Capítulo 3: ERES ESPECIAL
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El segundo día de clases había llegado. Caminaba por los pasillos de la preparatoria buscando a Hiraida, cuando a lo lejos vi venir a Marlene con su grupo de amigas. Me di la vuelta y salí al patio; no quería toparme con ella. Me senté en una de las banquetas, dejé salir un suspiro y cerré los ojos. ¿Por qué no puedo ser una chica normal?
La voz de un chico me interrumpió; era el mismo de ayer.
— Hola, Stella.
— ¿Cómo sabes mi nombre? — pregunté molesta.
— Cuando algo te interesa, investigas, ¿no? — se encogió de hombros.
¿Esperen? ¿Acaso intentaba decir que yo le interesaba? ¡imposible!
No respondí.
— ¿Qué haces? — preguntó.
— ¿Acaso no ves?
— Oye, no sé qué hice para que me trates así. Solo quiero ser tu amigo — dijo —. No tienes por qué ser grosera.
— No estoy buscando tener amigos — dije.
— A mi parecer, sí — sonrió —. Te parece si me das una oportunidad para demostrarte que puedo ser un gran amigo.
Suspiré; no perdía nada con eso, así que acepté. Seguro así dejaría de molestarme.
— Okey — respondí, mostrando una sonrisa falsa —. Pero quiero que primero me digas tu nombre.
— Alex — dijo —. Ese es mi nombre.
— Bien, bueno. Tú ya sabes que soy Stella.
— Sí, tienes un lindo nombre — sonrió.
— Gracias — respondí —. ¿En qué grado vas? — le pregunté. Era obvio que no acababa de entrar, pues se veía mayor que yo.
— En tercero; este es mi último año — sonrió —. Tú vas en primero, ¿cierto?
Asentí con la cabeza. Faltaban cinco minutos para que el timbre sonara y dieran inicio las clases, y no había señales de Hiraida. No quería ir a clases si ella no venía. Estaba por decir algo más cuando escuchamos que alguien exclamó:
— ¡Alejandro!
Volteamos y nos encontramos con el profesor de informática, un hombre de unos 45 años, cabello castaño con algo de canas, y que ahora que lo observaba tenía cierto parecido con mi nuevo amigo, Alex.
— Te veo luego — dijo Alex —. Me llaman.
— ¿A ti? ¿No te llamas Alex?
— Me llamo Alejandro — rió —, pero desde muy pequeño me dicen Alex, y ese — señaló al hombre — es mi padre.
— Okey — fue lo único que dije.
Alex se puso de pie, tomó su mochila y caminó hacia donde su papá estaba. El timbre sonó, y me dirigí hacia el salón donde tenía mi primera clase. Hiraida llegó minutos después; se había quedado dormida, por eso el motivo de su retraso.
En la hora del almuerzo, junto a Hiraida me dirigí hacia la cafetería para comprar la comida. Una vez que teníamos las bandejas con comida en nuestras manos, buscamos una mesa vacía y caminamos hacia ella. En una mesa cercana pude divisar a Alex sentado con otros chicos... y con... Marlene. Él me miró y sonrió; no correspondí a su sonrisa, solo me volteé y estaba dispuesta a sentarme.
Pero, por desgracia, una chica pasó detrás de mí y me empujó, provocando que tirara toda la bandeja de comida sobre mi ropa.
— Lo siento — dijo riendo.
— ¡Oye, ten más cuidado!! — exclamó Alex, parándose de su asiento y luciendo molesto.
— Fue un accidente — le dijo la chica riendo —. Además, personas como ella no deberían estar aquí — me miró con desprecio —. ¡Es un fenómeno!!
No pude aguantar las lágrimas y salí corriendo en dirección al baño.
— ¡Stella! — escuché que Hiraida me llamó, pero no me detuve.
Al llegar al baño me encerré y seguí llorando, sacando todo lo que sentía dentro. ¿Por qué nadie me quería cerca? ¿Por qué al parecer la mayoría me odiaba? ¿Por qué no podía ser normal como las otras chicas?
No sé cuánto tiempo pasé ahí dentro hasta que desde afuera escuché que alguien llamaba mi nombre.
— Stella, ¿estás ahí? — Era Alex.
Me asomé a la puerta de entrada.
— ¿Qué haces aquí? — pregunté cuando vi que se trataba de Alex —. Es el baño de las chicas.
— Lo sé, pero estaba preocupado por ti — me miró fijamente —. ¿Has visto a mi amiga?
— ¿Hablas de la chica de pelo rizado que por cierto es muy agradable?
— Hiraida se llama — suspiré.
— Sí, fue a la prefectura por lo que ocurrió y pidió un justificante para que entres hasta la siguiente clase.
— Me siento terrible — le confesé —. Pero igual debería acostumbrarme a esto, ya...
— ¿Por qué? — me interrumpió.
— Todos creen que soy rara, solo por mis ojos. Oíste a la chica decir que era un fenómeno y tal vez tenga razón. ¡Nadie quiere estar a mi lado!
— No digas eso — se acercó a mí y tomó mi rostro entre sus manos —. No hagas caso a lo que digan. Eres hermosa, eres especial.
Nuestras miradas se conectaron en ese instante. No dijo nada más y solo me abrazó. No estaba acostumbrada a recibir abrazos de personas que no fueran mi familia, pero en ese instante no me importó y acepté el abrazo de Alex. Era lo que necesitaba, un abrazo que me hiciera sentir que realmente había personas a las que les importaba yo y que no creían que era rara o extraña.
— No creo tener nada de especial — pronuncié mientras me separaba de él.
— Claro que sí lo eres — me miró fijamente mientras sonreía —. No dejes que los demás te digan lo contrario.
— Gracias, Alex — sonreí.
— He conseguido esto — me extendió una bolsa. Confundida, lo tomé y vi que había dentro. Era una nueva playera del uniforme, pues la mía se me había manchado toda de comida y, a pesar de que intenté limpiarla, se ensució más con el agua.
— ¿De dónde lo has sacado? — le pregunté.
— Como ya sabes, mi papá es profesor aquí, así que le pedí que si podía pedir una playera nueva con el departamento de uniformes. Le dije que era para mí...
— Alex, no tienes que hacer esto...
— Solo quería hacerte sentir bien luego de lo que pasó en la cafetería...
— En ese caso, muchas gracias.
— De nada — sonrió —. Te veré luego. Tengo que ir a clases...
Asentí.
Me cambié la playera y me puse la nueva que me había dado Alex. La anterior la metí en la bolsa y la guardé en mi mochila. Salí del baño y me dirigí hacia el patio, esperando que sonara el timbre para ir a la siguiente clase.
Todo el patio estaba despejado, pues todos estaban en sus respectivos salones, pero si iba a mi clase era obvio que no me dejarían entrar, pues ya habían pasado 20 minutos desde el timbre. Mi estómago empezó a rugir; no había comido nada y en ese momento la cooperativa ya estaba cerrada. Me reproché el no haber traído comida ese día. Ayer había llevado mi almuerzo, pero hoy mi madre tuvo que salir muy temprano por un compromiso que tenía y me dio flojera prepararme un sándwich, al menos, así que le dije que solo compraría comida.
Media hora después, el timbre sonó. Caminé rápidamente hasta el salón en busca de Hiraida. Cuando logré divisarla a lo lejos, pensé en correr, pero una chica se interpuso en mi camino.
— Déjame pasar, Marlene — le pedí.
— No, hasta que escuches lo que tengo que decirte — me miró sonriendo con maldad —. Alex es mío y no quiero que te acerques a él.
— ¿De qué hablas? — le contesté —. Él ni siquiera es mi amigo...
— ¿No lo soy? — escuché la voz de Alex detrás de mí.
— Alex, yo... — intenté decir algo, intenté decirle que había hablado sin pensar, pero él me interrumpió.
— Pensé que después de lo que había hecho por ti ya éramos amigos... pero... está bien, Stella... — desvió su mirada de mí.
— No, Alex, yo... — intenté disculparme, pero él ya se había ido con otros chicos.
Marlene sonrió triunfante y luego dijo:
— Lo ves, tú misma lo has alejado de ti y mejor así... porque no pienso dejar que él sea amigo de alguien como tú...
Me empujó y siguió caminando. Me quedé ahí parada por unos segundos, en los que pensaba lo que acababa de ocurrir. Alex había sido amable conmigo y yo, en cambio, solo lo había hecho a un lado. Pero, en serio, me daba miedo no saber con qué intenciones se acercaba a mí. Tal vez porque Marlene se lo había pedido para burlarse de mí.
Suspiré y caminé hasta el salón donde Hiraida me estaba esperando.
— ¿Qué pasó? — me preguntó.
— Nada — le respondí —. Solo Marlene siendo ella.
Hiraida me miró preocupada.
— ¿Estás bien? — me preguntó.
— Sí — le respondí —. Solo quiero irme a casa.
La clase terminó y nos dirigimos hacia la salida. No quería volver a la escuela mañana, pero sabía que tenía que hacerlo.
Aquí sigue la continuación:
Vaya segundo día que había tenido. Solo dos días y ya no quería seguir yendo a la preparatoria. Estaba considerando pedirle a mis padres que me inscribieran en una escuela virtual, pero conociendo a mi papá, me diría: "Tienes que tratar de ser más sociable...". Solo le pido a Dios que me ayude a superar todo.
Llegué a casa y me encerré en mi habitación. No quería hablar con nadie. Mi madre vino a preguntarme cómo había sido mi día y le dije que estaba cansada. No quise contarle lo que había pasado con Marlene y Alex.
Me acosté en mi cama y comencé a pensar en todo lo que había sucedido. ¿Por qué Marlene me odiaba tanto? ¿Por qué Alex se había acercado a mí? ¿Qué quería de mí?
Mi teléfono sonó. Era un mensaje de Hiraida.
— "Hey, ¿estás bien? Me preocupé por ti después de lo que pasó con Marlene."
— "Estoy bien, gracias por preguntar. Solo necesito un descanso de todo."
— "Entiendo. Si necesitas algo, no dudes en llamarme."
Me sentí agradecida por tener una amiga como Hiraida. Al menos ella me entendía.
Me quedé dormida pensando en todo lo que había sucedido. Mañana sería un nuevo día, y esperaba que fuera mejor que hoy.
N/A
HOLAA!!
Oigan, quieren que les muestre como imagino a los personajes. Si es así dejen sus comentarios aquí.
Bendiciones.
Atte: Paola R.
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