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Antes de comenzar, me gustaría dedicar este capítulo a mi querida amiga: jasminpucca.







A una parte de sí le hubiera encantado presumir que todos los días se despertaba con el sonido de las aves de fondo, una preciosa luz natural bañaba la estancia de forma suave y tenía a una princesa británica por hija... Pero ojalá todo fuera tan fácil como podría parecer a simple vista.

Junto al piso en el que vivía había una tienda de mascotas, razón por la que tuvo que acostumbrarse al ruido de los pájaros al amanecer cada día, los retazos de tul que pudo reunir con los meses permitían que el sol no fuera tan molesto, y la niña que dormía a su lado en el suelo apenas y podía contar hasta 10, mucho menos iba a poder reclamar el título que le pertenecía por derecho de sangre...

A sus 20 años, Aída había cometido demasiados errores, el más grande, involucrarse sentimental y sexualmente con él padre de Ana.

Soltó un suspiro, al tiempo que sus ojos se humedecían.

En algún punto de su embarazo, pensó muy seriamente en perder al bebé o deshacerse de ella tan pronto naciera, y en ese momento, no podía estar más feliz de no haberlo hecho, aunque no le estaba siendo para nada fácil criar a su hija.

Extendió una mano hacia la pequeña y le acarició el rostro cubierto de pecas.

Era casi un vivo reflejo de ella, la forma de la carita, la nariz, los labios ligeramente rosados y el mismo cabello rojo intenso, la única diferencia eran los ojos, esmeralda y almendrados cómo los del padre, no marrones como los suyos.

—Despierta —susurró moviendo su cuerpo.

La niña abrió los ojos y la miró medio dormida.

—Mmm...

Esperó unos segundos mientras ella se despertaba por completo.

—Tenemos que irnos, Lizi —dijo.

Tras unos 40 minutos y una pequeña discusión porque la niña no estaba dispuesta a que le sepillaran el cabello, partieron hacia el trabajo de Aída para desayunar.

Observó a una pareja de al menos 30 años caminar al otro lado de la acera, tomando de la mano a un crío un poco más grande que Ana para columpiarlo en el aire.

Algo dentro de su corazón se rompió al escuchar que la madre le prometía a su hijo llevarlo al cine a ver la última película de Harry Potter el fin de semana.

Ella con dificultad podía comprarle un helado a Ana cada 15 días si todo le iba bien y no salía algún gasto extra como que de la nada, la dueña del departamento de 4×4 que logró conseguir decidía qué era buena idea aumentar el precio de la renta.

—¿Mamá, qué es Parry Hotter? —preguntó la niña y ella sonrió.

Esperó hasta cruzar una avenida para responder.

—El mejor cuento del mundo.

Nunca le había gustado el colegio, pero eso no quería decir que no disfrutara la lectura (por contrario, la adoraba) y el único tomo que su padre le regaló de la saga lo había leído tantas veces, que ya se sabía de memoria pequeños fragmentos del libro.

(La moto era inmensa, pero en comparación con él hombre que la conducía parecía un juguete. Era 2 veces más alto que un hombre normal, y al menos unas 5 veces más ancho. Se podía decir que simplemente era muy grande, y tan desaliñado. Cabello negro, largo y revuelto, y una barba que le cubría casi toda la cara. ...) Vale, quizá recordaba ese pequeño fragmento más que el resto, talvez porque la descripción de Hagrid le recordaba mucho a su progenitor, una de las personas que más había amado antes de saber que estaba embarazada con solo 16 años.

—¿Mami...?

Se sobresaltó al oír la voz de la pequeña.

Miró su entorno, notando que ya habían llegado a su destino.

—¡Buenos días, Hada! —la saludó Carolina habriéndoles la puerta de su casa.

La muchacha soltó un suspiro mientras entraba.

—Buenos días... —respondió simplemente.

—¿Mala mañana?

—Amanecí algo melancólica.

La mujer la miró con cierta compasión y le tocó el hombro.

"Lina" como se hacía llamar, era la dueña de una pequeña empresa que se dedicaba a hacer vestidos de novia, quinceañeras, algún disfraz de princesa, etcétera.

Por lo general, era demasiado estricta, incluso había admitido que solo le había dado el empleo porque vio a su difunta hermana en Aída cuando le rogó por este, aún si no tenía ni la más remota idea de lo que debía hacer.

Llegó a ese lugar días después de tener a Ana. La niña había pasado toda su vida entre esas paredes.

No podía estar más agradecida con Lina por ofrecerles el desayuno y almuerzo cuando había trabajo.

Ella limpió una lágrima que rodó por su mejilla.

—Ya, Cariño. Todo irá bien. Anda, vamos a comer.

—No tengo hambre, solo dele a la niña.

—¡No seas ridícula! —exclamó—. Anda, que tu niña te necesita lo mejor posible.


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—¿Ya me dirás qué pasa? —Lina la examinó con esa mirada que ponía cuando ya daba algo por hecho, aún así, le había preguntado (para su fortuna).

Por un momento quiso negarse a responder, pero recordó que Lina era la misma persona que había descubierto que su esposo le era infiel, le quebró un diente al tipo con un dedal, para después exigirle a gritos el divorcio.

—¿Por qué luces como si estuvieras recordando mi historia con Franco?

Aída soltó una carcajada y Ana rió suavemente desde el suelo, donde estaba sentada dibujando.

—¿Quién? —preguntó la niña, mirando las con curiosidad.

—Un... —hijo de puta—... Brujo malo —respondió Aída.

—¿Malo malo?

Dejó sus cosas a un lado y se acercó a su hija.

—Sí, muy, muy malo.

Sus ojitos se abrieron de par en par.

—¿Enserio, Mamá?

—Ajá.

—¿Qué tanto?

Le acarició el corto cabello rojo y dijo.

—Mucho: convirtió a una princesa en sapo.

—Sí, y luego ella lo dejó sin 3 dientes porque le lanzó un caldero a su horroroso rostro —confesó Carolina en tono jovial.

—Yo creía que había sido... —comenzó a decir la muchacha.

—¡Gracias por tu ayuda, Mi querida Hadita! —Lina le quitó un par de alfileres de forma brusca, impidiendo que ella echara a perder su historia.

Ana levantó la mirada de su dibujo y miró el vestido que la mujer tenía en las manos con ilusión, para después  saltar hacia ella para verlo más de cerca.

—¡Es de princesa?

—Ya lo creo.

—¿Hoy si me lo puedo poner? —tocó la prenda, como si esta fuera la cosa más hermosa que hubiera visto.

(Debía admitirlo, les quedó precioso).

—Claro que sí, Dulzura.

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—¡No puedes hacerme esto! —Gritó Aída al borde de la desesperación—. He cumplido con los pagos y...

-Y yo dije que necesito este... —Rosa miró el diminuto apartamento con desagrado—. Cuarto para mañana.

—Pero...

La mujer le hizo una seña a 2 hombres, quienes lanzaron las pocas pertenencias de Aída y Ana a sus pies.

—Y llamaré al servicio social. ¿Has visto la forma en la que estás criando a esa niña?

Hada levantó a su hija y la abrazó con recelo.

¿Quería echarla? Está bien. ¿Pretendía humillarla? Vale. ¿La discriminaba por su poco dinero? De acuerdo, ¿Pero quitarle a su niña? Antes muerta.

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¡Lo hizo!

Rosa no había jugado con ella... Realmente la había entretenido mientras los del servicio social llegaban... Y le habían quitado a Ana... A su Lizi... No les importaron sus súplicas... Ni el llanto de la pequeña por no querer separarse de su madre...

¿Qué más podría pasarle? Su padre la obligó a salir del país cuando supo que ella estaba embarazada, no se atrevía a contactar a su madre por vergüenza... Y ahora le arrebataron un trocito de su alma... Solo Dios sabría lo que le harían a su hija...

Se aferró con más fuerza al cuerpo de Carolina, quién llevaba horas limpiando sus lágrimas y ahogando sus sollozos.

No sabía cómo, pero había podido llegar hasta allí.

A Lina casi le da un infarto cuando la vio hecha un desastre, con 3 maletas en la mano, y sin Ana...

—Ya encontraremos la manera de devolverte a tu niña —le prometió la mujer.

—Se llevaron a mi Lizi —repitió por enésima vez en la noche—. Me la quitaron, Lina.

—Ya, querida. La traeremos de nuevo, verás que sí...




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¡HEEY!

¿Cómo están, amores de mi vida? Espero que bien.

Aquí les traigo una pequeña historia que ya llevaba un tiempito en mi cabeza y moría por subir.

Esta es una PRECUELA de una historia que pueden encontrar en mi perfil "LADY CORAZONES" pero no se preocupen si aún no la han leído o están a media lectura, ya que esto no contiene spoilers ni interfiere para nada con la otra.

(No voy a negar que estoy nerviosa, puesto a que esta historia tiene un toque diferente a todo lo que he escrito, pero espero que les guste tanto como a mí)

Bueno, no los distraigo más.

Queen.

Annie.
























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