Capítulo 6
La luna hacía brillar su hermosos ojos azules que miraban hacía las estrellas, puede que muchos metros nos separen y que ya tenía un objetivo antes de verla caminando pero me encargaría de llevarla a salvo a su hogar o al menos seguirla...
Tuve que posponer mi idea principal para asegurarme de que no le ocurriera nada en su trayecto, la seguí sobre los techos conservando el mayor silencio posible.
El problema surgió en cuanto unos guardias se acercaron a ella en su solitario paseo, me alarme al instante.
No parecía un problema por lo que veía, lo mejor sería acercarme para estar pendiente de la situación.
Ahí fue cuando mis oídos se agudizaron.
-...Señorita Dupain Cheng-rodeándola.
-Señores-haciendo una inclinación de cabeza sin dejar de caminar.
-¿Podríamos hacerle unas preguntas? que no le quitarán mucho tiempo-explico uno de ellos.
-¿Acerca de que?-deteniéndose- ¿Podría ser mañana? Estoy llegando demasiado tarde.
-¿Llegando tarde a que? Si nos permite saberlo por supuesto-serios.
-A mi residencia-segura de su respuesta.
Yo pude haber confirmado aquello por el hecho de que siempre luego del trabajo vuelve a su hogar a la misma hora, a menos que un gato negro se tropiece en su camino.
-¿Eso es cierto?-con formalidad en sus tonos.
-Claro que sí-afirmo con ese tono de tranquilidad.
-¿De casualidad acompañar al joven Agreste no se encuentra de camino a su residencia?-Marinette se detuvo en seco mientras sus mejillas se tornaban de un rosa que la hacía verse adorable pero aún así nego con la cabeza.
-¿Debería hacerlo?-adaptando una actitud fría.
Me sorprendió verla así por el hecho de que jamás había respondido del modo en el que lo hizo, tal vez lo hiciera algunas veces con Chat Noir pero en esta ocasión no es lo mismo, me ví obligado a acercarme ya que apenas escuchaba lo que hablaban.
Ella miro sobre los techos y al parecer me vio, lo que la hizo ponerse de los nervios.
-Tiene razón lamentamos haberla moles... ¿esta mintiendo señorita Dupain?
-N-no estoy mintiendo-caminando más rápido para perderles.
-Entonces ¿a que se debe su nerviosismo tan repentino?-siguiéndola con aspecto determinado.
-Sólo a que no me siento del todo cómoda charlando a estas horas con ustedes-echándose a correr, cosa que fue lo peor que pudo hacer ya que confirmo las sospechas poniéndose en peligro ¿por mi?
Tambien corri tras de ellos en caso de que tomará un camino que no tuviera salida y fuera momento de ganarme el título de su héroe.
Así cómo lo había predicho corrió hacía el puente de dónde la rodearon por ambos extremos, aquel puente me traía muy buenos recuerdos.
Mi madre, hace algunos años nos traía de paseo aquí al considerarlo un lugar en el que se te concedían los deseos cada vez que lanzabas una moneda.
Era una tradición algo extraña pero con un fin significativo, eso ya no funciono más hasta que un día arrojé una:
-"Que mi madre este siempre conmigo"-y la deje caer al agua.
Marinette observaba en todas direcciones en busca de una manera de zafarse de la situación, los hombres seguían gritándole cosas a ella mientras se le acercaban lentamente.
-Pero estabas a gusto con el ¿verdad, Dupain?-sacando una de sus esposas del bolsillo.
-Con todo respeto, no tengo idea de que me están hablando caballeros-dando pasos hacía atrás temerosa.
-Pues no decías lo mismo en ese día-jugando con las esposas.
-¿De que me hablan?-confundida.
Si tan solo no hubiera cerrado lo ojos...
-¿No lo recuerdas? Estoy seguro de que el joven Agreste lo recuerda con detalle-burlón.
-Por favor no lo incumba a él-interrumpió Marinette-con mayor razón si se trata de errores míos en los que no se ve involucrado, es una gran persona que debería ser respetada por ustedes, ¿se dan cuenta de lo que hace el por el pueblo sin necesidad de pertenecer a el? eso es muy admirable de su parte, es uno de los pocos que saben que todos valemos por igual y no pisotear al pueblo al tener un título que dejadme decirles que no les sirve en absoluto-tomo un respiro- Y otra cosa, puede que no tenga nada que ver en ello pero su corazón vale más que el todos ustedes juntos.
El corazón me dio un vuelco al oír lo que dijo.
Los hombres estaban a unos centímetros de abalanzarse contra ella quien estaba a poca distancia de caer al agua.
Ahí fue cuando corrí a toda velocidad a la barandilla del puente en dónde di un gran salto sosteniéndome de un farol intentando hacer una reverencia cómo de costumbre.
Hasta este punto daba igual si la policía se daba cuenta de mi presencia en la ciudad.
-No creo que sea adecuado lastimar a la señorita si a quien buscan realmente se encuentra aquí para defenderla-antes de luchar con los hombres que la rodeaban, tuve precaución de hacer movimientos que no les permitieran arrebatarme la máscara.
Uno de ellos me hizo un pequeño corte en la mejilla con el arma que portaba, a lo que yo respondí arrojándolo al agua seguido de sus compañeros, el ruido de sus cuerpos cayendo al agua fue tan solo música para mis oídos acompañado de sus gritos proclamando una venganza que ambos sabíamos que no ocurriría.
-¡Esta no será la última vez Chat Noir!-levantando el puño.
-No lo es para mi pero si para ustedes-sonriendo conforme mientras pasaba el puño por mi mejilla con desinterés en la zona en la que estaba el corte.
Agradezco que no haya sido profundo, lo único malo de esto es que dejaría una marca segura.
Marinette contemplaba la escena estupefacta, sólo quedaba un policía el cual estaba justo detrás de ella.
Pude haber intervenido antes de que este le hiciera algo de lo que luego lamentaría pero la distancia que nos separaba era notable, ni siquiera corriendo podría llegar.
-¡Marinette atrás de ti!-arrojando mi arma en dirección a ella para que pudiese defenderse.
La persona pareció notar la intensión en la que lo hice por lo que estiro su brazo antes de que Marinette pudiese tomar el objeto, lo sostuvo frente a su cuello tomándola como rehén en menos de lo que esperaba. Lo forcejeaba haciendo que tuviera una respiración entre cortada pidiendo en los ciertos lapsos de tiempo ayuda con el poco aire que le quedaba.
Debía hacer algo pero la situación estaba fuera de mi alcance por primera vez, fue ahí cuando mi identidad pendía de una cuerda. Podía sonar una estupidez abalanzarme sobre el atacándolo solo con las manos, se lograba entender que me doblaba en edad y en musculatura, seguramente llevaba años de entrenamiento para enfrentarse a los peores criminales, yo en cambio, practicaba equitación, lo que era muy inútil al no tener un caballo en ese momento, luego estaba la esgrima que requería necesariamente un arma en combate, la cual perdí a costa mía.
Mi titulo y la clase social de mi familia estaba en riesgo y dependían en absoluto de lo que ocurriese en este encuentro, cosa que no me importaba con tal de no perder a la chica que amo.
-Suéltala-solicite con la actitud desafiante de siempre-Ahora.
Cualquiera que me conociera en los dos aspectos, diría que yo tenia un trastorno de personalidad al caer la noche.
-¡Detente en nombre del rey!-ordeno el sin soltar a Marinette- y ella sera sentenciada por traición.
-Ella no tiene nada que ver en esto, déjala ir y yo me entregare en su lugar-grite a unos metros- eso querían, ¿no?
-¡Quítate la máscara y la suelto!-amenazante.
Marinette logro zafarse de sus brazos, arrastrándose un poco haciéndole posible interrumpir nuestra conversación.
-¡No lo hagas!- intentando ponerse de pie pero el hombre la empujo contra la barandilla haciendo que esta se golpeara con fuerza, soltó un gemido que parecía de una criatura poco humana.
-Cállate-mirándola ya en el suelo con la mano en la zona que fue golpeada.
Ahora si era personal...
Me acerque a toda velocidad hacía su cuerpo sin la necesidad de portar un arma con la que pudiese dañar a mi atacante. Lo patee justo en la espinilla, haciendo que se concentrara en esa parte, seguido de un golpe en el estomago que lo dejo fuera de combate por el momento.
Después de eso fui donde estaba Marinette para asegurarme de que esta estuviese bien luego de todas las emociones por las que había pasado. Seguía en el piso, sin decir nada acerca de que le dolía o algo por el estilo. Muy valiente de su parte.
-¿Estas bien, my lady?-ayudándola a levantarse.
-Tres costillas rotas, mi cabeza me esta matando-susurro sonriendo- ¡jamas he estado mejor en mi vida!
Me alegraba que siguiera conservando su sentido del humor con un tono sarcástico de por medio a pesar del estado en el que se encontraba.
-Cuidado-dijo levantándose y utilizando su cuerpo como protección al golpe del policía que se recupero, tome el arma que le arroje a Marinette hace un rato para defenderla de los ataques del hombre nuevamente, a lo que cayo en el suelo concentrándose en la zona ya herida.
No me lo pensé dos veces antes de cargarla lo más lejos posible a un lugar en el que me dijo Nino que no deambulaba alma alguna por las noches antes de que el hombre volviese a levantarse para volver a hacernos daño, por mi parte daba igual pero Marinette ya estaba lo suficientemente herida como para ponerla en mayor riesgo.
-Quédate en la casa de Alya por hoy, lo entenderá de todas maneras-indique con seguridad.
-¿Que hay de ti?-tan preocupada como yo.
Un momento ¿preocupada?
-Iré a las afueras donde ya no sabrán de mi por un buen tiempo-pasándome la mano por el cabello.
-Espera...¿Como conoces a Alya?-arqueando la ceja y de brazos cruzados.
-Trabaja en el periódico-aclare ladeando la cabeza-es difícil no conocerla.
-Eso no implica que sepas donde vive-resoplo incrédula.
Tenia que aprender a disimular si quería ocultar mi verdadera identidad y si no lo hacia, a este paso ya sabría quien soy.
En realidad, me iría por un lado de la ciudad que casualmente coincidía con el camino que daba con la mansión, me despedí con la típica reverencia que me caracterizaba cómo Chat Noir.
Me eche a correr pero ocurrió algo inesperado, su mano estaba posada sobre mi brazo impidiendo marcharme debido a que una fuerza involuntaria me detenía.
-¿Que paso con lo del beso de la mano?-con una actitud burlona.
-Al parecer lo extrañaste, my lady-reí haciendo que se sonrojara.
Misión Cumplida.
-¡No he dicho eso!-frustrada.
-Pues lo parecía-una sonrisa se dibujo en mi rostro.
-¡Gato tonto!-exclamo antes de darse la vuelta y yo pudiese volver a mi salida.
No me moleste en mirar si me seguía o no, oí en una calle un llanto, fuí averiguar de que se trataba y si podía ayudar.
Seguí el sonido del llanto que cada vez se hacía más agudo de acorde a la distancia.
En la acera, había un pequeño niño acompañando a un cuerpo que yacía moribundo bajo la luz del farol intentando pedir ayuda, lograba ver en la expresión del niño la misma que alguna vez estuvo en la de un muchacho llamado Adrien Agreste.
Me acerque en silencio asegurándome de que por los alrededores no hubiese un vigilante, me agache quedando a la altura de ambos.
-¿Que sucede pequeño?-pregunte con preocupación.
El me miro con sus ojos brillando esperanzado.
-E-ella-temblando de nervios y por el frio-¿ C-Chat Noir eres tu?
-En carne y hueso-asenti sonriendo- A su servicio señor.
La mujer en el suelo hizo una leve sonrisa.
-¿Cuales son sus nombres?-amable.
-Y-yo soy Julio-asintio el pequeño.
-¿En que puedo ayudarlos?-servicial.
-E-es mi madre, esta muy enferma y no tengo dinero para sus medicamentos-tosiendo sin soltarla.
-Ya veo...-mirandola detenidamente-¿Viven cerca de aquí?
-En ese bote que ve por allá-señalo Julio.
Me saque la capa y cubri a Julio por la espalda, para evitar que el frio se apoderara de el.
-Pero señor esta es su capa-sorprendido.
-La necesitas más que yo pequeño Julio-revolviendole los cabellos.
-No la puede aceptar-murmuro la madre del niño.
-¿Por que no?-extrañado de su respuesta.
-No nos pertenece y no podemos dejar que luego usted pase frio gracias a nosotros-explico la mujer con lagrimas en sus mejillas.
-Insisto-sonriendo con ternura- No lo haga por mi, hagalo por el niño.
-Señor, no se preocupe por nosotros-serena- lo mejor que puede hacer por nosotros es dejarnos, no podemos odiar la vida que nos toco.
-Puede que no se quede la capa pero debera aceptar algo voluntario de mi parte-entregandole una pequeña bolsa de dinero que se encontraba en mi chaqueta-y no se lo daré a usted, si no a Julio, estoy seguro de que no me lo negará.
-P-podré comprar tus medicinas mami-llorando de emoción.
-Así es-sonreí-¿Julio ves esa posada que esta al otro lado del rio?
Ambos asintieron.
-Conozco muy bien al dueño y se podrían quedar ahí en vez de aquí congelandose-sugerí.
-Señor, ya ha hecho mucho por nosotros-espeto la mujer.
-En absoluto-negue- es lo minimo que puedo hacer por ustedes, digan que Chat Noir lo pidió y estoy seguro de que los atenderan muy bien.
Ambos me abrazaron, con lagrimas en las mejillas agradeciendo incasablemente a mis buenas acciones.
Luego de verlos entrar en la posada planeaba dirigirme a mi hogar, hasta que me di cuenta de que no era el unico en la calle, busque mi salida proxima que se encontraba escaleras arribas hacía un puente.
Aquella persona me siguio a paso rápido por lo que tuve que apresurar mi caminar, sus pasos eran ligeros, como los de un niño, una mujer o alguien muy delgado que apenas tocaba el suelo con sus pies.
Si se trataba del maldito guardia de hace un rato no me quedaría más remedio que arrojarlo al agua como hice con los demas.
En medio del sendero de escalones mire sobre el hombro, debido a la distancia entre ambos me fue posible ver a alguien de mediana estatura, cabello tomado y un vestido que no se distinguía con claridad.
Seguí corriendo sin parar antes de que me alcanzara, pero oí sus gritos que pedían que me detuviera.
-¡Espera!¡No huyas!-persiguiendome.
Apenas me encontraba en la mitad del puente, esta se detuvo al inicio de las escaleras.
-¡Gracias por ayudar a Julio!-poniendo las manos en la zona de su boca para hacer más hondas vibratorias.
Me detuve en seco, con los ojos abiertos como platos, comenzó a subir las escaleras sujetandose de la barandilla.
-Solo temo que le ocurra algo peligroso-subiendo, me di cuenta que se trataba de Marinette- Esas personas le podrían lastimar.
-Primera regla; Si temo por la vida no sere el indicado para ayudar a los demás, señorita-confesé.
-Esa no es la única manera de salvar gente-explico.
-¿Ah si?-sorprendido-¿Sabes alguna otra?
-Un claro ejemplo es el joven perteneciente a una familia noble, Adrien Agreste ¿lo conoce?-pregunto inocente- Hace mucho por el pueblo sin pedir nada a cambio.
-Que ridiculo, suena como un pasatiempo tipico de los niños ricos-dije poniendo los ojos en blanco tras la máscara.
-El trabaja duramente para mantener la felicidad de los demas y su único objetivo es ayudar a las personas que no tienen recursos-defendiendolo.
-Suena estupido-bufé sin esperar una reacción por parte de ella.
-¡No es cierto! Es un acto puro y que solo las personas de buen corazón tienden a hacer-grito.
-La riqueza que le pertenece a los aristocratas es un dinero que se le ha arrebatado al mismo pueblo-aclaré- Yo devuelvo el dinero a quien de verdad le pertenece, así es como se debería hacer.
-Hay gente generosa y muy buena entre los aristocratas, señor-terca.
Me quedo mirando fijamente como si pudiese darse cuenta quien soy sin aquella máscara, me vi obligado a cerrar los ojos ante cualquier situación.
-Las personas pueden ocultar sus emociones o identidad con una máscara my lady-asentí- Ese Adrien Agreste debe ser uno de ellos, que se burla a sus espaldas de las desgracias del pueblo.
-¡Adrien no es así! Es una de las pocas personas que conozco amables y respetables-decidida mientras dejaba una de sus manos sosteniendola de la barandilla.
Por alguna razón, tuve la imagen de una sombrilla en mi cabeza...
Aproveche para dejar mi mano sobre su cintura, de cualquier modo mientras no supiera que a quien defendía estaba justo frente a ella.
-Sueltame o voy a gritar-sin moverse.
-Sólo yo podré escucharte, my lady-colocando mi dedo sobre sus labios y la punta de nariz, haciendo que se quedara en silencio mientras que la otra mano la colocaba bajo su mentón para subirlo a la altura a la altura perfecta.
Me fui acercando lentamente mirándola a los ojos, que mantenía abiertos, y poco a poco pude sentir la intesa fusión de sus labios, el dulzor llenandome por completo, era como sentirse vivo por primera vez. Como cada uno pasaba a ser parte del otro, como dejabamos de ser individuos por separado. Pero el vacío se ensanchó, los labios de ella se separarón despues de unos minutos.
Levanto su mano muy alto para tomar impulso, el cual cayo sobre mi mejilla, haciendo un ruido que sin duda lo escucho todo París.
Me lleve la mano hacía la mejilla, que estaba adolorida por el golpe y por el corte, ¡que coincidencia!
Ahora fue ella quien se dio a la fuga...
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