Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Capítulo 16

23 de Junio, S.XX, V Distrito, Francia.

Debido y por ordenes de nuestros superiores nos vimos obligados a realizar quehaceres en el jardín, al sentirnos en deuda por el permiso concedido la noche anterior así que fuimos de inmediato a comenzar con lo que nos habrían propuesto.

Por alguna razón tenía una obsesión con el aire libre, más si se trataba de una mañana de primavera como era aquella, el día anterior sin duda nos dejó mucho que desear, al no cumplir con nuestro principal objetivo. A pesar de eso logré calmar semejante culpa con la que cargaba hace unos años, opté por no mencionar palabra alguna del encuentro frente a los demás ya que mi empleo podría correr un riego el cual traería consecuencias terribles para los participantes.

Estaba con la mirada fija hacía la flores cuando me pillaron por desprevenida haciendo que un grito se desprendiera de mis labios.

-¡Soy solo yo!-con una risa bastante contagiosa, aunque hay que admitir que no era del todo apropiado decirlo tratándose de una persona de su edad- Ya sé que no soy muy agraciado pero llevamos tiempo viéndonos, ¿no crees?

Suspiré.

-Buenos días, Fu-respondí con una sonrisa que fue provocada por su comentario mientras volvía la atención hacía las flores.

-Colette.

El viejo yacía a una leve distancia de donde me encontraba, ya me parecía raro el no haberlo visto en el turno.
Por lo general, era puntual frente a todas las tareas que se le asignaran, era inquietante verlo en pie antes de que los mismos anfitriones aunque de cierto modo era nuestro deber, siempre lo fue.
Las cosas no estarían en orden de no ser por ello, nuestra realidad era distinta que a la de nuestros jefes al pertenecer a distintas clases, nuestra vida dependía de ellos y su vida dependía de nuestro actuar. Cada día agradezco el que me encontraran, de no ser por eso, apenas huí, ya estaría muerta.

Lo único que logró recordar es una persecución.

¿De quién?

Ni yo lo sabía.

Aquel hombre a quien amaba tanto se convirtió en uno de sus peores miedos y yo solo huí en lugar de afrontarlo junto a el, ¿lo peor? Ambos hijos pagaron por ello.

-¡Ay!-solté un chillido a lo que el viejo Fu de inmediato fue en mi auxilio.

-Dios mio ¿Te encuestras bien, Colette?-agachándose a un lado mientras la sangre corría por mi dedo hasta llegar al suelo.

-Solo ha sido una rosa-sonreí con melancolía.

-¿Hay algo que no me has contado, jovencita?-preguntó el anciano con curiosidad.

Solté una carcajada.

-Sabía que me preguntarías alguna vez por ello...

-Tenía tan solo quince años cuando lo conocí, era algo como un institutriz ya que desde entonces no se nos permitía ir a la escuela así que un día mis padres decidieron que para crecer como persona debía educarme en todas las áreas que estuvieran a mi alcance, no me agradaba la idea de estar encerrada constantemente mientras memorizaba interminables textos que no tenían sentido en absoluto, pase por todas las mujeres que tenían el supuesto don de maestra pero ninguna pudo conmigo hasta el punto de tomarme por tonta y que en verdad no tenía arreglo-<<Fu meditaba la situación y me observaba con atención mientras relataba el hecho que dio como origen mi obsesión por
aquellas hermosas flores que lograban producir aquel fuerte sentimiento en lo más profundo de mi ser aunque todos las veían como lo más corriente del mundo>>-Hasta que un día mi padre me obligo a quedarme en el jardín bajo la lluvia hasta que decidiera lo que haría conmigo, poco después me informaron que debía entrar al tener un milagro recién llegado a casa, un joven de cabello rubio y de contextura delgada con anteojos empañados al igual que su cabello por la llovizna, se encontraba en el umbral de la puerta, preparado para una reverencia y un delicado beso en la mano acompañado del nombre que aún resuena en mis oídos como el primer día...

-El es Gabriel, uno de los eruditos graduados en la universidad de París y tenemos la suerte de que se ha ofrecido como tu tutor hasta que tengamos un diagnóstico preciso de tu situación, pensamos que sería una buena idea al tener una edad cercana a ti por lo que podría verse afectado tu aprendizaje al tratar con personas ya maduras-explicó mi padre, ademas de mencionar que tenía cuatro años más que yo.

Al día siguiente luego de que pasara la tempestad que afecto el día anterior fuimos al jardín para mi primera lección, luego de mostrarle mis <<habilidades>> con la lectura, el muchacho cerró el libro con brusquedad y preguntó.

-El estar todo el día encerrada claramente es un problema que los adultos no comprenden, es mucho peor y es obvio que agraba tu estado de manera considerable-indicó- A eso se debe tu mente cerrada.

-¿Me está diciendo que no tengo remedio al igual que el resto? Porqué lo considero una completa falta de respeto, señor-me levanté con el libro que sostenía.

Soltó una carcajada.

-¿Señor? Me temo que si planeamos llevarnos bien lo primero que omitiremos serán las formalidades-levantándose.

-¿Disculpe...

Su expresión hablaba por si sola, era un gran reproche cercano a un <<Te lo dije>>

-Tiene razón, me disculpo por ello-avergonzada.

-Segunda etapa de la lección, que la falta de aire en tu cerebro no te vuelva una mente tonta, el ser respetuoso no implica hablar de manera fina con tus pares-acomodándose los anteojos- Ya es un error bastante típico e hipócrita el que cometen los nobles, hablan de respeto y son los primeros en faltarlo.

-No todos son así-repliqué y ahí fue cuando continuamos con la verdadera explicación de temas políticos.

Continuó sin emitir comentario alguno de nuestra conversación anterior simulando el que no hubiera ocurrido, esa actitud tan conservadora y a la vez tan atrevida me estaba poniendo de los nervios. Según mis padres se notaba el progreso en mi actitud académica gracias al nuevo tutor.
Mis intentos por volver a una plática simple entre jóvenes fueron un total fracaso ya que el a toda costa evitaba las sugerencias que yo le planteaba.
Los primeros días logré resistirlo pero ya me hartaba cuando ese breve tiempo se volvieron meses.
Hasta que un día estallé.

-¡Quiere dejar de hacer eso!-levantando la voz a un tono que me sorprendía que saliera de mis labios.

De inmediato su mirada se fue hacía mi, separo la comisura de los labios como si fuera a contraponer su punto de vista pero optó por guardar silencio.

-Hace mucho que llevo esperando la lección que más me serviría según usted, prestaba atención a sus lecciones, comencé a entender todo lo que me explicaba con paciencia, intente leer entre lineas en cada clase buscando una respuesta a la interrogante de la que nunca volvió a mencionar y me mataba por dentro saber si en realidad tendría una solución concreta-exclamé con frustración quitándole el articulo de las manos.

Tragó saliva, sus ojos estaban más abiertos que nunca y un rubor se apodero de sus mejillas.

-Los cuatro puntos, Noblesse Oblige.

-¿Ah?-con duda.

-Acabas de demostrar que aprendiste el primero de ellos; "Sé fuerte, pero no grosero"-con una sonrisa en sus labios.

Ahí fue cuando entendí que aquellas clases no solo eran de tan solo memorizar si no también lecciones se vida.

Número 2: Sé amable, pero no débil.

Número 3: Sé humilde, pero no tímido.

Número 4: Sé orgulloso, pero no arrogante.

A pesar de los años que pasaron las seguía recordando al pie de la letra.
Al cumplir los diecisiete, mis habilidades en el piano comenzaron a resaltar maravillando a quien me escuchara tocar, Gabriel me destacó por ello e insistió que debía presentarme en otro lugar que no fuera mi hogar ya que aquel talento solo era igualable a lo de los grandes.
Mis padres estaban orgullosos de en lo que me había convertido, al fin se me dio la oportunidad de demostrarles que solo necesitaba una pequeña motivación que pudiese darme el impulso de pensar en grande.

Aquel vuelco que sentía en el estómago cada vez que mis antiguas maestras decían que no tenía arreglo alguno, que no era más que una demente y perdida de tiempo, el que lamentaban el hecho de que hayan engendrado una muchacha inservible, entre otras.
Ya había quedado en el olvido, era mi oportunidad de darles a entender que se equivocaban respecto a su visión hacia mi persona.

Estabamos en el jardín, me enseñaba acerca de la diversidad de flores que se podían encontrar en el lugar;

-¿Cómo alguien puede saber tanto sobre tantos temas?-sorprendida, con ambos extremos de los labios ligeramente separados dejando en evidencia mi incredulidad, en eso tomo por el tallo una rosa que estaba aislada del resto.

Al no prestar atención antes de haber presenciado de otro punto lo que se llamaba dolor, había tenido la gran idea de presionar con fuerza la rosa clavándome un par de espinas en la mano. Omiti cualquier muestra evidente de sufrimiento, dejando mi mano a un punto en el que no estuviera al alcance de la impetuosa visión de Gabriel.

-Pues para serte sincero, no hay mucha ciencia en lo que te acabo de mencionar-sonríe de oreja a oreja- De hecho hay algo de esto que no te he contado, tampoco creo que te vas a fiar de mi.

-¿A qué se refiere?-arqueando la ceja- Debería estar en lo correcto, por algo es mi maestro, ¿Por qué ha de equivocarse?

-Somos personas, Colette.

-Oh, eso ya lo sabía hace mucho...

Acerco su dedo indíce justo en la comisura de mis labios, de manera paralela a la nariz haciendo que lo que fuera a decir fuera silenciado de manera inmediata.

-...Entonces como sabes tanto supongo que también sabes acerca de que las personas cometemos errores, ¿no?

No lo había pensado, desde pequeña que inculcaron de que fuera cual fuera la situación quienes estuvieran al mando nunca que equivovaban pero con solo una palabra pude cambiar toda aquella ideología tan erronéa. Aún seguía en silencio.

Suspiró.

-Colette, todo lo que parecía nuevo para ti sobre las flores y plantas no fue nada irrelevante más que una observación general, cualquiera podría plantearselo y saberlo con solo tener al objeto de referencía frente a sus narices-con admiración.

-Entonces solo fue una simple observación-añadí pasándome la mano por la cara mientras me apartaba los mechones sueltos- ¿A eso te refieres, no?

-Algo más que ello, solo depende del tema a tratar,  también de la circustancia y puede influir de manera significativa la atracción que tengas al asunto-se encoge de hombros con desinteres- ¿Qué sería de los grandes si no hicieran lo que les gustase?

Seguía prestando atención a todo lo que se desprendía de sus labios, me abstengo a emitir algún comentario fuera de lugar o que interrumpa el hilo de la conversación. De cierto modo siempre se nos enseño el principio de <<Los hombres hablan, ellas escuchan>>.

Lo admiraba del mismo modo en como me enseño apreciar el arte de lo bello.

Su caminar tan erguido, conservando las manos unidas en su espalda baja en señal de respeto.

-Puede que suene atrevido de cierto modo pero me podría hablar de su motivación a enseñar o...?-pensé un segundo-...Quiero decir a lo que lo incentiva a realizar apuntes con ese sentido critico y a la vez con un toque de belleza.

En su rostro se dibujo de inmediato una sonrisa, seguida de su obsesión por acomodarse las gafas.

-¿De verdad lo dice, señorita?-conmovido por mi repentino interes.

-Nunca había estado más segura de mi elección-asentí con optimismo.

-Pues es un tanto difícil de explicar ya que más que un tema en sí, no se puede referír a ese elemento como un simple tema, ya que este hace alusión a una serie de cosas que me llaman mucho la atención a tal magnitud de que no puedo parar de pensar en ello-explicó dejándose llevar por aquel deseo- Forma parte de mi rutina diaria, me saca de mis casillas algunas veces, puede que por lo mismo llegué al punto de saturar más allá del limite que resisten las personas, a veces ese impacto negativo puede verse reemplazado por una enorme alegria de ver el progreso que se obtiene cada día.

-¿Y eso es...?

-Más evidente no puede ser, Colette-riendo- Aun te queda mucho por aprender, como lo es el mejorar tu distracción y para eso estoy aquí.

-También debería mejorar su obsesión por dejar tus frases sin continuación-pongo los ojos en blanco- ¡Mi cabeza estalla cada vez que quiero decifrar el resto! ¡Es usted un...-hice una pausa seguida de un suspiro bastante prolongado-¿Quiere ir a tomar el té?

-¿Qué soy yo un cuanto, señorita?-con una carcajada que se desprendió desde lo más profundo de su ser.

-Un juego solo tiene sentido si ambas personas están enteradas de ello, ambos podemos jugar el mismo juego y yo ganó el primer encuentro-guiñándole el ojo.

Desde entonces nuestra relación dió un giro bastante inesperado.

Gabriel una vez le pregunto a mis padres si podríamos salir por motivos que involucraban mis estudios, a lo que ellos accedieron sin ninguna oposición previa. Tenía la idea de que iríamos a una biblioteca en la ciudad para expandir el conocimiento pero me pareció realmente sospechoso el que llevaba en un extremo de su bolso varias partituras que me había aprendido en lo respecta el mes, dijo que tenía que enseñarme acerca de quienes eran sus compositores ya que no solo tenía que tocar por memoria si no ponerme en el mismo sentimiento por el que pasaban cuando se les ocurrió crear semejante arte y para ello tendríamos que dedicarnos a investigar en los lugares más recurrentes. Ademas de exigirme una vestimenta apropiada para la ocasión.

Nos llevaron en coche hasta una zona de París la cual era muy concurrida.
Al ver el nombre de la estructura en la parte alta del edificio supe que había sido engañada al igual que mis padres...
Théâtre de la Porte Saint-Martin.

Gabriel dijo que como parte de la supuesta <<investigación>> tendría que ponerme al frente del salón en donde habría un piano preparado de manera exclusiva y debería entonar una pieza para el grupo de personas presentes.
Ahí la segunda parte del problema.

-¿Qué es este descaro!-retrocedí antes de haber puesto un pie sobre el escenario y chillé en voz baja, me detuvo sujetándome por los hombros impidiendo mi posible huida.

-Hazles saber lo que vales.

Esas palabras fueron lo que necesitaba para emprender paso hasta el instrumento que me esperaba y una voz masculina anunciaba mi nombre mientras todas las miradas se dirigían a mi con incredulidad, acompañado de una serie de susurros de parte de público.
Miré tras el escenario, en donde pude ver a Gabriel, quien se encontraba con los pulgares en alto mientras me daba el apoyo que en un momento así realmente necesitaba, realicé una respiración profunda antes de entonar una de las canciones que había practicado hace mucho.

Mis dedos recorrían el instrumento con gran curiosidad, haciendo que el ambiente se volviera agradable, llegando al punto de encontrarme sola en la habitación, la cual llegó a tener un enorme parecido a la estancia de mis aposentos, la lluvia golpeaba fuertemente le vitral dando la sensación de que en un tiempo más este se rompería, mi única compañía en ese momento y durante los dos años había sido Gabriel así que había llegado a un punto en el que era esencial para mi felicidad.

Cuando acabé, mi respiración se torno agitada, mis manos estaban hirviendo y mis ojos no tenían la intención de abrirse.
Un sonido ingreso a mi campo auditivo, no podía creer que quienes una vez me criticaron estaban ahí, arrepentidos de haberlo hecho y representando aquel disgusto en una serie de aplausos acompañados de <<Bravo>>.
Opté por levantarme de mi ubicación para agradecer la experiencia con una reverencia que había preparado para una ocasión que lo ameritara, mire por el rabillo de ojo en busca de mi mayor motivación, quien me observaba expectante con una sonrisa dibujada entre sus labios.

Adopte un caminar rápido en su dirección, no me lo pensé dos veces y lo abracé como muestra de aprecio por todos esos años dedicados en mi superación. La emoción e intensidad del abrazo al parecer fue inesperada y un tanto exagerada ya que el muchacho retrocedió dos pasos antes de rodear la parte baja de mi espalda con sus brazos prolongando la muestra de cariño.
Al separarnos unos centímetros sentí que no era suficiente por lo que y como acto reflejo me acerque aún más, hasta el punto de que a esa cercanía lo único que se presentía era la respiración de ambos, ahí fue en donde sus labios tuvieron el primer contacto con los mios.

-¡Gabriel Agreste! ¿Qué significa esto!

Agreste, ahí fue donde entendí todo.

-Jóven perteneciente a la nobleza se ha deportado desaparecido, cualquier rastro u indicios que pudiesen dar con el paradero del muchacho se agradece ser informado a la policia.

-Continúa la búsqueda del chico perteneciente a la familia Agreste y con ello el destacado rendimiento de alumno en la universidad más prestigiosa de París, soprendiendo a los expertos respecto a su tan amplio y avanzado conocimiento aunque no se tiene información respecto a su lugar de origen.

Antes de derrumbarme por dentro decidí alejarme lo más rápido posible de aquel lugar. Ya había superado lo que me preocupabapero seguía sin entender esa sensación tan extraña en el centro de mi pecho.

Llegué hasta uno de los puentes ubicados en el centro de París ya que mis fuerzas se habían hecho insuficientes para el tramo recorrido y con mayor razón si pretendía escapar de él, los esfuerzos fueron un fracaso al ser más rápido que yo.

-¿Lo sabías?-pregunté exaltada- ¿Lo sabías, Gabriel?... o debería decir señor Agreste o es que acaso fue otra blasfemia y quizás todo esto también fue un total chiste para ti- dando unos pasos mientras hablaba mientras el me observaba en silencio- ¡Respondé!

-Tengo motivos de haberlo hecho, Colette.

-¿Ah si? Pues si ya tienes lo que querías, ahora vete.

-De hecho no, aún no lo tengo-se acomodo los anteojos.

-¿Entonces? No te des por vencido hasta conseguirlo,fuiste quien me enseño a no rendirme, no puedes hacerlo tú-sonreí.

-No creo que me sea posible, he sido... he actuado como un verdadero idiota-pasándose la mano por la nuca, arrepentido.

- No logró entender a que te refieres ¿Qué te lo impide?-me crucé de brazos.

-Le oculté la verdad a una chica sin saber que habría significado tanto para mi, nadie podía contra ella, era un verdadero desafío el cual sin duda alguna valía la pena enfrentar pero... -hizo una pausa- Temía que no fuera mutuo si solo me veía como los demás gracias a los perjuicios de la sociedad, por ende oculte mi identidad hasta lo que ahora hizo del plan un total fracaso, no espero que me perdones pero ojala entiendas.

-No fue un fracaso, Gabriel- le dediqué una sonrisa- Al contrario fue un éxito desde el principio, así que si ya tienes lo que deseabas puedes...

-Espera, ahora soy yo quien está confundido- abrió los ojos como platos intentando leer entre líneas- ¿Quieres decir que...

De inmediato enrojeció.

-Yo ya lo dije señor, ademas no es digno repetir dos veces una misma acotación, veamos a que punto se encuentra su comprensión auditiva-le guiñé el ojo- Ademas, una de las lecciones consistía en que debía perdonar al prójimo a pesar de lo que el hubiera dicho, en la nobleza no esta permitido el resentimiento ¿Recuerda? 

-Eso quiere decir que después y a pesar de todo aprendiste algo de lo que te enseñe-exclamo orgulloso.

-Creo que una vez te dije que en esta ocasión tenía un solo motivo para aprender y concentrarme, era más bien una persona-baje la cabeza y mis mejillas se ruborizaron.

-Te amo-dijo entre dientes.

-¿C-cómo dices?-sin haber procesado aquello.

-No es digno repetir dos veces una misma acotación, se te olvida Colette?-con una sonrisa dibujada en su rostro.

Bien jugado, Gabriel.

Mi silencio solo demostraba la rendición a la que me vi obligada a recurrir.

<<Todo lo que digas puede ser utilizado en tu contra>>

Mi orgullo era lo suficientemente grande como para ignorarlo durante los próximos minutos en los que había hecho una petición que sin duda era digna de oír pero por conservar la dignidad opté por omitirlo, hasta el día de hoy me arrepiento de algunas acciones y errores que cometí cuando joven, que hubiera dado por haber escuchado...
Lo único que recuerdo es su figura por delante de mi, su brazo extendido en mi dirección mientra sus ojos azules penetraban en lo más profundo de mi ser dejando mi interior completamente vacío.
Solo moví la cabeza de arriba hacía abajo un par de veces acompañado por una sonrisa en señal de aprobación y en un abrir y cerrar de ojos me encontraba en un gran salón en el cual reinaba la música, la gente bailaba junto a su pareja, el dorado era el color que se apodero de la habitación al estar presente en los enormes candelabros y decoración presente en esta ocasión. A diferencia de que en aquella circunstancia me encontraba sola, observe en todas direcciones para ver si alguien me resultaba conocido pero los intentos fueron un completo fracaso.  Todos vestían de una forma bastante particular, pude reconocer que ante todos ellos había un rasgo en común que resaltaba.

Una máscara.

Alguien toco mi hombro, por lo que decidí voltearme para así saber cual era el motivo de esa iniciativa. Un chico que apenas se le notaba la cara ya que esta estaba cubierta en su mayor parte por un antifaz de color plateado y llevaba un broche del mismo color en el cuello del traje. Hice una leve reverencia, a lo que el respondió con una inclinación de cabeza. Estaba claro que se debía a una propuesta para bailar, por cortesía decidí aceptar. Recorrimos la pista de baile mientras las miradas se posaban sobre nosotros, las luces del salón se volvían cada vez más escasas por lo que de a poco la oscuridad comenzaba a apoderarse del lugar, los ojos ya eran lo único que se podía percibir para guiarnos en la ubicación, y cuando ya se estaba agotando la iluminación logre ver unos ojos asiáticos que miraban en mi dirección con una sonrisa dibujada en el rostro.

El desconocido me rodeo con sus brazos, luego me desenrollo apartándome de el, consiguiendo que mi cuerpo girara hacía donde lo haya previsto mi compañero, luego no sentí su cuerpo junto al mio, por lo que una sensación de angustia me recorrió el cuerpo por completo. Cuando por fin pude detenerme, mis manos se apoyaron en una mesa que era iluminada por la única luz que había en la habitación. 

Estaba completamente sola.

Al abrir los ojos, sobre aquel mueble se encontraba una pequeña caja de color negro con unas letras que resaltaban en un color tan rojo como la sangre. Lograba oír una serie de murmuros en donde suponía que no había nadie. 

<<Eres la elegida>>

La caja se abrió por si sola, dejando en evidencia lo que había en su contenido. Un pasador con la forma de las plumas de un pavo real, momento desde que supe que la responsabilidad de Le paon recaería en mi...

Desde que supe que tendría un bebé tenía seguidas veces aquel sueño, en el que luego veía una caja y en su interior yacían más objetos con una hermosura similar a la de mi broche.
No dejaba de pensar en eso, incluso cuando ya habían pasado años desde la primera vez, desde que nació mi primogenito que actualmente llevaba el nombre de Félix Abelard Agreste.

Mi pequeño tan solo tenía cuatro años cuando se entero de que el privilegio de ser  hijo único no duraba para toda la eternidad.
Desde entonces habrían cambiado muchas cosas en comparación con el principio de la historia, la actitud de Gabriel era algo que no pasaba desapercibido entre aquellos cambios, admito que tampoco fue del todo fácil para él. Sobre todo si había pasado de pertenecer a una familia de bajo perfil en la sociedad a una de las familias que formaba parte de uno de los bloques económicos más importantes dentro de París, junto con su activa participación y membresía en la aristocracia luego de la salida a la luz de los proyectos con los que había trabajado la mayor parte de su vida y ahora daban frutos.

El estrés y la lujuría eran algo que sin duda formaban parte del éxito, en unos pocos florecía junto con el mientras que otros luchaban por qué eso no ocurriera jamás. Gabriel no tuvo aquella suerte.

Apenas había conversaciones como las de antes, mi trabajo tampoco era un elemento que ayudara a fortalecer la relación ya que decidí surgir fuera de mis origenes por lo que mi camino se expandió en otras direcciones, por lo cúal viajaba constantemente gracias a ello.

Hasta que llegó el día en el que lo ocurrido se vería más afectado que nunca y provocaría que mi vida cambiaría para siempre...
Aquel día por la mañana había tenido una discusión con Gabriel, acerca de que me veía más interesado por el trabajo que los por niños, como una verdadera madre debería de hacer, ahí fue cuando estallé.

No podía lidiar con aquel comportamiento autoritario similar al que oponía padre en mi antiguo hogar, el régimen estipulaba que las mujeres eran eternas menores de edades que del padre pasaban a ser cargo de su esposo. 

Pasaban días desde que se encargaban de mantenerse al tanto de las condiciones del camino e incluso del estado en el que estuvieran los caballos que impulsaban el vehículo.  Esta vez quien se encargaba del mantenimiento y de llevarnos era alguien del que desconocía dentro de los que trabajaban en ello pero aún así con tal de desaparecer por un leve periodo de tiempo con tal de no mantenerme al tanto de la situación de mi esposo para que este pudiese continuar sin mayores altercados como los que significaba en su mayor parte la paternidad.

Era un día bastante tormentoso, supe mediante una de las criadas que Gabriel insistió en que yo fuese acompañada en otro vehículo en caso de una oportuna eventualidad debido a que aquella jornada no estaba en el optimo estado como para que cesara la tranquilidad durante nuestra ausencia, sobre todo si llevaba a exponer de tal manera a mi hijo menor.

En una breve fracción de segundo, una vez ya avanzada una gran distancia del pueblo, quien mantenía el control sobre los caballos se vio alcanzado por la fuerte presión de un barranco cercano que solo tenía unos metros de altura. Al llegar la noche junto con la fuerte tempestad que luchaba minuto a minuto con la estabilidad del vehículo junto con la supuesta fortaleza por parte de los animales, aquella paz que había en cada uno de los que estaba ahí se vio interrumpida y reemplazada por el sentimiento de miedo y angustia al ver un movimiento extraño del conductor y seguido de esto a ambos animales levantarse sobre sus patas traseras provocando que el vago amarre de las cuerdas que lo hacían conectarse con la estructura que nos llevaba, se cortara haciendo que el contacto de aquel quiebre funcionara como efecto rebote. El cual nos hizo estrellarnos contra unos arboles a la orilla del barranco, por lo anteriormente mencionado los vidrios también fueron victima al quedar destruidos por completo. 

La carroza pendía a la orilla del barranco cuando solo mi pequeña criatura junto a mi yacíamos en su interior con los corazones a punto de salirnos del pecho, al menos agradezco que allá permanecido dormido en mis brazos. Como madre no me perdonaría el que por sus ojos pase semejante recuerdo que le podría jugar definitivamente un sabor amargo al recordarlo durante toda su vida, prefiero cargar yo con aquel peso. Quien se encargaba de escoltarnos desapareció sin dejar rastro alguno, nuestros acompañantes que vieron de segundo plano el accidente no dudaron en aparecer pero la poca estabilidad del carro solo podría salvar a uno de los dos. 

No me lo pensé dos veces, avance hasta la parte delantera y di un brinco esperando llegar a una parte que me permitiera pasar en donde una vez se podría decir que habían vidrios completamente relucientes por que de esta manera llegaríamos ambos fuera de un posible peligro mayor y así  me pudiera sostener en contra del barranco con un brazo mientras que con el otro cargaba a Adrien. Con sumo cuidado se acerco una de las criadas de edad avanzada, la cual estaba capacitada y era la única que no permanecía quieta por el espanto de la situación a diferencia de dos que se encontraban haciendo rezando por nuestro bienestar si es que no llegase a resultar esa improvisada solución que decidí llevar a cabo en tan corto plazo de tiempo.  En una milésima de segundo distinguí un brillo inusual de algo que era sostenido por el bebe en su mano firmemente empuñada en mi dirección, la mujer sostuvo a Adrien luego de que yo lo extendiera a una zona segura. Ahí fue cuando el en un rápido movimiento soltó el broche que había aparecido de manera frecuente en la mayoría de los sueños que tuve, se engancho por arte de magia en uno de los mechones sueltos de mi cabello.

-Señorita Agreste-dijo la mujer con la voz temblorosa- Todo estará bien, descuide, no pasara nada malo mientras nosotros estemos aquí, tenga mi mano que siempre ha estado a vuestra merced y que en esta oportunidad no será ajena la situación.  

La mano que solía sostener a Adrien ahora se encontraba desocupada, sería la misma que utilizaría en la búsqueda de los brazos de mi fiel ayudante.

 Por desgracia cuando estaba a unos pocos centímetros que me separaban de la mano de ella.

Se desprendió la capa de tierra con la que mantenía aún a salvo.

El viento en compañía de las gotas de lluvia eran nada más que la perfecta combinación para llegar al punto de mantener tan relajado el cuerpo, cosa que llego a causar un sentimiento peculiar al no haberlo experimentado en lo que de pare mi memoria junto con lo mirifico del estar haciéndose pedazos a medida de que la distancia se acortaba en dirección al césped que amortiguara mi caída. Mi rubia melena se había soltado por completo, dejando atrás el estrafalario peinado elaborado en la presente mañana cuando todo parecía estar bien, sin duda la vida da unos vuelcos cuando menos te lo esperas y con ello la tempestad toca a tu puerta. La distancia de la caída allí arriba parecía corta pero una vez que ya te encuentras experimentándola se vuelven eternos minutos, incluso hace un momento podía ver las expresiones en los rostros de los sobrevivientes pero con la profundidad se fueron perdiendo primero volviéndose unas figuras de rostro ennegrecido y asi hasta llegar a ser un par de bultos.

 Lo forastero que cobrara impertinencia al no tomar previo aviso de su interrumpir en mi próximo caminar directo a la luz fue el que el que mi cuerpo tomara conciencia de que se estaba destruyendo pero de este modo esa experiencia me hacía sentir vida.  

Una vez que mi espalda se tomo la molestia de tomar una posición erguida hacía atrás dejando mi cabello a la misma distancia que estaban mis pies colgando del otro lado, cerré los ojos y lo último antes de lo que creía mi final fue esa fuerza sobrenatural que se desprendió de lo más profundo de mi ser, llevando consigo aquella ráfaga espontanea de sentimientos haciendo alusión a que se desprendían del mismo modo que vi pequeñas partículas desintegrándose junto a lo que quedaba de mi hace un rato. Un aura de color azul me envolvió de manera que la noche se vio amenazada por una nueva criatura que nació en mi interior, los destellos que irradiaban de mi cuerpo permanecieron ahí cuando de mis labios por fin salió el resultado:

<<"Alas, elevenme, ahora.">>

El brillo se propago en su totalidad dejando al descubierto de manera definitiva a Le Paon, quien extendió sus alas coloridas hacía atrás de modo que volví a recuperar el desequilibrio por el que solía pasar.

-Buen trabajo, Duusu.

Abrí nuevamente los ojos debido a que las emociones volvieron a atacarme tal y como ocurrió en ese día. Los rayos que eran emitidos por el sol dejarían más de alguna consecuencia primitiva, el calor ya no era un problema para mi, ya no tenía miedo, solo tenía un objetivo en mente y el lo sabía.

Sin que pudiese mencionar una palabra próxima, el maestro levanto el indice para pedir la palabra y en lugar de ello solo pude ver:

Una sonrisa. 



Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro