Parte 3
Les traje su nuevo cap ewe
$en tiempo record e.e
Esperemos que les guste. Hoy no hay advertencia y es bastante corto...
$no tenemos muchos que decir
Me olvidaba de comentar, para escribir este fic me había inspirado en uno que leí en fanfiction.net, sinceramente lo ame... es uno de mis favoritos y me gustó mucho la idea que da. Así que les dejo el link del fic por si quieren leerlo
https://m.fanfiction.net/s/11588301/1/Muerte
$eso es todo amigos
Pensamiento o recuerdo: hola (cursiva)
Llamadas o audios: hola (negrita)
Carta o nota: hola (subrayada)
~Comienza~
-¿La verdad?- soltó una risa burlona.Empezando a gruñir por lo bajo –una peste como tú no tiene que saber nada– empezó a rodear a ambos. Intimidandoles más con su forma monstruosa.
De inmediato Simón se acerco a la mujer. Poniendo sus manos sobre los hombros de la chica –por favor, nosotros somos científicos... necesitamos saber la verdad– quiso decir más pero las palabras se atoraron en su garganta.
–Ese es el problema con ustedes los humanos– se detuvo a menos de dos metros de distancia. Su odio por ellos le causaba más irritación de lo que se imaginaban –todo lo que ustedes tocan lo dañan– soltó un rugido amenazante. No estaba dispuesto a que le pasen por encima de nuevo.
Lucí se libro del abrazo protector de su marido. Dispuesta a enfrentarle –¡Pero Hipo es diferente ¿Verdad?!– la criatura no respondió, la observo con sus ojos felinos. Siempre listos para atacar –sé que no es normal, nos contó que perdió la memoria y nos mostró su ropa...– eso sorprendió al dragón.
–¿Su ropa?– repitió un poco nervioso.
–¿Acaso no lo sabes?– el hombre se veía un poco impresionado por la reacción del monstruo. Sin separarse de su mujer se atrevió a preguntar.
–Hipo tiene ropa que le debe quedar grande, cuando la vi pude notar que era antigua... tenia un agujero en la camisa... marca de una espada y mucha sangre– lo ultimo lo dijo en voz baja. Casi apenada por lo que era la realidad.
Chimuelo volvió a gruñir –Creí que la había perdido...– soltó un suspiro molesto. Observo a la pareja comprendiendo su situación. Alguna vez él sintió lo de ellos; miedo, preocupación, soledad, descompresión.
–Por favor– volvió a rogar la mujer –yo nunca dañaría a Hipo... quiero ayudar en lo que sea que estén pasando– lagrimas empezaron a resbalarse por su mejilla. Ella podía ser un hembra con fuertes instintos maternos, pero nunca hay que olvidar que al igual que todos los seres vivos. Tiene consciencia, sentimientos. Un corazón.
–Su nombre completo es...– dudo, no sabia si lo debía decir. Volvió a suspirar resignándose, no sabia si debía confiar, pero quizás esa era la ultima oportunidad de creer en otro humano –Hipo Horredon Abadejo III– entonces se dio la vuelta alejándose. Si comprendían o no, ese ya era otro tema –es todo lo que diré– no estaba dispuesto a más.
–¡Espera!– grito Lucí, pero este ya se había ido. Se dio la vuelta mirando a su esposo. Quien solo tenia un rostro de terror y sorpresa –¿Simón...?– murmuro un poco asustada.
–¿Hipo... Horredon abadejo... III?– para él esa era una revelación demasiado fuerte.
–¿Qué pasa?– en cambio ella estaba completamente confundida. No sabia quien era el sujeto del que su esposo se asustaba.
Cerro la boca volviendo a respirar con un poco más de normalidad –Hipo Horredon Abadejo III, fue uno de los lideres más antiguos de Berck, también conocido como el conquistador de dragones– ella le miro impresionada.
–¿Dragón?– repitió crédula –irónico ¿no?– se rió un poco incomoda.
–Déjame terminar de contar– él tenia el ceño fruncido. Lucí comprendió y asintió de inmediato –asumió su cargo a los 18 años después de la muerte de su padre, se caso con una joven vikinga de su edad y gobernaron durante mucho tiempo...– respiro profundo. Eso era algo que le costaba.
–Bueno, este Hipo tiene el mismo nombre que ese Hipo... ¿Qué tiene?– para ella no era nada más que una coincidencia. Después de todo era imposible vivir tantos siglos, por lo menos para un ser humano.
–Dos años después de asumir su cargo, su primo lo traiciono... su esposa también estaba en esa emboscada, murió por una apuñalada en el corazón– la muchacha abrió sus ojos del shock. Llevo ambas manos a la boca sofocando el grito –el primo se convirtió en el nuevo líder y su esposa pasa a ser de él... su cuerpo desapareció por ello no tiene tumba, pero lo que quedo de ese Hipo fue un antiguo manual... el cual no se permite saber de que se trata– levanto ambos hombros. Cuando escucho el nombre también se sorprendió, sin embargo decidió guardar un poco de calma para informarle a su esposa.
–¿Una apuñalada en el corazón?– repitió sus palabras empezando a ponerse nerviosa.
–Es lo que dicen los libros de la gran explicación que dejo su sucesor– eso era normal. Muchos lideres al tomar el poder a la fuerza dejaban desde su expectativa como fue. Uno de los más sangrientos y horrendos en la historia de Berck fue aquel, del cual nunca se esperaron encontrar.
–Es extraño... no puede ser posible que Hipo sea el mismo que aquel, digo pasaron ciento de años desde entonces– rió nerviosa. Deseando que sus pulmones no se detuvieran de su trabajo oficial.
Simón poso dos manos sobre los hombros de su mujer. Ellos debían estar listos para lo que sea –hay un dragón de carne y huesos, en una cueva completamente escondida, junto a un niño que al parecer se aman y que no recuerda ni quien es... no me sorprendería saber que han estado aquí más de lo que podemos imaginarnos... que sea él– sentía que el mundo que conocía podría derrumbarse en cualquier momento.
–Pero... ¿Como?... ¿Por qué?– ella solo quería saber la verdad de todo.
Hizo un gesto de desentendido –Según se cuenta, los dragones son protegidos por magia y antiguas deidades... quizás...– no termino la oración.
–Si Chimuelo hace todo esto para protegerlo... protegerlo....– empezó a pensar, algo no estaba bien en todo aquello –¿Protegerlo de qué?– murmuro, siendo una científica siempre había que descubrir por su propia cuenta.
–No olvides que Hipo dijo, todos quieren asesinarlo... siempre que lo ven– eso llamo increíblemente su atención. Frunciendo el ceño.
–Y nosotros somos diferentes, ya que no lo conocemos– la idea llego a su mente sola.
–Eso quiere decir que si Hipo es ese Hipo y aun sigue con vida junto a ese dragón, quizás allá más personas que estén en la misma situación y lo estén buscando– para ambos todo aquello era demasiado. Esa vida parecía un juego que aun no terminaba.
–No lo sé– respondió empezando a tener escalofríos por todo el cuerpo –¿Qué es lo que esconden?– repitió inquieta.
No respondió. Simplemente la abrazo sabiendo que aquel mundo era algo que jamás debieron haber entrado. El miedo era más latente que el corazón mismo.
Llorar ya no servia de nada ¿Alguna vez lo fue? solo debían actuar sin miedo, o quien sabe cuales serian las consecuencias.
-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-.-
El tiempo siguió pasando. No sabían cuanto llevaban en aquella cueva. Los días eran iguales a las noches. Sintiéndose incómodos por el amor entre esos dos que era tan visible.
Les ayudaban en muchas cosas, les contaba sobre el mundo del cual estaban excluido. Vivir a su lado era como estar en otro mundo. Uno en donde nada era importante. Amar y ser amado representaba su existencia y el respirar.
En ese momento Hipo se encontraba haciendo malmaridadas alado de Lucí. El esposo de esta jugaba con algunas piedras sin saber en que otra actividad realizar. El dragón últimamente andaba mucho más gruñón y tenso de lo normal. Poniendo nervioso a los demás. Soltó un gruñido de la nada. Podía sentir a los humanos cerca de su nido. Lo alteraba demasiado saber que la vida de su niño corría peligro.
El menor suspiro con cansancio –¿Qué pasa, Chimuelo?– interrogo observando a la criatura.
De inmediato bajo la cabeza, soltando un bufido de irritación –no es nada– el menor lo miro con los ojos. Sabia que estaba mintiendo. Entonces hizo una mueca para evitar que su amor se enojara –la época de celo se acerca– rió.
–¡Oye!– se quejo completamente sonrojado –yo... yo...– no termino la frace debido a la pena.
Volvió a reír por su actitud. Entonces el sonido de piedras rompiéndose llamo la atención de todos –maldición...– se levanto del lecho que compartía con su niño. Allí pasaban la mayoría de las noches –ven Hipo– le llamo invitando a subirse.
–¿Vienen más?– se sintió nervioso de saber que lo podrían encontrar en cualquier momento.
–Si... ustedes tomen las pieles y siganme– ordeno con calma empezando a alejarse del lugar en donde se encontraban. La tierra empezaba semovia.
Lucí acato la orden de mediato. No iba a dudar si se trataba de proteger al menor de ellos.
–Espera... quizás deberíamos aprovechar para irnos– murmuro ya cuando este se encontraba muy lejos de ellos.
–Lo siento Simón, sabes que yo no puedo– le miro con tristeza. No estaba dispuesta a abandonarlo, no aun –hay cosas que no sabemos y solo podemos descubrir a su lado– para ella era así de simple.
El hombre le regalo una sonrisa comprensiva –a donde vayas yo iré– la beso en la mejilla haciéndole entender que él le pertenecía totalmente. Era todo lo que necesitaba por el momento.
–Te amo, Simón– ella le agradeció infinitamente. Jamás creyó que conocería a alguien así. Que se uniría de por vida a la persona que le entendía mejor que nadie.
Se apresuraron a seguir a la criatura sin dejar ni siquiera las huellas de que alguien estaba allí. Así era siempre, moviéndose, escondidos, fantasmas... Tan simple que incluso se sentía como si fuese uno de ellos. Cuando llego al escondite secreto de la pareja. Se apresuro a acomodar todo para que quedara como una cama más cómoda. Últimamente él se veía más cansado por los días que seguían pasando. Simón se encargo de encender las antorchas.
El dragón miraba todo con cierta tristeza. Ellos se acercaban para arruinar todo lo que consiguió. Sabia que no tenia tiempo, era el momento de actuar.
–Duerme amor– ronroneo a su lado. Intentando relajar al menor –volveré pronto– le dio una lamida al rostro.
–¿A donde vas?– pregunto entre bostezo apenas acariciándole el hocico.
–Resolveré unos asuntos... descansa– recivio un beso en la parte superior. Hipo volvió a acostarse quedando semi-dormido ante la comodidad de las pieles. La criatura se volteo mirando a la pareja –siganme– ambos obedecieron sin titubear.
De inmediato habían comprendido que hacer enfadar a la criatura oscura era un terrible error. Al menos que fueses ese castaño nada lo calmaría. Llegaron a una cueva aparte, donde podrían hablar sin ser escuchado por la adoración de ambos. Se quedan quieto apenas un paso atrás de él. No querían aceptar que todo lo que hacia era por un bien y solo uno.
–¿Qué es lo que quieres que hagamos?– murmuro la muchacha. Sabia que tarde o temprano acudiría a ellos cuando llegase al limite de sus acciones.
–Tú iras con Hipo y te quedaras con él... distraelo– señalo a la mujer la cual asintió un poco temerosa –tú vendrás conmigo– esta vez fue a Simón.
–Espera... ¿Qué harán?– murmuro temblorosa la pobre joven.
–Nada que a ti te incumba– Chimuelo lo gruño de manera hostil. Haciéndole entender que solo había un final en todo y él estaba a punto de escribirlo.
El muchacho aparto a su esposa nervioso. No conocían del todo al demonio, temían que los terminara matando por un arranque de ira –vete Lucí, yo me encargo– noto el rostro de la chica. Era pura pena y terror. No sabían lo que harían pero todo es un paso para no volver, en la vida.
–Ten cuidado– le dio un casto beso en los labios. Para luego irse caminando a donde aquel niño la esperaba. Ella solo era una mujer ¿Qué más podría hacer sino era obedecer?
Los dos quedaron allí. Mirándose con desafió como si la diferencia no fuera grande. El verde tóxicos se dio la vuelta empezando a caminar hacia una salida. Era hora de que todo se resolviera de una vez y que aquel juego terminara para siempre.
Así lo veía. Debía proteger a su tesoro como siempre lo hizo, no tenia tiempo para jugar más.
–Escúchame bien, es hora de que cumplas... vas a traerme a la líder de exploración– la fría voz del reptil lo hizo temblar.
Pero su curiosidad como científico era mayor. Una vez que salieron se sintió aliviado de sentir el sol sobre su piel, extrañado ser libre al fin, respiro hondo el aire fresco. Sentía que paso una eternidad bajo tierra –¿Por qué la quieres a ella?– lo observo de reojo. No deseaba probocarlo sin embargo aun tenia misterios que resolver.
–Ese no es de tu interés– mostró los colmillos siendo más amenazantes ante el pobre ser humano.
–Pero...– tartamudeo dando unos pasos atrás.
Chimuelo se acerco lento. Como el depredador que era. Aproximándose cada vez más a él –escucha bien lo que harás... iras hasta ella le dirás que te encontraste con un monstruo, mírate aterrorizado y afirma que tiene a tu mujer o si quieres que ella esta muerta, luego solo a ella la traerás hasta mí... esperare escondido en el bosque donde fue el ultimo lugar que me viste– empezó a rodearlo. Dando pequeños giros –a cambio los dejare ir... a ambos– hizo una mueca, casi parecido a una sonrisa.
–¿Eso... eso es todo?– temía. Sabia lo que haría apenas la llevara con él, pero no tenia otra opción. Debía obedecer.
–Si... eso es todo– entonces salto sobre él. Le desgarro un poco la ropa con las garras. Rasguñando de vez en cuando la piel también. En menos de unos segundos quedo cubierto de tierra y moretones. Le dolía más el peso de la criatura, que sus colmillos amagando perforar su carne –listo– murmuro apenas termino su obra de arte –así estas mejor– se sentó sobre sus patas traseras aun sonriente.
–¡¿Por qué hiciste eso?!– exclamo separándose de inmediato. Sintió que su vida acabaría de inmediato.
–Ella no creerá que escapaste de mi sin ningún rasguño... no es una idiota– volvió a gruñir levantándose listo para salir volando –¡Ahora vete!– separo sus fauces soltando un feroz rugido. Ellos no se encontraban lejos, ese era el momento perfecto.
Simón aterrado empezó a correr. Debía alejarse o por lo menos encontrarla. Siguió un sendero que bien conocía. Su respiración estaba agitada. Sudaba frió ante cualquier cosa que pudiera llegar a pasar.
Casí tropieza en varias ocasiones, chocaba con cientos de ramas. Apenas pudo distinguir el campamento que había abandonado hace apenas unos días. La paz y el dolor se acomodaron en su pecho. Dando tributo a una valentía que creyó cobarde. Solo pudo correr quedando paralizado al ver a la jefa de excursionismo. En ese momento se encontraba charlando con dos hombres a los que vio importante. Supo que si ellos estaban allí seria difícil llevarla.
Espero con paciencia hasta que ambos se fueron. Aguanto la respiración por varios segundos intentando no quebrarse para un mal lado. Por un instante la mujer iba a salir de allí.
Entonces decidió actuar.
–¡Jefa!– corrió a su lado. Ella se vio sorprendida ante su aparición. Era una mujer rubia bastante joven. Tenia los ojos celestes como zafiros. Una hermosa chica en realidad.
–¿Simón?– era obvio que no se lo esperaba. Seguramente hasta ya le había dado por muertos a ambos –¿Qué paso?– dio apenas dos pasos hacia él.
–¡Necesito su ayuda!– exclame como si la vida le fuese en ello –mi esposa...– trago aire intentando hacer que el nudo en su garganta desapareciera –esta en peligro... por favor– pero aun así se felicito. Era un buen actor.
–Cálmate– aconsejo completamente relajada –mejor dime ¿Qué paso?– su no fuera una hermosa mujer. La consideraría un demonio por aquella frialdad.
–No sé– se llevo ambas manos a la cabeza –un monstruo...– apenas pronuncio aquello la muchacha abrió sus ojos sorprendida –nos ataco, se la llevo alegando que la mataría ante mis ojos... debe hacer algo– la desesperaciones era digna de ser grabada como todo un expetaculo.
La rubia dudo por un segundo. Pues el dragón tenia razón cuando dijo que no era destupida. Pues lo prenso fría, demasiado para su gusto, pero entonces ella resulta ser un ser humano –iremos de inmediato, solo los dos– se dio la vuelta tomando un hacha que a todos les pareció curiosa desde un principio.
–Gracias– le sorprendió su actitud. Esperaba que después de decir que un "monstruo" les había atacado de la nada. Estado casi una semana desaparecido, ella pediría ayuda para él. Formaría un grupo de exploración y recién ahí todos marcharían para ver que paso con su hermosa esposa, pero nada de eso ocurrió. Ahora se dirigían a la emboscada con solo un hacha como arma. La esbelta mujer y un terror latente.
–Simón ¿Como es ese monstruo?– murmuro con desdén. Uno mal fingido. Ya que incluso su voz pudo demostrar que creía en lo que decía.
–Bueno...– aun tenia la respiración agitada, pero no debía olvidar que seguía en el papel de victima –no lo sé– murmuro como casi un jadeo –es... negro.... grande– palabras simples. Una descripción completa seria bastante sospechoso.
–¿Como escapaste de él?– ahí lo supo. Ella en ningún momento creyó que huyo de Chimuelo por sus propios medios. Se quedo paralizado pues le observaba de una manera tan fría que incluso que se le congelo los huesos –contesta Simón– exigió sin quitar la pose dominante que traía. Movió el arma blanca obligandole a sentir que ese objeto para su persona más que nada.
–Yo...– tartamudeo incapaz de decir algo más..
Entoncesun gruñido tan feroz como la bestia que lo soltaba se expandió por casi todo elbosque.
Continuara...
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro