I
¿Cuál es una de las desventajas de ser gay sin que nadie más lo sepa? Pues, enamorarte de alguien y no saber cómo hablar de ello de una manera fluida sin dar a entender que estás hablando de otro tipo y no de una muchacha, como "se supone debería ser". ¿Lo peor? Tenerle miedo, inclusive, al rechazo de tus propios amigos.
Se supone que son tus amigos, que te quieren por encima de cualquier cosa, pero tú y yo sabemos que a la humanidad le pica el culo más de lo debido, sobre todo cuando hablamos de adolescencia y homosexualidad. Y, no hay que olvidar, ni desestimar, que los adolescentes sufren, por insana naturaleza, de una picazón de culo extrema, así que es muy normal, y no es de sorprenderse, que un adolescente cambie su opinión respecto a un algo o un alguien de un día para otro.
He ahí el porqué de mis miedos sobre "destaparme" ante mis amigos y seguir con este deambular, en solitario, dentro del diminuto clóset en el que he de albergar todas mis inquietudes amorosas. Y ahora aparece un muchacho.
Seamos honestos: no ha aparecido, en realidad, ningún muchacho, pero existe uno. No sé su nombre, no sé su edad, no sé dónde estudia, no sé dónde vive, no sé un carajo en realidad, solo sé que es bello, demasiado bello. De cabello y miradas color café, labios ligeramente gruesos y sonrisa de lata: me encanta.
Simplemente puedo decir eso porque ¿qué otra cosa puedo decir de alguien a quien, a duras penas, le conozco la cara? Ni la voz se la escuché. ¿Cómo iba a siquiera escucharlo con el escándalo de la música y el bullicio de la gente? Era como intentar hablarle a alguien en una disco parados, ambos, frente a las cornetas que vomitan música.
Y es que quisiera hablar de eso con alguien, hablarlo con una persona que mi mire a los ojos y me diga que soy un estúpido o algo por el estilo, o que se emocione conmigo y quiera saber, tanto como yo deseo saber, sobre la vida de aquel soldado desconocido.
Entonces opto por hacerlo a la mejor de las maneras posibles, sobre todo cuando se tiene a una mejor amiga que solo respira y transpira romance, y esa es partir de la subjetividad. Hablar del algo como si fuese una cosa ajena a uno mismo y planteárselo a la persona que más disfruta del tema, de modo que puedas entrever un poco la perspectiva semifanática y lo que tu propia mente logre desensamblar de aquel tan ilustrado fanatismo.
Y mi linda fanática sabe cómo ilustrarlo todo bastante bien, sobre todo cuando tienes que salpicarle agua en el rostro para que vuelva a la realidad y deje de pensar en pajaritos preñados.
–Ana ¿vos creéis en el amor a primera vista?
–¿Cómo es ella?
–No, no. Ya va. Calmáte chamita, calmáte. Es solo una pregunta.
–¡Tus preguntas nunca son solo una pregunta, Gabriel!
Touchè. Y ahora ¿a dar vueltas? Efectivamente. Reconfigurar al muchacho del autobús y darle otros atributos, unos que no me cuesta imaginar, pero que me desagrada por completo sobreponérselos al recuerdo de aquel que me hace sentirme otra víctima del amor a primera vista.
Y es que es un asunto muy tonto, un algo de tontos, eso de enamorarse solo por lo que se ve, cosa que no va conmigo. Enamorarme simplemente no va conmigo, esa es la cuestión, porque soy demasiado torpe y despistado como para... lo que sea que se hace cuando se es novio de alguien. No sé si entendiste o no lo que dije, o lo que pretendí decir, pero ya está y no hay remedio para eso.
Solo me queda escuchar a Ana que, insiste, es una sensación fuerte, esa de sentir amor a primera vista, porque no sabes nada ni conoces nada más allá de lo que tus ojos han visto en aquel rostro, pero que vale la pena sentirlo e intentar hacer algo con eso.
¡Lo que me temía! Tener que hacer algo. ¿Y qué algopuedo hacer? ¿Montarme en el bus y rogar porque aparezca? Y no solo eso, sinoque él me vuelva a ver, que yo me pueda acercar y que (la peor parte) me nazcala valentía suficiente para que mi boca se abra y mis palabras salgan diciendoalgo con sentido y no ninguna clase de disparate.
Por la forma en como me mira Ana sé que sabe que oculto algo (muy astuta la hija de puta), que lo que me ha dicho no es suficiente (y es cierto), que necesito algo más y que desconozco por completo los medios para tal cosa porque, una vez más, las cosas que me gustan son, como acostumbro, difíciles de conseguir, difíciles de obtener, casi imposibles de lograr. Y justo apareció ese muchacho para hacerme sentir esa sensación despreciable, vana y superficial: amor a primera vista el coño'e sumadre.
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