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CAPÍTULO 13

La vida es equivalente al balance, si no existe un balance y al mismo tiempo una mezcla de todas las emociones juntas, no sería vivir, sería rutina.

Stefany Carrasco.

¥ Momemtos ¥

P.O.V  Chloé.

Un hermoso tupilan hace aparición en mi campo de vision y sonrío al seguir la direccion desde donde es extendida para encontrarme con una sonrisa que hace dar a mi corazon un vuelco.

«Tengo que buscar la manera de detener esto...»

Es lo que pienso, pero vuelvo a traicionarme a mi misma al verme devolverle la sonrisa.

¿Y esto, señor Nicolás?—cuestiono, tomando la flor para observarla detenidamente.

Sonríe, y da media vuelta antes de empezar a caminar con las manos detrás de su espalda con elegancia, como es de costumbre.

Lo sigo.

¿Como es que se ha dicho desde tiempos antiguos?—Se detiene luego de dos pasos, deteniendome a mi por igual y gira sobre sus talones—¿Una flor, para otra bella flor..?

Toma mi mano libre, se inclina levemente y deposita un suave beso en el dorso de mi mano antes de volver a su posicion actual y andar nuevamente sin ser consciente del revoltijo que ha causado con su simple acción.

Observo mi mano, la flor, y luego el camino por el que se dirige a paso lento. Y agradezco infinitamente que esté de espaldas para no avergonzarme de la gran sonrisa que se niega a quedarse oculta en mi rostro.

No se quede ahí señorita, vamos.

Voy.

Parpadeo y casi de inmediato sostengo mi largo vestido rosa para caminar con pasos un poco mas rapidos hasta llegar a su lado.

Acabo a su lado pensando que mientras pueda, y tenga la fuerza suficiente, voy a huir de este sentimiento.

No puedo, por nada del mundo, enamorarme del señor Nicolas, jamás...

Abro los ojos de golpe, confundida, y miro todo a mi al rededor para darme cuenta que el bosque en el que me vi antes es reemplazado por las paredes azules de mi habitacion, y cinco par de ojos puestos en mi persona.

¿Quien carajos se supone que es Nicolás?

¿Y tú por qué sonreías? ¿Verdad que sí soñaste conmigo?—Leo es el primero en acercarse.

Parpadeo desorientada.

¿soñar? ¿sonreír?

Hanna le pega un codazo y también se acerca.

—¿Como es que eso es lo primero que le preguntas después de estar desmayada, idiota?— posa una mano en mi frente.

—Pero quiero saber con quién soñaba—Se queja cuál niño pequeño con puchero incluído.

—No seas imprudente...— se interrumpe a sí misma y sacude la cabeza—, No, no, acabo de recordar que es parte de tu personalidad—lo empuja y toma su lugar—¿Como te sientes Chloé?

—Yo también quiero saber porqué sonreía eh—esta vez es Derek quien habla, lo miro sobre los hombros de Hanna y me sonríe sutilmente.

Aparto la mirada casi de inmediato.

—Estoy bien Hanna, y no Leo, no soñé contigo, y no sé porque sonreía Derek.

—¡Mierda!—soltó Leo.

Lo miro extraño cuando entra las manos en sus bolsillos y las vuelve a sacar vacías.

Derek le pega en la cabeza con dos dedos.

—¿Que haces idiota? quedamos en que me darías tus galletas de las que haría Hanna—Dice entre dientes.

—¿Por qué hoy todos me pegan?—se vuelve a quejar posando las manos en el lugar que recibió el golpe.

—No digas que todos, aún hay personas que no te golpean—Hanna se cruza de bazos—. Además, les dije que no soñaría con Leo, dije que sería Dustin.

Parpadeo por segunda o tercera vez desde que me he despertado con la boca abierta.

—No puedo creer esto. no soñé con ninguno de ustedes—pongo los ojos en blanco—soñé con...—me interrumpo, ni siquiera sé quién es Nicolás y menos recuerdo su rostro después de despertar—No, olviden lo, ni siquiera sé con quién soñaba.

—¡Mierda!—Esta vez es Hanna la que exclama.

Paseo mi vista por toda la habitación para encontrarme con Bruno en el sofá cerca a la ventana, como siempre, ignorando a todo el mundo, a Derek recostado de la pared junto a la puerta de brazos cruzados mirando a todos con una sonrisa y a Luna sentada en el mismo sofá que Bruno.

Al caer mi vista en la última, esta sonríe.

—¿Ven? Les dije que soñaría con algo más cursi.

—¿Como?—Me sorprendo—¿Tú también Luna?—pongo una mano en mi pecho, indignada.

—Lo siento pequeña Loi, pero era eso o ver a Dustin como perro rabioso sin saber porqué aún no despertabas—Leo se encoje de hombros.

—Gracias a Dios Bruno es leal—suspiro con dramatismo y miro en su dirección.

El susodicho levanta la mirada de su inusual libro al escuchar su nombre luego de ignorar a todos desde que desperté.

—Oh.. eso..  también aposté por las galletas.

Perdí la esperanza.

La naturalidad en su respuesta me hizo sonreír a pesar de que quise mostrar indignación en mi mirada.

Cuando estaba por responder la puerta se abrió de golpe llevándose consigo a Derek que estaba cerca y sorprendiendo a todos por lo repentino del acto.

—¿¡Por qué demonios nadie me avisó que había despertado!?—Dustin entra furioso y se acerca a grandes zancadas a mí —¿Estás bien? ¿Me reconoces? ¿Todo en tí está bien?

Toma mi rostro entre sus manos y me sacude con delicadeza mientras deja caer la lluvia de preguntas que ni siquiera me permite responder.

—Dus...—. Sostengo su rostro para detener sus sacudidas y lo miro directo a esos profundos ojos oscuros—Estoy bien, tranquilo. Sí te reconozco, y todo en mi está bien.

El parpadea, y suelta mi rostro para seguido de eso lanzarse — casi con demasiada fuerza— sobre mí y abrazarme fuerte. Me soprendo, pero envuelvo mis brazos a su al rededor y sonrío por la acción tan repentina.

La sala queda en completo silencio por unos minutos, me aferro al agarre de mi guardián porque no es muy normal que haga estas cosas, y a pesar de que en muchas ocasiones no me deja hacer lo que guste, o se aleje cuando está enojado como si el mundo completo tuviese la culpa, se preocupa de una manera que me hace saber que no estoy sola, sin importar dónde esté, sé con certeza que mi querido guardián vendrá.

Alguien se aclara la garganta pasado unos minutos y miro sobre el hombro de Dustin para darme cuenta que Leo es quien ha hecho el acto. Me separo de mi guardián con lentitud para ver a Leo levantar un dedo.

—Tengo una duda—Todos lo miramos con extrañeza—¿Por qué entraste por la puerta Dustin?

—¿Porque para eso está la puerta, tal vez?— responde Hanna con sarcasmo y Luna suelta una risita.

Leo posa las manos en sus caderas en forma de jarra con notable indignación en el rostro.

—Tomatito, sé que amas querer matarme, pero tómalo con calma—Apunta a Dustin—, y lo decía porque puede aparecer de la nada, pero en lugar de eso azotó la puerta.

Ahhh, si es cierto.

—Eso sí tiene sentido ¿Por qué lo hiciste demonio?—Apoya Derek.

Dustin se pone de pie.

—Tenía que hacer notar mi enojo, y apareciendo no se iba a notar a menos que golpeara a alguien al aparecer—Hizo enfasis en la palabra “alguien” mirando fijamente al ángel que no hizo más que poner los ojos en blanco.

—¿Quieres pelea justo ahora, demonio?

Dustin le sonrío.

—No hay problema.

Tanto Luna como yo pegamos un grito al ver la rapidez con la que se desplazaron.

Bruno corrió hasta posarse en medio de ellos justo antes de que el puño de Dustin impactara en el rostro de Derek, que también se había puesto en posición de batalla en menos de dos segundos.

La mano de mi guardián quedó extendida a muy pocos centímetros del rostro de Bruno, que por imprudente estaba en medio de ambos contrincantes. La habitación quedó en un silencio tenso. Yo sujetaba con ambas manos mi boca por la impresión.

—No sean tan infantiles como para empezar a dar puñetazos porque sí—La seriedad con la que Bruno habló al estar en medio dejó la habitación en un silencio más denso que el anterior.

Tanto mi guardián como el ángel bajaron la guardia y dejaron sus manos en sus bolsillos despreocupadamente.

—Recuerden que tenemos unas galletas que comer ¿No tienen hambre?—Luna es quien salva el momento de tensión adelantándose a salir luego de unos minutos dónde todos miraban la escena entre Dustin y Derek.

—Cierto, apostamos las galletas—Leo la sigue.

—Yo haré las galletas, y no vale la apuesta, recuerden que nadie ganó—Hanna pasa por mi lado desordenado mi cabello, le sonrío.

—No me importa como quedó todo, yo solo quiero galletas—Bruno los mira una última vez antes de seguir el mismo camino de los demás.

—¡Esperen!—Me apresuro en quitar las cobijas de mis pies y salgo casi corriendo de la habitación entre tropiezos—Yo también quiero de esas galletas que llevan el peso de apuestas a mi cuesta.

Bajo las escaleras lo más rápido que puedo, sosteniendo todo lo que está a mi paso para no terminar cayendo de bruces contra el piso.

—¿Creen que fue buena idea haberlos dejado solos después de que casi se matan?—Susurra Luna cuando estamos todos reunidos en la cocina.

—Como lo hagan, los dejamos encerrados por tres días.

La mirada de todos cayó en Leo al escuchar su propuesta.

Bruno despegó sus ojos de su libro por unos segundos para mirarlo con la misma expresión que teníamos todos.

—¿Si sabes que pueden aparecer y desaparecer dónde gusten, no?—cuestiona, y Leo parpadea, asintiendo.

—Tienes razón.

—¿Ya había mencionado que había que abortar a Leo?—Hanna ironiza— Si no lo hice lo digo, y si lo hice lo repito.

Luna ríe y se acerca a Leo, le hace señas de que se acerque a su altura, ya que es mucho más pequeña que él.

—Esta pequeño, hay que cuidarlo—Le acaricia el cabello cuando Leo estuvo a la altura suficiente para que pudiera alcanzarlo.

Hanna y yo reímos, y Bruno solo pone los ojos en blanco.

—¿Por qué siento que me estás tratando como perro?—replica Leo.

—No lo sientes, te tratan como perro.

Luna le pega un codazo a Bruno que lo hace mirarla con mala cara.

—Eso no es cierto.

—Si lo es.

—Que no.

—¿Entonces por qué le acaricias la cabeza de ese modo?—Alza una ceja.

—Ah, entonces así debería—Luna revoltea el cabello de Leo con la mirada fija en Bruno.

Leo salta de su lugar con cara de indignación y peina su cabello con sus manos.

—¡Luna! ¿Por qué me despeinas?

—Lo siento.

—Te perdono porque eres adorable pequeña Lu.—sonríe y sostiene a Luna de sus mejillas para depositar un beso en su coronilla.

—¿Ya terminaste de coquetear enjendro?—Hanna se cruza de brazos.

—¿Celosa tomatito?

—Ni en tus mayores sueños.

—También tengo besos para tí—Se acerca a Hanna con una sonrisa.

—¡No te acerques idiota!

Pero el muy pendejo si se acerca con una sonrisa en el rostro mientras Hanna se aleja tanto como el espacio en el lugar le permite.

Pongo los ojos en blanco y me acerco a Leo para jalarlo de las orejas.

—¡Ah! ¡Ah! Ya estoy tranquilo, ya estoy tranquilo...—Se queja mientras lo alejo de la pelirroja sin soltar mi agarre en sus orejas.

Lo lanzo tanto como mis fuerzas me permiten sobre el sofá y cae sentado acariciando las zonas afectadas por mi agarre.

—No seas tan sin vergüenza Leo.

—No seas tan agresiva pequeña Loi.

—Hanna por favor las galletas, necesito alejarme de tanta inmadurez.

La mirada de todos cae en Bruno, porque, quién más diría algo tan así más que él. Ese amargado, cortante y distante come libros no puede ser más empático. Pongo los ojos en blanco por segunda o tercera vez en el día, ya ni sé.

—Yo también quiero de esas galletas, aunque estaba dormida cuando se apostaron a mi cuesta, pero...

—¡VUELVE AQUÍ ANGEL INCOMPETENTE!

Me veo interrumpida por un grito proveniente de arriba, todos quedamos en silencio y con la boca levemente abierta, incluso yo, que tengo toda mi vida con mi guardián estoy sorprendida, no recuerdo haberlo escuchado gritar de ese modo jamás.

—¡Atrapame si puedes, demonio infeliz!

¿Pero qué..?

No tengo tiempo de reaccionar ante el grito en respuesta de Derek, cuando soy alzada en brazos y por instinto enredo mis brazos al rededor del cuello de quién me sostiene.

—Sujetate y cierra los ojos, torpe mortal— Susurra muy cerca de mi oído. Asiento y hago ambas cosas porque, me he estremecido al punto de querer sujtarme tan fuerte como me sea posible.

Pasan al menos dos minutos cuando...

—Ya puedes abrirlos. Y afloja un poco, que me ahorcas.

—Lo siento.

Aflojo de sopeton sin mirar muy bien dónde estaba, tan pronto como me doy cuenta vuelvo a sujetarme como si mi vida dependiera de ello y Derek suelta una carcajada que me sacude tanto a él como a mi.

Estamos a no sé cuántos metros de altura lejos del suelo y el muy imbécil no tiene la decencia de avisar, por poco y termino enterrada viendo pasar mi vida si no me hubiese sujetado de nuevo con fuerza. Estamos en lo alto, aún en el bosque de Mulhouse, ese dato lo sé porque los árboles que hacen el camino difuso están presentes en cada rincón.

Derek me sujeta en brazos mientras sus brillantes alas blancas nos mantienen arriba sin tanto esfuerzo, aflojo mi agarre solo un poco y abro los ojos para disfrutar de la brisa y la suavidad con la que vamos. Sonrío por una fracción de segundos hasta que una serie de pensamientos me hace mirar al ángel con acusación.

¿Será que me está secuestrando?

¿Adónde me lleva?

Me maldigo internamente por estar tomando todo tan relajadamente, por tener esa pequeña chispa que me dice que sí puedo confiar en él.
Lo miro un momento más y decido hablar, al menos habré intentado.

—¿Me intentas secuestrar?

Derek me mira por un momento, sonríe levemente dejando al descubierto su pequeño hoyuelo y luego niega volviendo la vista al frente.

—Eso no tiene sentido, mortal.

—¿Entonces adónde vamos?—curioseo, tentando a la suerte.

—Vamos al mundo de los simples humanos...

Por una fracción de segundos el corazón se me detiene, y luego empieza acelerar como si quisiese salir corriendo de la caja en dónde está asegurada. Sonrío sin poder evitarlo.

¿Será que sabe que siempre quise ir e intenta complacerme?

No no, eso es imposible, no hay razón para querer complacerme así de la nada. Seguro solo quería enojar a Dustin, o dar un paseo, o ir a visitar a alguien y necesita mi ayuda, o...

—Bajaremos aquí, no podemos pasar las barreras con alas.

Parpadeo al escucharlo hablar y me sujeto con fuerza al verlo descender tan de repente. Cuando sus pies tocan el suelo, guarda sus alas y me deposita sobre mis pies con suavidad. Apenas doy un paso un leve mareo me invade y tropiezo con unas ramas que ni sabía que estaban ahí, cierro los ojos lista para impactar con el suelo, porque, mi suerte para este tipo de encuentros es increíble. Pero ese cruel impacto nunca llega, en su lugar siento una suave textura que rodea mi cintura. Al abrir mis ojos me encuentro tierras y unas cuantas ramas en el suelo a pocos centímetros de mis narices, parpadeo desorientada y me asusto cuando siento un jalón que tira del agarre en mi cintura hacia atrás y caigo de espaldas en los brazos del ángel.
Derek se acerca y sus ojos celestes quedan fijos en los míos cuando sonríe y niega.

—Mortal, y torpe al fin y al cabo.

¿Qué?

No digo nada mientras lo veo volver a tirar de mi con suavidad y dejarme de pie a mi cuesta. Las piernas me tiemblan, pero hago lo posible porque no se note que mi cerebro acaba de tener un corto circuito por la intensidad de esos ojos celestes.

—Vamos.

Empieza a caminar en dirección a la salida del bosque y yo quedo en el mismo lugar, aún sorprendida y sin poder reaccionar del todo.

—No te quedes ahí mortal, vamos.

—Voy.

Reacciono, y apenas doy un paso, un recuerdo pasa por mi mente tan rápido como llega.

No se quede ahí señorita, vamos.

Voy.

¿Que? ¿Que fue eso?

Sacudo la cabeza y corro en dirección a Derek que se ha detenido una vez más para verme avanzar.

¿Que está pasando con esos sueños y recuerdos?

Desde que han llegado todos a la cabaña nada en mi cabeza está bien, esos extraños sueños que se han repetido en algunas ocasiones, parecen más recuerdos que simples sueños, pero es extraño, no recuerdo haber conocido a ningún Nicolás, o siquiera haber estado en esos lugares antes.

Y ahora un pequeño fragmento mientras estoy con Derek...

¿Que está pasando?

Y aunque en un principio no le quise dar tanta importancia a todo eso, pero ¿Quien será ese misterioso Nicolás..?















¿Por qué no has dejado tu estrellita si te gustó?

#SeLesQuiereDeAquiACarrasco.

Stefii fuera 🌹

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