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La nueva familia

Pasaron 3 años y el luto se había levantado, Mérida pese a la pérdida de su madre continuaba llena de vida y sonriente pero su padre había cambiado un poco, ya no era el mismo hombre que ella vio en su niñez aunque eso no le impedía llenarla de lujos y comodidades pero Mérida optaba por ser más sencilla en sus gustos. Ella no era como otras niñas de su edad que pedían miles de cosas, ella lo único que pedía era pasar un poco de tiempo con su padre ya sea de disfrutar de una lectura o en sus lecciones con el arco.

-Mérida tengo que hablar contigo mi pequeña-Mérida se acercó a su padre curiosa-¿Qué pasa papá? ¿Te iras de viaje una vez más?-

-Mi pequeña siempre estas sonriente pero... estas tan sola-Mérida se sentó a un lado de su padre.

-No lo estoy-sonrió la pelirroja-Te tengo a ti y a Moddie-

-El tiempo pasa mi niña y pronto serás una señorita-el padre de Mérida trago un poco de saliva-Mérida... volveré a casarme-

¿Qué?-la joven se quedó atónita ante la noticia-¿Con quién?-

-Madame Gothen es una mujer encantadora y tiene dos hijas de tu edad mi pequeña-Mérida no sabía como tomar la noticia estaba asustada de ello ¿Cómo una desconocida entraría a su vida?

-¿Y tu eres feliz con ella?-pregunto Mérida un poco nerviosa.

-Es una dama muy agradable-suspiro su padre-Ella nunca ocupara el lugar de tu madre pero se que puede ser una buena madre para ti-Mérida no se lo había planteado de esa forma en especial ya que el luto de su madre no tenía mucho de haber terminado.

-Si tú eres feliz y yo lo seré-Ella se acercó a abrazar a su padre mientras le correspondía el abrazo.

Después de un año su padre contrajo matrimonio con Madame Gothen, una mujer elegante de cabellera rizada y de color negro.

-Es adorable-anuncio Gothen al bajar del carruaje-Sumamente encantador-detrás de ella se encontraban dos niñas de su misma edad.

Una tenía el cabello rojizo pero no tanto como el de Mérida, ella respondía por el nombre de Anna mientras que por otra parte a la que llamaban Astrid tenía un cabello rubio, ojos azules pero más opacos al igual que su hermana.

-Bienvenidas-sonrió la pequeña al ver a la que seria su madrastra-Es todo un placer que estén aquí-

-El placer es nuestro quería-una sonrisa salió de los labios de Gothen-Ellas son mis hijas Anna-aquella pelirroja saludo alegremente-Y Astrid-aquella chica rubia y con poca expresión saludo rápidamente a Fergus y a Mérida.

Ambas chicas hicieron una pequeña reverencia lo cual dejo sorprendidos a ambos pelirrojos., Astrid se acercó a Mérida mientras ella observaba como Anna iba detrás de ella.

-Qué lindo cabello-exclamo con una sonrisa mientras sujetaba uno de sus rizos-¿No has pensado en hacer algo con el?-

-En realidad no-sonrió Mérida.

-Tenemos mucho trabajo-Ana tomo el brazo de Mérida.

Ambas hermanas la guiaron dentro de la casa mientras murmuraban las miles de cosas que podían hacerle a su cabello.

-Te dije que se llevarían de maravilla-sonrió Gothen al ver como sus hijas entraban a la casa.

-De eso estoy seguro-Fergus abrazo a Gothen mientras ambos observan como las niñas hablaban entre si y reían.

Parecía que nuevamente la felicidad había regresado al hogar de Mérida, su padre era feliz con su nueva esposa mientras que ella y sus hijas se mostraban atentas y cariñosas con ella. Gothen siendo una mujer de clase organizaba algunos eventos para que hubiera un ambiente más alegre.

-Lucifer-Mérida se detuvo ante un gato muy gordo y de pelaje negro-No puedes cometer a los invitados-levanto al pesado gato y lo dejo arriba de las escaleras-¿Se encuentran bien?-unos pequeños ratoncitos estaban moviéndose de un lado a otro mostrándoles que estaban bien.

-¿Mérida?-la voz de sus padre la hizo levantarse de golpe-¿Qué tanto haces hija?-

-Nada-sonrió nerviosa-¿Sucede algo malo?-

-Me temo que tendré que viajar mi pequeña-suspiro su padre con cansancio-No esperaba partir tan pronto-

La sonrisa de Mérida se desvaneció de un momento a otro con las palabras de su padre, ella quería que estuviera un poco más de tiempo con ella.

-Estaré bien-levanto sus hombros mientras observa a su padre-Mi...mi nueva madre y mis hermanas me harán compañía-

Fergus sonrió a la tranquilidad que tenía su hija por la situación ya que para su edad de 8 años tomaba las cosas muy bien.

-Te prometo que serán solo unos días-se acercó a su hija para abrazarla-Además tu madrastra y su hijas serán una buena compañía y por lo que he notado se llevan muy bien-

Ambos caminaron hasta el despacho de su padre mientras que Mérida le contaba los planes y actividades que podrían hacer sus hermanas y ella por lo que su padre reía.

-Se que ha sido duro para ti cariño pero recuerda-ambos miraron a una pintura donde se encontraba una mujer de cabellera castaña y vestido verde que sonreía tiernamente a una pequeña bebé en sus brazos-Tu madre sigue con nosotros y siempre estará aquí ya que ella es el alma y corazón de esta casa-

A la mañana siguiente el padre de Mérida estaba terminando de alistarse para salir en su viaje mientras que sus hijas y esposa estaban en el umbral despidiéndose.

-Cuídate mucho esposo mío-Gothen lo abrazo sonriente.

-Cuídate mucho papá-las dos niñas se acercaron para abrazarlo pero una pequeña rubia le entrego un papel-¿Podrías traernos algunas de estas cosas?-

-Por supuesto mis niñas-a su derecha se encontraba una pequeña pelirroja la cual sonreía forzadamente-¿Tu quieres algún regalo mi pequeña?-la pequeña se quedó en silencio un momento mientras por su mente recorría algo.

-Quiero la primera rama que toque tu hombro-sonrió la pequeña pelirroja-Así sabré que regresaste con nosotras-

Su padre tenía curiosidad por el deseo de su pequeña pero decidió no protestar y cumplir con lo que deseaba su pequeña. Sin más retardos el carruaje partió y Mérida corría detrás de el para despedirse y ver como a lo lejos se perdía de vista.

-¡Mérida!-grito Gothen-Entra a la casa-

La pequeña aun con tristeza embozo una gran sonrisa mientras que observaba a lo lejos como la figura de su madrastra entraba a la casa.

-¿Qué le pidieron a papá?-pregunto la pequeña pelirroja a sus hermanas que la esperaban.

-Muñecas y vestidos nuevos-sonrío Astrid

-¡Y chocolate!-grito llena de felicidad Ana.

Los días pasaban y Mérida se la pasaba jugando o practicando con su arco aunque algunas veces prefería estar con la servidumbre de su casa aunque ella no los veía como empleados si no como iguales a ella.

-Buenos días Moddie-sonrió la pequeña mientras que una mujer regordeta caminaba con una bandeja llena de pastelillos.

-Buenos días mi pequeña señorita-Moddie observo como la pequeña trataba de robarse un panecillo-Nada de panecillos antes de la merienda-con rapidez alejo la bandeja provocando que Mérida inflara sus mejillas-Son la reglas señorita-

-¿Ni siquiera uno pequeñito o la mitad?-la cara de súplica de Mérida era igual a la de un cachorrito que pedía a gritos solo un pedacito de pan.

-Solo por esta vez-Moddie tomo uno de los panes rellenos de mermelada y se lo entregó a la pequeña pelirroja.

La pequeña corrió alegremente con su pan pero no sin antes agradecerle a Moddie y salir otra vez, adoraba aquellos panes ya que le recordaba a los que preparaba su madre pero en su camino al encontrarse a sus pequeños amigos no dudo ni un minuto en darles un poco. Un relinchido asusto a la pequeña lo cual casi provoca que su pan se caiga pero al ver de quien se trataba suspiro aliviada.

-No seas celoso Angus-la pequeña partió un pedazo y se lo ofreció-También tengo para ti-

-¡Mérida!-la voz de Gothen parecía furiosa-¡¿Qué crees que estás haciendo?!-

La pequeña al ver como su madrastra fruncía el ceño con rabia logro asustarla.

-Solo le daba un poco de pan a Angus-respondió tímidamente la pequeña.

-No lo vuelvas a hacer-de un movimiento tomo el brazo de la pequeña y la llevo a dentro mientras ella lloraba y su leal amigo la observaba con lastima.

Con el paso de los días Mérida recibía un nuevo regaño y eso era el hecho de que le entregara su comida a los animales o por jugar y ayudar a la servidumbre. Gothen tenía ese concepto de Mérida como un comportamiento inaceptable por lo cual se pasaba la mayor parte del día encerrada en su habitación observando como sus hermanas jugaban al aire libre.

Un día lleno de lluvia la puerta toco lo cual provoco que la pelirroja se levantara de un salto de aquel sofá para atender a la puerta.

-¡Debe ser papá!-grito la pequeña para abrir.

Con una gran sonrisa abrió la puerta para recibir a su padre, sin embargo las cosas no fueron tal y como lo esperaba ella.

Y con este capítulo damos inicio a la historia se la cenicienta :3 espero les guste y me acompañen en la travesía de esta historia.

¡Feliz San Valentin!

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