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CAPÍTULO 11


¥ secretos ¥

La lucha más peligrosa y dañina, siempre es la que se tiene con uno mismo.🌿

Stefany Carrasco.

P.O.V Dustin.

20 años atrás...

El atardecer dejaba ver su inicio, mientras caminaba por la orilla del peculiar mar en Mulhouse. No había mucho al rededor, solo estamos el mar, la fresca brisa y yo.
Suspiro, caminando con más lentitud de la deseada, hace mucho no tenía compañía, era simplemente agotador ver pasar a todos frente a tus ojos, sin una pizca de posibilidad de poder al menos, salvar a uno de ellos.

La tranquilidad del lugar es agradable, pero yo decido salir de ese lugar porque, pensar no es uno de mis fuertes en momentos como este. Mentalizo un lugar diferente y en cuestión de segundos me encuentro fuera del bosque, a unos metros de el. Me mezclo entre las personas qué, desde hace mucho ven la entrada al bosque como algo irrelevante. Nunca intentan ver qué hay más allá de el, y tampoco notan cuando alguno de nosotros decide pasar de nuestro mundo al suyo. Y así tiene que mantenerse, crearía un caos irreparable que algún humano supiera de la existencia de aquellos seres que habitan en el bosque, ellos no lo saben, pero supongo que su instinto les evita algunas desgracias.

Avanzo por las calles por lo que parecen horas, ya está completamente oscuro y la cantidad de personas que antes había ha estado disminuyendo. Vuelvo a caminar a mi entrada al bosque, y en lugar de mentalizar algún lugar cercano, simplemente decido lo que hacía desde un principio; caminar.

—¡Jovencito, corra!

No me da tiempo a reaccionar cuando siento las manos de alguien arrastrarme consigo en dirección a la salida del bosque. Me desoriento por el tacto de manos diferentes sosteniendo las mías, pero eso no impide que corra, miro a mi izquierda y me encuentro con una mujer que a base de apariencia, podría tener unos cuatro o cinco años mayor que yo, su cabello es largo y negro, sostiene un bolso en su mano libre que no logro distinguir muy bien por las sacudidas que da todo su cuerpo al correr, no me mira, simplemente me sostiene con fuerza para impedir que me detenga.

Vuelvo mi vista a la derecha y me encuentro con un hombre que seguro tiene la misma edad de la mujer, es de cabello rubio, también me sostiene, y corre como si su vida dependiera de ello. Yo sonrío, y simplemente corro sin soltarme, tampoco es como si tuviese algo más que hacer.

El ambiente se pone denso apenas estamos a unos pocos metros para la salida del bosque. Tenso la mandíbula al entender al fin de que corrían estos extraños, una sombra empieza a tomar forma frente a nosotros bloqueando la salida y deteniendo nuestros pasos en el instante.

Termina de tomar su forma humana y maldigo internamente; malditos Espectros menores.

Estoy por dar un paso, pero ambos extraños me sostienen con más fuerza de la deseada. El hombre me da un leve apretón antes de posarse frente a nosotros con decisión.

—Yo seré su distracción, ustedes, apenas encuentren la oportunidad corran, corran sin mirar atrás ¿De acuerdo?—Nos susurra, dándonos un leve vistazo sobre su hombro.

La mujer niega, y deja caer el bolso de su mano libre para sostener la del hombre, por lo que veo, está decidida a no soltarme.

—No Lían, corremos o morimos juntos—miró en mi dirección mientras el hombre negaba—. Oye pequeño, te sostendré ¿De acuerdo? Apenas suelte tu mano, corres.

Parpadeo un par de veces desorientado. ¿Acaso ellos, están intentando salvarme?
Sigo procesando lo que está sucediendo mientras ambos mantienen una pequeña discusión sobre que me salvarán a mi o nos iremos solo la mujer y yo. El espectro hace un movimiento y tiro del brazo del hombre nuevamente a mi derecha justo a tiempo, ambos dejan de hablar y miran todo con temor, pero no se dejan intimidar, eso lo puedo notar.

Suelto todo el aire retenido y giro sobre mis pasos para empezar a correr en dirección contraria, está vez, soy yo quien los sostiene a ambos arrastrando los conmigo en el acto.

—¿Que haces? ¡No!—Se remueve la mujer—. Tú tienes mucho que vivir, déjanos aquí y vé a la salida.

Niego, evitando que una sonrisa irónica salga de mis labios, si supieran que en realidad a quien les falta por vivir es a ellos. Sigo corriendo con la certeza de que el espectro menor seguro nos ha de estar persiguiendo, o, en todo caso, buscando la manera de persuadirnos.

—Si, hijo. Por favor, déjame aquí y llévate a Clarisse a la salida contigo—suena casi a súplica la petición del hombre que ahora sé que es Lían. Pero me niego a soltarlos.

Son humanos, y esa es la razón por la que no hago desaparecer al espectro desde el momento cero en el que apareció; ellos no pueden saber de este mundo, aunque el espectro ya hubiese relevado parte de lo oculto en el.

La mujer, que también sé que su nombre es Clarisse tropieza, pero logro sostenerla antes de que toque el suelo, Lían se alerta y se acerca a ella para asegurarse de que está bien, ambos respiran agitados, y es más que obvio que no tienen la misma resistencia que yo.

Acerco a Clarisse a Lían y estiro mi cuerpo harto de tanto drama al sentir el aire volver a estar denso, indicando la llegada del maldito espectro que tuvo que arruinar mi momento de paz.

—Sostenla—Es lo único que le digo a Lían antes de dar dos pasos frente a ellos.

—¡No!—se altera Clarisse—. Yo no... Tu no tenías que estar aquí ¿Por qué no corriste a la dirección que te di? Al menos tú tenías que haber logrado salir...

Su llanto me revuelve el estómago, y aprieto los puños en furia, no era posible, no podía ser posible, pero ahí estaban, dos personas capaces de querer sacrificarse por alguien que apenas habían visto, dos personas con el corazón demasiado inmenso como para conocer las adversidades de este insípido bosque.

—Nadie va a morir.

Lanzo una patada directo al rostro del espectro cuando mis reflejos se llenan de alertas. No tengo lo necesario aquí para combatir a uno de estos seres, pero lo haré desaparecer a mi manera, a veces odio que la ley de nuestra naturaleza hubiese decidido que solo cazadores entrenados para cazar estos seres sean los únicos capaces de enviarlos a dormir una eternidad.

Esquivo un golpe y lanzo un puñetazo que lo desorienta por unos segundos, el muy maldito estaba intentando ir a por las personas detrás de mi.

Eso sí que no te lo permito imbécil.

Esquivo una patada a mi izquierda pero es mas rápido en lanzar una a mi costado que me quita la respiración por menos de dos segundos, aprovecha ese mínimo instante para sostenerme el cuello, pero sostengo su manos antes de que llegue siquiera a tocarme, me posiciono detrás de su espalda llevándome su brazo conmigo y lo golpeo detrás del cuello, se desploma frente a mí y suspiro feliz al darme cuenta que en su forma de humanos suelen tener casi los mismo puntos débiles que uno normal. Lo sostengo en brazos, desprendo mis alas y me alzo sosteniendolo para enviarlo lejos.

Tan pronto como lo hago y vuelvo a descender, tanto Clarisse como Lían mantienen sus ojos abiertos y fijos en mi persona de la impresión. No pasa mucho cuando los veo a ambos, desplomarse en el suelo al mismo tiempo.

¡Maldición! Había olvidado que me estaban mirando humanos.

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Termino de organizar lo que preparé en una bandeja, y subo las escaleras hasta una de la habitaciones vacías de este lugar, aún no comprendo cómo es que terminé en un lugar tan grande.

Me adentro al lugar y me los encuentro aún dormidos uno al lado del otro, deposito la bandeja en la mesita a su derecha y tomo asiento en el sofá frente a la cama.
La noche ya pasó, y luego de verlos desmayarse no me quedó de otra más que traerlos a ambos aquí, había cosas de las que hablar antes de enviarlos a su vida de humanos fuera del bosque de nueva cuenta.

Pasan una o dos horas más, y yo sigo sentado en el mismo lugar jugueteando con un bolígrafo que hice aparecer hace un momento. Suspiro, y estoy apunto de ponerme de pie cuando escucho un movimiento proveniente de la cama. Alzo la mirada y me encuentro dos pares de ojos fijos en mi persona, están tensos, lo puedo notar por la manera para nada disimulada en la que Lían rodea a Clarisse de manera protectora. Reprimo mis ganas de poner los ojos en blanco y en su lugar les sonrío.

—Pueden estar tranquilos, no les haré daño—Me pongo de pie y avanzo a la mesita en la que dejé la bandeja de comida—. Aquí tienen, pasaron mucho desmayados, deben tener hambre—Les paso la bandeja ignorando la mirada desconfiada de Lian sobre mí.

Y no lo culpo, hace unas horas intentaba salvarme pensando que era un chico normal que tal vez había salido a dar un simple paseo y terminó por accidente en el bosque, y no un ser con alas. Claro, eso deduciendo que aún tendrán la duda de qué soy exactamente.

—¿Que eres?

La pregunta de Clarisse me dejó desorientado.

—Un demonio.

¡Mierda! Esa no es la manera de alejarlos del secreto del bosque.

—Lo siento— finjo toser—Suelo ser demasiado directo en ocasiones.

Ninguno dice nada, la mujer me mira fijamente y yo me remuevo incómodo, es extraño que un simple humano me ponga inquieto con una mirada.

—Acércate—demanda y yo parpadeo.

—¿Qué?

—Que te acerques.

—¡Clarisse!—Le reprende el hombre —¿Que haces?

Ella se aleja con lentitud de la protección del hombre dispuesta a ponerse de pie, me acerco con rapidez para impedirlo. Me sonríe cuando estoy lo suficientemente cerca de su persona, acaricia mi cabello y luego baja la mano lentamente por mi rostro hasta posarla sobre mi mejilla.

—¿Como te llamas?

Me es imposible apartar la mirada, o apartarme yo más específicamente, y no puedo evitar sorprenderme con su pregunta.

—Dustin...

Continúa sonriendo, me sostiene ambas mejillas y se impulsa para depositar un tierno beso en la coronilla de mi cabeza.

—Es más que un placer conocerte, pequeño Dus...

El corazón me bombea con fuerza, y estoy totalmente seguro, de que si pudiese llorar en este mismo instante, estaría tal y como ella lo dijo, como un pequeño sobre su regazo sollozando por las décadas que jamás lo hice.

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Han pasado casi dos años desde aquel raro incidente con aquellos humanos en el bosque.

Me habían contado que solo querían explorar el bosque juntos, pero no sabían la razón de tan alocada idea de la nada. Cómo no podía enviarlos de regreso con tanta información los dejé vivir conmigo desde aquel día. Lian empezó a sonreírme con más confianza unas semanas después, parece ser un hombre difícil de convencer, y Clarisse, bueno, ella me trata como si fuera su preciado hijo desde el momento cero en qué me llamó pequeño, al principio me sentía fuera de lugar, pero con el tiempo empecé a sentirme como en casa, con compañía, unas gratas compañías.

Lian y Clarisse eran simples enamorados que meses después decidieron casarse, los hice aparecer en la ciudad para que tuviesen lo más cercano a una boda fuera de la cabaña. Fue simple, y me encargué de arrastrar a un viejo amigo para que sea el padre, y de paso, yo jugué el papel de padrino, madrina, y todo lo que se le pueda agregar.

Desde ese entonces, Lian también empezó a verme como si fuese su hijo, tampoco le quedaba de otra, porque Clarisse se encargaba de lanzarle cualquier objeto cercano para que me tratara como tal. Pero ni se crean, yo no me salvaba de sus objetos voladores tampoco.

Ellos se convirtieron en mi felicidad, por eso hacia todo lo que podía para darles lo que quisieran, mientras estuviera a mi alcance.

Y ahora estamos aquí, Lian y yo sentados en el sofá que da el frente hacia la puerta de la cabaña, tomando unos batidos que preparé por gusto.

—¡Mamá! ¿Dónde has dejado las pantuflas, mujer? —Me quejo al darme cuenta de que Clarisse está bajando las escaleras descalza.

Corro en su dirección para ayudarla a terminar de bajar las escaleras con lentitud.

—Voy por ellas—Se apresura Lían y corre escaleras arriba.

—Dramáticos—bufa Clarisse, y suspira con alivio al sentarse por fin en el sofá.

—Claro, claro, los dramáticos somos nosotros—. Aparece Lían y le da varias palmaditas en los pies a ella en señal de que los levante para ponerle las pantuflas.

—¡Ah..!—se queja cuando intenta levantar un pie.

—vale, no lo levantes sí...

—¡AH!

—Yaa mujer, que no te haré levantar el pie.

—¡AHHH!— La sostengo de prisa cuando casi se arroja sobre Lían—Creo que... Acabo de romper fuente...

Listo, esas palabras eran suficientes para volver pálido el rostro de Lian, y de paso, para que los gritos de dolor de Clarisse fueran más agudos.

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Detengo el andar de Lian por el hombros cuando creo que ya ha sido suficiente, ha estado muy nervioso desde que dejamos a Clarisse con una bruja para hacer el trabajo de parto. Estamos ambos fuera de la cabaña y no logramos escuchar nada de lo que está pasando.

Pongo los ojos en blanco al verlo desmayarse.

Al menos así estará mejor.

Lo sostengo, y con cuidado lo recuesto sobre la arena justo cuando unas sandalias muy peculiares se posan frente a mí. Alcé la mirada y me encontré a dos hombres de pie, de barba y cabello blanco relucientes observarme fijo. Me pongo de pie, y por sus grandes alas puedo deducir que tiene que ser un ángel con un rango mayor al que he visto.

—Hola, Dustin—El que está más adelante es quien toma la palabra, doy un asentimiento de cabeza a modo de saludo y me cruzo de brazos, esperando a qué continúe—. Yo soy el Arcángel Raguel, el encargado de la justicia, la imparcialidad y la armonía en este mundo, y estoy aquí para darte una información.

Cambio mi postura, hace mucho no tenía una conversación con alguien de allá arriba.

—Es una niña la que acaba de nacer allí dentro—, el arcángel continúa, y yo solo lo miro—La pequeña que ha nacido es la elegida para ser la siguiente Vistentt, y su esencia a elegido a un demonio como su guardián—parpadeo sorprendido, no recuerdo cuando fue la última vez que había escuchado hablar de una Vistentt—. El elegido para ser su peculiar demonio guardián, eres tú. Por ahora solo sabrás eso, más adelante necesitaré que subas hasta lo alto para darte todo lo que necesitas saber. Eso es todo.

Con eso último desaparecen de mi vista, dejando el ambiente natural que había antes junto con un sinfín de extrañas emociones circulando en mi cabeza. Un bostezo a mi derecha me hace reaccionar, y es ahí cuando logro captar que no se había desmayado por los nervios, sino porque era necesario. Lo ayudo a ponerse de pie, pero el rechinar de la puerta nos hace a ambos pegar un salto y correr hacia adentro al ver a la bruja salir y sonreírnos en asentimiento.

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—Que preciosa eres pequeña—susurro, cargándola con cuidado de los brazos de su padre.

Beso la mejilla de su madre y salgo casi corriendo con ella en brazos.

—¡Cuida de la pequeña CL!—grita Lían.

Pongo los ojos en blanco.

—¡Te recuerdo que ese es mi trabajo papá!—grito de vuelta—¡Y ya busquenle un nombre!

Sus risas del otro lado me hacen sonreír y continúo mi camino, la pequeña ya tiene un mes, y sus padres siguen con la incógnita de cuál será su nombre. Salgo fuera del bosque y apenas lo hago no dejo de recibir miradas de ternura de todos los que me pasan a un lado durante todo el camino, no los culpo, la pequeña CL es una bebe hermosa, el color de sus ojos parece querer adquirir el mismo verde de su madre, pero su cabello, su cabello tiene la misma textura que su padre, sin embargo, es azul, su cabello no es ni negro como el de su madre, ni rubio como su padre, es azul. Seguramente es parte de la peculiaridad que le pertenece por ser la Vistentt.

Sonrío y la balanceo de lado a lado, es tan pequeña, y da tantas ganas de apapacharla durante todo el día. Hoy estoy paseando con la pequeña, que por cierto llamamos CL, “C” de Clarisse y “L” de Lian, una cosa extraña, pero ya qué. Otra cosa sin sentido es que los arcángeles me pidieron que saliera con la pequeña a dar aquel paseo, no tiene sentido, pero acá estoy, porque ahora tengo trabajo, y no me molesta.

Al cabo de una hora, decido que ya es suficiente de tanto paseo y aprovecho que la pequeña está dormida para visualizar la cabaña y aparecer justo frente a ella en menos de dos segundos.

Respiro hondo y sonrío sin poder evitarlo antes de avanzar y abrir la puerta de par en par.

—¡Familia, ya estoy aquí...

Lo que veo me deja petrificado, sostengo a CL con un poquito más de fuerza para asegurarme de que las fuerzas no me van a fallar. Quedo sin aire por unos segundos, pero intento mantener la calma y me acerco a ellos con pasos lentos, negándome a verificar que lo que estoy viendo es cierto.

Dejo a la pequeña con cuidado sobre el sofá más grande y esta vez si corro en dirección a la mitad de la no muy grande sala. Me lanzo de rodillas en medio de ambos sin importarme que la sangre pueda manchar gran parte de mi ropa, su sangre.

—¿Que pasó?—deposito la cabeza de ambos sobre mis piernas, haciendo un esfuerzo sobrehumano para no romper todo a mi paso.

Esta mierda no me puede estar pasando. No otra vez...

Clarisse me sonríe, y tose un poco con dificultad dejando ver una pequeña hilera de sangre manchar su labio.

—No sé que eran...—respira—, pero solo nos han dicho que sabemos lo que no teníamos que saber acerca de la pequeña.

Miro a Lían, que también está en la misma situación de gravedad que Clarisse y niego, niego cuando sostiene mi mano con fuerza y sonríe. Sonríen como si estuviesen dispuestos a qué esto fuera una maldita despedida.

—Pequeño, lamento haber desconfiado de tí en primer instante, no debí luego de ver cómo nos salvaste, a ambos. Y muchas gracias por la compañía, nos hiciste muy feliz.

Niego otra vez, conteniendo me para no gritar.

No debí, no debí contarles acerca de este mundo y CL, no debí haberles dicho nada.

—Perdóneme, por favor—susurro con sinceridad acariciando la cabeza de ambos—No debí contarles, lo siento.

—No te preocupes muchacho—responde Lían sonriendo con debilidad—Fue lindo saber que nuestra pequeña sería alguien grande.

Y dolió otro poquito más. Me quise aferrar a ellos buscando heridas por todo su cuerpo, pero no habían, eso era seguro un trabajo de algún maldito espectro menor, ellos eran los únicos capaces de drenar la energía de humanos sin ninguna herida, pero eso no impedía que sangraran por la misma razón. No quería que fuera de ese modo, no estaba dispuesto a ver qué la pequeña no tendría el final que merece.

—Estarán bien, sabemos que la cuidaras muy bien—Esta vez fue Clarisse quien tomó la palabra—, ya te la habían encomendado, y es hora de irnos.

—¡NO!—Me exalte, no creyendo que estaba pr perder a alguien más—al menos... Al menos denle un nombre como recuerdo de ustedes.

Cómo recuerdo para mí también...

—¿Que nombre le habrías puesto tú?

—¿Yo?—ambos asintieron—. Yo no... Yo... Suena lindo ¿Chloé?

—Ahí está el nombre. Nuestra pequeña será Chloé Lombard—Confirmó Clarisse, y volvió a toser.

—No, No. El deseo tiene que ser de ustedes.

Lían apretó mi mano un poco más, era evidente que fuerzas ya casi no les quedaban.

—Nuestto deseo siempre fue que su nombre lo pusieras tú, como su guardián—tose, pero igual sonríe—Además, combina eh. CL, Chloé Lombard.

Reí en medio de mi dolor, como los voy a extrañar.

—Cuida de nuestra pequeña Dus, y fue más que un gusto permitirnos cuidarte, como nuestro hijo mayor—las lágrimas hicieron aparición en el rostro de ambos, y sonrieron antes de cerrar los ojos a la vez.

Los apreté contra mí, con fuerza, y escondí mi cara en medio de ambos. Porque ¡Duele, maldita sea! ¡Duele! Duele tener décadas, y amar a personas que no pueden quedarse contigo para siempre.

«Mamá...» Besé una de sus mejillas.

«papá...»  Besé su cabello.

«También fue un jodido placer haber estado con ustedes cómo su consentido hijo mayor...»

Esa fue la segunda ocasión que odié no poseer lágrimas que derramar...







N/A

Un minuto de silencio por los padres de Chloé.

(...)

Muchos de ustedes se estaban preguntando por los padres de Chloé, y bueno, acá les dejé a Dustin para que les cuente que fue lo que pasó.

El capítulo de hoy estuvo más extenso que todos los demás, pero bueno, era necesario. Andamos tristones gente, por eso no estan mis alegres comentarios.

Este capítulo dolió, pero eran cosas que no se podían cambiar.

¿Que les pareció el capítulo?

¿Que tal Dustin en P.O.V?

¿Tienen dudas?

¿Por qué no has dejado tu estrellita si te gustó?

(Puntito si también llegaron a querer a nuestro querido Lían y la queridísima Clarisse.)

Eso es todo por ahora.

#SeLesQuiereDeAquiACarrasco.

Stefii fuera 🌹

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