Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Prólogo

Los gritos y golpes se escuchaban de forma espantosa dentro de la lujosa casa.

Un pequeño niño de seis años se encontraba temblando en su lugar mientras tapaba su boquita con sus dos pequeñas manitos para intentar ahogar los infinitos sollozos. Se hallaba debajo de una fría y solitaria mesita de madera que su familia había dejado olvidada en una de las habitaciones desocupadas del hogar. Su padre le había pedido que se quedara allí mientras él se encargaba de controlar la enfermiza situación que ocurría en la planta baja del lugar, pero los gritos solamente provocaban que el pequeño se asustara aún más, deseando desaparecer de aquel sitio junto a su hermanito y su papi de una buena vez por todas.

Su hermano y su madre se encontraban discutiendo nuevamente en la sala principal, tal y como lo hacían cada día. Ambos tenían grandes diferencias que los separaban y que los obligaban a gritarse vorazmente cada que tenían la oportunidad.

Su hermano tenía dieciocho años, y lo único que deseaba para su vida era poder introducirse dentro del mundo de la música junto al resto de sus amigos en una banda que, para su escaso conocimiento en el tema, se encontraban formando. Él ya no quería estudiar más. Tocar la guitarra era su sueño y su más grande pasión, poseía un talento totalmente impresionante, pero su madre no lo entendía ni veía de esa forma.

Ella quería que sus dos hijos fueran hombres exitosos y forrados en dinero tal y como lo eran ella y su esposo. Poseían todos los medios para ayudar a su hijo mayor a ingresar a la universidad que quisiera sin ningún problema, incluyendo infinitos contactos para cumplir cada capricho que su niño tuviera, pero el conocido y repetido tema sobre la música y la banda de Kiran solamente provocaba que la rabia y la molestia saliese a flote en poco tiempo, porque a ella no le agradaba la idea de que uno de sus hijos se volviera un bueno para nada sin futuro ni éxitos que presumir y de los cuáles sentirse orgulloso.

No, ella no iba a permitir eso, porque aunque Kiran tuviese que estudiar alguna carrera que le disgustara por completo, lo iba a tener que hacer si quería continuar viviendo bajo el mismo techo que su familia. La música era un completo desperdicio, y ella lo sabía perfectamente.

Su padre, por otro lado, apoyaba a su hijo mayor a seguir sus sueños sin importar qué, pero eso sólo lograba incentivar a su mujer a involucrarlo también en las constantes peleas y violencias que arremetía en contra de su hijo, y eso era lo que él siempre intentaba impedir. Conocía a la perfección a la persona con la cuál se había casado, y sabía también hasta qué punto podía llegar la contraria en un ataque de ira y descontrol.

─¡Boram, ya basta! ─exclamó molesto Yejun, interponiéndose entre su esposa y su hijo─. ¡Kiran ya es bastante grande como para decidir qué hacer con su vida! ¡Y nosotros como padres debemos apoyarlo sin importar qué!

Boram bajó el jarrón de greda que asujetaba con fuerza dentro de su mano derecha y soltó una amarga y para nada divertida carcajada mientras observaba con frialdad a su esposo e hijo.

─Mi hijo no va a terminar siendo un muerto de hambre que pida limosnas en la calle por su maldito capricho de ser cantante ─escupió con asco, provocando que Yejun apretara la mandíbula─. Él tiene que ser exitoso sea como sea, y tú en lugar de fomentar sus estupideces deberías hacerle entrar en razón como el maldito hombre que eres ─Kiran sintió sus ojos picar, y sin pensarlo mucho más se acercó hasta su padre y posó una de sus manos sobre su hombro izquierdo, intentando transmitirle algo de apoyo. Sabía que las palabras de su madre le afectaban más que a cualquiera─. ¡Ponte los pantalones y golpéalo hasta que entienda de una buena vez que está siendo un completo idiota, Yejun!

El mayor cerró los ojos dolido, pensando una y otra vez en cómo las cosas habían logrado terminar de esa forma.

Kiran y Jimin estaban en peligro dentro de aquella casa. Boram cada día era más agresiva con su extremista comportamiento, y exponer a sus hijos ante el peligro que significaba convivir con una persona mentalmente inestable podría traerles en cualquier momento una consecuencia negativa.

No estaba bien.

Boram no estaba bien.

─Tranquilízate un poco, Boram. Jimin está arriba y te puede escuchar. No quiero que el niño se asuste, por favor ─pidió, con tono preocupado.

Boram soltó una nueva carcajada, esta vez llena de ironía.

─¡Pues ojalá me escuche! Así entiende de una buena vez que no debe ser igual de idiota e inservible que su hermano mayor.

─¡Ya basta! ─gritó Yejun.

─¡A mí no me haces callar, maldito! ─gritó Boram de vuelta, levantando nuevamente el jarrón que tenía entre las manos─. ¡Más te vale hacer entrar en razón a tu hijo si no quieres que yo misma lo haga con esto!

Yejun observó a Boram aguantarse las ganas de lanzarles aquel jarrón de greda directamente en la cabeza.

Tenía que controlarla lo más pronto posible si quería evitar alguna posible tragedia de la cuál se arrepentirían más tarde.

El pequeño Jimin, por su parte, aún se encontraba sollozando en silencio mientras intentaba comprender qué era lo que les sucedía a sus padres y hermano para discutir de forma tan violenta.

Tenía miedo, mucho en verdad, pero tenía fe y esperanza de que todo terminaría bien como las anteriores veces que aquello había ocurrido.

Solamente quería que todo acabara para correr hacia los brazos de su hermano y encontrar el refugio que tanto anhelaba en esos momentos. Le dolía ver a su familia desmoronarse así, pero no sabía por qué discutían tanto. Se suponía que una familia siempre estaba ahí para ser el apoyo del otro en todo momento, eso era lo que a él le habían enseñado desde que era mucho más pequeño.

¿Entonces por qué sus papis y su hermanito discutían tanto todo el tiempo?

Sólo lograban asustar y hacer temblar al bebé de la casa, al hijo más pequeño, al chiquito Mimi de tan sólo seis años.

Jimin estaba a punto de gatear con cuidado para salir de debajo de aquella mesita, ya que ya no escuchaba más gritos ni golpes por ninguna parte. Creyó que ya todo lo malo había pasado, así que ya no hacía falta esconderse de su mami por más tiempo, pero entonces algo pasó.

Un fuerte grito de desesperación resonó con horror por toda la casa. Jimin supo distinguir que aquello provenía directamente de parte de su mami, por lo que decidió esconderse nuevamente debajo de la mesa mientras tapaba sus oídos con fuerza.

Al poco tiempo, feroces ruidos de golpes y cosas rompiéndose de aquí para allá se comenzaron a escuchar con brutal violencia, alertando los sentidos del más pequeño.

Golpes, gritos, llantos, objetos rotos y pasos moviéndose de aquí para allá inundaron en poco tiempo todo el lugar. Jimin lloraba asustado desde su lugar, y no alcanzó a pasar mucho tiempo antes de que los vecinos de los alrededores comenzaran a preocuparse por los violentos ruidos que provenían de aquella intranquila casa.

Las llamadas a la policía no se hicieron esperar, y Jimin sólo podía pedir una y otra vez que aquellos gritos cesaran y los golpes acabaran. No sabía qué sucedía en la planta baja, pero la desesperación de no poder saber qué hacer o cómo ayudar para detener a su familia de la discusión que compartían, era mucho mayor, tanto así que lo paralizaba del temor.

─¡Malditos! ─Escuchó gritar a su madre, ocasionando que temblara nuevamente en su lugar─. ¡Muéranse! ¡Quiero que se mueran todos ustedes! ¡Malditos idiotas!

Jimin cerró los ojos con fuerza y se acurrucó en posición fetal para no oír nada más; para no llorar ni temer más.

Al cabo de un rato, los segundos se convirtieron en minutos, y los minutos en una hora completa donde la primera planta se había transformado en una verdadera tragedia llena de lamentos torturados que la ira y la desesperación habían logrado llevar a cabo.

Jimin abrió los ojitos confundido cuando dejó de escuchar los gritos y los llantos de su familia. Tenía los ojitos hinchados y rojitos, y las mejillas empapadas de lágrimas secas. Su garganta apretaba, y el tenebroso silencio que ahora reinaba en el lugar no lograba transmitirle nada de tranquilidad.

Intentó moverse lentamente para salir de allí, pero apenas se levantó con dificultad para ponerse de pie, sus oídos lograron escuchar una sirena de policía acercarse hasta su hogar de forma tortuosa.

El temor volvió a apoderarse del pequeño en demasía, y antes de que pudiera correr ansioso a la planta baja, unos desesperados pasos resonaron con fuerza por las escaleras del lugar. Jimin sollozó sin comprender nada, y para cuando sus pequeños pies tambalearon en su lugar, la alta silueta de su padre hizo acto de presencia dentro de la habitación en la que se encontraba su pequeño hijo.

Yejun lucía horrible de pies a cabeza. Sus ojos estaban rojos e hinchados, señal de que había llorado demasiado. Su rostro tenía manchas negras y raspones profundos, y su ropa poseía varias marcas de sangre que se camuflaban levemente con la oscuridad de la noche.

Jimin corrió asustado hasta los brazos de su padre, quién lo recibió con gusto y rapidez sin poder evitar derrumbarse en el suelo. Yejun lloraba una y otra vez, sin despegar sus brazos del pequeño cuerpo de su hijo. Jimin lloraba con él sin entender nada de lo que pasaba, y al cabo de algunos segundos la policía hizo acto de presencia dentro de la casa tras derribar la puerta con fuerza.

La escena que ofrecía el salón principal era sumamente horrible, y para ese momento la policía sólo pudo atinar a intentar descubrir si había alguien más presente dentro de aquella casa.

No pasó mucho tiempo antes de que encontraran a padre e hijo llorando mientras se abrazaban entre sí. Debían encontrar un culpable, y suponían fielmente que Park Yejun tenía algo que ver con la desagradable muerte de Park Boram y Park Kiran.

─Tío ─susurró por lo bajo Hajoon, quién vivía a dos cuadras de allí.

Yejun levantó la cabeza con pesar sin dejar de sostener con fuerza a su pequeño y observó a su sobrino con remordimiento.

─Te juro que yo no hice nada ─habló el mayor por lo bajo, sobando intranquilamente la espalda de Jimin.

Hajoon suspiró temeroso y mordió su labio inferior mientras observaba a los policías darle una señal con la cabeza indicando que debían llevarse a Yejun.

─Yo te creo, Yejun. Te creo, te lo juro ─El menor de ambos se agachó levemente y tomó una de las manos de su tío entre las suyas con pesar. Las cosas no debían terminar así─, pero tengo que llevarme a mi primo mientras tú intentas demostrar que eres inocente. Sabes bien que esto no quedará en la nada.

─Pero mi hijo ─balbuceó Yejun nervioso, observando a Jimin temblar bajo su tacto─. No puedo. No quiero alejarme de él.

─Lo sé, pero te prometo cuidar muy bien de él hasta que vuelvas. No lo dejaré solo por nada del mundo. Es una promesa.

Yejun cerró los ojos arrepentido, triste, cansado y molesto, y abrazó nuevamente a su pequeño niño; la única familia que le quedaba ahora junto a HaJoon. No quería dejarlo, pero si quería volver con él, debía demostrar que en verdad era inocente. Había perdido gran parte de su familia, no podía permitirse perder a Jimin también.

─Está bien ─respondió finalmente, alejando suavemente a su hijo para limpiar con cuidado sus empapados e hinchados ojitos─. Mi amor ─llamó al pequeño, con voz entrecortada. Jimin levantó levemente la mirada─. Tengo que irme, pero prometo volver muy pronto, corazón. Tu primo Hajoon cuidará de ti mientras tanto, ¿bien?

Jimin negó rápidamente con la cabeza mientras se aferraba otra vez a los brazos de sus papi.

Él no quería dejarlo ir.

─No, quédate conmigo, papi ─suplicó el infante con dolor, algo que logró destruir el corazón de Yejun─. Quédate conmigo, con mami y con Kiran. Quédate aquí con nosotros, papá.

Los ojos de Yejun se inundaron en pesadas lágrimas que no pudo evitar dejar escapar. Observó a su sobrino con un inmenso dolor, y rápidamente alejó a su pequeño de sus brazos para entregárselo a Hajoon antes de que se arrepintiera de la decisión que había tomado.

─Lo siento, mi amor. No puedo quedarme sin resolver algo antes ─Jimin abrió los ojos asustado. Yejun besó su frente con cuidado, sonrió afligido y sobó el hombro de su sobrino en forma de agradecimiento antes de decir:─. Prometo volver, pase lo que pase.

Y bajó las escaleras de la planta alta seguido de tres policías que lo esposaron rápidamente antes de salir por la entrada principal.

Jimin se removió inquieto entre los brazos de su primo, quién hizo todo lo posible por no quebrarse a llorar en ese momento y por retener al pequeño con todo el dolor del mundo.

─¡Papi! ¡Papi! ¡Por favor! ─gritó el menor con temor, llorando desesperado por volver a los brazos de su padre─. ¡Papi vuelve! ¡Papi, por favor! ¡Prometo ser bueno! ¡Papá! ¡Papá! ¡No me dejes! ¡Papi! ¡Por favor!

Los horribles gritos de Jimin llamándolo fueron lo último que escuchó Yejun antes de ingresar al carro de la policía y abandonar definitivamente el hogar que alguna vez formó ilusionado con el amor de su vida.

Lo había perdido todo, y ahora Jimin era la única razón que tenía para mantenerse vivo y luchar ante la justicia para demostrar su inocencia.

Su bebé era su único impulso y su motor.

No podía fallarle.


Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro