Capítulo 2
Adrien's POV.
Me quede sin palabras al oirlo, cómo era posible que mi vida diera un cambio tan abrupto.
-No puedes hacerme esto padre-lo veía tan poco que no sabía como reaccionar, adelanto su visita de forma inesperada.
Yo solo esperaba un <<Te quiero hijo>> o <<no tienes idea de cuanto te he extrañado pero lo primero que hizo fue decirme eso con tal frialdad que logró hacerme sentir decepcionado.
-Lo hago por tu bien y el de nuestra familia, Adrien Agreste-seguía con su tono autoritario-¿Por que no puedes ser como Félix?
-¿Y lo que yo quiera no importa? A diferencia que soy Adrien-sin subir el tono de la voz-Además Chloe Bourgeois es una vieja amiga, casi una hermana.
-Por lo que no se te hará dificil este cambio, desde hoy vivirá con nosotros, te guste o no, te comportarás educado cómo siempre te lo he enseñado-se dio la vuelta y antes de mascharse dijo-Nathalie asegurate de ello.
Y sin decir ni una palabra más, se marcho.
Nathalie llego al rato para decirme que tenía que hacer, los planes de mi padre para mi vida, la cual ya creo que sabe como terminará.
Tuve que ir a la salón principal para recibirla luego de dejar algunas cosas fuera de su alcancé ya que en algunas ocasiones tiende a ser curiosa respecto a todo.
Chloe estaba perfectamente ordenada; con su cabello estaba semi recogido y usaba un vestido amarillo palido con mucho volumen.
Hizo una reverencia y extendio su mano en mi dirección, tarde unos minutos en entender la razón, gracias a su padre, el alcalde, quien aclaro la voz para que Adrien Agreste volvierá a la realidad por estar en las nubes.
Cómo de costumbre tenía que decir algo celebre que demostrará admiración, me tomó mucho tiempo decirlo por que en realidad no estaba tan contento de su visita.
-Es un placer tenerlos en la mansión, sientanse como en casa-sin muchos animos, mi padre me observaba como un bicho raro, de seguro esperaba algo más emocionante.
-Mi hijo quiso decír que nos llena de orgullo contar con su presencía desde hoy por lo que cuentan con nuestra disposición cada vez que lo requieran, de no ser así esta Nathalie para servirles y ayudarles en lo que sea- corrigió diplomatico.
-El placer es nuestro al quedarnos en su hermosa mansión, señores Agreste-dijo Chloe sonriendo falsamente.
-Oh por favor señorita Bourgeois llamemé Gabriel y a mi hijo Adrien-rio mi padre con una actitud diferente a la de siempre.
-Claro Gabriel, entonces Adrien...
Aclaré la garganta haciendo que Chloe se detuviera.
-Prefiero señor Agreste, si no le molesta, señorita Bourgeois-sonreí intentando no sonar descortez y Chloe soltó una risita al igual que su padre.
Mi padre solo me observó, estoy seguro de que se tomo muy mal mi comentario.
-Podemos dejar a los chicos a solas y nosotros vamos al estudio para hablar de negocios-insistió Gabriel Agreste, cúando hablaba asi no sabía si en verdad era mi padre.
-Si me disculpan saldré por unas horas-dije en dirección a la puerta sin mirar a nadie.
-Oh perdonen la falta de educación de mi hijo, es identico a su madre por supuesto-riendo nervioso ante mi rebeldía-¿Hijo te molestaría ir acompañado de la señorita Bourgeois?
Lo dijo antes de que saliera, maldije para mis adentros y asentí por compromiso. No me agradaba la idea de ir con ella a pasear, por lo general en mis paseos no me comportaba cómo un aristocrata si no cómo un crío en busca de aventuras, temía que durante el trayecto pudíera <<romperse una uña>>
Por un lado no estoy tan contento con lo de que Chloe sea mi prometida, de hecho sería perfecto si no fuera tan ella; es algo manipuladora, cruel y a veces insencible pero en lo demas no hay nada malo.
Fuimos hasta el pueblo, ella iba cogida de mi brazo con la cabeza alta mientras hablaba cosas que no eran de mi interes o comentarios arrogantes acerca de alguna persona.
-¿Tu padre te informo de la noticia?-acercandóse más a mi, lo que me incomodo un poco.
-Recuerdo haberle dicho señorita...
-Oh nada de eso, dime Chloe-haciendo morritos.
-Lo siento pero no me permito hacer excepciones, va en contra de mis principios-solté.
-¿Ahora vamos a tomar té con la reina?-pregunto ironica, yo permanecí en silencio apartando la mirada- Lo siento... quería agradarte eso es todo, no puedo remediar el hecho de que me odies.
Suspiré.
-No le odio, lo que sucedé es que no me agrada la idea del compromiso-caminando por unos puestos de artesanos.
-Te entiendo, a mi tampoco me fascinaba la idea desde un principio-jugando con sus cabellos sueltos- estamos destinados a esto, desde hace generaciones, no podemos cambiarlo aunque queramos, eso seguirá así.
Odiaba la idea pero tenía razón.
-Te prometo que intentaré ser la esposa que siempre soñaste ¿vale?-dedicandóme una sonrisa coqueta.
Asentí con la mirada.
No hay ni un problema solo que la única gran diferencia es que no es ella...
Marinette's POV
Llegue más tarde que de costumbre a mi primera jornada, mamá pensó que estaba enferma por eso no quiso despertarme.
Hoy tenía muchos pedidos que confeccionar con ayuda de Alya junto a Madame y preparar los croissants necesarios para quienes vinieran, estaba más atareada que nunca, la presión aumentaba con el pasar de los minutos, se supone que a medio día debería estar en el pueblo comprando las telas mientras repartía la mercancía de la panadería. Ordene mi cabello en dos coletas para estar presentable, oí que alguien llamaba a la puerta deseperadamente, corrí a una velocidad sorprendente lo que logró que mi madre me reprochara recordandóme que soy una dama, que no debo actuar así y lo tipico de las madres luego de ese gran discurso.
-¡Que tengas un bonito día, cielo!-abrazandóme por última vez-¡Adios Alya!
-¡Buen día señora Dupain-Cheng!-entregandóme la hoja con la dirección escrita por Madame-¡Detesto su ilegible letra!
-Algún día tendremos una máquina de esas cuando no sean tan costosas-respondí con ánimo.
-Nos costaría el salario de por vida Marinette-rio Alya-Por cierto bonito vestido, queda muy bien con tus pendientes, debíeron costar una fortuna.
-¿Pendientes?-deje la cesta en el suelo asegurandóme de que si realmente llevaba pendientes, eran los que estaban en mi tocador la noche anterior solo que no recuerdo habermelos puesto- Oh hablando de eso me los encontré por ahí así que no fue tanta la inversión-volviendo a tomar la cesta con croissants y algunos dulces con glaseado casero.
Alya se detuvo en seco, mirandóme de forma acusadora.
-¿No los robaste o si?-sería.
-Claro que no, solo los encontre en mi habitación-explique-Pudieron ser un regalo de mis padres.
-Eso espero...
-¿Me crees capaz de robar, Alya?-poniendo la mano sobre el pecho, fingiendo estar ofendida.
-No he dicho eso, tampoco lo creo solo es por lo de los seguidos robos en Paris-encogiendóse-Eso es todo.
-Ah...
Me quede en silencio por que el protagonista de estos hechos es Chat Noir, si un soplón o alguien de la policia me hubieran visto junto a el, me condenarían de traición al no entregarlo o sería considerada algo que no soy, toda la aristocracia se volvería en mi contra y entre ellos Adrien Agreste...Eso no me lo perdonaría.
-Marinette al planeta tierra-pasando su mano por mi campo visual haciendome reaccionar.
-¿Eh?-sacudiendo la cabeza-¿Decías?
-¿Si a ti te ha pasado algo? Ayer te fuiste cómo si nada y me deberás explicar el por que-cruzandose de brazos.
-Mmm... Larga historia-mirando en otra dirección, no se me daba bien mentir, menos a mi mejor amiga.
-¿Acaso me ocultas algo? ¡Bien! pues yo tambien tenía algo relacionado con...¿cómo se llamaba? ah si, el codiciado duque Adrien Agreste.
-¿De que me hablas?-sonrojandome curiosa-Tengo unos croissants y no me da miedo usarlos.
-Esta bien, esta bien pero tu primero-exigió.
-Tenía un malestar horrible, me desmaye y luego de eso salte del balcón para irme temprano-sonreí, procurando sonar convincente.
-Eso lo explica todo, creo...-mirandóme extrañada-...Pues alguien lo vio con una chica desconocida propasando los limites de amistad.
-¿Que!-furiosa, aunque no hablará con el por nuestras diferencias de clases eso me incumbía en todos los sentidos, las unicas veces en las que tuve la oportunidad de hablar con el fueron; cuando nos conocimos en dónde lo odié al instante por un incidente y el segundo cómo no olvidarlo...
Quien diría que mientras yo ayudaba a Chat Noir, Otra disfrutaba un momento con Adrien.
-Por eso pensabá que habías sido tu al no encontrarte en el balcón pero ya que no fue así siento lastima por el que se pierde de la gran chica que eres-bufó, abrazandóme.
Continuamos caminando hasta el primer lugar en busca de las nuevas telas.
Era una gran casa con un enorme cartel colorido con rodillos de tela como decoración, había mucha gente caminando cerca de allí, entramos rapidamente asustadas de que pudiese cerrar. El personal corría de un extremo a otro lanzando rodillos, cajas con hilos y estampados, estaba segura de que si no tenía el cuidado suficiente podía terminar inconsiente gracias a esas cajas que volaban sobre nosotras.
Nos atendió un hombre robusto con barba
-¿Las puedo ayudar jovencitas?-levantandóse de su banca.
-Venimos de parte de Madame por las telas-Alya habla naturalmente en estas situaciones, yo en cambio me quedo paralizada por unos minutos.
-¡Oh! Debí haberlo sabido, son Marinette y Alya ¿no?-sonriendo de oreja a oreja.
-Si somos nosotras señor-ambas en tono unisono.
-Lamento decirles que aun no llegan, acaban de informarme que estarán en un momento-se le ilumino el rostro-Si quieren podrían dar una vuelta por Paris.
Intercambiamos una mirada complice con Alya y nos largamos cargando con las cestas de la panadería, ibamos a ver un espectaculo en la plaza de no ser por Alya que decidio por ambas volver al atelier por que su "sexto sentido" le indicaba que Madame necesitaba algo, en lo que tuvo razón, ya no sabía si confiar de su don por que tantas veces como acierta, tiende a fallar.
La señora estaba maldiciendo en voz alta mientras la pobre de Rose tenía que aguantarla.
Rose trabajaba hace más que nosotras, tenía el corto cabello rubio y unos hermosos ojos azules, era una persona bastante servicial, sencible y con un lado tierno, en este minuto estaba casi escondida bajo el mostrador ya que Madame podría tener un aspecto gentil y inofensivo pero cúando algo le molestaba, seguramente cambios de ultimo minuto, podría llegar a ser la persona más odiosa en el mundo, luego de algunas aristocratas claro.
-¿Que sucedió, Rose?-extendiendole la mano para que se levantará.
-Alguien no gusto de las telas y pidió otras que salían del presupuesto-parecía ansiosa y asustada pero aún así tomo mi mano.
-Madame No hay razón para ponernos así, asustas a Rose-hablo Alya, intentando tranquilizar la situación- y lo harás con los próximos clientes-Ni que fuerán tan costosas-tomando el papel con el valor, por su expresión, no era nada bueno-¿Pero que le pasa a estas personas! Somos gente a base de esfuerzo, que les paga lo que comen, sus casas, son derrochadores y nos agradecen de esta manera.
-Yo puedo poner parte de mi salario para esto, tal vez sirva cómo ayuda-encogiendóme.
Todas las miradas se volvierón hacía mi, conmovidas por lo que acababa de decir.
-Yo tambien tengo algo de dinero, no es mucho...espero que sirva de algo-susurró Rose dejando un pequeño bolso con monedas.
-Chicas...no les puedo hacer esto, yo tengo que financiar los costos de esto, no ustedes-hablo Madame bajando la mirada.
-Con todo respeto aunque usted no quiera lo harémos, reunimos suficiente con las propinas, parte de los salarios y lo que tiene usted-contesté, más segura que nunca.
-Son un diamante en bruto, mis niñas-nos abrazo Madame, con los ojos llenos de lagrimas.
Rose se quedo confeccionando accesorios mientras que Alya y yo volviamos por las telas para luego vender lo de la panadería al publico del espectaculo, espero no encontrarme con uno de los guardias, quienes te requisan inmediatamente tus productos dejandote en vergüenza publica.
Jamás nos había sucedido, ni a mi, ni a nadie de mi familia por suerte.
Una vez cúando comprabamos verduras en la feria junto a mamá y mi hermana Bridgette; una persona estaba ofreciendo relojes y su pareja joyas a menor precio que de costumbre, gracias al descuido de un comprador, su negocio se vió arruinado y no se les vió durante mucho tiempo por las calles.
Al volver estaban los cuatro rodillos de tela que habíamos encargado, Alya llevaba los dos perfectamente mientras que yo apenas podía con los dos canastos con la comida y los rodillos. Aun nos quedaba encontrar el más costoso, no quedaban en la tienda anterior por lo que tuvimos que buscar otras opciones.
Despues de recorrer casi todo Paris, encontramos la dichosa tela, la cual estaba sobre alguna parte de mi por que en ambos brazos llevaba los canastos cómo si fueran bebes, sobre ellos los dos rodillos de tela y la más costosa era gigante por lo que la llevaba en una bolsa arrastrando en el suelo, cualquiera me confundiría con un burro de carga.
A duras penas buscamos el espectaculo, del que estabamos deseosas de ver antes de que la atención de Alya se fijará en los puestos de los artesanos en el que habían hermosos trabajos y joyas. Alya me tiró hacía uno de los puestos sin motivo aparente.
-Disculpe, ¿podría usted ayudarnos en algo?
-¿Que necesita señorita?-pregunto la mujer encargada del puesto de bisutería.
-Verá usted, tenemos una duda acercá de estos pendientes-señalo mi amiga, apuntando a mis pendientes.
-Es una joya realmente hermosa pero me temo que no confecciono de ese tipo-observandolos con detalle- es un diseño muy particular, nunca lo había visto, solo tengo estos relacionados con animales-mostrando varios collares y pendientes con mariposas.
Derrepente una catarina se posó sobre lo que yo estaba viendo, me llamo mucho la atención.
-¡Alya mira!-exclame como una niña pequeña.
-¿Uh?-mirandome extrañada.
La catarina voló y se quedo sobre mi nariz, luego voló hacía otra dirección.
Necesitaba algo con que distraerme, parecía un acto del destino, seguí al pequeño insecto entre la multitud que regresabá del espectaculo, corrí olvidandome de lo dicho por mi madre y de las cosas que llevaba sobre mi y en el suelo. No me daría por vencida, aunque está no me llevará a ninguna parte valía la pena aquella aventura.
Algo venía tras de mi...
Lo pase por alto sin dejar de perder la vista de la catarina, seguí corriendo a paso rápido, ya llevaba varios metros lejos de Alya, agradezco saber el camino a casa si me llegaba a estraviar.
Cuando la multitud estaba dispersa, la catarina se detuvo en el aire.
De lo unico que fui consiente, fue del estupido gato negro que se me cruzó en busca de la catarina, lo que me hizo perder el equilibrio con mi carga incluída. No estoy segura de dónde aterrizarón mis cosas, alguien logró atraparme antes de caer pero a mis cosas no...
Solo oí un grito que me rompío y aquellos ojos verdes que se encontrarón con los mios, viniendo en mi auxilio.
Me quedé inmovil y notoriamente sonrojada por aquellos brazos que me atraparón...
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