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NOTAS: Wuuuuu última actualización MegaOp antes de seguir con el Opscreen T0T lo juro.
¡Hoy se come, señores! Disfrútenlo porque no sé cuando volveré a escribir MegaOp (ganas no me faltan).
[ . . . ]
El tiempo transcurrió. La mentira de Sentinel se descubrió, las disputas comenzaron y la verdad terminó por salir a la luz.
El autoproclamado Megatron se había instalado en la superficie junto con la Guardia de élite, ahora nombrados Deceptions.
—¡Retírense! —exigió con furia mirando al horizonte.
Sus nuevos seguidores no se atreverían a cuestionar a su reciente líder después de la muestra de poder que les había exhibido.
Los numerosos individuos se alejaron murmurando entre ellos a medida que desaparecían de la vista.
Un nuevo Cybertron, un nuevo líder y un nuevo enemigo se levantaban con el sol.
Megatron se dispuso a contemplar el amanecer que bañaba en luz su planeta con abundantes ríos de energon restaurados y pese al bello panorama, la vista le producía nada más que pena y melancolía, siendo el primer amanecer que presenciaba sin él a su lado, pero no pudo sumergirse en sus emociones como a le hubiera gustado, ya que no se encontraba solo.
—¿Acaso no escuchaste lo que dije? —le cuestionó iracundo, sin mirarlo—. Dije que se fueron todos.
—Escucho perfectamente tus sentimientos, Lord Megatron —Soundwave caminó tranquilamente hacia su líder, quien se giró molesto por lo que él consideró momentáneamente una insolencia. Las luces de sus ópticas ardían, exhibiendo el caos que transcurría en su interior.
Soundwave pudo apreciar las lágrimas de aceite que manchaban su brillante metal.
—¿Qué sucede? —el con se sentó al borde de la colina, dispuesto a hacerle compañía y su interés tanto como su empatía fue escuchada por la spark de Megatron quien aceptó su buen gesto, sintiéndose demasiado desahuciado como para camuflar su tristeza con una máscara de orgullo.
Se sentó junto a su nuevo camarada y agachó la cabeza escondiendo su rostro bajo una de sus manos.
—Lo extraño —se sinceró—, lo extraño demasiado —. En ese momento, no era Megatron quien hablaba, sino D16, cuya chispa aún destellaba débilmente desde lo más profundo de su ser.
Soundwave no entendía del todo ese sentimiento, nunca había sido tan cercano a alguien, pero si podía entablar una buena relación con su ahora superior, nada le costaba un poco de empatía por aquel que no solo les había dado un nuevo nombre, sino un nuevo propósito y un símbolo.
—Siempre estará contigo —Soundwave era de pocas palabras, pero sus comentarios aunque leves, eran suficientes y Megatron apreciaba que intentara persuadirlo de aquello que lo atormentaba.
—Gracias, Soundwave —ambos miraron el amanecer en silencio, uno al lado del otro y aunque el señor de los Decepticons sabía que ya nada volvería a ser como antes, al menos estaba seguro de que no estaría solo en el sendero que había escogido.
[ . . . ]
El tiempo pasó y así como Iakon se adaptó al nuevo Prime, el resto de Cybertron también lo hizo eventualmente, aunque no había sido un camino para nada fácil.
Orion, ahora conocido como Optimus Prime, había pasado de ser un don nadie al símbolo de Cybertron de la noche a la mañana, teniendo que lidiar con relaciones políticas y sociales, conspiraciones y trabajar en la confianza de los ciudadanos que ahora estaban bajo su tutela.
Cargar con todo ello le pesaba en los hombros y lo abrumaba aún más el hecho de que su amado ya no estaba a su lado. Recordarlo le dolía en su spark, pero tampoco podía decir que había tenido que lidiar con todo eso solo.
Se hallaba en su nueva oficina, atiborrado de archivos y contratos que revisar y firmar. Llevaba trabajando en ello casi toda la mañana, desplomado en el escritorio. Imaginó que Sentinel en su momento mandaba a sus secuaces a hacer ese tipo de tareas por él, pero Optimus prefería revisarlas él mismo, ese trabajo le correspondía después de todo.
—¿Optimus? —Elita llamó a la puerta, entrando al verlo dentro.
—Hola, Elita —le sonrío algo cansado, cosa que no pasó desapercibida para la femme.
—¿Por qué no descansas un poco? Puedo encargarme de esto.
—Gracias, pero no puedo. Si no encuentro una solución diplomática para el conflicto con los Quintessons, nos embarcaríamos en una guerra innecesaria. Lo último que quiero es que los autobots se vean obligados a pelear. Ahora son libres, no puedo pedirles que se conviertan en soldados.
Pero pese a los deseos de Optimus, Elita sabía que un desenlace violento era inevitable y así fue.
Confrontaron a los Quintessons en la superficie. Acompañado de Elita, Bee y una tropa de batalla. En un principio, Optimus no tenía intenciones de pelear, pero una emboscada planeada por los Decepticons, fue malinterpretado como un engaño del Prime por sus enemigos, quienes contraatacaron con intenciones de matar al portador de la Matrix.
La nave lanzó rayos destructores sobre ellos, pero los Cons habían logrado herir a varios de ellos al tenerlos rodeados y en medio del caos y la confusión, los ópticos zafiro y escarlata se cruzaron a la distancia.
Mientras Prime permanecía inmerso en medio del campo de batalla, Megatron surgía desde lo más alto, dirigiendo a sus tropas.
Desde su destierro, Megatron no había visto esos ópticos azules más que en sus sueños y aunque el contacto visualizar los hizo sentir como si el tiempo se hubiera detenido, la verdad era que estaban en medio de una batalla.
Ambos líderes se percataron de ello, volviendo a poner en orden sus prioridades y rompiendo la conexión óptica para organizar a su gente.
Se desató una batalla sin cuartel que duró días, hasta que los Quintesson finalmente se vieron superados por la superioridad estratégica de los cybertronianos, teniendo que huir deshonrados y humillados.
El líder de los Decepticons se preparaba para una nueva batalla contra sus otros enemigos, los Autobots formados por Optimus y creyó que éste tendría la misma intención de volver a encontrarse frente a frente, pero el Prime tenía otras prioridades como atender a los heridos y trasladarlos para hacer que recibieran atención médica. Habían derrotado a sus enemigos, ya no veía caso quedarse ahí más tiempo.
Mientras se quitaba el polvo que manchaba su armazón, Megatron presenció a lo lejos a Optimus ayudando a uno de sus bots a ponerse de pie para entregarlo al cuidado de otro que lo ayudara a caminar, Elita se acercó a él y colocó una mano en su brazo, captando su atención.
—¿Estás bien? —dijo ella y Optimus tuvo que retirar momentáneamente su máscara para hablarle.
—Eso debería preguntártelo yo a tí... ¿Estás bien?
—Mejor que nunca y en forma, al igual que tú. Ahora que los Quintessons se han ido, podemos concentrarnos en...
—Miren nada más, mis viejos amigos —Megatton logró captar la atención del mech y la femme al plantarse frente a ellos a una prudente distancia, algo enfuruñado, pues no recordaba que esos dos fueran tan cercanos.
—Megatron... —Elita exclamó su nombre con desdén al recordar sus crímenes, siendo muy consciente del conflicto interno que su presencia causaba en Optimus y sin darse cuenta, se aferró al brazo del otro con más fuerza ante ese pensamiento.
Aunque llevaba su máscara, la pena se reflejaba en sus bellos ópticos azules.
—D... ya que vencimos a nuestro enemigo en común, tal vez podamos llegar a un acuerdo —el mech plateado gruñó molesto ante su equivocado nombramiento.
—Es Megatron ahora, ingenuo Prime —se cruzó de brazos, manteniendo una postura firme que buscaba esclarecer su nuevo nombre.
—No me dirigiré a ti de esa forma. Ya es bastante arrogante que hayas elegido autoproclamarte usando el nombre de uno de los Primes.
Los ópticos de Megatron se encendieron como llamas al ser testigo de su actitud.
¿Desde cuándo era tan recto, serio y arrogante? Fingiendo ser correcto y saberlo todo cuando solo pensaba en sí mismo y actuaba sin importarle las consecuencias? Parece que tener el título de Prime realmente lo había vuelto egocéntrico, después de todo. Podía fingir si quería para aparentar ser un líder, pero a él jamás lo engañaría. Le enfermaba su hipocresía, su moralidad fingida y aparente madurez; todo lo que Optimus Prime era y representaba, lo odiaba.
—Y yo no te considero digno de tu título. Yo sé quién eres y jamás me inclinaré ante nadie de nuevo, jamás me inclinaré ante tí —Optimus le dió la espalda, negándose a seguir escuchando.
—No eres el único que piensa eso —comenzó a caminar con la vista en alto, dispuesto a marcharse.
—Vamos, Optimus. No vale la pena —Elita lo siguió de cerca sin soltar su brazo, sabiendo que posteriormente necesitaría de su apoyo tras ese desalentador encuentro.
Su desinterés, sólo aumentó avivó la ira del líder decepticon.
—¿Estás huyendo de una pelea, Prime? —el nombrado se detuvo, pero sin girarse a verlo.
—No tengo razones para pelear contigo
—Pero yo sí. Si no fuera por nosotros, ahora mismo, tú y tus patéticos Autobots serían metal gris. Acéptalo, no tienes ni idea de cómo liderar un ejército ni mucho menos a una nación. ››Considero que ese deber deberías dejárselo a alguien más apto.
—Alguien como tú, que se deja llevar por la ira, jamás podría liderar sin causar destrucción —retomó sus pasos, indispuesto a continuar la conversación, haciendo que Megatron apretara más los puños.
—¡Enfréntame, Prime! —estuvo tentado a mirarlo por última vez, pero una pesadez asfixiante en su chispa se lo impedía.
—No este día, viejo amigo —pasó a su modo de vehículo junto a Elita y se alejaron junto al resto de sus tropas.
[ . . . ]
—Optimus, ¿estás bien? —habían llegado al cuartel general dónde Prime y su comandante se habían quedado a solas.
Optimus tenía la vista fija en el exterior a través del ventanal que daba un panorama amplio de la ciudad.
—Elita, ¿Crees que hice mal en desterrarlo? —dijo sin mirarla.
—¿Por qué lo preguntas?
—Ahora él me odia y tiene un ejército de soldados experimentados que lo siguen. Me preocupa que él... Llegue a hacer algo que atente contra la paz que nos ha costado construir en Iakon.
—¿Lo crees capaz de eso?
Optimus bajo la mirada con desánimo.
—Honestamente, ya no lo sé. No lo reconozco. D ya no es quien solía ser —la femme se acercó a él, tocándole sutilmente el brazo para que este la mirara.
—Se que esto debe ser duro para tí, pero te has mantenido firme hasta ahora y tus decisiones nos han ayudado a llegar hasta aquí a pesar de las batallas. Tal vez no eres un líder perfecto, pero creo que eres lo que Cybertron necesita. Eres quien trajo el energon de vuelta, después de todo —Elita acarició su rostro y lo miró de una manera que no había hecho antes; tan intensa y brillante que causó desconcierto en Optimus.
Al perderse en sus bellos ópticos azules, la comandante fue disminuyendo la distancia entre sus rostros y cuando el Prime se percató de sus intenciones, se apartó sin llegar a ser brusco y con su chispa siendo oprimida ante el recuerdo de su amado.
—Lo siento, Elita... No creo estar listo para esto —la femme se quedó estática al salir de ese trance en el que había actuado inconscientemente, dándose cuenta de su error y se apartó avergonzada.
—T-tienes razón, perdóname. No sé lo que... Yo... te dejaré solo —no podía ni mirarlo tras ese impulso, así que sólo se fue en silencio.
Optimus se encontraba aturdido. La mismísima Elita One estuvo a punto de besarlo. Nunca esperó que sintiera algo por él y tristemente, sabía que no sería capaz de corresponderle mientras el recuerdo del ahora llamado Decepticon doliera en su chispa y nunca dejaría de doler.
Al siguiente amanecer, Optimus envió una organizó una expedición con un escuadrón de Autobots, con Bee y Elita liderándolos con el objetivo de vigilar a las tropas de los exiliados, pero al no conocer tan bien la superficie como la antigua guardia de élite, fueron atacados.
La notificación llegó hacia Optimus y rápidamente dejó sus ocupaciones de lado para auxiliar a sus compañeros.
Al llegar, se encontró con un campo de batalla en el que numerosos compañeros suyos estaban heridos y otros muertos. Entre ellos, un armazón amarillo destacó entre los cuerpos y fue corriendo hacia él, pero se horrorizó al ver un charco de energon muy cerca de su cabeza.
Se agachó y lo incorporó como pudo para examinar su estado; por suerte, estaba vivo, pero su garganta... Su módulo de voz había sido arrancado.
Bee lo observó con ojos tristes, tratando de decirle algo, pero el aparato en su cuello había sido totalmente destruido. A ese simpático y risueño mech le habían arrebatado lo que más amaba: el habla.
—B, lo siento —masculló el Prime—, lo siento muchísimo.
Estaba hundiéndose en tristeza hasta que se percató de que aún no había visto a Elita.
Miró sus alrededores y una creciente preocupación apareció en su chispa.
—¿Dónde está Elita? —se arrepintió de preguntar al recordar que su amigo ya no tenía voz para decirle lo que pasó. En lugar de eso, el chico amarillo elevó su brazo debilmente, señalando una bandera con un símbolo que se asemejaba a la cara del mismísimo Megatronus Prime incrustada en el medio del campo y Optimus entendió de inmediato lo que quería decir.
—Prime... —era la voz de uno de sus Autobots, quien débilmente, cojeaba hasta él, sosteniéndose un costado por donde tenía una fuga—, él dijo que la comandante regresaría con vida si te entregabas a él.
Optimus no tuvo que pensarlo mucho, pues de la nada, dos naves aterrizaron frente al líder Autobot, transformándose en Decepticons, al parecer, esperando la respuesta que les daría.
Optimus se puso de pie, dejando a su amigo con cuidado en el suelo antes de encaminarse hacia ellos.
—Llévenme ante su líder, pero antes, dejen que mi gente reciba atención médica.
—Lo que ellos hagan no nos importa, mientras vengas con nosotros —mientras uno de los individuos decía eso, el otro sacó unas esposas, indicando que debía ir con ellos sólo si era esposado.
Prime no objetó, sólo pidió tiempo para asegurarse que los Autobots fueran atendidos y trasladados a un hospital y una vez se aseguró que regresarían a salvo, dejó que los soldados Decepticons lo esposaran.
Optimus no podía volar, así que caminaron un rato, siendo guiado por sus captores lejos de su escuadrón hacia un área en la que no había estado cuando subió a la superficie por primera vez.
Lo llevaron hacia una especie de fortaleza en ruinas, custodiada y vigilada por numerosos soldados desde diferentes puntos de la estructura, incluyendo la entrada donde un par de guardias los estaban esperando y al ver al prisionero, no dudaron en darles paso.
Optimus Prime ingresó con las manos esposadas a la espalda y siendo escoltado por cuatro soldados, quienes lo obligaron a ponerse de rodillas golpeando sus piernas en presencia de su señor al llegar a una sala amplia donde había una especie de trono. Pese a ello, Prime permaneció sin doblegarse, manteniendo su máscara puesta y la mirada en alto, fija en el Decepticon.
Megatron se levantó de su asiento al verlo llegar, descendiendo cada escalón sin apartar su vista estoica del líder Autobot, deteniéndose hasta que estuvo a pocos metros de distancia. Se veía tan distinto a como lo recordaba que ahora le costaba reconocerlo. Ver en quién se había convertido lo hacía sentir que estaba frente a un extraño.
—Optimus Prime. Ha pasado mucho tiempo desde la última vez que nos encontramos —el Decepticon lo saludó con una mirada sombría y un tono grave pesaba en cada sílaba. Su voz era tosca y siniestra.
—¿Dónde está ella, Megatron? —fue directo al grano, sin flaquear en su postura.
La dureza en su voz al pronunciar su nombre caló en él, como muestra de aceptación de su nueva entidad. Megatron rio ante este hecho.
—Por fin lo dijiste bien, Prime —alzó el brazo derecho, acariciando el rostro ajeno con la punta del cañón y elevando el mentón de Optimus para poder verlo con mejor claridad y dejar en claro que ahora se encontraba a su merced, pero el líder inmediatamente se apartó sin mostrar el interés que el Decepticon esperaba.
Era la primera vez que veía esa clase de mirada en esos brillantes ópticos azules.
Tensó la mandíbula y habló para que todos los presentes lo escucharan.
—Déjennos —pese a la interrogante de sus subordinados, salieron sin mediar palabra, dándole privacidad a ambos líderes.
—Ahora dime, Prime... ¿Por qué viniste aquí?
—Sé que secuestraste a Elita. Vine como querías, ahora, tienes que prometerme que la dejarás ir sin hacerle daño.
—Qué noble. Veo que no te tomó mucho reemplazarme, ¿verdad? —Megatron tomó al bot de su armazón para ponerlo bruscamente de pie, haciendo que lo mirara cara a cara—. Imagino que se han vuelto bastante cercanos desde que me desterraste de Iakon.
El rencor era palpable en cada palabra.
—A diferencia de ti, ella se quedó a mi lado para reconstruir nuestro hogar y formar el nuevo orden —su reproche en un tono calmado pero fuerte, provocó la ira de Megatron, quien lo tomó como una ofensa, como si Optimus fuera la víctima cuando él había sido quien le dio la espalda a su causa para intentar salvar a una basura como Sentinel.
El líder decepticon arrastró a Optimus, estrellándolo boca abajo en una mesa cercana, lo que le sacó un leve gruñido de dolor.
—Curioso que lo digas. Fui yo quien te salvó muchas veces antes de todo esto y jamás me lo agradeciste. Cuando te necesité, ¿qué fue lo que hiciste tú? Intentaste detenerme, hacerme ver como el malo cuando te interpusiste para salvar a ese traidor. Orion... de todos los individuos, creí que tú eras el único en el que podía confiar, quien me entendería mejor que nadie y que me apoyaría en lo que fuera, pero no... Me diste la espalda a la primera oportunidad que tuviste de quedar como un héroe.
—Mi nombre es Optimus —objetó—. Ojalá hubieras entendido que todo lo que quería, era evitar que cayeras en la oscuridad.
—Cada palabra que sale de tu boca es menos convincente que la anterior, pero ¿que podría esperar de un supuesto líder? Aunque Primus te haya dado la Matrix, yo te conozco mejor que nadie; sé que eras egoísta, imprudente e impulsivo. Intentas ser un líder para quedar bien ante el consejo de Cybertron, pero la verdad, es que jamás estarás dispuesto a hacer lo necesario para construir el futuro que nuestra civilización necesita.
—Entonces jamás me conociste, ni tampoco ahora. Haz lo que vayas a hacer de una vez.
—Viniste aquí para salvar a tu compañera y mírate ahora... Tan patético. ¿En serio vale la pena todo esto por ella?
—Ella vale más para mí de lo que crees. Elita me ayudó a reconstruir lo que tú destruiste. Si algo me pasa, ella se encargará de... —Megatron azotó la cabeza de Optimus contra el escritorio para hacer que dejara de hablar.
—Elita esto, Elita aquello... Me pregunto si ella puede hacerte sentir como yo —colmado de escuchar ese nombre, Megatron alcanzó un aparato sobre la mesa, uno de los artefactos creado por su ingeniero Shockwave. Oprimió el botón rojo del pequeño aparato y volvió a ponerlo sobre la mesa y esta se hizo magnética al contacto, lo que hizo que la cara de Optimus quedara pegada a la superficie.
—¡Agh! —una vez que comprobó que no podía moverse, Megatron dejó de presionar su cabeza y se apartó, agachándose para posar su vista en la retaguardia expuesta del Prime. —Megatron, ¿qué... ?
Sus palabras frenaron en seco cuando los dedos de Megatron presionaron en la placa protectora de su válvula, forzándola a abrirse.
—Detente. ¿Qué crees que estás... ? —Megatron introdujo su lengua en la válvula de Prime tan abruptamente que a este se le escapó un grito de sorpresa—. ¡¡Ahhh!! ¡No! ¿Qué... ?
Sin molestarse en responderle, Megatron se concentró en separarle ambas piernas para tener un mejor acceso a su entrada.
Había pasado un largo tiempo desde que tuvo un encuentro pasional con él. Su válvula se sentía estrecha y limpia, casi virginal.
Su glosa acarició el contorno de su entrada, sintiendo como las piernas de Optimus temblaban. Megatron sonrío para sus adentros, pues pese al paso del tiempo, parece que algunas cosas nunca cambian. Él sabía perfectamente cómo tocarlo para excitarlo, cómo hacerlo sentir bien. Conocía cada punto débil de ese cuerpo con el que yació tantas veces y hasta ese momento, no se había dado cuenta de cuánto lo extrañaba, lo mucho que le hacía falta.
—D-déjame, esto no... se siente bien —el líder decepticon adentró su lengua lo más profundo que pudo ante la protesta que agitó el cuerpo del Prime sin que este pudiera controlar sus propios espasmos.
Se esforzaba por mantener su voz baja, emitiendo leves quejidos, pero Megatron no estaba satisfecho con eso. Necesitaba más.
Apartó sus labios del puerto, dejando un puente de lubricante que aún conectaba su glosa con la entrada ajena. Se puso de pie y abrió sus propios sistemas liberando su cable, más grande de lo que lo recordaba.
Se relamió los labios al aproximar la punta a la cavidad de Optimus mientras el cuerpo de este temblaba sin poder moverse.
Se aferró a las anchas caderas del Prime y se hundió en él de una sola estocada que puso tenso el cuerpo bajo suyo y pese a la brusca intrusión, no emitió más que un sonido ahogado que murió en su garganta. Tenía la máscara puesta, pero Megatron podía imaginarlo apretando los labios con tal de contener su voz y mantenerse en silencio, algo que lo molestaba enormemente.
Él, por el contrario, se había sumido en un mar de lujuria desbordándose por cada fibra de su ser. La estrechez y sus cálidas paredes lo habían colocado al borde de la locura.
Necesitaba más libertad para poder moverse, así que Megatron alcanzó nuevamente el aparato de la mesa, presionando el mismo botón para desactivar el efecto magnético. Optimus se relajó momentáneamente, pero se estremeció de nuevo cuando sintió a Megatron pegarse a su espalda, hablándole directamente a su receptor auditivo.
—Quita tu máscara, Optimus. Grita para mí —sus dedos apretaron la caderas del Prime, justo antes de sentir abruptas estocadas atentando contra su puerto estrecho, donde el grueso cable de Megatron se adentraba repetidamente en su cuerpo tenso, lo que provocaba que el dolor y la incomodidad fueran mayores.
—De... tente... Por favor... —jadeo como pudo en voz baja, pero la pelvis de Megatron siguió chocando violentamente contra su trasero, siendo el único sonido que chocaba en las paredes, produciendo un eco.
Optimus giró levemente la cabeza, pegando la frente a la superficie con resignación mientras era embestido salvajemente. Megatron fijó su vista en las antenas de sus receptores a los costados de su cabeza y se estiró atrapando una de ellas con sus dientes.
—¡Hah! —esa acción sacudió el cuerpo de Optimus y lo hizo abrir su máscara inconscientemente. Megatron reaccionó con rapidez y aprovecho para meter un par de dígitos en la cavidad antes de que Prime la volviera a cerrar.
Los dedos del Con quedaron atrapados en la dentadura de su enemigo quien solo soltaba pequeños gruñidos.
—¿Te gusta esto? —se mofó el de ojos carmesí, hundiendo sus dedos más profundo mientras que con la otra mano, depositó una palmada en la retaguardia de Optimus sin detener sus estocadas—. ¿Acaso Elita te puede hacer sentir esto?
Los gemidos bajos pero morbosos del Prime estaban acercando a Megatron al clímax, uno que quería disfrutar mirando la cara de su contrincante.
Retiró su cable empapado de lubricante y puso a Optimus boca arriba sin que este pudiera oponer resistencia y lo levantó de las piernas dejándolo acostado sobre la mesa y aprovechó la posición para depositar una mordida en su muslo.
Las mejillas de Optimus estaban manchadas de aceite que descendía de sus ópticos, pero estos no brillaban como solían hacerlo. Ya no lo miraban con deseo o amor; ahora sólo residía hostilidad y pena en ellos.
Megatron volvió a embestirlo, observando cómo al hacerlo, Optimus se mordía los labios y cerraba los ojos con fuerza para no mirarlo.
Sus fuertes dedos se apoderaron de aquel rostro y lo giraron para estrellar sus labios con los ajenos, recibiendo una protesta ahogada.
Megatron apoyó las manos en la superficie a cada lado del cuerpo de Optimus y tomó impulso para volver a embestirlo con desesperación, sin soltar sus labios dominados por la lujuria, incluso llegando a morderlo para evitar que se alejara.
Se sentía en la gloria estar dentro suyo, pero pese a ello, se sentía diferente, como si algo no encajara o no se sintiera bien del todo. Megatron temía y lo atribuía al rechazo constante de Optimus junto a sus miradas llenas de desdén. En el fondo ya presentía que su ex amante no quería aquello y no se sentía bien haciéndolo y eso sólo lo incitaba a continuar, hacérselo más duro y más rápido, hasta que pudiera escucharlo gritar su nombre y lo mirara suplicante con sus resplandecientes ojos azules.
El contacto de sus labios se rompió cuando el líder autobot giró bruscamente la cabeza y su contrincante le respondió mordiendo los cables de su cuello, produciendo un espasmo violento que lo hizo encogerse, lo que hizo que su válvula se contrajera, estremeciendo a Megatron quien no pudo evitar jadear pesadamente embriagado de placer.
Llevó una de sus manos a la cintura de Prime, rozando cada abertura y detalle tallado en su metal. Su mano se deslizó hacia su espalda baja, acariciando ardientemente esa zona, produciendo en sus adentros ondas eléctricas que viajaron hasta su retaguardia y demás sistemas íntimos.
—¡Ah... ! ¡Megatron, detente! —ya no pudo contener más su voz y gimió tan fuerte que llamó poderosamente la atención de quien había sido nombrado por primera vez desde que comenzaron la interfaz.
Ambos elevaron sus miradas, quedando a centímetros de distancia—. Termina con esto... Termina ya —Megatron intentó buscar en aquellos ojos la dulzura, la calidez o la adoración con la que Orion Pax solía ver a su antiguo yo, pero no encontró lo que buscaba. En su lugar, no había más que decepción y superioridad en el azul profundo de sus ópticos.
Entonces, recordó que ese individuo, al que alguna vez amó tanto, se había ido para siempre, pues él lo había matado con sus propias manos, ya fuera por accidente o a propósito, Orion estaba muerto y a quien tenía enfrente, no era más que un extraño que ahora poseía la fuerza y el espíritu de un guerrero, su alma había dejado de ser la de un imprudente obrero con sueños de grandeza.
Ya no era el mismo mech, pero al menos, su físico seguía siendo atrayente para sus ojos, su porte y su voz, eran algo único. Su mirada era intensa y su porte tanto serio como fuerte.
Quería dominarlo, doblegarlo y hacerlo gritar su nombre para que le suplicara por algo de clemencia.
Le introdujo dos dígitos en la boca, obstruyendo las palabras, siendo la misma cavidad donde sólo podía emitir gemidos y jadear entrecortado mientras lo embestía con fuerza.
No quería que cerrara su máscara, tenía que ver cada rasgo de su expresión cuando llegara al clímax.
—Uh... Pa... ra... —Megatron se derritió de placer ante su súplica y se descargó en el interior del Prime, sintiendo a este retorcerse al percibir el fluido cálido dispararse en su interior. Se retorció a causa de un espasmo que le produjo la calidez de ese líquido llenando su válvula y solo pudo cerrar los ojos sin dejar de temblar.
Su cable estaba pegajoso, pero apenas habían salido unas gotas.
Optimus jadeaba, mordiendo los dedos que aún invadían su cavidad mientras miraba con v¿pudor el desastre entre sus piernas, pero cuando Megatron se incorporó para mirarlo, específicamente su zona íntima, la rabia volvió a su rostro.
—¿Eres tan arrogante que ni siquiera vas a liberarte? Qué lástima... Peor para tí —Megatron tomó aquello como una ofensa, pero decidió no ceder ante el enojo.
Ahora que el Prime estaba en su poder, se tomaría su tiempo para torturarlo.
Eso pensaba hasta que una detonación cercana sacudió las instalaciones, haciéndolo perder levemente el equilibrio. Optimus vio una oportunidad en ese breve nano segundo y le dio una patada a su agresor, apartándolo unos metros para ponerse de pie y cerrar sus sistemas. Sus piernas temblaban, pero intentó ignorar la incomodidad entre estas y corrió hacia la salida.
—¡Prime! —Megatron lo persiguió mientras activaba el comunicador en su sensor auditivo—. ¡Decepticons, no permitan que Prime escape!
—¡Nos están atacando señor! —le gritó alarmado uno de sus subordinados en el exterior a través del aparato—. Es una detonación de energon en cadena.
—¡¿Y la prisionera?!
—Ella... No está, señor —con solo escuchar el reporte, a Megatron no le costó adivinar lo que había sucedido.
De alguna manera, Elita se las había arreglado para escapar al enterarse que su líder estaba en problemas y si era lo suficientemente audaz, (porque estaba segurísimo que lo era), había asaltado su almacén de energon y usado para crear una distracción, aunque breve, era justo la que Optimus necesitaba para que se escapara de sus garras.
Aunque el líder Autobot se topó con numerosos Cons en su camino, no le costó deshacerse de ellos debido a su gran fuerza y tamaño. En esos momentos, además de salir de ese lugar, su mayor preocupación era encontrar a Elita.
—¡Optimus! —como si Primus hubiera escuchado sus plegarias, escuchó su voz fuera junto al potente motor de su estado vehícular.
El exterior era un caos en llamas, disparos y una nube de humo que se desvanecería en cuestión de segundos.
Elita fue con preocupación hacia él y lo inspeccionó rápidamente para asegurarse de que no estuviera herido.
—¿Estás bien? ¿Te hizo algo? —Optimus no quería hablar; sobre todo porque no era el momento ni el lugar.
—Me alegra que tú estés bien.
—Tonto, no debiste venir solo.
—¿Y abandonarte a tu suerte? Que poco me conoces, Elita —ambos intercambiaron una sonrisa de complicidad y alivio antes de transformarse y acelerar a fondo, alejándose lo más rápido posible de ahí.
Cuando Megatron salió sin poder verlos, sabía que no tenía caso seguirlos, por ahora. Se tomaría las cosas con calma y esperaría el día en que Optimus finalmente terminara sometido ante él.
Los conflictos y choques entre Iakon y los exiliados continuaron, agravándose con cada encuentro, incrementando su hostilidad tras cada intercambio de palabras y antes de darse cuenta, estaban en una guerra.
Sin importar el paso de los años o la destrucción devastadora, las bajas y las heridas que aumentaban sobre sus cuerpos, Megatron y Optimus siguieron peleando, pero nunca con la intención de matar al otro, ya fuera inconscientemente o no, ambos muy en el fondo lo sabían, pero no se daban cuenta de ello, o no querían. Sabiendo que aunque se habían convertido en extraños, en el fondo de su spark, residía el recuerdo de los jóvenes mineros D16 y Orion Pax cuya esencia, aunque se creía perdida, aún vivía minusculamente en aquellos individuos. Esa misma esencia que los hacía desear volver a abrazarse cada vez que luchaban, que los hacía sentirse cerca el uno del otro cada vez que intercambiaban miradas y que en el fondo, lloraban por la distancia y la ruptura de su lazo, pero que jamás cederían al olvido. Pues aunque pasen siglos o eones, Orion Pax siempre estaría presente en la mente de Megatron como un anhelo del enterrado D16; así como este haría palpitar el corazón de Prime cada vez que lo recordara como Orion lo hacía.
Podían ser enemigos ahora, pero la anécdota de su amor estaría plasmada por siempre en las sparks de ambos líderes.
[ . . . ]
NOTAS: Lo escribí en chinga y con dolor de espalda, así que si ven algún error o falta de ortografía, ustedes perdonen u.u
La inspiración surgió de una vaga idea de cómo sería una secuela de ONE, pero con un chingo de YAOI, obvio.
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