16
Capítulo 16
Adios, Sweet home
Mentiría si dijera que no recordaba nada de la pasada noche, apenas desperté, mi mente me invadió de imágenes de lo que había sucedido en esa fiesta y luego de ella. Habían algunos recuerdos confusos en mi mentes, pero lo que había sucedido con Matt; estaba marcado con sangre.
Mi cabeza dolía un montón, recordándome lo ebria que había estado, me eché a llorar a las ocho de la mañana y me hice un ovillo en mi cama.
No, no era mi cama. Reconocía la habitación, estaba semioscura, como la primera vez que estuve aquí, pero aún así, pude reconocerla, era la habitación de Logan. Recordaba que él me había dejado aquí, a pesar de su absurda pelea con su padre, me trajo hasta aquí para que no pasara la noche en aquella maldita casa que nunca debí haber pisado.
La puerta se abrió y limpié mis lágrimas al creer que se trataba de Logan. Sin embargo, mi hermana entró y se abalanzó hacia mi, me abrazó con fuerza y lloré aún más fuerte entre sus brazos. Sabía lo que había sucedido, no me agradaba la idea de que el pelinegro no cumpliera su promesa. Pero tener a mi hermana me reconfortaba inmensamente.
—Lo siento mucho, cariño —limpió mis lágrimas y me miró con la mayor compasión en su rostro que no le había visto nunca —. Cualquier chico es un idiota por no corresponder tus sentimientos.
¿Qué?
No sabía lo que Logan le había dicho a Allison. Pero me alegraba muchísimo que no le dijera la verdad, y sí, Matt me rompió el corazón, pero fue mucho peor que eso. Y no quería que nadie se enterara de lo que había sucedido. Mucho menos mi familia, mis padres se decepcionarían de mi y se armaría un drama en casa si se enteraban que había asistido a una fiesta a escondida de ellos.
Al notar mi silencio, la chica continuó hablando:
—Tu siempre estás para mi cuando sufro por chicos ¡Eh! Ya era hora de que a mi me tocara ser tu hombro para llorar —aquello me saco una sonrisita a pesar de que Allison no conociera el peso del asunto —. Sabes que puedes confiar y contarme lo que sea, yo nunca te voy a juzgar.
En eso tenía razón. Sabía que podía confiar en ella y que ella me comprendería, podía odiarla aveces, ser inmadura con sus actos y decisiones. Pero ella siempre estará para mi como yo para ella.
—Te quiero mucho, Allison.
Una lágrima se desplazó por las mejillas de la muchacha y sonrió.
—Yo también te quiero.
Nos quedamos un rato más ahí, abrazadas la una de la otra. Jason había llegado y preguntó si necesitaba algo a lo que negué con la cabeza. Ver al señor Denbrough me recordó a Logan, ¿pasaría la noche en casa de Matt? ¿Continuarían siendo amigos? No sabía de que lado estaría, se comporto muy bien conmigo anoche, pero no podía molestarme si continuaban hablándose, eran amigos de toda la vida y yo tenía culpa de lo que había sucedido.
Mi hermana besó mi frente y salió de la habitación junto al hombre. Me quedé un rato más sobre la cama, luego fui a tomar una ducha y agradecí que Allison consiguiera ropa de mi talla. No pensaba usar aquel vestido de nuevo.
Terminé de cambiarme y miré la hora. Faltaba un par de horas para entrar a mi trabajo, mi piel se puso de gallinas al recordar que Matt y yo trabajábamos juntos. No sabía cómo actuar, sería incómodo y doloroso. No quería verlo, pero tenía que afrontarlo sino quiero perder mi empleo. Allison pidió a un chofer que me llevara a casa —la herida estaba muy reciente y no quería ver a nuestros padres —, por lo que no puse ningún reproche y me fui a mi hogar sola. Mis padres no estaban en casa, iban a una pequeña Iglesia cerca de nuestro vecindario y agradecí no tener que afrontarlos. Sabía que si los veía en este momento, me vendría abajo al saber que los había decepcionados y que la hija ejemplar de mi padre, cometió un grave error.
Entré a la casa por la puerta principal y subí a mi habitación. Félix estaba sobre mi cama, al verme bajó de un salto y se frotó en mis piernas, feliz de verme. Me agaché y acaricié su suave pelaje, luego lo alimenté y fue de nuevo a dormir sobre mi cama. Alisté mi uniforme, preparé algo de comer y me fui a la cafetería de Bob en mi bicicleta.
Agradecí internamente que al llegar, no vi al rubio por ninguna parte. Exhalé todo el aire que no sabía que estaba conteniendo y me relajé, tal vez había abandonado el trabajo para no verme la cara y si fue así, estaba agradecida por ello. Saludé a mi jefe como siempre y fui al servicio a cambiarme de ropa. Al salir, alisé la falda del vestido y enderecé la etiqueta con mi nombre, la campana de la puerta sonó anunciando un nuevo cliente. Sonreí para ir a atender al nuevo comensal, pero me detuve abruptamente al ver quien había cruzado la puerta. Me paralice en mi lugar y la sangre drenó mi rostro. Era la misma reacción a cada vez que lo veía, pero esta vez era diferente, no derrochaba amor ni suspiraba por el. Una rabia me inundó y apreté mis puños a los costados de mi cuerpo. Nuestras miradas se cruzaron, un moretón cubría el alrededor de sus ojos, el nombre de Logan cruzó mi mente, ¿él lo lastimó? Una sonrisa que nunca le había visto antes se extendió por su rostro, me guiñó un ojo y pasó por mi lado, rozando mi hombro a propósito.
Inhalé y exhalé. Bob estaba distraído atendiendo una llamada e intenté calmarme, tenía trabajo que hacer y no podía distraerme. Fui a atender las mesas ocupadas y cada vez llegaban más clientes, llenando el lugar. Matt salió finalmente del baño de caballeros con su uniforme y comenzó a trabajar, no crucé palabra ni mirada con el susodicho en todo el día. Me reí internamente cada vez que cometía un error y Bob le gritaba desde la cocina, estaba aprendiendo, debía admitir, pero aún era un desastre preparando cualquier cosa o recordando el número de las mesas.
Recordé lo que había sucedido entre ambos anoche y me causó náuseas. Tenerlo tan cerca me hacían saber que estaba enamorada de un imbécil.
Recordé que había leído al respeto en internet:
Al estar enamorada u enamorado, tú mente elimina todos los defectos de esa persona. Convirtiéndolo en alguien perfecto ante tus ojos.
Vaya que tenía razón. Me cegué y no me di cuenta que no era como yo creía.
En ese mismo instante, en que mi mente divagaba. Dos chicas entraron a la cafeteria, Sophia tenía unos lentes de sol que cubrían la mitad de su rostro y Danielle la acompañaba a su lado. Me sentí fatal al verlas a ambas, las había criticado por cómo se comportaban y yo hice lo mismo que ellas hacían el día anterior. Me sentí sucia y quise desaparecer, no soportaría atenderlas, así que, huí como una cobarde. Entré al servicio y me encerré en uno de los cubículos, me dejé caer sobre el inodoro y coloqué mis manos sobre mi cabeza. Mis manos estaban temblorosas, quería irme a casa y refugiarme en los brazos de mi padre. Inhalé y exhalé, limpié las lágrimas que habían brotado de mis ojos sin percatarme de ellas y salí de ahí.
Di un respingo al ver una figura femenina sentada en la encimera del lavabo, sus piernas estaban cruzadas y sus brazos se encontraban a los lados de su cuerpo, sujetándose de la encimera.
Cabisbaja, pase por su lado. La chica clavó sus largas uñas en mi brazo y mi rostro se contrajo de dolor. Miré la herida, de seguro un cardenal aparecería pronto y tendría que cubrirlo para no escuchar a mis padres pidiéndome una explicación.
—¿A donde crees que vas? —dijo Danielle. De un salto bajo del lavabo y se pocisiono frente a mi, media unos diez centímetros más y con su espalda erguida lucia imponente. Mientras que yo permanecía con la cabeza gacha y encorvada, haciéndome lucir más pequeña de lo que era.
—¿Qué es lo que quieres? —murmuré, mirándola finalmente a los ojos.
—Quería avisarte sobre algo.
Fruncí el ceño.
—¿De que estás hablando?
Volvió a tomar mi brazo, ejerciendo presión en el y no cambié mi expresión a pesar del dolor —No te quiero ver cerca de mi novio, el es mío. Si te vuelvo ver rondando cerca de él, conocerás quien soy ¿entiendes, pequeña zorra?
—No haré lo que me digas y no vuelvas a llamarme así. La zorra aquí eres tú, no yo.
La mano de la chica se estampó en mi cara. Mis ojos se llenaron de lágrimas, llevé mi mano a mi mejilla enrojecida y quise salir corriendo. Pero no pensaba darle el gusto.
—Por tu culpa Sophia tuvo que terminar con Matt. Le enviaron un video donde se te veía encima de su novio y luego de su mano, subiendo a una habitación —Mis ojos se abrieron como platos ¿alguien me había grabado? Quería echarme otra vez a llorar. Estaba ebria y no pensé en nada, algo así era posible que sucediera, estaba en medio de una multitud de adolescentes. Fui una ingenua al creer que nadie se enteraría —. Creí que eras una chiquilla introvertida e inocente ¡las apariencias engañan! Eres una completa zorra que se le lanza a los hombres.
—No fue como crees...
Colocó su mano frente a mi, deteniendo mi absurda explicación.
—No me tienes que dar explicaciones, niña. Mantente alejada de mi novio y termina con lo que sea que tengan ustedes —se giró para lavar sus manos en el lavabo. Yo me quedé en mi lugar, asimilando todo, sabía que todos me juzgarían en la escuela por lo que había hecho. Danielle volvió a girar hacia mi y sonrío falsamente —. ¡Adiós!
Salió del servicio. Me quedé un rato más, dejé que las lágrimas salieran de mis ojos y luego limpié mi rostro. Cuando me sentí estable, me permití salir. Bob estaría furioso conmigo, pero no me importaba.
Al salir me encontré de frente con Logan, tenía un nuevo golpe, esta vez en su ojo derecho, aún su ojo izquierdo se veía muy poco perceptible el hematoma del otro día y si estuviera como su nuevo golpe, hubiera parecido un panda. le pasé por un lado y me choqué con Matt. Lo empujé a un lado y corrí a la cocina. No podía aguantar un minuto más aquí.
—¡¿Qué es lo que sucede contigo, Claire?! —gritó un furioso Bob. El hombre miró mi rostro y su semblante cambió –. ¿Estas bien, querida? ¿Pasó algo?
—Tengo que irme, Bob. Lo siento.
—¿Qué? ¿Por qué?
—Es difícil de explicar.
—Eres de mis trabajadoras más fieles, Claire —mi labio tembló. Esto era difícil, me gustaba mi trabajo. Pero no podía estar aquí más tiempo —. Espera aquí un momento.
Asentí.
Bob regresó con un dinero por el tiempo que había trabajado con el. Era más de un año y no debía hacerlo, no teníamos un contrato en medio.
No sabía que le diría a mamá y a papá. Me gustaba trabajar y les parecerá raro que haya decido dejarlo. Abracé a Bob, besó mi cabeza y regresó a trabajar. Miré la cocina por última vez, extrañaría la parte trasera a donde había llevado a Logan. Tal vez Bob me permitiría ir cuando quisiera, pero no quería abusar de su confianza. Fui de nuevo al servio y me deshice de mi uniforme, lo doblé muy bien y lo dejé sobre la barra. Giré sobre mis talones y me encontré nuevamente con el pelinegro, tenía las manos en sus bolsillos y me miraba fijamente.
—¿Podemos hablar? —preguntó. Miré sobre su hombro, Danielle me observaba con una ceja arqueada y sus brazos cruzados sobre su pecho. Negué con la cabeza —. Claire...
—Lo siento, tengo que irme a casa.
Pasé por su lado y me detuvo agarrando mi brazo.
—¿Quieres que te lleve? Llevaré a Danielle a su casa y luego puedo llevarte a la tuya —se acerco a mi y murmuró lo último: —Sabes que debemos hablar.
Volví a negar —Vine en mi bicicleta y creo que lo mejor es que acabemos con lo que empezamos. Fue una mala idea todo eso del plan, que hagan lo que quieran tu padre y mi hermana. Y deberíamos dejar de vernos —una de sus cejas se alzó con lo último —. Tú y yo no podemos ser amigos.
Vi una sombra de dolor en sus ojos, que camuflajió con enfado. Me safe de su agarre y salí de la cafetería. Miré la fachada y las lágrimas amenazaron nuevamente en salir, amaba ese lugar. Logan me observaba desde el interior con su ceño fruncido, su novia lo tenía agarrado del brazo con una sonrisa de satisfacción, Matt dejó de trabajar por un momento y me miró, Danielle se dio cuenta, tenía los lentes de sol en sus manos y rodó los ojos. Aparté la mirada, me puse mi casco sobre mi cabeza y me subí a mi bicicleta sin mirar atrás.
Al día siguiente, entré a la escuela con pasos apresurados. No me detuve en ningún momento por las miraditas o los murmuros en los pasillos. No me importaba en este momento. Tenía un objetivo en mente que debía cumplir cuanto antes. Entré a una de las oficinas y puse mis manos sobre el mostrador, la mujer detrás de el, arqueó una de sus delgadas cejas y decidida, hablé:
—Claire Cober. Quiero cambiar mi clase de literatura.
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