Amistades
Tanto como la pelirroja como el castaño no dejaban de pensar en su encuentro del otro día, aunque le llegara miles de tareas a Mérida ella las hacia sin chistar como era costumbre. Por otra parte el joven castaño estaba más que encantado por la chica de cabello rojo, aunque también tenía algo de miedo y eso era por la mentirilla que le había dicho.
-¿Le sucede algo majestad?-pregunto un chico castaño con un largo pincel en la mano.
-¿Es necesario todo esto?-señalo el joven el vestuario y la posición en la que se encontraba.
-Si queremos conseguirle una linda novia, si-asintió el joven que llamaban Eugene.
Su padre había aceptado la idea de la fiesta pero eso implicaba mandar invitaciones no solamente a varios aldeanos, sino también a varios reinos. Y entre todo eso tenía que venir incluido un retrato del joven anunciando que en el baile buscaría esposa.
-Pero usted no solo está así por eso-sonrió con picardía el castaño-A usted le preocupa algo más-
-¿Ahora eres adivino también?-bufo el castaño-pero no mientes del todo-
-Quisiera su majestad contarme-el castaño observo por un minuto al príncipe para después continuar con su pintura.
-Supongamos que un chico se encontró con una encantadora dama-suspiro con cansancio-pero en vez de decirle quien es le dijo que es un chico cualquiera-
El castaño comenzó a formular ideas en base a lo que decía el joven príncipe hasta que entendió a que parte iba su conversación.
-¿Aquel joven tiene una extraña sensación cuando esta con la joven?-levanto una de sus cejas el castaño.
-Por muy loco que pueda sonar la respuesta es sí-suspiro el joven príncipe.
-La respuesta es obvia majestad-sonrió el castaño detallando algunos trazos-Aquel joven esta enamorado de aquella joven-
-¿Es posible enamorarse de alguien a primera vista?-pregunto el príncipe un poco nervioso.
-Si dos almas están hechas para estar juntas si-el castaño busco un mejor ángulo de la cara del príncipe.
Mientras el joven príncipe estaba con la tortura de su retrato en la otra parte de su reino una joven pelirroja se encontraba recolectando algunos huevos del gallinero.
-Creo que con estos serán suficientes-seco el sudor que caía de su frente con la manga de su vestido.
-¡Cenicienta!-gritaban Ana y Astrid desde adentro.
Mérida corrió rumbo a la casa dejando la canasta llena de huevos en la mesa, al subir las escaleras y abrir la segunda puerta encontró a dos chicas peleándose un arreglo para el cabello.
-¡Es mío!-grito Astrid sujetando lo que parecía ser una corona.
-Tu siempre la usas-Ana daba algunos saltos tratando de alcanzarla-¡Es mi turno!-
Mérida encontró divertido aquel acto que hacían sus hermanastras por lo que permaneció callada para disfrutar de ello.
-¡Ahí estas!-grito Astrid-¿Estabas holgazaneando o qué?-se cruzó de brazos mientras Ana la saludaba con alegría-¡Ana!-en ceño de Astrid se fruncía igual a de su madrastra-Sabes que una dama nunca debe saludar a una gentuza como esta-
Gentuza otra pensó Mérida para sí misma.
-¿Qué haces parada como estatua?-grito Astrid-¡Ayúdanos a vestirnos!-
Mérida reacciono de su trance y comenzó a ayudarlas, desde ajustar sus corsets, colocarles la crinolina hasta llegar al punto de tener que anudar los cordeles de sus botas.
-Mi madre organizara una fiesta el día de hoy-Astrid comenzó a observarse en el espejo-Y quiere que traigas todo lo que esta en la lista-ella tomo el papel y se lo entrego-Ahora retírate que tu sola presencia contamina nuestro ambiente-
Mérida quería soltarle mil y un cosas que pensaba pero no quería ganarse otra paliza y en especial quería respetar la promesa que les hizo a sus padres. Por lo que salió en silencio ya una vez en las escaleras escucho una puerta cerrarse.
-Mérida-aquella voz la hizo reaccionar dejando a su vista una simpática pelirroja de grandes ojos azules-Lo siento no quería molestarte-
-No es ninguna molestia-sonrió la pelirroja-¿En qué puedo ayudarte?-trato de sonar lo más amable posible.
-Veras....-ella saco de uno de sus guantes unas monedas de oro-¿Podrías traer algunos chocolates?-pregunto tímidamente la pelirroja.
-Por supuesto-Mérida la vio con ternura-¿los de siempre?-pregunto con una mirada de cómplice.
-Tu si sabes-rió Ana por su comentario-pero por favor, trata de que madre no se entere-suplico la pelirroja.
-Su secreto está a salvo-coloco una de sus manos en el hombro de la chica provocando que esta le abrazara en forma de agradecimiento.
Había pasado mucho tiempo desde la última vez que Mérida sintió un abrazo o al menos algún gesto de bondad, sentía mucha lastima por Ana ya que ella siempre había tratado de ser buena con ella a pesar de los regaños de su madre.
-¡Ana!-grito Gothel desde las escaleras-¡¿Qué crees que estás haciendo con la criada?!-
-Oh-observo un poco nerviosa Ana a Gothel-Bueno yo...-
-La señorita Ana había perdido uno de sus broches y yo se lo regrese ya que estaba en uno de sus vestidos que había lavado-contesto Mérida.
-Si-respondió con alegría-Yo solamente se lo estaba agradeciendo ya que son los pendientes que padre me había regalado cuando tenía 5 años-
Gothel observo aquella escena en busca de algún error, pero no logro encontrar alguno ya que observo que en su vestido lucia el broche que su primer esposo le había regalado a la pequeña cuando tenía 5 años.
-Cenicienta creí haberte encargado algo-respondió fríamente.
-Lo lamento, voy por sus cosas-la pelirroja salió dejando a la pobre de Ana con su madre.
Mérida se sentía tan mal por la pobre Ana, siempre su madrastra trataba de controlarla tanto en su vestimenta como en lo que debía o no comer. Al montar a su fiel amigo tomo rumbo al pueblo.
Por otra parte un chico castaño se liberaba de aquel molesto retrato por el que tuvo que posar por horas y como todo buen príncipe decidió escaparse de sus tareas por un rato. Tomando a su fiel amigo en una sola dirección.
Al llegar a pueblo como era su costumbre Mérida saludo a todos aquellos que la conocían, desde el panadero que algunas veces desde que era niña le ofrecía un bollo relleno de mermelada hasta el carnicero que muchas veces le daba un poco de carne extra para ella. A pesar de recibir algunas cosas sean por lastima o no ella cada vez que se lo permitía le daba todo eso a las personas que más lo necesitaban, ella pensaba que su situación no era tan mala como la de aquellas personas que sufrían de hambre y frio.
Mientras que hacia sus compras matutinas vio a dos pequeños niños desaliñados y algo sucios jugando por las calles, le dio tanta ternura pero logro notar que aquello niños posiblemente no hayan probado alimento desde hace mucho tiempo, por lo que se le acerco gentilmente.
-Hola pequeños-los observo con una sonrisa-puedo ver que se estaban divirtiendo-
Los pequeños temerosos asintieron mientras ella liberaba unas pequeñas risas.
-No tienen por qué temerme-seco una lagrimas que brotaba de su ojo-no les hare daño-de aquella canasta que sujetaba saco dos par de manzanas grandes-Deben tener hambre y se que con hambre uno no puede jugar de la manera correcta-ella le ofreció aquellas manzanas.
Ambos niños la observaron con curiosidad pero después de unos minutos ambos aceptaron las manzanas de la pelirroja.
-Muchas gracias señorita bonita-respondieron los pequeños.
Mérida les hizo una pequeña reverencia mientras sonreía por el agradecimiento de los pequeños para después observar como se alejaban felices.
Lo que la pelirroja no sabía es que era observanda por cierto castaño que miro enternecido aquella escena desde el principio hasta su fin. Aquella dama le parecía encantadora y después de lo que había visto vio en ella algo que jamás había visto en alguna otra persona, no solo era diferente en su forma de pensar y actuar si no que tenía un alma bondadosa y pura más que cualquier mujer o joya podría tener.
-Veo que le gusta muchos los niños-el castaño salió de su escondite para dejarse a la vista de la pelirroja.
-Y por lo que veo a usted le gusta espiar a los demás-se cruzó de brazos-¿puedo ayudarlo en algo?-
-Me parece que no conozco muy bien el pueblo-el castaño estaba dándole una indirecta a la chica-y me gustaría conocerlo más-
-No debería salir sin un guía-rió la pelirroja-podría perderse con facilidad-
-Me gusta tomar algunas veces algunos riesgos-levanto sus hombros despreocupadamente-My lady-le ofreció su brazo dejando atónita a la chica.
-¿Me está pidiendo que lo acompañe?-pregunto un poco nerviosa.
-Si no le molesta, estaría encantado de recibir compañía y si es posible un recorrido por el pueblo-sonrió el castaño.
-Solo si no le molesta recibir mi compañía-rio la pelirroja aceptando su brazo.
Mérida conocía ese pueblo como la palma de su mano, cada detalle incluso por minúsculo que fuera estaba guardado en su memoria. En parte le agradecía a su madrastra el hecho de haberla mandado desde muy pequeña al pueblo por las cosas para la cena pero por otra parte recordaba cuando su madre y ella iban juntas para llevarle a las personas un poco de ropa y comida.
-¿Le sucede algo My lady?-pregunto el castaño al ver la expresión de tristeza de la chica.
-No es nada-contesto con una sonrisa-solo recordaba algunas cosas-
-¿Cómo cuáles?-pregunto con curiosidad.
-Solíamos venir mi madre y yo cuando era más pequeña a traer comida o ropa a las personas más pobres del reino-sonrió con nostalgia la pelirroja.
-Debe ser una mujer encantadora-sonrió el castaño.
-Fue-corrigió la pelirroja-Ella falleció cuando yo era aún muy pequeña-
-Lo lamento-se disculpó un poco avergonzado por lo que había dicho-Mi madre era parecida a la suya-
-¿Por qué?-pregunto con un poco de curiosidad.
-Mi madre solía venir al pueblo y les entregaba un poco de dinero a las personas que más lo necesitaban, cuando era más pequeño ella siempre me enseño a ser bueno con las personas aún por muy malas que fuera-la sonrisa del castaño desapareció por un momento-lamentablemente ella falleció cuando también era muy pequeño dejándome solo con mi padre-
-Siento mucho su perdida-Mérida coloco una de sus manos en el hombro de Hiccup-al menos su padre esta con usted-suspiro con melancolía-Mi padre falleció unos años después dejándome muy pequeña-
Hiccup no sabía que decir en ese momento, entendía perfectamente la perdida de la madre de la chica pero no la de su padre ¿Qué puedo decir ante tal cosa? Por otra parte recordó las marcas de la joven en su mano, ahora tenía mayor razón para darse una idea del porqué de aquellas horribles marcas en su piel.
Ambos decidieron cambiar de tema para buscar uno más alegre, Mérida por su parte le mostraba todo el pueblo hablando con más alegría de unos lugares que otros. Hiccup no lograba entender como aquella joven tenía tanta energía y podía sonreír de esa forma aun con lo trágica que había sido su niñez.
-¿Qué le parece el pueblo hasta ahora?-pregunto Mérida.
-Me parece un lugar hermoso lleno de personas amables-sonrió el castaño.
-¿No es de por aquí verdad?-Mérida lo observo con curiosidad provocándole una sonrisa a Hiccup.
-Nací en este reino-contesto riendo por aquella pregunta-pero mi padre me mando lejos después del descenso de mi madre y hasta ahora he regresado-
-Lo siento-se disculpó Mérida algo avergonzada-No debí preguntar-
-No se preocupe-sonrió el castaño al ver el rubor de Mérida.
-Creo que es mejor que me vaya-Mérida e Hiccup observaron como el solo comenzaba a ocultarse-Fue un placer estar este día con usted-
Mérida estaba a punto de retirarse pero una mano la detuvo.
-Si no es mucho pedir-trago saliva el castaño-Me gustaría verla una vez más-
-Quizás un día de estos-sonrió la pelirroja-Se hace tarde y debo retirarme-
El castaño no insistió más al escuchar que la pelirroja aceptaba verle cualquier día por lo que la dejo ir pero antes de que el retomara su rumbo ella volteo a verlo.
-Señor Hiccup...-el castaño volteo para verla-si le sirve de consuelo...a mí también me gustaría verlo cualquier día de esta semana-dicho esto la pelirroja monto a su amigo y tomo camino a su hogar.
Lo se todo es hermoso pero lamentablemente ya vamos a la mitad de la historia..... lo se que rápido avanza pero díganme ¿Les gusta hasta el momento? ¿Que piensan que pasara? ¿Dejare de trollearlos? Na, eso nunca XD
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro