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Capítulo 52


Narrador omnisciente. 

Ha llegado el día de la boda. 

El momento más importante en la vida de Iris, quién esta apunto de unir su vida para siempre con Vladimir el hombre que ganó su corazón, la apoyó y estuvo a su lado en los días horribles. Ese que nunca soltó su mano. Aquel que con sus palabras supo comprenderla y amarla. 

Iris está convencida de estar haciendo lo correcto. Le debe mucho a Vladimir, quizás sea por eso que no duda al instante de entrar en la pequeña iglesia del pueblo donde los invitados aguardan de pie. Ella camina con gracia sobre la alfombra de terciopelo roja, su mirada recae en los ojos de su prometido. 

Mientras tanto, no tan lejos de aquel lugar un hombre aguarda noticias de un viejo amigo. 

--Es hoy. --le informa.

--Lo sé. --contesta él.

Sus pensamientos son tan confusos. Lo que quiere hacer puede arruinar la felicidad de una mujer que aprecia con todo el alma, mantener su silencio sería el gesto más noble y amoroso que tal vez haga para con ella. Y sin embargo, sigue sin tomar una decisión.

--Hazlo. --interviene su amigo--. Sé egoísta, ya da lo mismo. 

Él lo miró resignado. 

No era lo correcto, pero tenía que hacer un último intento a pesar de todo lo que sentía por dentro, fue por eso que dentro de poco se vio adentro de la iglesia con su particular máscara interrumpiendo la ceremonia. 

Todos murmuran, nadie conoce al enmascarado a excepción de dos hombres presentes uno a cada lado de las dos personas que él aprecia. 

--Largo. --ladró el prometido, quién empezó a sudar. 

--Tanto le temes a una sabandija. --siseó, mirando al hombre que sostenía en una de sus manos la de aquella mujer que el enmascarado amaba. 

Aquella voz le era familiar a muchos, en especial a la novia. 

--No puedes casarte con este hombre. --le dijo--. No te conviene, vas a sufrir a su lado además yo te sigo amando con todo el amor que siempre jure tener hacia ti. 

A la mujer le temblaba los labios, por lo que no emitió palabra alguna.

El hombre prosiguió:-- Es un criminal del que te debes cuidar, --aseguró, tragando grueso y viendo fijamente a la novia se quitó la máscara dejando ver sus cicatrices--. Él..., me hizo esto.

En la iglesia hubo tal conmoción por la noticia que durante unos segundos nadie habló. Ella estaba estupefacta miraba a su prometido y al hombre que alguna vez amó, o más bien seguía amando aunque se esforzara en negarlo. No podía ser cierto.

--No le creas. --pidió el hombre a su lado--. Me conoces, sabes que te amo y nunca cometería tal atrocidad. 

Eso era cierto, lo conocía y el hecho que él aprovechara un desafortunado incidente para dañar la imagen de su prometido a sus ojos le parecía ruin y miserable. Así que, no podía confiar en él. Sus mentiras no iban a dañar su felicidad. 

Iris se armó de valor, decidió bajar los escalones del altar para ir a parar junto Axel. 

--Iris, por favor, amor debes creerme. --gritó Vladimir, con la esperanza de que se detuviera pero no hubo resultado, ella siguió andando. 

Y, frente a todos los invitados (su familia y amigos) hizo algo que ninguno esperó. Abofeteó a Axel. El golpe fue tan fuerte que resonó en los muros de la iglesia, el rostro del susodicho se volteó debido el impacto. 

--No tienes ningún derecho en venir a irrumpir en mi boda con falsas acusaciones, --masculló, enfadada--, estoy segura que no tienes apruebas de lo que acusas a prometido. --aseguró ella, mirándolo de forma despectiva--.Te dije que me dejarás en paz, no te amo, no te quiero en mi vida desaparece de una buena vez.

Él no daba crédito a lo que sus oídos escuchaban. Intento tomar su brazo pero Iris retrocedió, ella no tenía nada más que decir avanzó nuevamente hacia el padre y le pidió que siguieran con la ceremonia. 

Axel, se sentía impotente. 

--Te vas arrepentir. --anunció, muy seguro de sus palabras--. Y cuando lo hagas ni se te ocurra venir a buscarme. 

Después abandonó la iglesia. Una persona lo siguió mientras el caminaba hecho una furia, llegaron hasta la playa él era consciente de su presencia por eso la guio hasta ahí. 

Ninguno de los dos habló, ella no sabía que decir y él no quería hablar de lo que le sucedió.  Pero no hicieron faltas las palabras, ella avanzó hasta donde el se encontraba y lo abrazó con mucha fuerza. Ambos se deshicieron en lágrimas; él por el evidente rechazó de Iris y ella por todo lo que él debió haber sufrido solo. 

--Idiota, debiste hablarme. --le regañó luego que el llanto se esfumara.

--¿Crees que quería que me vieras en este estado? --cuestionó el--. No sabía que decirte, por lo que opte por alejarme. 

--Y decidiste sufrir solo. 

--Nada hubieras podido hacer tu. --alegó--. Además soy consciente de los problemas que ya tenias, no quería ser uno más. 

--Tu nunca vas a ser un problema para mi Axel, eres mi mejor amigo. 

--No quería ser visto por nadie. 

--Por eso desapareciste. --afirmo ella--. ¿Alguien sabía de tu paradero?

--Solo dos personas. 

--¿Quienes? --preguntó ella--. Dime, ¿las conozco?

El asintió. 

--Una de ellas me llevó una fotografía tuya sin yo habérsela pedido, --le informó, su mente trabajaba a toda velocidad recordándole a la única persona que exigió una foto suya--, la otra vino a ese lugar para buscar ayuda. 

--Dime sus nombres. --exigió, y sin saber porqué un escalofrío se instaló en su cuerpo.

El suspiró. 

--El piadoso, --ese nombre ya ella lo suponía pero era el otro el que le causaba intriga--. No creo que sea necesario que sepas el otro. 

--¿Por qué no? --inquirió ella a la defensiva--. ¿Conozco a esa persona? Es por eso que no me lo dices. --terminó concluyendo ella, pero de tantas personas que conocía no podía dar con una que representara la descripción que él le dio. 

--Aylis...

--¡DIMELO, YA AXEL!

Él frustrado se pasó las manos por el rostro. Ella se plantó justo debajo de él sin dejarse intimidar por la diferencia de altura entre ambos. 

--No necesitas saberlo, --aseguró--, no pienso decírtelo. 

Ella se mordió el interior de la mejilla disgustada. 

--¿Por que no? --cuestionó, furiosa como estaba al recordar todo lo que ella sufrió con su desaparición pensando en lo peor, --. ¡TU! --le pegó en el pecho--. No tienes ni idea del daño que me hiciste cuando te fuiste sin dejar rastro, no sabes cuántas lagrimas derramé por ti  ni hasta donde llegué para saber de ti.

--Si lo sé. 

--No, evidentemente, no lo sabes porque sino me dijeras la verdad. --ella había empezado a derramar lágrimas, pero esta vez era por lo enojada que se encontraba--. Tuve que ir hasta el Piadoso a rogarle ayuda, caminé horas buscándote por todo el maldito pueblo y me vienes a decir que no necesito saber quién sabía de tu paradero mientras yo me moría de angustia.

--Nunca te pedí nada. 

Ella se alejó, un puñetazo en la cara hubiera dolido menos. 

--Es verdad, no lo hiciste --afirmó ella--, pero yo fui tan tonta en imaginarte mal, en creer que me necesitabas..., --una risa sin gracia sale de su boca--, no puedo creer lo equivocada que estaba. 

--No es eso, --se opuso él--. Aylis, no intentes hacerme ver como un malagradecido. 

--Eso es lo que eres, un vil malagradecido al que le importa más guardarse un nombre que confiar en mí. --replica, arisca. 

--Es por tu bien. 

--A la mierda mi bienestar, quiero saber quién demonios sabía de tu paradero y no fue capaz de decírmelo. 

--Esa boquita.

--Estoy hablando en serio, Axel. 

Él lo sabía. 

Suspiro con pesadez, resignado. 

Tenía que decirle, aunque la lastimara en el acto. Ella era su mejor amiga, su luz de mar  la que sin importar qué estuvo ahí para él. Quién decidió empezar una búsqueda por su desaparición y fue hasta el lugar más temido del pueblo buscando ayuda ya qué, sola no conseguía nada. Se lo debía, por lo que ella hizo por él, pero más que nada porque aguardar ese secreto a la larga podría destruir su amistad. 

--Solo sé que el muchacho te quería y fue en busca de ayuda, él recurrió al Piadoso. 

Y en eso algo hace clic en su cabeza. 

No. 

No podía ser verdad. 

--Al fin te encuentro, sirenita. --dijo una persona que recién llegaba, estaba cansado y sudoroso. Ella no podía creer en lo que Axel acababa de decir, lo miró mientras sus ojos se llenaban nuevamente de lágrimas. Parpadeó para alejarlas, inhalo airé con fuerza porque este no quería entrar en sus pulmones. 

Gael no pudo mentirle, el no pudo hacer eso. 

--¿Aylis?, ¿te encuentras bien? --preguntó Gael, preocupado. 

--Dime que no es cierto, --le pidió--, dime que tu, de todas las personas tu, nunca me engañarías.

--No sé de que hablas, cariño ¿qué sucede? --preguntó él con voz suave.

--Lo que sucede es que mi novio, me vio la cara. --afirmó ella, trémula--. Tu, tu sabías sobre el paradero de Axel y nunca me dijiste nada. 

--Los dejaré solos. --anunció Axel, antes avanzar hacia las olas.

--Las cosas no son cómo te la estás imaginando. 

--Ah, no. Entonces cómo son. --cuestionó ella, acercándose a él.

--Supe en dónde estaba cuando fui a buscar ayuda porque estabas encerrada y Fabrizio no quería liberarte. --relata Gael--. No sabía que él era Axel hasta que minutos más tarde el Piadoso lo llamó por su nombre, y si no te lo dije antes fue porque él me pidió que no dijera nada. 

--Y preferiste hacerle caso a él. 

--En ese momento, cuando tu vida estaba al borde la muerte créeme que Axel me importaba muy poco y después de que estuviste bien  tampoco me preocupe por él porque la única que me interesa eres tú, siempre ha sido así y siempre lo será. 

--Pero...

El tomo su rostro entre sus manos. 

--Si quieres que me disculpe por haberte omitido esa información, me disculpo. --indica él--, pero te reitero que solamente me importabas tú, con ver que él estaba con vida era suficiente para saber que no tenías porque preocuparte. 

Ella asintió y lo abrazó. 

Él acaricio su cabello mientras se abrazaban. 


🧜💚


A la orilla del mar, sentados en la arena se encuentran Gael, Axel y Aylis.  Axel no le contó sobre lo que vivió a causa de su rival de amores, solamente le dijo que él estuvo ahí para defenderla las dos veces que fueron necesarias. La primera al sacarla junto a Gael de la celda y la segunda al impedir que Luis la asfixiara. 

Aylis sabía que este día no iba a resultar agradable para su mejor amigo (aunque desconociera donde estaba), y lamentablemente sus sospechas con respecto a su cuñado resultaron ser ciertas, porque a diferencia de su hermana ella coloca las manos al fuego por su mejor amigo. 

Esta anocheciendo, la luz del sol refleja sobre el cielo sus últimos colores (naranja, rojo y un ligero tono violáceo) se observan desde su posición. Cada uno de ellos se encontraba sumido en lo revoltosos que podían llegar a ser sus pensamientos. Axel era el más afectado, debido a los acontecimientos del día, Aylis solo pensaba en su amigo y en cómo podía hacer para ayudarlo a sanar. Y, por último Gael, temía no tener suficiente tiempo junto a la morena antes de que esta se marchara a Nueva York persiguiendo sus sueños. 

Aunque la marea de sentimientos embargaban el corazón Aylismar fue la primera en hablar.

--Deberías ir con tu madre, ella te necesita. 

--Lo sé, --concordó él--, no quiero preocuparla pero esto no es algo que se pueda evitar. 

--Es tu madre, ella no te va a juzgar por unas cicatrices. --le dijo ella en tono amable.

--La convenceré para largarnos de este pueblo, aquí ya no hay nada para nosotros. --ella asintió, era lo mejor para ambos, sobre todo para Axel.

--El tiempo te ayudará a olvidar, sé que lograrás sanar pero debes irte lejos de este pueblo. --observó la chica--, vuelve a Canadá o ve a otro lugar del mundo en el que puedas ser feliz. 

--Lo haré, gracias Aylis. 

--No tienes por qué darlas, somos amigos. 

--Cuídala bien, --le dijo Axel mirando a Gael--, no tienes ni idea de lo valiosa que es. 

--Créeme, sí que la tengo. --afirmó, tomando su mano y entrelazando sus dedos, el comentario de Gael hizo que las mejillas de Aylismar tomaran un color carmesí. 

Luego de llegar a la casa de la señora Reyes, los enamorados se despidieron de Axel deseándole buena suerte. A lo que él respondió con un abrazo para la chica y un apretón de manos para el chico. 

Después la puerta de la casa se cerró. 

Bajo la luz de la luna Gael acompañó a su novia en el camino hacia su casa. La brisa era fresca, los grillos cantaban y el silencio reinaba en la noche. No había personas afuera de sus casas, ni fiestas, ni autos pasando por la avenida. Solo estaban ellos dos. 

--¿Hay alguna manera de proteger a las personas sin lastimar a otras? --preguntó Aylismar--. Porque me hubiera encantado proteger a mi amigo, Vladimir debe pagar por lo que hizo pero sin evidencias sé que quedará impune. 

--Quizás quede libre, pero casi todo el pueblo escuchó a Axel no confiarán en el tan fácilmente. --dijo Gael--. Y con respecto a tu pregunta, esta claro que no, por ejemplo para poder protegerte tuvimos que herir a otras, la vida de uno depende del otro aunque no nos guste. 

--Es injusto. 

--Lo es, pero no podemos cambiarlo. 

--Vladimir es bueno convenciendo a las personas, pronto el pueblo se pondrá de su lado estoy segura. --ella negó con la cabezo--. Todo esto se hubiera evitado si mi hermana no le hubiese confesado a su marido lo de Axel y ella, Iris también es culpable de las heridas de Axel. 

--Tu amigo debió alejarse de esa mujer, tampoco podemos forzar las cosas Aylis. --expresó Gael--. Si tu hermana estaba comprometida, él no tenía porque involucrarse aunque desconozco los hechos y no puedo hablar mucho al respecto pero en ocasiones uno debe saber cuando rendirse. 

--Lo sé. 

--Aylis, cuando te vayas a Nueva York recuerda que tu felicidad es lo más importante para mí y que...

--No lo digas. --lo interrumpió ella.

--Tienes que saber que si encuentras a alguien más yo no me opondré a terminar lo nuestro. 

--Gael, me voy a estudiar. --musitó--. Y sí, en efecto conoceré personas pero no porque haga amistades nuevas eso significa que nuestra relación va a terminar, no te vas a librar de mi tan fácilmente ojiverde. --expresó risueña, restándole importancia y peso al tema en cuestión. 

--No lo decía por eso. 

--Sé porque lo decías, por eso te digo que de mí no te vas a separar. --afirmó, ella se detuvo tomó el rostro de Gael en sus manos y mirándole fijamente le dijo:--. Hemos pasado por mucho para poder estar juntos, he afrentado todos los obstáculos que se me han presentado y seguiré haciéndolo sí eso me asegura poder estar a tu lado.  

Él sonrió, y le dio un beso en la frente. 

--Gael, me iré pero volveré. --afirmó ella, al separarse un poco. 

--Mmm. --murmuró el en su cuello luego dejó un pequeño beso que estremeció todo el cuerpo de Aylismar--. ¿Y por qué vas a volver?

--Porque te amo, --él se sorprendió al escucharla hablar así--, porque nuestro destino es estar juntos. 




Fin.


Mis amores. 

Hemos llegado al final de la historia de Aylismar y Gael. Muchas gracias por acompañarme en esta aventura. Esta es mi primera novela, le tengo un gran cariño por ello y me siento muy feliz por haberla concluido. 

Besos, se despide Esmeralda. 

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