le asigna un grado de dificultad-explicó.
-¿A usted también le sucedió?-interesada en su historia.
-La verdad...-masticando con la boca llena mientras hablaba, una mujer que nos acompañabas le echo una bueno reprimida.
-¡Elise D' Comanges! ¿Dónde están tus modales?-las mejillas de Elise incluso cambiaron de tamaño al tener la comida en la boca, se sonrojo demostrando vergüenza- ¡Si te viera tu tia!
-Mis disculpas Marinette-bajando la mirada, miro por el rabillo del ojo y susurro- ¿Ya se fue?
Di un vistazo rápido a los alrededores, después asentí con la cabeza a lo que ambas reímos en tono unisono.
-¿Viste su cara?-dije reteniendo la risa.
-Pensaba que una persona no podía matar con la mirada a alguien-rió Elise.
Se preguntaran por la repentina desaparición de alguien pero justo después de deleitarnos con aquella pieza de arte, Félix nos abandono un momento por que recibió una llamada por parte de un miembro del personal de su hogar, por lo que tuvo que ir de inmediato.
En un rato más tarde, volvió con cara de pocos amigos mientras caminaba con la cabeza gacha maldiciendo en silencio.
-Sé que no es muy cortés que te diga esto pero con esa cara dan ganas de lanzarte todo el juego de tazas de té para que cambies tu actitud, Félix-soltó Elise sin dejar de mirarlo.
-Al diablo con el maldito té-bufó entre dientes.
-Si tan solo te llamarás té...
Félix fue en dirección a un asiento que se encontraba a una distancia larga de donde nos encontrábamos ambas, Elise se levanto con la idea de ver que había ocurrido con su amigo sin antes de susurrar su típico <<¿Me disculpas un segundo?>>algo muy similar al frecuente <<Vuelvo en un minuto>> de mi hermana, a diferencia que en la palabra de Elise se podía confiar mientras que con Bridgette podrías estar durante toda tu existencia esperándola.
-¿Todo bien?... Quiero decir ¿Algo no anda bien?-hablo Elise con un tono de preocupación reflejado en su voz.
Se oyó un suspiro por parte del chico.
-Siempre hay puntos en contra, ¿sabes?-sin mirarla.
-Lo sé mejor que nadie-sentándose junto a el- No debemos rendirnos.
El levanto la mirada.
-¿Como sabes a que me refiero si ni siquiera te he contado?-afligido.
Ella sonrió.
-Instinto y ademas tratándose de un amargado como tú-distorsiono el rostro- Te preocupas de algo sin saber la razón.
Antes de que Félix le respondiese algo, Elise continuo.
-Lo lograremos, sin importar a que nos enfrentemos-dedicándole una sonrisa de la que irradiaba confianza y seguridad- Te lo prometo, el esfuerzo que hemos hecho no será en vano.
Ambos se abrazaron hasta que una mano, que no supe identificar de quien era me indico que me uniera, al hacerlo quede en medio de ambos, cosa que no me favorecía del todo al ser pequeña en cuanto a la altura. Sus brazos bloqueaban cualquier entrada y salida del aire, lo que me dificultaba el respirar.
No me hubiese gustado el morir con personas contando que en lugar de morir en una hazaña heroica, un acto valiente o en uno revolucionario, Perdí la vida al asfixiarme durante un abrazo.
Aquel momento se vio interrumpido por una de las asistentes de Elise, quien venía para proponer la prueba de vestuario y enseñarnos el resultado de la confección de las mascaras que había que usar por la presunta celebración. Mientras íbamos de camino a la sala en donde se encontraban los preparativos, decidieron romper el silencio;
-¿No piensas decirle?-pregunto Elise.
Félix negó con la cabeza.
-¿El decirme que?-arquee la ceja.
Félix le lanzo una mirada asesina a la chica.
-Tampoco tengo la intención de hacerlo-rodó los ojos.
-Si no lo harás tu, yo le diré-se aclaro la garganta- El altruista, serio, considerado, humilde joven que va a tu lado ha aportado financiera mente con tu preparación Marinette- tomo un respiro, Félix caminaba pavoneándose gracias a lo recién dicho por la muchacha - Siéntete afortunada de eso por que Félix es lo más tacaño que puede existir.
Contuve una carcajada.
Las puertas se abrieron de par en par dejándonos ver el resultado final de lo que llevaríamos esta noche en la fiesta, un hermoso vestido completamente albergado por el color llamado azul de medianoche, con hombros caídos acompañados de una serie de pliegues que le daban vida al diseño haciéndolo único y jamas visto por los demás.
-Fue de parte de las chicas de tu trabajo-me explicó Elise- Han hecho un fantástico trabajo, ¿verdad?-más animada que de costumbre.
No podía creer el que hicieran eso por mi siendo que yo era la que más cerca estaba de ser despedida de ahí.
Me saltaron lágrimas de emoción ademas de ser invadida completamente por la sorpresa. Posterior a ello me señalaron una pequeña caja en la que en su interior tenía una máscara de encaje negra formando dos pavos reales, con detalles plateados alrededor del ojo y unos pequeños diamantes en el centro superior sobre una estructura que asimilaba una pluma.
Era alucinante en todos los sentidos.
Pensaban ir a dejarme de vuelta a mi lugar de trabajo pero justo en la salida, Elise y Félix se detuvieron en seco.
-¡María llévala dentro!-ordeno la muchacha a una de sus asistentes que me tomo por el brazo haciéndome ingresar nuevamente al domicilio.
Ni por todos los esfuerzos que hubiera echo en ese instante, habría podido darme cuenta de quien los ponía tan nerviosos.
Me quede plantada en el ventanal de la entrada esperando las respuestas a mis interrogantes. Una mujer bajo del coche y no tarde en reconocerla, Nathalie.
-Félix Agreste, tu padre quiere una cita urgente contigo debido a tus actitudes- reclamo la mujer con tono autoritario.
-No se de que me hablas Nathalie, solo venía a visitar a una vieja amiga-respondió el chico.
-Ya hablamos de este tema, le estas haciendo más difícil el trabajo a tu padre siendo que con Adrien ya tiene suficiente-continuaba- Sus esfuerzos serán nulos, no tendrán ningún resultado positivo siendo que los guaridas se encargaran de la chica si llega a poner un pie sobre lo que concierne a nuestro territorio, el alcalde ha insistido que se le aplique la misma sanción que a los que decidan intervenir en el compromiso de Adrien y ya conoces muy bien los decretos, sea quien sea esa chica no podrá resistir uno sin salir perjudicada en el intento o peor... la muerte, ya se los han advertido mucho a ambos, esa chica no hace más que causarles más problemas a la familia Agreste. No es más que un impedimento.
No dure mucho ahí, ni tampoco María.
Me logré zafar de sus brazos, no pensaba continuar en esas condiciones y mucho menos sabiendo a lo que me veía para el futuro. No sabía en que dirección iba, solo estoy segura de que corrí sin que me importaran los detalles menores, yo era uno de ellos, que al excluirlos no modificaban gran parte de la historia.
¿Tanto sacrificio de la gente para que terminara de este modo?
Esta vez, aquellas lágrimas no eran de felicidad, si no de miedo y dolor. Me encontraba amenazada de todas las maneras posibles, no podía dejar que les ocurriese algo malo a costa mía. Por el bien de los demás he tomado la decisión que considero asertiva independientemente de que también fuera la más dolorosa...
No iría.
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