CAPÍTULO 2
Ashton
Crucé el pasillo con la mirada baja y me senté cerca de donde ella estaba con sus amigas. Sabía que había hecho mal, pero que Brad me lo recordara a cada rato me hacía enfadarme más conmigo mismo. Me estaba observando con la mirada perdida, destrozada. Le había prometido que no jugaría con ella, sin embargo, me importaban más mis amigos que ella. Solamente quería saber cómo era salir con una menor de edad. Yo tenía veintiuno y si sus padres se hubieran enterado de mi edad me habrían denunciado por ser un pedófilo que se fijó en una chica de diecisiete. No me importaba en lo absoluto su edad, sino que estuviera sexy y supiera besar.
Nanette venía directo a mí. No pretendía hablar con ella ni con nadie; deseaba estar al solitario. Caminaba como una diosa, pero no era mi tipo. Ella era más del tipo de Brad, pues le gustaban las chicas rudas y ella lo era; siempre conseguía todo lo que quería.
- ¿Cómo estás Ash?-me preguntó sensualmente sentándose a mi lado. Ya sabía yo que me saldría con una cosa de éstas. Muchísimo antes de que Stella y yo empezáramos a salir ella me había insinuado que le gustaba, pero como lo dije; no tengo ningún interés por ella.
-Estoy encabronado-le respondí, sin más.
- ¿Por qué?
Una rabia inevitable me invadió en estos momentos. Apreté los labios, intentando controlarme y desvié la mirada de ella. Nan sabía perfectamente el por qué y todavía preguntaba. Me puse en pie y me fui fuera del edificio con los puños apretados a esperar a que llegara la profesora.
- ¡Edward! ¡No me dejes con la palabra en la boca!-gritó enfurecida.
Esto superaba su insistencia y ya me tenía harto que no comprendiera que no quería nada con ella. No me detuve en ningún momento y seguí mi camino, no importándome que Stella estuviera ahí. Pasé por un lado de la profesora y no me detuve hasta que estuve montado en mi moto.
Las manetas del manillar chirriaron bajo las palmas de mis manos cuando las moví hacia delante y atrás. Encendí el motor y quité la pata de cabra de la moto de una patada antes de salir a toda velocidad por la calle.
Conduje durante una hora, pero no me sentí mejor. Las distintas calles llevaban a un sitio y, aunque tardé en admitirlo, al final cedí y entré en el sendero que llevaba a la casa de mi abuelo Jim.
Él salió por la puerta principal y se quedó en el porche, desde donde me saludó con la mano.
Subí de un salto los dos escalones del porche y me detuve cerca de donde se encontraba. Mi abuelo no dudó en abrazarme contra su costado blando y redondo antes de llevarme hacia el interior.
-Ya decía yo que te hacía falta visitarme-me dijo con una sonrisa cansada.
Tenía los párpados algo caídos sobre las pestañas y la piel bajo los ojos estaba hinchada, a juego con el resto de su cara redonda.
Mi abuelo estuvo fuera de combate durante muchos años después de la muerte de mi abuela Amy, y mi padre tuvo que enfrentarse a muchas responsabilidades impropias para un niño de su edad, pero salieron adelante y mi abuelo finalmente se recuperó. Jamás hablábamos de eso, pero nunca perdía la oportunidad de compensar a mi padre por ello.
Aunque fuera una persona triste y agresiva durante la mayor parte de mis años de secundaria, no le consideraba un mal abuelo, solo es que estuvo perdido sin su mujer. Ahora sabía cómo se sentía. Yo a pesar de mi gran error quería a Stella una mínima fracción de lo que mi abuelo había sentido por mi abuela y la idea de estar sin una chica ya hacía que se me revolvieran las tripas.
Se sentó en el sofá y me señaló el desgastado sillón reclinable.
- ¿Y bien? ¿Qué tal si te sientas un rato?
Me senté, pero me removí nervioso mientras pensaba en lo que iba a decir.
Mi abuelo me miró fijamente durante unos segundos antes de inspirar profundamente.
- ¿Pasa algo malo, Ash?
-Es que hay una chica, abuelo.
Sonrió levemente.
-Una chica.
-Es que parece que me odia y pienso que...
- ¿La amas?
-No lo sé. Es que las últimas semanas estuvimos saliendo pero no sé qué fue lo que ocurrió para que yo tan de repente quisiera terminar con ella. Yo pensaba que era porque iba a arruinar mi amistad con Bárbara pero creo que estuve equivocado.
Su sonrisa se desvaneció.
-Las cosas en tu cabeza están jugando en tu contra. Nunca escuches lo que tus mejores amigos te digan, si la amas y la dejaste, es porque no estás cien por ciento seguro de tus sentimientos y puede que pensaras que en algún momento ella te dejaría y que quedarías destrozado.
Abrí los ojos como platos.
« ¿Cómo lo sabía?», era una pregunta que me rondaba por la cabeza desde hace bastante tiempo. Muchísimo antes de que le pidiera a Stella que fuera mi chica; porque sigue siendo mía.
- ¿Cómo lo sabes?
- Soy viejo, pero te conozco a la perfección y sé que eso rondaba tu mente.
- ¿Qué crees que debería hacer?
Cerró los ojos frustrado y después los abrió junto con un suspiro.
-Lo que deberías hacer es dejarla en paz si te importa, porque si la sigues jodiendo la vas a lastimar más y a ti también. Deja que salga con otros chicos. Porque me imagino que ve atractivo a otro chico ¿no?
Asentí enfurecido.
-Pues ya está, deja que ella tenga oportunidad con...
-Lucius Hamilton.
-Con ese tal Luke. Déjala, ella va a estar mejor con él que contigo, ya que creo que es de su edad ¿no?
-Sí. Él es un chico muy tierno con ella, la trata como una princesa, no la hace enojar como yo. Es... simplemente perfecto.
- ¿Por qué hacías esas cosas? Si la amas cómo me dices.
Permanecí callado pensando eso. Tenía razón, ¿por qué hacía eso si digo que la amo? Estoy chalado, pensé.
-Ni yo mismo lo sé abuelo.
Su ceño se frunció y llevó dos dedos a su barbilla. Cuando hacía eso me indicaba que estaba meditando las cosas. La puerta principal se abrió de golpe y golpeó la pared.
-Mira quién ha decidido visitarnos-dijo el tío Javadd con una sonrisa de oreja a oreja. Llevaba dos bolsas de papel marrón agarradas contra el pecho.
-Hola, tío-le dije mientras me ponía en pie.
Lo seguí hasta la cocina y le ayudé a guardar la compra para su padre.
- ¿Qué estás haciendo aquí? No deberías estar en el instituto.
Saqué unos trozos de fruta podrida y un bote vació de leche del frigorífico y los tiré en el cesto de basura.
-Debería estarlo, pero quería que mi ex estuviera tranquila.
- ¿Tu ex?-preguntó sorprendido.
Mi tío Javadd era el único que conocía a Stella desde antes de que le pidiera que fuera mi novia. Incluso había salido con nosotros en una ocasión, a fin de que el hermanastro de Stella le permitiera salir conmigo. E imagínense como se iba a poner en cuanto supiera que había terminado con su hermanita pequeña. Me iba a asesinar.
- ¿Terminaste con la bella de Stells?
-Sí, aunque no sé ni por qué lo hice. Sinceramente pensé que arruinaría mi amistad con Bárbara, pero ya veo que no. La amo tío.
Me miró fijamente a los ojos por unos instantes y después se apoyó en la barra de la cocina con los brazos cruzados. Ya sabía yo que me daría un buen sermón de los suyos. Mi tío consideraba a Stella como su hija, ya que él no podía engendrar hijos; era estéril. Y lo más seguro era que me asesinaría al igual que Josh, el hermanastro de Stella.
- ¿Te digo una cosa?-asentí-. Eres un imbécil. Yo sabía que la terminarías lastimando, pero no quise decírtelo porque quería que supieras del error que estabas cometiendo al haber querido proteger tu amistad con esa Bárbara.
-Sé que soy un imbécil, no me lo tienes que recordar. Sin embargo, ¿por qué nunca me lo dijiste? ¿Porque no me dijiste que la lastimaría y haría que me odiara? Ya que eso es lo que hice.
Soltó una carcajada irónica; empezaba a molestarme.
-Me resulta difícil creer que eres hijo de Joe, ya que ni siquiera tu hermano es tan idiota como para dejar a la chica a la que ama por una tipa que podría darte una apuñalada en la espalda cuando menos te lo esperes.
De cierto modo él tenía toda la razón. Yo no conocía lo suficiente a Bárbara como para creer que ella daría todo por mí, de Stella si lo creía, ya que ella me lo había dicho. Había hecho cosas que ni siquiera yo le pedía. Dejó de salir con su familia por estar al pendiente de mí, aguantaba mi bipolaridad y estaba conmigo todo el tiempo. Me cago en la hostia, pensé.
-Tienes razón, joder-lo miré-. ¿Qué debería hacer?
Se río y salió de la cocina hacia el abuelo. Ya ni me acordaba que lo habíamos dejado solo. Lo seguí y cuando llegamos vimos que estaba viendo la tele.
- ¿Puedes creer que el idiota de tu nieto quiere recuperar a Stella?-volvió a reír y se sentó en el sillón reclinable-, es un idiota si cree que lo voy a dejar hacer eso.
-¿Sigues con eso, Ash?
- ¿A qué te refieres, papá?
-Cuando llegaste le estaba diciendo a Ash, que ya dejara a Stella en paz, que no se merecía que él la volviera a lastimar y a él mismo también. Que la dejara que tuviera oportunidad de salir con un tal Lucius Hamilton.
-Te apoyo en eso, viejo.
Stella
Volví a pasar mis manos por mí enmarañado cabello mientras esperaba a que Lucius me pasara la pelota. Estábamos en el parque, jugando basquetbol desde hacía más de una hora y ni siquiera recordaba lo que Ashton me hizo. Me había dolido, sí, pero no iba a estar llorando toda la mañana por él.
Después de que se fuera molesto del edificio, llegó la profesora y nos aplicó el examen que hace semanas estaba preparando. Yo sabía que a él no le importaban en lo más mínimo sus notas, pero que se haya ido así de la escuela me tomó por sorpresa. Había visto cómo sus amigos hablaban con él y como Brad se me quedaba mirando cada vez que me mencionaba.
Brad era el único con quien me llevaba más o menos. Incluso, fue uno de los que me preguntó cómo me encontraba, pues la cínica de Bárbara me estaba mandando miradas hipócritas cada vez que pasaba por su lado con mis amigas.
Mis ojos se encontraron con la brillosa mirada de Lucius estudiándome. Llevaba rato mirándome desde a lo lejos y no sé, pero se siente extraño, se siente como si sólo estuviéramos nosotros dos y los demás no estuvieran en el mismo lugar.
Me guiñó el ojo y corrió a quitarle la pelota a Eleonor. Ella notó que corría en su dirección y le lanzó un pase a Francis. El flequillo rubio que cubría su frente no le permitió ver el recorrido que hizo el esférico antes de golpearle el rostro, dejándolo en el suelo.
No vacilé y lo ayudé levantarse de la tierra, pasando mi brazo alrededor de su cintura. Sí que se había dado un buen golpe en la frente.
- ¿Te encuentras bien, Fran?-le preguntó Eleonor con el entrecejo fruncido. Estaba más que claro que ella sentía algo por él, no obstante ninguno de los dos tenía la valentía de decirse sus sentimientos. A ambos los quería, pero no iba a meterme en esa relación de amigos que llevaban solamente para hacer que estuvieran juntos.
-Estoy bien, Eleonor-le sonrió de una forma tranquilizadora. Miré a Lucius y él también hizo lo mismo tendiéndome una mano.
-Eleonor, ayúdalo por favor.
Asintió sonriente. Lo que tenemos que hacer para que estén juntos, pensé. Caminó la corta distancia que nos separaba y serpenteó su brazo alrededor de su cadera. Yo por mi parte agarré la mano de Lucius y él la entrelazó con la suya.
-Esto está mal, ¿sabías?
Sus ojos se entristecieron al momento en que expresé eso, ya no estaban brillosos como antes. La había cagado. Me soltó, cogió su mochila y empezó a alejarse de mí. Oh. Mi. Dios.
Lo seguí y me planté firmemente delante suyo, provocando que ambos cayéramos en el césped; él encima de mí. Sus extremidades se colocaron a cada lado de mi cabeza y su boca a pocos centímetros de la mía.
-Tienes unos hermosos ojos-susurró antes de besar mi mejilla. Me sonrojé. Coloqué mis manos en sus cachetes acariciándolos.
- ¿Por qué me tratas así?
-¿Así? ¿Cómo?
-Como una princesa.
-Porque lo eres, Stells.
Le sonreí levemente. Si seguía así iba a lograr ponerme como un tomate, pensé.
El rugido del motor de una motocicleta hizo que Lucius se quitara rápidamente de mí. Se puso en pie y posteriormente hizo lo mismo conmigo. Inspeccioné el territorio y atisbé la Harley de Josh en las afueras del jardín observándome con el ceño fruncido. Santa regañina que me gané, pensé, me preguntará que estaba haciendo aquí y sin mi novio.
- ¿Quién es?-demandó Luke mientras se sacudía el herbaje de su pantalón entubado negro. Acicalé mi cabello y limpié el sudor que fluía por su frente.
-Es mi hermano Josh, ¿por qué lo preguntas?
Lucius se apresuró a capturar mi cintura con sus manos a mis espaldas y me susurró al oído.
-Me da miedo tu hermano, princesa.
Me retorcí entre sus brazos para encararlo. Lucius era un chico dulce, simpático y a la vez muy tímido, pero su inseguridad me calaba hasta los huesos. Él me gustaba, sí, es raro que acabo de terminar con Ashton y ya esté diciendo que me entusiasme tener otra relación de inmediato. Ahora solamente quería ser su amiga. Y si después se puede; lo conquisto para mi provecho.
Sujeté su cara entre mis manos y lo hice que me mirara a los ojos. Los suyos me demostraban cierta pizca de miedo y de inestabilidad, no quería que temiera de mi hermano. Fue suficiente con que Ashton lo sufriera como para que él lo experimentara.
Lucius me sonrió sin enseñarme los dientes, permitiéndome abrazarlo. Los brazos de Luke se enredaron alrededor de mí y me apretó a sí casi asfixiándome.
Escondió su rostro en mi cuello y yo brindé una cálida caricia a su cabello. Lo sentí sonreír e imité su gesto de la misma manera. Escuché el crujir de las hojas caídas de los árboles detrás de mí y después los pasos silenciosos de alguien caminando en mi dirección. Josh, pensé.
- ¿Qué haces con éste tipejo aquí?-preguntó la voz enfurecida de Ashton atrás mío.
-Acaso, ¿te importa lo que haga ya?-dije yo secamente-. Ah sí, ya no. Así que lárgate de mí vista.
Mi hermano veía la escena desde donde se encontraba, esperando a que Ashton hiciera algo que me dañara. Aunque ya lo había hecho y Lucius permanecía a mi lado procurando que el imbécil de mi ex no se pusiera agresivo, como siempre lo hacía cuando le daban ataques de celos.
-Me importas demasiado, Stells.
Solté una carcajada mordaz.
- ¿Qué te importo? Si te importara no me habrías dejado, no me habrías hecho llorar cinco veces. No habrías querido golpearme. ¡Habrías dejado que saliera con mis amigos!
Sus puños se cerraron y su mirada se apartó de mí.
-Estoy cansada de ti Ashton. Aunque hayan pasado nada más pocas horas de que terminaste conmigo, la estoy pasando genial con un chico que me trata como una princesa, él me quiere y me hace reír. A tu lado únicamente me la paso llorando.
Supe que si le decía eso recibiría un buen golpe de su parte. Siempre que estaba cabreado usaba su lado frío y agresivo hacia mi persona, pero no más, no iba a permitir que él me tocara un pelo de la cabeza otra vez. Una vez había intentado golpearme cuando estaba abrazando a Alexander, sin embargo mi mejor amigo no lo permitió ya que no quería que yo sufriera. No conocía a éste Ashton, yo solamente conocía al chico cariñoso y hábil en la guitarra que me mostraba cuando estábamos con su familia. Ahí me mostraba a otro Ashton. A un Ashton que yo desconocía.
Di media vuelta y antes de avanzar, Ashton sujetó con fuerza mi muñeca. Como mi piel era blanca, era muy sencillo que se pusiera roja por cualquier roce que recibiera. Me lastimaba y él no se daba cuenta como continuamente lo hacía. Solté un chillido por la sensación de dolor que me provocaba y Lucius se apresuró a quitármelo de encima. Dolía, joder.
- ¿Eres idiota o qué? No vez que la lastimas-lo reprendió enfurecido mientras me ponía detrás de él. Me abracé a su espalda y comencé a llorar de nuevo. La sexta vez, pensé.
- ¿Y tú que eres? Su defensor. Eres patética Stella, necesitas a un marica para que te proteja de mí.
-No necesita a un marica para que según tú la proteja-Usó dos dedos de cada mano para hacer unas comillas en «La proteja»-. Para eso me tiene a mí, estúpido.
En ningún momento escuché los pasos de Joshua acercarse a donde nos encontrábamos. Era un milagro que todavía no haya saltado a golpearlo, aunque sinceramente ya necesitaba que mi hermano le diera un escarmiento, y uno de los buenos.
Josh a pesar de no ser mi hermano de sangre, me protegía como si lo fuera. Su madre se había casado con mi padre hace dos años y, a partir de ese entonces él y yo éramos inseparables. Cuando algún chico me invitaba a salir tenía que ser juzgado primero por él, pues como me cuidaba demasiado no quería que me afectara, como ahora lo estoy experimentando con Ashton.
Miré por encima del hombro de Lucius y vi a mi hermano agarrando del cuello a Ashton. Yo sentía la necesidad de parar eso, pero la verdad quería que le diera su merecido. Las venas de Ashton empezaron a marcarse y su rostro a ponerse morado. Lo estaba asfixiando, debía parar esto. Aunque se lo merecía, no podía permitir que lleven a mi hermano preso. Me separé de Lucius y me acerqué.
-Suéltalo Josh-pedí desesperada, apretó el agarre más fuerte.
Intenté hacer el esfuerzo para que lo soltara; pero, lo único que ocasionaba era que lo sujetara con más fuerza. Mi hermano era fuerte e impulsivo cuando me tenía que proteger, aunque algunas veces se pasaba de agresivo. No sabía cómo era que siempre tenía a mí alrededor a ese tipo de chicos. Si no era mi hermano, eran los chicos que me gustaban.
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