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CAPÍTULO 18


¥ Ese instante ¥

No todos los secretos son para ser descubiertos. Algunos, habría sido mejor dejarlos enterrados.
Stefany Carrasco.

P.O.V Chloé.


Tic toc.

Tic toc

Tic toc.

El sonido intenso de algo parecido a un reloj me hace parpadear luego de un rato en el que había vuelto a ser conciente. Abrí los ojos y la poca iluminación no me dejó distinguir del todo el lugar en el que me encontraba.

Los recuerdos se volvieron confusos. Solo sé que estaba sentada en unas rocas en medio del bosque y unos espectros menores me rodearon, y luego... Luego...

¿Nicolás?

Una punzada de dolor atraviesa la parte trasera de mi cabeza en cuanto recuerdo lo poderosa que era la esencia de ese hombre. Pude diferenciar que era un espectro, pero con un nivel aún mayor. No había visto ese nivel en mi vida anteriormente.

Me espanto cuando una gota cae sobre mi frente y miro hacia arriba, las paredes rocosas me rodean en forma de una cueva un tanto espeluznante, vuelve a caer la gota y me levanto a toda prisa, notando que, lo que había imaginado como el sonido insensante de un reloj, era realmente el de una gota sobre mi cabeza.

Observo dónde había estado antes acostada y me sorprende ver una hermosa manta azul cielo con un gran grosor y preciosos decorados de flores en ella que parece fuera de lugar en medio de las paredes llenas de musgo y moho que le dan un tono algo oscuro. Camino a paso lento tanteando las paredes para no tropezar y caer con lo que esté en el suelo. Sigo el pequeño tramo de luz que aparece al final, aún estoy con la misma ropa con la que había salido de la cabaña al anochecer, a excepción del abrigo que había tomado por el frío.

Al salir por fin del camino empedrado que recorrí en esos minutos que me parecieron eternos, el aire fresco de la mañana hace que cubra mis brazos por el frío que los invade. Miro hacia atrás y efectivamente había estado dentro de una cueva que tiene mejor pinta desde afuera. Doy un paso más y jadeo cuando algo se incrusta en uno de mis pies, y es ahí donde soy más conciente de que he estado descalza hasta ahora. Avanzo como puedo para tomar asiento en una roca cercana que me encuentro y elevo el pie lastimado para saber que podría hacer.

No comprendo del todo este tipo de secuestro, y menos la razón por la que no he podido contactarme con Dustin. Nadie me vigila, nadie me esperaba fuera, y conozco este tramo exacto del bosque en el que estoy, no me sería difícil volver a casa. Pero ¿Por qué me han traído aquí en primer lugar? Sigo estando confundida.

Ahogo un pequeño grito cuando retiro el objeto pequeño pero filoso de la planta de mis pies. Duele un poco, y brota algo de sangre al ser retirado, pero aún así me pongo de pie como puedo y empiezo a avanzar.

—No creo que sea muy prudente seguir caminando en ese estado, querida.

Me detengo en seco al escuchar esa voz a mis espaldas. Respiro profundo y es cuando soy conciente de la escencia del ser detrás de mi, es el mismo hombre que me trajo a este lugar, sigue siendo el mismo poder, pero ¿Cómo no lo sentí antes?

«—Recuerda que debes mantener la concentración para que las esencias menos poderosas no pasen desapercibida, Chloé»

El recuerdo de las palabras de Dustin no hacen más que responder a la pregunta que me había hecho a mi misma. Pero aún no cobra del todo el sentido, porque, esa esencia sí es poderosa, y tal parece que lo suficiente para ocultar gran parte de sí.

Trago saliva y vuelvo a dar un paso más, y luego otro, y otro más para seguir avanzando, haciendo de oídos sordos a la voz a mis espaldas. Mi corazón está acelerado, y tanto mis rodillas como mis manos están temblorosas, pero sostengo mi vestido para evitar el temblor de mis manos, aún así me es imposible que pueda hacer que pasen desapercibidas.

«Dustin por favor ¿Dónde estás?»

Un sollozo involuntario sale de mis labios cuando pasan algunos minutos y no hay respuesta a mi llamado, sigo avanzando sin mirar hacia donde me dirijo, y antes de darme cuenta, tropiezo con algo de mi misma altura. Respiro profundo y levanto la mirada para saber de quién se trata, y mi respiración queda congelada en su sitio al encontrarme de frente con aquel espectro.

Sus ojos color miel me devuelven la mirada sin ninguna expresión en el rostro, su cabello es castaño claro, y cae con gracia sobre su frente, con excepción de su lado izquierdo, que en ese lado su cabello es más largo y cubre sus cejas y un poco su ojo, sus labios son de un rosa intenso, y su piel no es tan pálida. Retrocedo cuando por fin reacciono a lo cerca que está.

Pero apenas doy un paso hacia atrás, me sujeta de la muñeca con fuerza, aunque no la suficiente para lastimarme.

—¡Suéltame! —vocifero tratando de zafarme de su agarre.

Su mirada sigue posada en mi, y, en lugar de responder, solo se acerca y pasa sus manos por debajo de mis rodillas en la parte de atrás, pasa otro de sus brazos por mi espalda y me eleva del suelo.

Este es el momento en el que siento que si mi corazón pudiese volar, ya habría estado lo suficientemente lejos de mi.

—¿Pero qué haces? Ni siquiera sé quién demonios eres ¡Suéltame!

Me sigue ignorando y solo avanza hacia la roca que había dejado atrás hace unos minutos. Trago saliva una vez más y siento que de verdad será mi fin, Dustin sigue sin responder y no entiendo que se supone que quiere este hombre.

Al llegar a la roca, me deposita sin mucho esfuerzo sobre ella, intento ponerme de pie, pero con una de sus manos me da un tirón hacia abajo y vuelvo a estar sentada.

—Oye, de verdad, no sé quién eres, ni qué quieres, y estoy segura de que no soy quien buscas, te habrás equivocado —Empiezo un parloteo innecesario—, así que, por favor, no hagamos esto más incómodo y déjame ir.

Sus ojos, que en unos instantes estaban sobre mis pies descalzos, son elevados y caen directo en los míos, me quedo tan quieta y callada como me es posible, creo que ahora sí voy a morir aquí.

Mantengo la respiración cuando veo que lleva una de sus manos a los bolsillos de la gabardina que trae puesta, la había pasado desapercibida por el miedo que aún sigue latiendo en todo mi sistema. Retira la mano y en ella solo hay una pequeña tela y un envase pequeño color blanco. Dirige su mirada hacia mis pies nuevamente y toma el que se había lastimado, elevándolo en el acto.

—¿Suele ser así de habladora siempre, señorita?

Por primera vez en todo este tramo había hablado, parpadeo desorientada, y lo observo limpiar el lugar herido de mi pie con una tela muy fina, seguido, toma la envase y de ella sale una rara pomada azul, lo pasa con cuidado en la herida y finaliza atando mi pie con la primera tela que había sacado de su gabardina.

—Su guardián debería haberle enseñado que es mejor guardar silencio en momentos como estos. Podría haberla asesinado por el simple hecho de que me tenía cansado escucharla parlotear cosas sin sentido, señorita Chloé. —Suspira y se pone de pie.

—¿Quien es usted? ¿Que hago aquí? ¿Y por qué conoce mi nombre? —balbuceo minutos después de que lo veo cruzarse de brazos y quedar de pie frente a mi

—Son demasiadas preguntas, ¿Que no le acabo de decir que hablar de más no es una buena idea?

—Lo siento. —agacho la cabeza.

Lo escucho suspirar pero no me muevo.

—Soy Nicolás Fournier, no es de extrañar que no me conozcas, dudo mucho que tu querido guardián se hubiese tomado la molestia de contarte sobre mí. —empieza y levanto la mirada— las demás preguntas, pues, no tengo deseos en responderlas en estos momentos, tal vez algún otro día.

—¿Otro día? ¿Que le hace pensar que nos volveremos a ver? —cuestiono y casi al instante me arrepiento de abrir la boca por la mirada que me devuelve.

Es una sonrisa siniestra.

—Oh, querida Chloé, tu destino y el mío están conectados desde hace 200 años, y créeme, nos volveremos a ver, una y otra vez —sus palabras me paralizan a tal punto, que no soy capaz de moverme siquiera cuando vuelve a cagarme en brazos y empieza a emprender camino en la dirección que había tomado cuando quería huir —. Ahora vamos, estoy seguro de que Dustin estará feliz de verme una vez más después de tanto.

P.O.V Dustin.

Arrastro todo a mi paso al darme cuenta de que en esta ocasión no es un simple maldito paseo. Chloé ha desaparecido y no es una maldita coincidencia que algunos espectros estuviesen inconscientes cerca del lugar al que suele frecuentar cuando quiere despejar su mente o lo que sea.

Golpeo la arena con tanta fuerza que de ser un humano, me habría fracturado todos los dedos y posiblemente la muñeca.

Son las seis de la mañana y todos me miran expectantes. Bruno está un poco alejado con las manos en los bolsillos de sus jeans despreocupadamente, a su lado está una Luna asustada y con notable preocupación en su rostro, Leo no está haciendo sus bromas usuales y tampoco está sonriendo, también lleva sus manos en los bolsillos de su deportivo, Hanna está un poco más alejada con los brazos cruzados y mi mirada no puede evitar caer en el último individuo que está a pocos metros de mí con cara de pocos amigos en mi dirección, Derek.

Esa maldito angel, para donde será que se habrá metido en el momento en que mi querida Chloé desapareció

—Entonces, se supone que puedes saber cuándo está en peligro por la conexión de su mente y la tuya ya que eres su guardián, pero ¿Hasta ahora que son las malditas seis de la mañana no te habías dado cuenta que no estaba?

Y dale con que el ángel me quiere picar las bolas en estos momentos. Me giro en su dirección con la mirada fulminante.

—Tú no opines, que tampoco es como si hubieses hecho algo para impedirlo también. —le reprocho.

Sé bien que el único culpable aquí soy yo, pero no necesito que me lo recuerde ese incompetente.

—Ahh, ¿Ahora quieres hacer ver qué todos somos culpables? —Ni siquiera está sonriendo, y eso es aún más extraño en la manera en que me recrimina.

—¡No estoy culpando a nadie! —miento—, pero es realmente difícil que nuestra conexión no funcione en estos momentos.

Lo veo cruzarse de brazos.

—Eso solo nos lleva a una conclusión...

—No la digas... —lo interrumpí, amenazante.

—Que está en las manos del espectro mayor, justo del que tanto le has evitado hablarle.

—¡Maldita sea! —Me abalanzo sobre él y le lanzo un puñetazo que logra voltear le la cara, lo sostengo del cuello de su camisa y levanto el puño para incrustarle otro, pero la voz de Hanna me detiene.

—No creo que sea buena idea perder el tiempo en esta discusión en estos momentos, Dustin.

Dirijo mi mirada hacia ella y retiro mi puño y mis manos de su camisa con una lentitud desesperante. Sin querer admitirlo, sé que Hanna tiene razón, y Derek igual tiene un punto a favor. Pero me niego a que mi querida Chloé este en manos de ese espectro, me niego a perder a alguien más a manos de un maldito espectro nuevamente.

Si pierdo a Chloé, quemaré todo el maldito bosque hasta que no quede ni una sola criatura, ya perdí demasiado, no puedo perder algo más.

—¿Podemos simplemente salir a buscarla o nos quedaremos viendo pasar la vida como unos idiotas aquí? —vuelve a abrir la boca el irritable ángel.

Lo miro unos segundos para analizar algo de lo que no me había percatado desde hace unos instantes, doy un paso para estar todavía más cerca de él.

—¿Por qué te importa tanto? —pregunto con voz calmada.

Derek, por primera vez desde que me ha estado picando las bolas sonríe, sonríe en grande al responder.

—No te equivoques, demonio, esa torpe mortal es la que tiene el poder para acabar con esta estúpida misión, sin ella, estaríamos haciendo el ridículo, y si esta misión no termina, no puedo regresar a dónde pertenezco, y créeme, mis ganas de alejarme de todos aquí es más grande que mis intenciones de fingir desinterés.

Dicho esto, pasa a un lado de mí y camina directo fuera de las líneas que protegen la cabaña, como si nada. Aprieto los puños con fuerza y me dirijo hacia los demás.

—Vamos a buscarla —Sin un maldito plan, pero me niego a quedarme un segundo más sin saber dónde está—. Luna, te quedarás aquí, Hanna y Bruno, sus armas. Leo, espero que tus bolas de masoquista estén preparadas para un gran paseo.

—¿Quien eres tú, y que le hiciste al Dustin que conocemos cuando está Chloé? —me apunta Leo con una sonrisa en el rostro, definitivamente es un masoquista.

—Ese Dustin desaparece cuando alguien osa querer tocar lo que he jurado a personas importantes que protegería.

Me aseguro de que Luna entre a la cabaña para emprender mi caminata por el bosque, todos estamos en guardia avanzando por las caminos que ya no estan tan oscuros por el sol de la mañana que está empezando a salir.

Pocos minutos habían pasado cuando somos rodeados por espectros menores no tan lejos de la cabaña. Nos miramos entre sí y la sonrisa de Leo es como un conteo para abalanzarnos hacia todos ellos.

Hanna avanza con su arco y flecha un tanto peculiar sin dejar de apuntar a todos lados, lanza patadas a todo el que está muy cerca e incrusta con éxito algunas de sus flechas en los enemigos. Bruno no se queda atrás, su cara de aburrimiento mientras combate cuerpo a cuerpo con todo el que se le cruce parece tan típico en él.
Derek, a pesar de lo mal que me cae debo admitir que está dando una buena batalla sin esfuerzo, esquiva, golpea, lanza patadas, y cada movimiento lo hace como si no le costara ni un músculo.

Golpeo a unos cuantos espectros y los mantengo en la mira de Hanna, estos desgraciados no pueden ser destruidos con ninguno de nuestros poderes, por más poderosos que podríamos ser, por eso las flechas de nuestros cazadores, esas flechas están creadas con ese propósito, así que solo me encargo de noquear, y dejar a Hanna y Bruno dar el golpe final como cazadores de espectros y sombras que son.

Leo hace de las suyas y muestra que no es un inservible masoquista después de todo.

Estoy por golpear uno más, cuando escucho unos pasos despreocupados acercarse, todo se detiene, tal parece que no he sido el único en sentirlo. Los espectros menores retroceden, y no puedo hacer más que estar confundido. Miro a los chicos y están con la misma duda en sus rostros que yo.

—Por fin nos volvemos a encontrar decentemente tú y yo, Dustin.

La voz queda en el aire, y deja todo en un silencio exasperante, incluso pareciera que los árboles decidieron conspirar en darle protagonismo y no querer moverse.

No logro reconocer la voz, pero volteo lentamente para encontrarla y los recuerdos claros de aquel rostro y esa sonrisa aparecen en mi mente como combustibles para mí ira.

¿Ese maldito se convirtió en espectro mayor?

Todo empeora, aún más cuando veo en sus brazos a Chloé, descalza, y con una venda rodeando uno de sus pies que a leguas se logra ver rastros de sangre en el.

—¿Tú? —Es lo único que digo, jamás me imaginé que lo volvería a encontrar, no en un momento así.

—Así es guardián, aunque estoy seguro de que sería imposible que olvidaras al causante de que vieses por última vez al amor de tu vida —sonríe—, mejor aún, sosteniendo a tu nuevo ser importante ¿No? 

¡Maldito seas destino! Y maldito tú, Nicolás.



N/A

Wenassss


¿Que les pareció este encuentro?

¿Se lo esperaban?

¿Tienen dudas resueltas?

¿Dudas nuevas?

¿Por qué no has dejado tu estrellita si te gustó?


#SeLesQuiereDeAquiACarrasco.

Stefii fuera 🌹

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