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Capítulo 7
La casa de los Cober

—¿Quien eres y que hiciste con mi amiga? —el chico me miró con los ojos ligeramente cerrados y me señaló acusativamente.

Rodé los ojos y me senté junto al moreno, no estaba de humor para bromas y mucho menos viniendo de mi mejor amigo que sé que me reprocharía por mi comportamiento en la cafetería, cuando se supone que soy una persona tranquila y madura que no actuaba sin pensar. Saludé a Kate que se giró a saludarme y me guiñó un ojo bajo las gafas de protección, la chica estaba dos mesas adelante con un chico pelirrojo que la ayudaba con sus tareas.

Ventajas de ser una chica guapa.

—Hay días en que actúo sin pensar —me coloqué mis lentes de protección y unos guantes de látex, para luego volver con el chico a mi lado —. Hoy es uno de esos días.

Para mi sorpresa, no reaccionó como la manera que pensaba y se llevó una mano al pecho dramáticamente —Me has dejado con la boca abierta, cariño.

Solté una risita y el profesor de biología me miró con una cara de pocos amigos y solo logré murmurarle al chico a mi lado un hablamos luego y centrarme en el sapo disecado que teníamos sobre nuestra mesa.


Al terminar las clases corrí por el pasillo detrás de los dos chicos guapos que vivían en las montañas. Uno de los maestros me detuvo, explicando lo peligroso que podía ser correr por los pasillos llenos de estudiantes y a regañadientes caminé despacio "para no provocar ningún accidente", al salir de la escuela eché una ojeada a mi alrededor buscando a los chicos. Maldije en mis adentros y cuando fui en busca de mi mejor amigo, ví una melena rubia a lo lejos.

Los tenía.

Corrí por el estacionamiento y llegué hasta los autobuses escolares, jadeé por el esfuerzo y me apoyé en Logan al llegar a su lado. Enarcó una ceja y no dijo nada, al recuperar el aliento me dirigí con mi mejor sonrisa a mi querido rubio atlético.

—¿Podemos hablar?

Su amigo rodó los ojos, cada vez que le hacía la pregunta terminaba dándome la vuelta y fingía que no le había dirigido la palabra. Hoy sería distinto, solo que a diferencia de esos días, no era momento para decirle sobre mis sentimientos hacia él.

—¡Pero si es la chica de los golpes! —sonrío y desordenó mi cabello en un gesto amigable que solo hizo que las mariposas en mi estómago revolotearan —. Espero que no hayas venido a golpearme.

Créeme, Matt. Quiero hacerte de todo y golpear tu precioso rostro no está dentro de mis planes.

¿Qué es lo que quieres, Cober? —dijo Logan. Hizo una mueca y yo le puse mala cara, ¿de verdad estaba enojado conmigo solo porque le hice una pregunta esta mañana? —. Si vienes a decirle lo mucho que amas a Matt, hazlo rápido. El autobús no tardará en salir.

—Necesito hablar con Matt, sobre otro asunto —frunció el ceño, confundido. No se movió de su lugar y apreté mis labios en una fina línea —. A solas.

Miró a su amigo y este asintió con la cabeza, volvió a rodar los ojos y subió al autobús.

Felizmente, agarré su brazo y lo llevé conmigo a unos metros del autobús, para que nadie escuchara lo que tenía que decirle. Nos detuvimos debajo de un árbol, solté su brazo y jugué con un hilo suelto de mi jersey, claramente nerviosa. Aunque, me podía permitir darme unas palmadas en mi espalda de orgullo, la Claire de hace unos días se hubiera desmayado por solo tener a Matt tan cerca sin estar forzado a ser educado con la chica que lo acosaba.

Que lo observaba.

—¿Qué querías decirme, Claire? —dijo, con el tono más dulce que logró conseguir.

Me balanceé sobre mis pies y obligué a mi cerebro y lengua a trabajar juntos. Tenía que ser rápida si no quería irme caminando a casa y créanme que ni siquiera lo consideraba como opción.

Olvidé colocar la alarma y desperté solo diez minutos antes de mi primera clase y por supuesto, el autobús pasó de mi. Tuve que pedirle a mamá que me trajera a la escuela, al final, era la única en casa que no estaba enojada conmigo.

Incluso mi gato me había bufado por olvidarme alimentarlo antes de ir a dormir.

—Quería pedirte disculpas por mi comportamiento de esta mañana —Mi cara enrojeció, avergonzada —. Estaba enojada con tu amigo y actué sin pensar, no suelo ser una persona violenta.

Para mi asombro, sonrío genuinamente. Tocó mi hombro y pude sentir como mi cara se volvía aún más roja.

—Sé que eres una buena chica, Claire —musitó con su voz tan suave y masculina —. No tienes porque pedirme disculpa, te diría que tendrías que hacerlo con Logan. Pero hay ocasiones que se comporta como un imbécil y alguien tenía que hacérselo entender.

Solté una risita tonta, relajándome y dejando de sentirme tensa frente al chico que me gustaba. Sé que era una buena persona, pero nunca había sido tan dulce conmigo, solo educado.

—Quería preguntarte otra cosa y será un poco raro viniendo de mi parte.

Enarcó una ceja y asintió para que continuara.

—Vi el moretón en el ojo de Logan —retorcí mis manos sobre mi pecho —. Quise preguntarle, pero solo se alejo. ¿Sabes que le ha pasado?

Pude ver como se tensó y acomodó su mochila, incómodo por la pregunta.

—No soy yo quien deba responder esa pregunta.

Y sin más, dio media vuelta y regresó al autobús escolar. Parpadeé confundida. ¿De verdad el bueno de Matt me había dejado con la palabra en la boca? ¿Tan grave era?

Decidí dejar el tema así, eran sus problemas personales y no sé porque me interesaba saberlo, no debía preocuparme por el chico que ignoraba mi existencia en cualquier lugar que no hubiera sido la clase de literatura.

Bufé y seguí el mismo camino del chico, miré por última vez su autobús y los dos evitaron mi mirada. Negué con la cabeza y subí a mi ruta, fui a sentarme en el primer asiento junto a mi mejor amigo que estaba con su capucha puesta y unos lentes de sol negros, con los brazos cruzados sobre su pecho y la mandíbula apretada.

Me dejé caer a su lado y no se giró a verme. Era bien claro que sabia que era yo. Pinché su mejilla y se apartó de mi.

Ok, este no era el Adam que conocía.

—Oye, ¿estas bien? —pregunté, preocupada por su comportamiento borde —. Sabes que puedes decirme lo que quieras, me gusta el chisme y no se lo diré a nadie más.

Sonreí y no surgió el efecto que quería.

—No estoy de humor para hablar, Claire.

Se colgó su mochila y se cambió de asiento, dejándome completamente sola.

Primero Logan.

Luego Matt.

Y ahora Adam.

¡Solo faltaba que mi querido Félix rehuyera de mi!

Y con lo enojado que estaba esta mañana, era muy posible que lo hiciera.

Resoplé y crucé mis brazos sobre mi pecho con un mohín en los labios y agradecí que el camino a casa no fuera tan largo. Llegué a mi hogar y suspiré al gritar un: ¡Ya estoy en casa! Y percatarme que no había nadie más que yo, mi gato y mis plantas en la ventana de la cocina. Luego, una sonrisa como la del Grinch se fue extendiendo lentamente sobre mis labios, ¿sabían lo que significaba tener la casa solo para mi?

¡Poder estar mediodesnuda y comer todos los dulces que quisiera!

Si, lo sé. Muy maduro de mi parte.

Subí corriendo las escaleras y por poco caía al suelo al escuchar un golpe seco en la habitación de mi hermana. Me sostuve en la pared y sin hacer ruido, bajé las escaleras y entré a la cocina por una sartén para usarla como arma. Rebusque entre el juego de ollas de mi madre hasta encontrar lo que buscaba y volví a subir las escaleras, entré a la habitación con un grito de guerra y golpeé con la sartén al cuerpo que se movía debajo de las sábanas de la cama.

Soltó un alarido de dolor y preparé mi arma, nuevamente. Esperando otro movimiento peligroso para volver a atacar, dejar al sujeto inconsciente, encerrarlo en el armario y llamar a la policía.

Chillé de miedo al ver caer al suelo a un hombre desnudo en cámara lenta y mis ojos se abrieron como plato al notar que mi hermana se había levantado abruptamente de la cama, provocando la caída del desconocido. La miré con mis ojos abiertos de par en par, con mi respiración agitada y mis nervios de punta, sin soltar la sartén que tenía sujeta a la altura de mi hombro.

Allison utilizó la sábana para tapar su desnudez, su cabello estaba hecho un desastre y su respiración estaba más agitado que la mía. No se necesitaba ser un genio para saber que hacían, ¡Se suponía que estaría en clase! No pensé que estaría en nuestra casa haciendo cochinadas con quien sabe quien.

Y yo que creía que tendría la casa para mi sola...

Mi mirada regresó al hombre en el suelo y mi corazón se aceleró al ver que no se movía. Regresé mis ojos a la chica que miraba con horror la escena y me asomé al sujeto, serciorandome que solo fuera un desconocido y no el padre de mi amigo.

Digo.

Mi compañero de literatura.

Me acerqué y moví su rostro con la sartén, no pensaba tocarlo y ver si todavía tenía pulso. Si estaba muerto, no quería que mis huellas dactilares quedaran en el cadaver y pensaba deshacerme del arma homicida en el lago mas cercano. Finalmente, armándome de valor, vi su rostro y todas mis alarmas se encendieron al reconocer el perfecto rostro del padre de Logan.

¡Mierda!

Miré por última vez a la chica que no había salido de su estado de shock y corrí a mi habitación. Con una mano temblorosa y la otra en la sartén, marqué el número del pelinegro y esperé impacientemente a que contestara la llamada.

—¡¿Qué?! —contestó tras el tercer intento.

—¡Logan!

—¿Cober?

—Creo que acabo de matar a tu padre.

👀

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