Capítulo 21
Dedicado a: Olgapatricia
Rachel estaba realmente sorprendida de ver a William ahí. Mientras él estaba embelesado, viendo lo hermosa que se veía con su cabello húmedo y sin una gota de maquillaje.
−¿Puedo pasar? −preguntó con una sonrisa encantadora y un poco burlona al ver el rostro de incredulidad de ella. Sonrisa que desapareció después de observar lo sexy que se veía con esa pijama de shorts, y se preguntó porque abrió la puerta sin ponerse una bata que la cubriera una poco más. Al menos, su cabello lo puso al frente para cubrir el área del busto, lo cual calmo un poco los celos que comenzó a sentir en ese momento; al pensar en que alguien más podría ver lo que era de él.
Porque ella era de él, lo fue desde el momento en que puso sus ojos en ella y lo confirmo los meses que estuvieron juntos. Ahora estaba ahí, dispuesto hacer lo que fuera necesario para recuperarla y para volver con ella; esta vez la quería por siempre.
Rachel aún no comprendía que hacia él ahí, si hacia menos de una hora lo había dejado feliz con una rubia colgada de su brazo. No sabía que decir, ni que pensar, por lo tanto, únicamente le hizo el ademan para que entrara. Mientras ella se dirigió hacia donde había dejado la copa de vino unos segundos antes y sin darse cuenta se la termino; probablemente por los nervios de tenerlo ahí.
William camino detrás de ella, deleitándose con la vista excepcional que ella le dio, al verla caminar de espaldas. La risa de William al verla depositar la copa vacía, por el evidente nerviosismo de ella, pero sobre todo por la mirada penetrante sobre su trasero, hizo a Rachel voltear a mirarlo con cara de reclamo al mismo tiempo que puso ambas manos sobre su cadera.
−¿Qué? No me puedes recriminar que este admirando tus hermosas piernas. −las cuales estaban más tonificadas de lo que él recordaba.
−¿Las piernas?
−Y un poco más arriba... −respondió riendo. −Es imposible no verte, cuando caminas enfrente de mí; sabes que tu hermoso trasero fue lo que primero me llamo la atención de ti y que es mi debilidad.
Él estaba ahí, tan simpático como si no se hubieran dejado de ver por un año, y peor aún, como si una hora antes no la hubiera ignorado por tener a una rubia colgada de él. Volver a verlo fue un shock, pero evito verlo para no ver a su acompañante; pero ahora que estaba ahí, pudo apreciar que estaba más atractivo. Lo único malo fue que su cuerpo reaccionó a su cercanía y sus manos parecían ser atraídas como imán, hacia él. Cuando se cansó de tratar de controlar su respiración y sus emociones, termino sonriendo por su comentario.
−¿Qué haces aquí...no deberías de estar cenando con todos los demás? −inquirió, todavía sorprendida.
−No me interesa estar con ellos, eres tú quien me interesa. −aclaró, esperando que su respuesta fuera suficiente; pero conociéndola, sabía que no sería así.
−Gracias por los flores, no tenías por qué molestarte. −dijo tomándolas de sus manos, sintiendo como intencionalmente rozaba sus dedos, poniéndola más nerviosa al sentir una sensación familiar que no sabía cuánto había extrañado, hasta ese momento.
El colocar las flores es una mesa para ponerle agua a una jarra de vidro, le dio tiempo para volver a regularizar su respiración y tratar de controlar sus emociones, evitando parecer una adolescente.
−No son tus favoritas, pero al menos no son rosas. −menciono fingiendo no darse cuenta del estrago de ella, pero feliz al ver que no le era indiferente y que ambos sentían lo mismo. Él también estaba nervioso, pero a él se le daba más fácil ocultarlo.
−Veo que aún lo recuerdas. – comentó ella con una genuina sonrisa.
−Recuerdo TODO de ti. −informó mientras se acercó hacia donde ella tenía la copa y sirvió un poco más de vino.
−¿Qué haces aquí William? −preguntó viéndolo a los ojos, al momento de aceptar la copa.
−Creo que es más que obvio, estoy con quién me interesa estar. −respondió mientras caminaba por la habitación, observando las muestras, las notas y los diseños en los que ella estaba trabajando.
Ambos amaban el diseño, y sólo les tomo un par de segundos comenzar a comentar sobre las nuevas tendencias y lo que más le llamo la atención de los productos nuevos; para emergerse en una conversación a los pocos minutos.
William al ver el diseño de Rachel en la computadora y los trazos que tenía a un lado de algunas muestras, comenzó a hablar de como las utilizaría él y en que lugares precisos las utilizaría. Ella estuvo de acuerdo con él y de inmediato comenzó a hacer cambios al diseño en las áreas que estaba indecisa.
Cuando termino de hacer los cambios y quedó satisfecha con el resultado se lo mostro, y él orgulloso asentó con la cabeza mientras su mirada bajaba de sus ojos a sus labios.
Trato de ser disimulado, pero supo que fue en vano, ya que deseaba tanto volver a besar sus labios.
−¿Me permites usar tu computadora? quiero mostrarte un plano y que me des tu opinión. −preguntó, para continuar con la conversación, sobre todo para entrar un poco más en confianza antes de que sus verdaderas intenciones fueran más obvias.
−Claro. −respondió emocionada viendo la agilidad con la que abría varios archivos para finalmente mostrarle sus planos, quedando fascinada; entrando de lleno en las preguntas, sugerencias, y opiniones. Mientras él comenzaba a hacer modificaciones y creando varias opciones, para al final coincidir con el mismo diseño; con emoción y una gran sonrisa.
Ambos hacían una mancuerna perfecta, eso no lo podían negar, al igual que la atracción que ebullía en ese momento entre ambos; mientras sus miradas bajaban de sus ojos a sus labios.
Rachel nerviosa volvió a tomar la copa de vino para darle un pequeño sorbo.
—¿Me ofreces un poco de tu vino?
−Claro, deja voy por otra copa. −dijo apenada por no haberle ofrecido antes.
−No hace falta. No me importa beber de la tuya, claro, a menos que tú lo hagas. – comentó tratando de descifrar la mirada inquisidora de Rachel.
−¿Qué pasa..., por qué esa carita? −preguntó al verla seria y pensativa mientras hizo el intento de acariciar su rostro.
−Te agradezco mucho tu colaboración y puntos de vista para mi proyecto; pero no me has dado una respuesta concreta de porqué estás aquí, y mañana me espera un día largo y deseo descansar. −expreso al momento de esquivar su toque.
−¿Aún no te ha quedo claro porque estoy aquí?− pregunto y al no recibir respuesta prosiguió.
−Porqué me interesas desde que te conocí. Porque te quiero a mi lado... te quiero conmigo como amiga, como compañera, como amante, como mujer, y si es posible como colega y socia. Con respecto a la colaboración, siempre es un placer crear a tu lado y aunque no lo creas, también aprendo de ti.
−Me cuesta trabajo creerte, especialmente cuando hace menos de una hora estabas felizmente acompañado. ¿Qué te hizo cambiar de parecer... por qué dejaste a tu flamante acompañante y decidiste venir a buscarme?
−Intenté olvidarte, pero no pude hacerlo; hoy cuando te vi en uno de los intervalos, creí que esta era la oportunidad perfecta para hablar de lo nuestro. Cuando decidí acercarme, te vi irte con un hombre y al ver que las horas pasaron y no regresaste, me cegaron los celos al pensar que tenías una relación con él. −Al ver que esa respuesta no fue suficiente para Rachel, prosiguió.
−Cuando supe que eran solo amigos, me sentí un idiota. No creí que fuera prudente venir detrás de ti, pero no quise esperar hasta mañana para hablar contigo; sobre todo, no quise seguir perdiendo el tiempo con una mujer que no me interesa. Estoy cansado de mujeres vacías, falsas, e interesadas.
−William. −dijo tratando de alejarse. No era inmune a él, dudaba que alguna mujer pudiera serlo. El tenerlo enfrente de ella, cuando no lo esperaba y después de la declaración que acaba de escuchar; la puso más más vulnerable que nunca.
−Rachel...si no volví a buscarte, fue porqué creí conveniente darte tu tiempo y tu espacio. Cuando me di cuenta de que tú continuaste con tu vida, yo intenté hacer lo mismo, pero fue inútil. Te quiero a ti , quiero una vida a tu lado. −declaro tomado con delicadeza el rostro de ella, para que viera la sinceridad en sus ojos.
Se perdieron en la mirada del otro y ninguno supo quién de los dos comenzó a besar al otro, sólo sabían que era un beso anhelado, deseado, y, sobre todo, de reclamo por todos los que no se dieron.
Cuando Rachel comenzó a sentir las caricias de William debajo de su pijama, supo que tenía que parar, antes de caer rendida al toque mágico de sus manos.
−Tienes que irte... esto no está bien. Estoy dándome un tiempo con alguien. −le informo después de apartarse de él y de recuperar el aliento.
William trato de contener una carcajada.
−Ambos sabemos que Leo perdió la oportunidad que tenía contigo.−dijo tratando de no enfadarla; ya bastante había tenido que soportar haberlo visto esa misma noche con aquella rubia.
−¿Estas enterado? – preguntó un poco sorprendida.
−Escuche algo. No quisiera estar en sus zapatos; pero me alegro porque eso significa que tengo una oportunidad contigo. −confesó con la característica confidencia que poseía.
−Estas muy seguro de que te la voy a dar.
−Lo estoy, porque algo me dice que no soy el único que siente esta necesidad de verte, de saber de ti, de tenerte a mi lado, de complementarnos; de volver a ser uno.
Si en realidad William estaba siendo sincero, lo menos que podía hacer ella era reconocer que él tenía toda la razón. No tenía caso que se engañara ella misma; lo que sintió o, mejor dicho, lo que no sintió a lado de Leo el par de meses que intentaron tener una relación, no tenía comparación con lo vivió con William. De hecho, esos meses únicamente sirvieron para afirmarle que Leo no era el mismo del que ella se enamoró en la adolescencia y que no podría hacer una vida al lado de él.
−Vayamos despacio −sugirió ella−, nos acabamos reencontrar y como te mencione, estoy dándome un tiempo... porque ofrecí darle el beneficio de la duda.
−Para mí está claro lo que sentimos, de hecho, podría jurar que es más fuerte e intenso que antes... Si lo que tuviste con Leo hubiera sido importante, no estarías igual que yo conteniéndote para no terminar haciendo el amor ahorita mismo.
Rachel no podía creer lo que acaba de escuchar, él tenía razón, pero no se lo iba a confirmar ni iba a ceder tan fácil. Tenían varias cosas que dejar en claro, antes de si quiera considerar regresar con él.
−Si estas tomándote un tiempo, como dices...Respeto tu decisión, pero eso no impide que sigamos siendo amigos ¿o sí? −pregunto con su peculiar sonrisa que derretía hasta el corazón mas frio y duro, con mayor razón el de ella que late enloquecidamente por él.
−Únicamente amigos. −aclaro evitando sonreír, ya que ni ella misma se lo creía. En ese momento no tenía una relación con Leo, y desde que se separaron dudo que pudiera volver a confiar en él. Ahora después de escuchar a William, estaba segura de que no había vuelta de hoja con Leo. A pesar de ello, no iba a correr a los brazos de William; aunque quisiera hacerlo, no estaba bien. No sin antes dar por terminada su disque intento relación con Leo, en persona.
−No sé tú, pero yo no cene y tengo mucha hambre. ¿Te gustaría acompañarme a cenar y dar una caminata nocturna? −preguntó, al notarla pensativa y ausente.
−No creo que sea una buena ida. – mencionó dubitativa.
Ahora que había vuelto a verlo y, sobre todo, al tenerlo frente de ella; supo que anhelaba su compañía, su trato y sobre todo la forma en la que la hacía sentirse mujer. Debía tener mucho cuidado de no cruzar la línea de la amistad y dejarse llevar por el deseo, por su propio bien y por su reputación.
La comida del hotel estaba buena, pero Rachel no quiso estar más tiempo a solas con William, por lo que decidió cambiarse de ropa para acompañarlo por las calles de Verona.
Tal como en el pasado, la compañía de William y conversar con él, se sentía tan natural. Después de acompañarlo a cenar, caminaron por las calles más pintorescas de la ciudad. En ocasiones el intentaba tomar su mano o abrazarla, pero ella sutilmente se apartaba de él.
−Recuerda, somos sólo amigos; no quiero dar de que hablar.
−Estamos en Italia, podemos hacer lo que queramos; nadie nos conoce.
−¡William! No fue en eso en lo que quedamos. −reclamó ella, haciéndolo reír pues sabía que no iba a ser fácil; pero le gustaba, al mismo tiempo que crecía su atracción y admiración por ella.
Al día siguiente, el grupo de americanos se volvió a reunir a la entrada de la conferencia antes de comenzar. Ese día William paso la mayor parte del tiempo al lado de Rachel, dejando claro que no tenía interés en otra mujer que no fuera ella; sobre todo, dejando claro a todos su intención de regresar con ella.
Horas más tarde, el grupo de americanos que aceptaron la invitación, estaban siendo trasladados a la finca en donde seria la boda de Francesco. La decoración y detalles desde el momento de entrar; le daba un toque especial y romántico. William al ver Rachel sonreír mientras admiraba todo, supo que ella puso su granito de arena en el evento.
William se sorprendió al ver a cuantos de los invitados Rachel conocía, pero lo que más le llamo la atención fue ver el cariño con el que la saludaban a ella y la calidez y bienvenida que les dieron a todos ellos.
−Voy a ir al baño, vuelvo enseguida. – comento Rachel a William al oído.
−Te acompañó.
−No es necesario.
−Yo creo que sí – dijo riendo al ver que estaba felizmente ebria. No la culpaba, el vino era uno de los mejores que él había probado y todos sus conocidos se encargaban de llenar su copa cada vez que la veía vacía−, además quiero pasar un rato a solas contigo.
Ante la insistencia de William, Rachel no pudo negarse, además de que estaba un poco mareada.
Mientras caminaban en ratos, William se detenía y le robaba un beso. En ocasiones ella lo esquivaba entre risas y otras simplemente correspondía.
−Sabes que está mal, ¿verdad?
−Más mal, está seguir separados cuando tú −dijo tocando su corazón con su pulgar,− sabes que no vas a regresar con Leo porque es a mí a quien quieres.
Rachel no contesto y solo comenzó a caminar.
−Atreve a negarlo, dime en mi cara que no sientes lo mismo que yo. Por que yo no logré olvidarte, el vacío que dejaste, únicamente acrecentó.
−No puedo.
−¿No puedes negarlo, o aceptarlo?
−Tengo miedo William.
−No eres la única que lo tiene. Yo no creía en el compromiso, ni la fidelidad. Mírame ahora, asqueado de cualquier mujer que no seas tú, porque sólo tú me haces sentir bien, sólo a tu lado me siento completo. Te quiero a mi lado, tanto en lo personal, como en lo profesional.
−Quisiera creerte, pero no puedo.
−Te entiendo, sé que te falle una vez, pero ahora soy otro. No tienes que darme una respuesta ahorita, sólo promete que lo vas a pensar...que me vas a dar la oportunidad. Té necesito tanto como el aire que respiro, el estar a tu lado es tan natural, es simple pero esencial; ahora que he vuelto a verte no me imagino una vida sin ti.
Rachel lo miraba incrédula, sorprendida, feliz y asustada a la vez.
−No nos niegues la oportunidad de ser feliz.
−No lo hago, sólo necesito un par de meses para terminar en buenos términos con Leo y para concluir un contrato laboral que tenemos.
−Si eso es lo que quieres, entonces así será. Ya esperé un año, que no espere un par de meses. −dijo tomando su rostro delicadamente antes de darle un corto beso.
−Quiero hacer las cosas bien... le di mi palabra de que iba a esperar para tomar una decisión y eso pienso hacer. Mientras lo hago, te voy a pedir que tú también mantengas tu palabra y que tengamos solo una amistad, por el momento.
−Si así lo quieres, así será.
−Gracias William.
Poco después regresaron y continuaron pasándola bien, cuando no bailando, conversando, guardando su distancia, pero sin apartar la mirada uno del otro.
Muchas gracias por esperar y continuar leyendo. No se ustedes, pero a mí me emociona la reconciliación de William y Rachel. En el siguiente capitulo sabremos que pasó con Leo.
¿Qué creen que pasó?
¿Creen que Leo y Rachel terminen en buenos términos?
MUCHAS GRACIAS a mis nuevos seguidores, en especial a:
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Sobre todo, GRACIAS por sus votos y comentarios, son mi mayor motivación para continuar escribiendo.
Los quiero,
Lynn Baez
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