Denis 52
El final esta por llegar ¿estas preparado..?
Mi pregunta le cayó como un balde de agua helada, su expresión lo dice todo el horror más bien. Sus manos conectan con mi pecho empujándome lejos de ella o eso es lo que pienso que intentaba puesto que no hubo mucha diferencia en mi posición anterior.
—No le tengo miedo a eso, estas confundido —meneo la cabeza.
—Sé muy bien lo que siento por ti Cara, no estoy confundido en absoluto —su mirada se desvía, no quiere ver la realidad reflejada en como la estoy mirando.
—Deberías de estarlo.
— ¿Qué tiene de malo eso?
—Mucho —empieza a caminar con su mochila tan sujeta que si fuera una súper heroína ya estaría haciendo polvo.
—Explícate, porque no entiendo. —le pido.
— ¿Qué es lo que no entiendes Denis? ¿Que todo va a arruinarse entre nosotros después, eso es lo que entiendes?
—No tiene por qué arruinarse —se para estando a unos pocos metros de su casa, de pronto enfrentándome.
—Mírame bien Denis, estoy destruida por entregarle mi corazón a alguien. Y tú vienes y te dices enamorarado de mi ¡te voy a destruir como lo hicieron conmigo! Y no quiero —su desesperación por protegerme de sí misma me enternece de sobremanera.
—No vas a destruirme —uso el tono de voz más sereno para apaciguar su frustración, doy un paso adelante haciendo menor la distancia entre nosotros.
Mis instintos me piden abrazarla y la razón me dice:
No la toques.
Mi instinto es más fuerte que la razón, sin embargo, la palma de su mano detiene todo contacto entre nosotros, la mirada que me lanza es una combinación de súplica y enfado.
—Seré clara contigo y espero me entiendas, has sido mi mejor amigo desde toda la vida me has apoyado cuando más lo he necesitado e incluso tomaste el lugar de Adam, pero hasta ahí. No te amo y no lo haré —a veces quisiera que Cara no se tomará tan en serio lo de ser honestos con nosotros mismos.
Justo ahora su honestidad me golpea tan fuerte, pero al mismo tiempo me hace poseer un espíritu de lucha, se retira entregándome el obsequio con el mensaje implícito de "no me vas a enamorar ni siquiera con tus grandes regalos". Me da la espalda subiendo las escaleras de la entrada e internándose en su hogar.
Resoplo volviendo a la mía también, abro la puerta esperando escuchar el parloteo de mis hermanos contándose como fue su día, pero lo único que escucho son los tenedores chocando con los platos.
—Ya cállense me aturden los oídos de solo escucharlos —bromeo, sin embargo no surte el efecto deseado.
— ¿Vas a querer comer algo Denis? —dice mi madre con sequedad, mi estómago responde por mí robando la risita traviesa de mi hermanito, y Amara.
—Ya lo dijo mi estómago —me siento entre Rene y Matías devorándome cada bocado.
Quince largos minutos silenciosos transcurrieron y ya me parecía una eternidad.
— ¿Me pasas la sal? —inquiere Rene desde el otro extremo.
—Te la pasó si me dices quien descubrió América —lo condiciono.
Rene me da una mirada fastidiada.
— ¡Cristóbal Colon! —Exclama Allen.
— ¡Muy bien! —felicito al pequeño.
Pero el pesado silencio sigue hasta que mi padre se levanta de la mesa de golpe, todos en la mesa nos quedamos sorprendidos viendo como salía de la habitación.
■■■
Al otro día agradezco que el profesor de estadísticas se haya reportado enfermo, pues nos dejaron salir una hora más pronto de lo usual, Charlie y yo avanzamos a la salida, Louis no apareció en las últimas clases y en las que si se presentó estaba ausente, apenas y hablaba.
Cosa que me preocupa un poco.
— ¿Dónde se habrá metido Louis? —Le pregunto a Charlie que me sigue el paso.
—Ni idea pensé que tú lo sabias, tal vez se sentía enfermo — sugiere el muchacho, no tenía cara de enfermo así que le hago una llamada rápida que es respondida por su contestadora.
Una mueca de fastidio combinada con la angustia aparece en mi semblante.
—Tranquilo hombre ya nos llamará —Charlie intenta tranquilizarme.
—Acompáñame a la biblioteca, Marcelo me pidió que fuera allí a esperarlo vamos a ir a su casa a probar un video juego ¿vienes?
—No lo sé —le dije recorriendo el pasillo que lleva a la biblioteca, entramos a esta y encontramos a Marcelo tan ocupado sellando solicitudes para proporcionar el permiso de retirar los libros al alumno, que no supo que estábamos allí.
—Creo que ese grandioso juego tendrá que esperar hasta el 2019 —se queja Charlie, tirándose a una silla cercana a él, un estruendoso ruido proveniente de los estantes del fondo capta mi atención y voy tras el.
Encuentro a Cara en cuclillas juntando todos libros que se esparcieron por el suelo, la chica suelta una maldición entre dientes y yo me rio tratando de no ser escuchado pero no lo logro, la chica levanta la mirada asesinándome con ella.
— ¿Qué es tan divertido? —musita frunciendo el entrecejo.
—Tú. —contesto con honestidad agachándome para ayudarla con el desorden. —Como se ve que sin mí ayudándote eres un desastre — le hago saber ella roda los ojos mostrándose enfadada con lo que dije y luego se para sobre sus talones yendo a la estantería casi vacía.
—Me pregunto cuando se te quitará lo presumido — farfulla irritada, sonrío para mi pues esa es la actitud que deseaba que tuviera y no la distante de hace varios días, voy en su dirección con otro montón de libros en las manos.
— ¿Estas aceptando que me extrañabas? —Inquiero pasándole libro por libro para que lo apile en el lugar correspondiente.
—Nop, estoy diciendo que eres un presumido — dice al tiempo que me arrebataba el libro de las manos, camino más cerca de donde estaba aprovechando que estaba de espaldas y no podía verme.
—Puedes quitarme lo presumido si quieres —le ofrezco con un tono seductor.
Cara ríe ante mis palabras. —Dudo mucho que eso se pueda quitar.
—Si se puede, aunque no lo creas.
— ¿A si? ¿Y cómo? —pregunta al tiempo en el que se gira en el poco espacio que le había dejado sin que lo supiera.
— Besándome —le digo muy cerca de sus labios, entorna los ojos y su respiración se acelera, a causa de mi repuesta es obvio que no se esperaba esto y me gusta tomarla por sorpresa, traga saliva pero un segundo después su mirada se torna divertida, y echo las manos alrededor de mi cuello.
No pude evitar quedarme perplejo por lo que está haciendo. — ¿Quieres que te bese para quitarte lo presumido? —Me susurra cerca de los labios.
Ahora soy yo el que tragar saliva sin saber que hacer o qué decir, solo muevo la cabeza afirmando su pregunta, una risa maliciosa brota desde su garganta.
— ¿Que pasa ya no vas a decir nada? — indaga con un tono burlon, sus labios casi rosan los míos y eso me desespera demasiado.
—S-si —consigo decir para no quedarme como un idiota.
—Pues creo que vas a quedarte con las ganas — argumenta ensanchando más su sonrisa victoriosa mientras que yo trato de procesar lo sucedido, observando como Cara se aleja a otras estanterías.
¿Acaba de provocarme?
Estar en la posición en la que acaba de ponerme no es agradable, aunque debo admitir que me tomo desprevenido su fugaz valentía y eso ninguna mujer lo había logrado.
— ¿Qué acabas de hacer? —Exijo una explicación.
—Acabo de jugar tú mismo juego ¿no fue fascinante? —Se burla diertida.
—Esto no se va a quedar así —le advierto decidido.
—Qué miedo me das —vuelve a provocarme, algo en estas amenazas empieza a gustarme mucho.
—Uh... ¿Qué hacen ustedes dos aquí solos? —Mis dos amigos se miran cómplices.
—Seguramente ya perdió el miedo —comenta Marcelo y Cara le dice que se calle con un gesto, lo que me regresa la sonrisa.
— ¿A qué te refieres con eso Marcelo? —Intento sacarle información.
— ¿No tenías cosas que hacer Marcelo? —Interrumpe Cara yendo a la parte donde nuestros amigos estaban.
—Ya acabé, verás Denis esta chica le tiene miedo a...
—Quiero llevarme este libro — lo irrumpe otra vez mostrándole amor en versos de Collen Hoover a Marcelo, que hace un puchero por lo que eso significa.
— ¿Enserio vas hacerme llenar otra solicitud?
—Si
— ¡Cara! —Reclama Charlie— Queremos irnos a jugar ya. —protesta el rubio.
—Lo siento —dice y todos seguimos a Marcelo hasta el mostrador, coloca una hoja color rosa en el escritorio de mala gana y comienza a garabatear en ella.
— ¿Tu identificación bibliotecaria? —Le pregunta el moreno.
—Mi identificación bibliotecaria —repite rebuscando entre sus cosas— ¡Mi identificación! — Exclama alarmada. —no la traje conmigo, la deje en mi cuarto —le explica a su amigo.
—Pues ve a tu cuarto y tráela —bromea Marcelo.
—Préstame la tuya por favor. —le suplica.
— ¿Prestarte la mía después de ponerme a trabajar doble? —Dice indignado, fingiendo una cara de dolor, lo miramos todos atentos a su siguiente movimiento, — No la traje tampoco, yo la deje en mi cajón de la ropa interior —levanta una ceja de forma juguetona. —Lo lamento, sin tarjeta no hay libro —suelta un suspiro y se dispone a salir de la biblioteca sin llevar nada con ella.
—Toma, yo tengo la mía —se la entrego cuando la veo lejos del mostrador, el moreno la toma comenzando el proceso que debe hacerse para llevarse un libro a casa.
—Ella tiene miedo a enamorarse de ti porque piensa que eres capaz de sacarle a ese cabrón de los pensamientos —susurra en secreto— No digas que te lo dije, porque... es capaz de cortarme las bolas. —el muchacho hace un gesto de dolor de solo imaginarse ese suceso.
Desde esa confesión mi día se volvió el mejor de todos, alcanzó a Cara antes de que cruce el estacionamiento. —Toma, me debes una —una media sonrisa se forma en sus labios y a mí me brinca el corazón con solo verla.
—Mañana yo invito el desayuno —propone mientras avanza con rapidez a su auto que estaciono lo bastante lejos del mío.
— ¡No solo me vas a pagar eso! —le grito y se hace la sorda.
Al irse ella me voy también en busca de mi auto que ahora mismo me pregunto por qué lo habré dejado tan lejos, cuando estoy por encontrarlo, el llanto de lo que parece ser una joven me detiene y sigo mi sentido auditivo.
Veo a una pelirroja deshecha sentada en una banca.
— ¿Nora? —mi voz la hace elevar la vista nublada por las lágrimas.
—Denis... —dice con dificultad.
— ¿Porque lloras? —me acerco a ella sentándome a su lado.
—No es nada —le resta importancia y limpia sus lágrimas con el dorso de la mano.
—No te lo he dicho, pero soy conocido por saber escuchar a alguien que lo necesite y parece que tú necesitas de alguien que te escuche — me ofrezco la pelirroja desvía la mirada y pienso que esa es la señal que me da para decirme sin palabras que me vaya por donde vine.
Sin embargo, habla antes de que me aleje.
—Es Louis, hace algún tiempo que hemos tenido problemas. Al principio no eran de angustiarse, pero eso cambio, ya ni siquiera tenemos citas y creo que ya no está interesado en mi —Nora arguye con tristeza.
Entonces es por eso que ha estado tan disperso.
Mi debilidad es ver a una mujer llorar, no puedo dejarla irse a casa hecha un mar de lágrimas.
—Si de algo estoy convencido es del amor que Louis siente por ti, así que quítate de la cabeza que ya no está interesado en ti ¿vale? Yo voy a hablar con él. Ahora que tal si me acompañas a mi auto así puedo llevarte a tu casa, si quieres ¿te parece? — le propongo a lo que Nora asiente enseguida.
—De acuerdo.
■■■
En casa parece no haber nadie cuando llego y entro después de dejar a Nora más tranquila en su casa.
Todo está extrañamente tranquilo, la cocina, la sala. Hasta que escucho las voces de mis padres justo en mi recamara, que está abierta de par en par es obvio que todavía creen que no hay nadie en casa. — ¡Sabes a lo que me refiero Gina! —Grita mi padre, es raro oírlo levantar la voz.
—Shhh, cállate los niños pueden llegar en cualquier momento y oírte —le reprende mi madre entre dientes.
— ¿Qué, no quieres que sepan lo que eres realmente? — el hombre inquiere de repente.
— ¿Qué es mamá realmente papá? — ahora es mi turno de preguntar, provocando que sus miradas sorprendidas repararan en mí.
—Denis —suelta mi madre en un susurro ahogado.
Nota de la Autora: ¡¡SORPRESA!! Les traigo nuevo capitulo porque llegamos a los 22k :o me encanta la idea de lectores nuevos que se enamoren de la historia como nosotros. GRACIAS a los nuevos integrantes de esta fascinante historia y también a los 25 likes de la pagina EscritoraInmortal
Los amo bebes como a nadie.
Capitulo dedicado a: LauraCitlalyMari
Mil gracias por tus votos y comentarios hermosa un pedacito de mi corazon es tuyo
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