Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

CAPÍTULO 04


¥ Él ¥

Maratón 1/3

Esperar a que suceda un milagro, definitivamente a veces no era una de las mejores ideas. Pero en aquellas ocasiones dónde no tenías más opción podría valer, puede que la suerte esté de tu lado y funcione, y veas llegar a ti ese milagro.

No todos corríamos con la suerte, sin duda una bonita prueba de ello era yo. Me sucede con Dustin. Que durante estos últimos cinco días no había progresado nada, porque seguía reacio a contar alguna cosa que no supera de él.
Todos habían entablado conversación, incluso Bruno mostraba que se estaba adaptando un poco mejor al lugar, pues decía más palabras ahora, sin dejar de sonar indiferente.

Me desago de las cobijas que me cubrían con pereza para salir de la cama. Ya era un día más en el que Dustin siempre estaba atento a la entrada principal de la cabaña, como si estuviese esperando a alguien que ya había tardado mucho en llegar. No me esforcé en preguntarle, ya sabía que no iba a responder.

Me adentro al baño y tomo una ducha que no me toma más de diez minutos allí, o tal vez fueron más y no lo noté, no lo sé. Salgo de la habitación al terminar de vestirme y bajo las escaleras sin tanta preocupación para dirigirme a la cocina.
Al llegar medio sonrio al darme cuenta de que el desayuno ya estaba siendo preparado por Hanna. Me acerco bailando a su lado con una sonrisa que crece al ver que está por terminar y el exquisito olor cala hasta hacer mis tripas rugir en respuesta.

—¡Buenos días!—exclamé, más feliz de lo que imaginé.

—Buenos días—Se giró, sonriendo—¿Por qué tanta alegría?

Suspiré con dramatismo y solté una risita.

—Nada, nada. Solo que hace tiempo que no me despertaba encontrando el desayuno hecho ya. Olvidé lo bien que se sentía.

Soltó una leve risa corta, volviendo su vista a lo que hacía.

—¿Y Dustin? ¿Jamás lo hizo?—Preguntó y resople.

—¿Ese?—Bufé—Solo hacía algo así si me veía postrada en cama casi al morir.

Esta vez rio con más fuerza y más tiempo, sonreí por inercia, nuevamente, era reconfortante saber que la única chica en la cabaña no era yo. Hablar solo con Dustin de temas en específico porque habían temas en los que simplemente no respondía, no se le podría llamar conversación.

Me recargue sobre la encimera a un lado.

—¿Necesitas ayuda?—Pregunté luego de un rato al darme cuenta de que no lo había preguntado cuando llegué.

—No, tranquila—Negó y avanzó hacia la izquierda—. Mejor espera unos minutos para que me ayudes a llevarlo a la sala.

Asentí y continuamos hablando de temas irrelevantes como el clima en este lado en específico, y otras cosas más mientas terminaba de servir las tostadas y el tocino.

Terminamos de servir e hicimos lo posible por no regresar tantas veces a la cocina en busca de los platos. Llamamos a los chicos luego de aquello y se reunieron todos en la sala, cada uno sentado a extremos distintos, con excepción de Leo claro, ese inquilino se empeñaba en molestar a la pelirroja a como de lugar, así que terminó sentado sobre el sofá justo a su derecha, con una Hanna que se mostraba reacia a prestarle atención al chico.

Suspiré y tome siento a la derecha de Leo, lista para darle un codazo en las costillas en cualquier momento.

—Dustin—Lo llamó Bruno—¿Por qué siento que aún falta un inquilino aquí?

Giré la cabeza cuál exorcista al momento de escuchar la Interrogante, con la curiosidad incluso más latente que la vez anterior.

—Creo saber de quién se trata— Tensó la mandíbula al responder—Siempre tiene el descaro de llegar cuando le plazca.

Bruno asintió, y continúo en su tarea de terminar de engullir su desayuno, mientras yo quedaba a mitad ¿Un inquilino más? ¿Acaso era eso lo que Dustin ha estado esperando? ¿Por qué era tan ajena a toda esta situación? No, esa no era la pregunta, era ¿Por quien estaba yo en ignorancia con respecto al tema? Era más que obvio que el culpable estaba a unos metros decidido a no decir nada más.

Suspiré con pesadez y volví a tomar mi tostada para darle un leve mordisco con parsimonia, casi enojada.

—No estamos en alguna cena, pero —Leo irrumpió el silencio y tuve que girar el cuello en su dirección para saber con quién de todos los presentes estaba hablando, casi puse los ojos en blanco cuando noté que tenía la mirada fija sobre Hanna—¿Qué no te sirves de postre, preciosa?

Le encesté un codazo en las costillas apenas terminó la oración, soltó un quejido en medio de una risita.

—Tengo una mejor idea—Los ojos de Leo se iluminaron con la respuesta de Hanna, pero su brillo casi desapareció cuando agregó—¿Qué tal si hacemos huevos fritos? Ah, y tus huevos estarán en el menú.

Casi, casi palideció, pero en su lugar, ensanchó la sonrisa el idiota ese masoquista, cruzó un pie sobre otro.

—En ese caso, sería genial que les dieras un hermoso masaje antes de arrancarlos, se irían felices—Guiñó un ojo y yo volví a encertarle un codazo que lo dejó respirando con dificultad por un par de segundos.

Hanna lo miro con horror.

—Eres un asco.

—Estoy de acuerdo—Bruno se puso de pie—. Y creo que mejor me quedo en mi habitación, siento que estoy en un espacio muy...—Hizo señas con las manos para señalar a los individuos que tenían una muy peculiar conversación—... privado, diría yo.

Se giró y emprendió su camino en dirección a las escaleras.

—Yo saldré a caminar—Dije imitando la acción de Bruno de ponerme en pie.

—No puedes salir por ahí tú sola Chloé—Me detuvo mi guardián sobreprotector.

Bufé.

—A mí habitación iré entonces.

Hanna se puso de pie de un salto.

—Yo iré contigo a dónde sea que tengas o quieras ir.

Suspiré aliviada y le sonreí a Hanna por el apoyo. Me sonrió igual.

Miré a Dustin que asintió no tan convencido y me acerque a darle un abrazo fugaz.

—Creo que iré con ustedes.

—¡No!—Respondimos exaltadas, la cazadora y yo, negándonos a qué Leo nos complicara el camino con sus comentarios fuera de lugar y notablemente raros. Estaba loco, seguramente.

Leo sonrió, y me miró con falsa indignación.

—De Hanna lo acepto, pero ¿Tú Chloé? ¿Cómo me rechazas así? Eres cruel.

Solté una risita corta, y me acerque a darle un abrazo igual de fugaz que el que le había dado a Dustin. Jale de la mano de Hanna con apuro antes de que mi guardián considerase la idea de si enviar a Leo con nosotras, o, en todo caso, cambiar de opinión y decir que era mejor quedarme en casa a hacer no sé qué, pero era mejor.

Salimos de la cabaña y respiré aliviada al sentir el fresco aire combinado con el olor del mar, que estaba a cierta distancia, lejos de las líneas casi transparentes que protegían el lugar. Amaba el mar, pero Dustin no me permitía acercarme a él. Fue toda una odisea lograr que me dejase salir al menos una vez para hacer alguno de mis paseos nocturnos. Para ser tan frío, era un buen guardián, se aseguraba de mantenerme a salvo a como de lugar, aunque en el acto quisiera ahorcarlo porque tenía muchas cosas prohibidas. Ir a los extremos del mar por ejemplo, era una de ellas.

Avancé con intenciones de salir de la línea justo cuando una mano se cerró entorno a mi muñeca.

Giré a ver a Hanna y me mira con duda.

—No creo que sea buena idea dejar el campo—Aconsejó y sonreí.

—Tranquila, Dustin sabe que siempre dejo las líneas del campo, por eso no quería que fuese sola—Tomé su mano con delicadeza y la jale hacia mi dirección para señalarle un lugar un poco más allá— Mira allí, solo puedo llegar hasta donde está la roca, si paso eso Dustin estará en menos de nada a mi lado dispuesto a arrastrarme devuelta.

Rio un poco mirando la dirección que le había señalado.

—¿De verdad vendrá a arrastrarte?

—Oh, sí que lo hará. Ya lo hizo una vez.

Rio con mayor ahínco, y podría apostar a qué seguramente estaba intentando imaginar el espectáculo que pudo haber sido.

—¿Cómo sabrá que la pasaste? ¿Te puede rastrear o la roca es una soplona?

Me encogí de hombros.

—Pueden ser ambas, o ninguna. Pero no lo sé.

Volvió a reír y cedió a caminar por fuera de la línea con pasos lentos, como si quisiéramos que no se detuviese el tiempo, o que fuera un poco más rápido de lo que era. No lo sé, mi mente suele confundirme cuando ni ella misma sabe que es lo que quiere.

Seguimos hablando de cosas banales y sin sentido mientras caminamos con los pies descalzos para disfrutar de la superficie, terminé por contarle de aquella vez en la que Dustin me advirtió que no pasara la roca en dónde ahora estamos sentadas, y yo no le di tanto caso. Al final, terminé dando dos pasos después de la roca cuando Dustin apareció de la nada, me tomó de los muslos y echó mi cuerpo sobre su hombro como si fuese un simple saco de papas y emprendió el camino devuelta a la cabaña, conmigo pataleando y palmeando su espalda para que me bajara. Cuando al fin toqué tierra firme con mis pies esa vez, me apuntó con un dedo y me dijo que en una próxima me arrastraría, y le creí ¿Cómo no? Si ya conocía muchas de sus amenazas de cerca, tan de cerca que cumplió una que casi me dejó con hipotermia esa vez.

Hanna reía con premura mientras le contaba que no dejaría jamás que Dustin me amenazara, o, en todo caso peor, que llegara al punto de estar por cumplir con su amenaza, el idiota se tomaba muy enserio su papel cuando quería.

Hanna miró al cielo con una sonrisa, luego de recuperarse de su ataque de risa.

—Deberíamos volver, ya ha pasado mucho.

Asentí, y caminamos juntas de regreso a la cabaña en silencio. Al llegar, Leo levanto la vista en nuestra dirección, recostado en el umbral de la puerta con los brazos cruzados y una gran sonrisa adornando su rostro, di un leve masaje a mi sien en cuanto lo ví, y escuché el suspiro de Hanna a mi lado.

—¿Que tal el paseo chicas?

Hanna llegó primero.

—Apártate, ser insoportable—Pasó por su lado.

Yo la seguí, negando con la cabeza al ver que Leo sonreía aún más.

—¿Tú tampoco me saludas, Chloé?

Puse los ojos en blanco y me acerque a darle un abrazo fugaz.

—Ahora, déjame pasar.

Se hizo a un lado permitiéndonos el paso en el acto. Atravesamos el umbral de la puerta y nos encontramos a un Bruno totalmente concentrado en un libro, sentado en uno de los sofás.

Hanna pasó a mi lado sacudiendo su cabello levemente.

—¡Dios! Necesito agua—Bostezó perdiéndose entre la cocina.

Me acerco a Bruno y tomo asiento a su lado en el sofá, acerco la vista tanto como puedo para intentar ver el título, pero desistí cuando noté que el libro se alejaba lentamente de mis narices y yo casi caía de cara contra el piso. Levanté la vista y me encontré con los ojos azules de Bruno mirarme fijamente sosteniendo el libro en alto lejos de mis curiosos ojos. Carraspe, y me acomode con disimulo de nueva cuenta en el sofá.

—¿Necesitas algo de mi libro, Chloé?

—Solo quería saber que leías—Me aclaré la garganta.

—¿Y no se te ocurrió preguntar?—Lo miré, y él seguía sin despegar la mirada de mi persona. Me removí incómoda en mi lugar.

—Pues, no—Desvío la mirada por fin para continuar con su lectura, rasque la parte trasera de mi cabeza—¿Y que lees?

Ni siquiera levantó el rostro ante mi pregunta, solo ví el amago de una sonrisa asomarse por su rostro.

—No me digas que no lograste ver nada a pesar de casi meter las narices en mi libro—Pasó la página, con parsimonia. Me volví a remover en mi lugar.

—Pues no, lo quitaste antes de que pudiese verlo.

—Eres sincera y conciente, eso es bueno.

Dicho esto, se puso de pie, y subió las escaleras sosteniendo su libro pegado a sí, asegurandose de que no vea más allá. Bufé y giré mi rostro en dirección contraria.

—¡AH!—Grité, sosteniendo mi pecho por el susto de ver a Leo recostado en la pared a metros de mí cruzado de brazos y con una sonrisa en el rostro—Mi corazón va a sufrir un colapso a este paso...

—¿Acosando desde el segundo día Chloé?—Niega con la cabeza, aún sonriendo—No pensé que fueras de ese tipo.

—¡Solo quería ver el título del libro!

—¿Casi enterrando la cebeza en el?—Ríe señalando el lugar en el que antes estaba Bruno—Además, desde esta posición, parecía que querías enterrar la cabeza en otro lado.

—¡Leo!—Chillé, le lancé un cojín enseguida, y el muy imbécil materializó su cuerpo a humo, porque el cojín solo lo atravesó en el lugar de su rostro.

Soltó una carcajada escandalosa al tiempo que se acercaba a mi.

—Tranquila Loi, solo bromeo—Revolvió mi cabello sutilmente.

—¿Loi?—Alejé su mano de un manotazo.

—Me da pereza decir tu nombre completo.

Pongo los ojos en blanco.

—No sé que haré contigo.

—Amarme, obvio.

Volví a lanzarle otro cojín, pero antes de siquiera estar en el aire, Leo ya estaba corriendo a toda velocidad en dirección a la salida.

—¿Que fue...

—No digas nada—Interrumpí a Dustin, apenas apareció en mi campo de visión. Levantó las manos en señal de rendición y volvió a desaparecer.

Suspiré y me deje caer en el sofá. Escuché los pasos de alguien acercarse, abrí los ojos dispuesta a sacar a Leo fuera pero me tranquilice cuando fue Hanna quien apareció esta vez.

—¿Hacemos algo de comer?—Detuvo su andar a unos pocos metros de mí.

Me puse en pie de un salto.

—No hay ni porqué preguntar.

¥¥

Me pongo de pie y examino desde la puerta de mi habitación que todo esté en orden. Miro aquí y allá para asegurarme que no quedaba nada del desastre hace un momento.

—Así está mejor—Digo para mí misma y vuelvo sobre mis pasos para salir de la habitación conciente de que solo traigo mi pijama de colores y mi cabello envuelto en un moño mal hecho, pero está bien. Son casi las once, y a esta hora todos están en su habitación.

Bajo las escaleras, y me encuentro con Dustin de pie, con la vista fija en el gran reloj de madera que está a la derecha de la puerta, dato que, no había visto antes.

Me acerco y quedo a su lado.

—¿Que esperas?

—La hora exacta para hacer un reporte, no puede ser tan irresponsable—Me rodea con un brazo y besa la coronilla de mi cabeza antes de volver a poner toda su atención en el reloj.

Pasan unos diez minutos en los que termino sentada en el sofá más cercano también atenta al reloj, sin saber la razón.

Escucho pasos bajar las escaleras y abrazo un cojín con rapidez apenas. Giro en dirección a las escaleras y me encuentro a una Hanna en un pijama blanco con estampados de zanahoria en todas partes y el cabello envuelto en un moño medio hacer. Lleva un cojín en manos abrazado y se nota a leguas que está medio dormida.
Mantengo mi vista en las escaleras hasta que veo a Bruno, con unas bermudas y una simple camiseta blanca, desciende las escaleras con parsimonia revolviendo su cabello.

Mi plan de que "Nadie estaría aquí a esta hora" se fue a la mismísima mierda en menos de nada.

Suspiré, y estaba apunto de apartar la vista de las escaleras cuando Leo apareció en mi campo de visión vistiendo solo unos bóxers ¿Rosas? Si, un bóxer color rosa. Baja estirando su trabajado cuerpo con demasiada libertad, aparto la vista enseguida y solo escucho como termina de bajar las escaleras con más energía que los demás.

Todos se acercan, Hanna toma siento a mi lado, Leo se queda de pie junto al sofá, y Bruno pasa al siguiente que está a un costado con su libro en manos ¿Cuando llegó con el?

—Chicos, los llamé para...—Dustin detiene su discurso y detalla a Leo de la cabeza a los pies con una ceja en alto—Leo ¿Que no conoces la ropa?

El mencionado se encogió de hombros.

—Ya estaba así cuando diste tu llamada. Además, pensé que solo me llamabas a mí, porque bueno, fue telepáticamente.

—Cómo sea. Toma un cojín del sofá y cúbrete—Obedeció, y Dustin volvió su mirada al reloj. Solo faltaban dos minutos para las doce.

Me puse de pie, lista para caminar en dirección a Dustin, pero una leve sacudida me hizo quedarme en mi lugar, expectante. Hanna y Bruno se pusieron de pie, seguramente confundidos. Intenté dar un paso, pero un leve mareo me hizo sostener el sofá con fuerza.

—¿Estás bien?—Hanna se acercó, al notar que sostenía el sofá. Asentí,—Deberías sentarte, te estás poniendo pálida. Espera, traeré un poco de...

Su oración quedó a medias, porque en ese instante, la puerta se abrió de para en par con un estruendo, dejándonos a todos estáticos en nuestros lugares. Solté el agarre que tenía en el sofá para mirar hacia el lugar del estruendo.

No habia nada, pero Dustin seguía con la mirada puesta allí. No entendí, hasta que una leve presencia se hizo notar y el mareo se hizo más fuerte.

Un chico hizo aparición en el umbral con una gran sonrisa en el rostro. Su cabello... su cabello tenía el mismo color azul que el mío, y cubría gran parte de su frente, su piel era igual de pálida a la de Dustin, sus ojos son color celeste. Su respiración se nota trabajosa, a pesar de estar sonriendo en gran manera.

Empiezo a ver doble, pero hago el intento de acercarme un poco a Dustin.

—Llegas tarde—Sisea Dustin, notablemente enojado

—¿En serio?—Pregunta en su lugar—Yo pienso que acabo de llegar justo a tiempo.

Su mirada cae sobre mí, justo cuando pierdo la fuerza en mi pies, y mis ojos ya no son capaces de mantenerse abiertos. Lo ví acercarse en cámara lenta, pero sabía que se había acercado a paso veloz, luego de eso, solo hubo oscuridad.

Pero no quería cerrar los ojos, no sin haber preguntado quién era él...


N/A

Aún falta sorpresa espectritos.

Y

¿Por qué no has dejado tu estrellita si te gustó?

Continúa con la lectura>>>

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro