De Mérida a Cenicienta y de Cenicienta a un encuentro inesperado
Los años pasaron y fueron golpes muy duros para Mérida, ahora ella era una joven de 17 años. Aun con todo lo que tuvo que pasar ella seguía siendo fiel a los ideales de su madre y padre, claro que algunas veces ella se escapaba para practicar con el arco sin que Madame Gothel se diera cuenta.
Aun con el maltrato físico que sufría Mérida no evito que se convirtiera en una hermosa joven, su cabello era más largo y rizado mostrando un rojo intenso igual al fuego mientras que su cuerpo era más curvilíneo pero por dentro seguía siendo la misma chiquilla traviesa que tanto conocieron sus padres. Como todas las mañanas las campanas tintinearon dando a entender que sus hermanastras y Madame Gothel bajarían a desayunar.
Por suerte el tiempo le ayudo a Mérida para mejorar sus habilidades en la cocina evitando golpizas por parte de Gothel en los últimos 3 años. Con gracia y habilidad ella coloco los grandes platos llenos de comida junto con las jarras llenas de jugo.
-Buenos días Mérida-sonrió Ana mientras se sentaba a la mesa.
-Buenos días Ana-sonrió Mérida mientras le servía un vaso de jugo de naranja-Prepare tu desayuno favorito-le coloco un gran plato de huevo con tocino.
-¡Viva!-grito Ana tomando los cubiertos para apresurarse a tomar el primer bocado.
-¡Ana!-aquella voz era la de Gothel entrando al comedor-¡¿Qué te he dicho sobre la comida!-se acercó para quitarle el plato-No debes comer grasas si quieres conseguir un buen partido-
-Lo siento madre-Ana se encogió en su asiento al igual que una niña pequeña.
Mérida sentía algo de lastima por Ana, en todo el tiempo que ella había estado trabajando y recibiendo los castigos de su madrastra, Ana se tomaba la libertad de algunas veces hacerle compañía o curar sus heridas.
-Buenos días Madame-se acercó Mérida para dejar un gran plato de frutas en su lugar-Espero que haya pasado una buena noche-
-De maravilla-sonrió Gothel-¿Ya lavaste la ropa?-pregunto antes de tomar uno de los cubiertos.
-En cuanto termine de secarse la planchare y dejare en las habitaciones-respondió Mérida-Las cortinas ya no tiene polvo alguno que pueda ser de su desagrado-sonrió nerviosa la pelirroja.
-En cuanto termines con la ropa ocúpate de arreglar el jardín-tomo un bocado de aquel plato mientras que la pobre Ana tomaba su jugo y comida algo de fruta.
-¿Qué es lo que tienes en la cara?-Astrid entro sin saludar para sentarse mientras señalaba la cara de Mérida.
Mérida toco su cara y noto que eran cenizas que se habrían quedado impregnadas después de que limpio el interior de la chimenea.
-Creo que son cenizas-dedujo Ana.
-Ahora serás mucamacienta-rió Astrid al igual que Gothel-Oh, tengo uno mejor Cenicienta-remarco aquellas palabras como si se tratara de un gran título.
-Mi niña siempre tan inteligente-le brindo unas palmaditas a Astrid-Quiero que vayas al pueblo y compres lo que se necesita para la cena de esta noche-
-Pero todo lo que tenemos en la cocina sirve para la cena-respondió Mérida algo nerviosa.
-He dicho que vayas al pueblo Mérida o debería decir Cenicienta-grito Gothel mientras fruncía el ceño.
Mérida asintió para que después Gothel le hiciera un ademan para que se retirar. Con tristeza Mérida se preguntaba ¿Qué hice mal para merecer este trato? El tiempo le había enseñado a no llorar y resistir todo con una sonrisa pero a veces era tan intenso el dolor que algunas lágrimas se escapaban.
Muchas veces hay palabras que se vuelven maldiciones para otros, en el caso de Mérida fue que dejo de ser Mérida para volverse Cenicienta. Día a día sus hermanastras al igual que su madrastra la llamaban por ese nombre volviéndolo uno de sus hábitos responder ante tal nombre.
-Hola Angus-la pelirroja se acercó a su amigo-¿Estas listo para dar una vuelta por el pueblo?-con un relinchido le dio a entender que si por lo que la pelirroja se montó sobre el para correr rumbo al pueblo.
Era normal para la pelirroja salir a montar cuando aún el sol estaba escondido o cuando la mandaban al pueblo para hacer algún mandando. Estaba agradecida de poner salvar a su amado caballo ya que Gothel quería venderlo, pero fue tanta la insistencia de la pequeña al igual que su resistencia a los golpes que logro salvarlo y quedárselo ya que Ana le dio como excusa de que sería para su uso mientras que Mérida lo cuidaba en su lugar.
Ana no era una mala persona y desde ese día Mérida vio el lado amable de Ana pensó que tal vez Astrid podría tenerlo pero lo único que encontró fue un lado cruel y vanidoso igual al de Gothel.
-No se como puede soportarlas señorita-Moddie toco la cara de la joven-Debería dejar esa casa... no puedo darle muchos lujos pero tendría amor y protección con nosotros-
Para Mérida era un gran consuelo hablar con su antigua nana, cada vez que iba al pueblo podía hablar con ella. El día que Moddie la vio con aquellos golpes se le partió el corazón y le pidió a la pequeña que fuera a vivir a su casa pero ella solo se negaba ya que tenía la idea de que ellas cambiarían con el tiempo y se disculparían por los actos que habían hecho.
-Estoy muy agradecida por la oferta Moddie-suspiro con pesar la chica-Pero lo único que tengo de mis padres es esa casa y recuerdos, no puedo dejarla a merced de esas personas-
Muchas veces se había planteado en la cabeza dejar aquella casa para irse a vivir con su nana, pero sabía que si lo hacía perdería lo único que tenia de sus padres ya que Gothel era capaz de venderla a un desconocido y si lo hacía ya no podría visitar las tumbas de sus padres que se encontraban en el jardín trasero de la casa.
-Sabe que siempre será bienvenida-sonrió la mujer maternalmente-Jack y Jim han preguntado por usted y se que ellos estarían más que felices de tenerla con nosotros-
Una sonrisa broto de los labios de la pelirroja, aun recordaba cuando jugaba con los dos hijos de Moddie o cuando le hacían alguna broma a las gallinas que reposaban tranquilamente en el gallinero. Ella siempre los había visto cómo sus hermanos y ellos como la pequeña hermana que tenían que sacar de algún problema si su broma había sido muy pesada, recibiendo por su parte regaños de su madre.
-Diles que cuando tenga la oportunidad los visitare-la joven coloco sus compras en una de las bolsa que tenía amarrada Angus-Fue un placer Moddie prometo ir pronto-tras un fuerte abrazo la pelirroja monto a su caballo y se dirigió rumbo a su hogar.
Aun con la velocidad de Angus el trayecto a su hogar era muy largo, aunque en parte eso le daba tranquilidad a Mérida ya que no quería tener que escuchar a su madrastra lidiar con los problemas de convivencia entre Ana y Astrid.
Sin embargo un extraño sonido se escuchó en el bosque, lo cual la puso alerta al igual que su caballo.
-¿Escuchaste eso o me estoy volviendo loca?-le pregunto a su caballo que solo movió la cabeza en modo de aprobación-Muy gracioso por decirme loca-rió la chica retomando su camino.
Todo parecía ir normal pero de la nada un ciervo se atravesó asustando la pobre de Angus.
-Tranquilo amigo-Mérida le dio unas caricias a Angus para calmarlo.
-¡Por haya!-escucho a un hombre gritar.
Mérida observo como varios hombres a lo lejos se acercaban, por lo que le hizo señas al ciervo para que se alejara y este no dudo en seguir su consejo. Ella corría detrás de el para evitar que le pasara algo.
-Mal momento para no traer arco-suspiro-Espero no sean bandidos o Madame nos matara-
El ciervo comenzó a alejarse de la vista de Mérida y ella sonreía satisfecha de su acción pero antes de que pudiera dar vuelta un caballo negro se atravesó, provocando así que Mérida cayera al piso junto con las compras que había hecho.
-Tranquilo amigo-la voz de un hombre se escuchó pero Mérida no logro ver al desconocido, era tanta su furia al ver todo lo que había comprado tirado en el piso.
-¡Hey!-grito enojada-¡Fíjate por donde vas!-
Observo como aquel desconocido había calmado a Angus para después bajar y dejar ante sus ojos un chico castaño de ojos verdes y de vestir elegante.
-¿Se encuentra bien?-pregunto ofreciéndole su brazo.
-Yo si pero mis cosas no-se levantó sin aceptar la mano del castaño-Debería fijarse antes de espantar a mi pobre amigo-
Aquel chico estaba en shock por la acción de la doncella, en toda su vida siempre se había encontrado mujeres que aceptaban su ayuda y sus disculpas pero este caso fue muy diferente.
-¿El ciervo?-pregunto levantando una de sus cejas.
-Él es solo un conocido-con unos movimientos quito la tierra de su vestido-Yo me refería a Angus-el caballo se acercó a ella mientras que ella lo acariciaba-Tranquilo-
-Lamento si le ocasione algun problema-hizo una pequeña reverencia ante la pelirroja provocando alguna risas por su parte.
-Los accidentes pasan-ella se inclinó para recoger todas sus cosas o al menos las que se había podido salvar de ser pisadas por Angus-Ahora si no es mucha molestia debo colocar las cosas de nuevo en su lugar-
-Permítame ayudarle-el castaño no dudo en inclinarse para ayudarle a la pelirroja-Fue mi culpa y es mi deber ayudar si cometo algún error-
Mérida por su parte no respondió, ambos colocaron todo en la bolsa pero cuando ella estaba a punto de tomar la última manzana su mano choco con la del castaño dejando ver que sus ojos verdes eran parecidos al verde del bosque en primavera. Mientras que el castaño se perdía en la mirada azul de la chica, un azul parecido al mismo cielo pero también noto una marca en la mano de la pelirroja.
-Gracias-tomo la manzana apresuradamente al darse cuenta que observaba la marca que le había hecho Gothel.
-Parece que se lastimo-dijo que castaño al ver que la pelirroja guardaba la manzana-¿Necesita asistencia medica?-
-¿Esto?-pregunto Mérida levantando su mano-No es nada solo es algo de hace mucho tiempo-levanto sus hombros despreocupadamente-Parece que usted es alguien demasiado curioso-
-Irritable diría mi padre-rió el castaño-Me tratan algunas veces mejor de lo que espero y eso me vuelve en ocasiones irritable-coloco una de sus manos sobre su nuca-¿A usted la tratan bien?-
-Me tratan como pueden-suspiro la pelirroja.
El chico castaño se sintió mal por haberle preguntado aquello a la chica, quizás aquella marca era una muestra que tenía la chica.
-Lamento escucharlo-trato de disculparse el castaño-Mi nombre es Hiccup ¿y el suyo?-
-Mi nombre es lo que menos importa-realmente la pelirroja no sabía si decirle que su nombre es Mérida o cenicienta-Luce demasiado elegante para ser alguien de por aquí, parece más alguien que viene del palacio-
-Bueno realmente vivo ahí ya que mi padre me está enseñando su oficio-sonrió nervioso el castaño.
-¿Es un aprendiz?-se cruzó de brazos la pelirroja mientras el asentía-¡Maravilloso!-sonrió la pelirroja.
-Princi...-la voz de un hombre interrumpió a los dos.
-¡Hiccup!-grito el castaño antes de que terminara de hablar el hombre de cabellera rubia-¡Mi nombre es Hiccup!-
-Bueno joven Hiccup-hablo con sarcasmo el hombre rubio-Debemos regresar a sus deberes-
-En un momento voy-regreso su mirada a la pelirroja pero cuando se dio cuenta ella ya estaba en su caballo.
-Creo que es mejor que se vaya-sonrió la chica pelirroja-yo también debo regresar a mi hogar-
-¿La volveré a ver?-pregunto esperanzado el castaño.
-Quizás algún día-dicho esto la pelirroja retomo su camino mientras su amigo corría a toda velocidad.
El solo observo como se alejaba cada vez de su vista, mientras que aquel hombre de rubia cabellera le brindaba un golpe.
-¿Por qué lo hiciste?-reclamo Hiccup.
-Parece que nuestro príncipe conoció a una joven muy hermosa-rió aquel hombre ante el rubor del chico.
Sin que lo supiera Mérida ella había tenido un encuentro con el príncipe de su reino y lo que esto provocaría un giro en su vida de ahora en adelante.
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