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14

Capítulo 14
Allanar la casa de las Cober

Caminaba de puntillas por el patio trasero de mi casa, con Logan detrás de mi. Tuvimos que saltar la verja para llegar hasta aquí sin ser vistos por los vecinos. Maldecí en voz baja al ver que papá se había deshecho finalmente de la vieja escalera por la que mi hermana escapó muchas veces y la cual sería mi puerta de entrada para entrar a la casa sin que mis padres se dieran cuenta.

Logan se detuvo a mi lado, veíamos la ventana de mi habitación, no tenía manera de subir, la ventana estaba abierta, pero era demasiado alta y me daba miedo escalar y caer, no me gustaría que papá me encontrara tirada en el suelo con todos los hueso rotos por querer entrar a su propiedad sin su permiso. La puerta de la cocina estaba cerrada, mis padres estarían viendo una película y no tenía llaves para entrar. Miré al chico a mi lado que me miraba esperando que se me ocurriera una idea y, ya la había tenido.

—Tu vas a subir.

—¡¿Qué?!

—Lo que escuchaste —sostuve, muy segura de mis palabras —. Vas a escalar a mi ventana, bajas a la cocina y abres la puerta trasera para mi.

—¿Es una broma?

—Lo digo completamente en serio.

Me dirigí a la pequeña habitación donde guardábamos algunas herramientas para mantener el jardín y encontré un bote de pintura vacía y se la llevé al pelinegro, me miró esperando que dijera que solo estaba jugando, pero no lo hice. Sonreí de manera tierna y no tuvo más que suspirar y escalar.

Solo esperaba que papá no lo viera.

Logan

No podía creer lo que esta chica me estaba haciendo hacer, era rídiculo. Solo una vez había escalado la habitación de una chica para poder tener sexo, pero esta vez era distinto. Tenía que meterme en la boca del lobo para poder abrí una puta puerta y ella pudiera entrar, si me atrapaban, estaría en problemas, no conocía mucho al padre de las Cober, pero no me gustaba la idea de que me denunciara por meterme en su casa.

Tenía que admitir que estaba cagado del miedo.

Llegué hasta la altura de la ventana y miré hacia abajo, la chica me hizo una señal de que continuara, resoplé y abrí con cuidado la ventana. Entré sigilosamente y me adentré a la habitación de la chica, di un respingo al ver a un gato que me fulminaba desde la cama de la chica, era un gato muy grande y peludo, maulló al verme y di un paso hacia atrás, tropezando con un escritorio.

—¿Escuchaste eso? —dijeron en el pasillo los padres de Claire y palidecí.

—¿Crees que Claire ha regresado?

—Dijo que se quedaría con su hermana y no tenía las llaves de la casa.

—Posiblmente entró por la ventana de su hermana.

—¿No habías deshecho la escalera?

—Lo hice, es ella o un ladron. Iré a revisar.

Mierda.

Entré en pánico, ¿qué diablos haría ahora? No sabía porque le había hecho caso a Claire. Fue una mala decisión y su padre estaba apunto de entrar a la habitación. Miré debajo de la cama, era muy estrecho y no entraría, el picaporte se movió y entré rápidamente a un closet que por suerte había el espacio suficiente para poder entrar o estaría muerto ahora.

—No hay nadie aquí.

—Asómate por la ventana, Michael.

Apreté mi mandíbula.

Si la veía.

Estábamos perdidos.

—No hay nadie.

Suspiré en alivio y escuché que cerraban la puerta, abrí un poco el closet y no había más nadie en la habitación, a excepción del gato y yo. Salí y acaricie la cabeza del felino, bufó y se escondió debajo de la cama. Era igual que su dueña. Rodé los ojos y abrí la puerta del pasillo, miré a ambos lados y no vi a nadie, se escuchaba una televisión al final del pasillo, así que, me quité los zapatos, crucé el pasillo de puntillas y bajé las escaleras, entré a la cocina y abrí sin ningún problema la puerta. La brisa fresca me refrescó y me di cuenta que todo mi cuerpo temblaba.

Claire entró sonriente, yo no iba a seguir arriesgándome. Me largaría y esperaría a la chica en la calidez de mi auto, si no volvía en diez minutos, sabría que sus padres la habían descubierto.

Y no iba a ser mi puto problema si la atrapaban.

Abandoné la calle y fui a donde había estacionado mi auto, entré a él y encendí la calefacción. Necesitaba relajarme.

Mi móvil vibro en el bolsillo de mis vaqueros negros y contesté sin ver el remitente:

—¿Qué?

—¿Esa es la manera de contestarle a tu novia?

¿Por qué no me sorprendía? No hablaba con ella desde que me llamó anoche para reclamarme por haberme ido sin ella.

Ella estaba con su amiguita, que se fuera con ella.

—Hola.

—No sabes cuánto te odio.

Casi pude verla rodar los ojos al otro lado de la línea.

—¿Para que me llamabas?

—Quería preguntarte si ibas a la fiesta de esta noche.

—Claro que iré.

—Bien, te veré esta noche. Me pondré la ropa interior roja que tanto te gusta ¡Besos!

Una sonrisa se extendió en mis labios.

Al menos me divertiría esta noche.

—Mis padres no habían alimentado a mi pobre gato —gruñó Claire al entrar al coche —¿Puedes creerlo? ¡Mi pobre Félix estaba muriendo de hambre!

¿Muriendo de hambre? Debía colocarle una dieta a ese animal, en vez de seguirle dando tanta comida para gato.

—¿Conseguiste algo para esta noche?

Chasqueó la lengua y yo arqueé la lengua.

Por favor que haber allanado una casa, no hubiera sido para nada.

No encontré más que ropa holgada —dijo con sinceridad —. Tuve que entrar a la habitación de Allison y encontré un vestido de cuando tenía catorce años.

La chica enrojeció y yo me burlé de ella. Dudaba mucho que la ropa de su hermana le quedara a Claire, además que las dos vestían de maneras muy distintas.

—¿No crees que ya debe estar pasado de moda?

—Es un vestido negro —se encogió de hombros —dudo que pase de moda.

Negué con la cabeza y arranqué el auto.


—¿Crees que me veo bonita?

Le di un vistazo a la chica que bebía junto a mi, había perdido la cuenta de cuantos tragos tenía encima. Se veía bien, debía admitir. Su amiga la ayudó a arreglarse, su cabello castaño estaba liso y suave, se había maquillado, el vestido negro le ajustaba en las zonas correctas y hacía resaltar sus grandes muslos que volverían locos a cualquier hombre. Como hacía conmigo.

—Deberías dejar de tomar —fue mi respuesta.

Había estado bebiendo todas las cervezas que chicos desconocidos le ofrecían y ya estaba empezando a preocuparme, no podía quitarle los ojos de encima si no quería que algunos de ellos le echaran algo a su bebida y se sobrepasarán con ella. No conocía a la mitad de las personas que estaban en la fiesta, y no confiaba en ninguno de ellos.

—Necesito estar lo suficienteme borracha para hacer lo que voy a hacer.

Cerré mis ojos.

Lo que quería hacer no era muy difícil de adivinar, tenía el cabello rubio y estaba en el equipo de atletismo:

Matt.

—¿Vas a emborracharte para decirle a Matt que estás enamorada de él desde primer año? —asintió con una sonrisita —. El lo sabe, Claire. No tienes que embriagarte para decírselo.

—Quiero decírselo yo, quiero conquistar yo misma a Matt —murmuró, arrastrando las palabras —. Esta es mi oportunidad.

El alcohol ya empezaba a hacer efecto y apenas era media noche. Daniele estaba en otra fiesta con Sophia, en cualquier momento estaría aquí y los dos solos armaríamos nuestra propia fiesta en una habitación de arriba.

Pero no quería dejar a la chica a mi lado.

—Ya es suficiente —le arrebaté el vaso rojo y lo bebí en un trago. La chica hizo un mohín y fue por otro a la cocina, pero la detuve —. Claire, basta. ¿Donde está tu amiga? —pregunté al no haberla visto desde que había llegado a la fiesta.

La muchacha se encogió de hombros.

—La vi subir a una habitación.

Por supuesto, todos parecían tener una buena noche.

Mientras que yo parecía hacer de niñero.

El móvil vibró en mi bolsillo y vi el mensaje que Danielle me había enviado:

Estoy a punto de llegar.

Sophia se fue a su casa, no ira conmigo.

Miré a mi alrededor, buscando al rubio. No iba a arruinar mi noche por Claire, pero tampoco pensaba dejarla sola. Lo vi a unos metros de mi, estaba en el sofá, solo. Podía cuidar a la chica mientras me encontrara ocupado y luego la llevaría a mi casa, o mejor dicho, la casa de mi padre.

Además, así podría ir con Matt y le diría patéticamente que estaba enamorada de él.

—Ven —tomé la mano de la chica y la arrastré entre las personas.

—Tu mano es muy suave —dijo acariciendola. Fruncí el ceño —, me gusta.

—¿Gracias?

—De nada.

Rodé los ojos y llegamos junto a mi amigo. La chica palideció y apretó mi mano con mucha fuerza. Ni ebria dejaba de actuar raro cuando el chico estaba a su alrededor. Solté la mano de la chica y miré nuevamente mi móvil, Danielle acababa de llegar y no podía verme con ella si no quería tener problemas.

—Ten, cuídala un rato —le dije y senté a la chica a su lado.

—¿Qué? No es una mascota, Logan.

—Lo se, idiota —le quité el vaso que otro chico le había dado y volvió a hacer un mohín —. Pero necesito que la cuides por mi.

—¡Quiero estar solo! —Chilló, pero ya me estaba alejando.

Danielle estaba entrando, una gran sonrisa se extendió en su rostro y dando saltitos llegó junto a mi. Se veía radiante, siempre lo hacía, tenía un vestido ajustado con su espalda descubierta y un escote pronunciado. Sonreí de igual manera que ella y la besé, puso sus brazos alrededor de mi cuello y profundizó el beso. Deje de besarla para tomar su mano, ella sabía lo que se aproximaba, la jalé por la multitud de gente y subí las escaleras con ella.

¿Qué sucedió después?

Lo dejo a sus imaginaciones.

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