Capítulo 49
Emma me saluda emocionada, aparta a su hermano de un empujón para llegar a mi. Ella luce hermosa con su vestido rojo, la hace ver mucho más adorable de lo que ya es.
—Estoy feliz de tenerte aquí. —menciono, alegre—. Ven, te presentaré a mi familia. —empezamos a caminar hasta donde sé encuentra mi papá con Luke. —Mi papá Aron, mi hermano Luke —señalo a ambos.
—Si, a este ya lo conozco. —dice, no me pasa desapercibido el tono de desagrado en su voz.
—Bueno, mi hermana Iris y... —me giro buscando a mi mamá, esta no tarda en aparecer—. Mi madre Marina.
—Es un placer, señora. —ella saluda a mi mamá con un abrazo.
—¿Y a mi no me presentas? —inquiere Gael a mi espalda.
—Creí que ya los conocías. —alego, hago la misma presentación con Gael, papá y Luke le gruñen pero mi mamá lo abraza con mucho entusiasmo.
—Si ya estamos todos, podemos pasar unos abrebocas. —dice mi madre yendo a la cocina papá le sigue.
—Creo que deberíamos ayudar a tu mamá. —menciona Gael con dudas.
—Tranquilo, ella va estar bien. —digo sonriendo—. Además, es mejor no acercarnos a la cocina en estos momentos.
—¿Por?
—Lo entenderás cuando seas mayor. —musito, divertida. Agarro la mano de Gael para sentarnos hablar en uno de los sillones individuales.
—Estas preciosa, —dice, haciendo que me sonroje de inmediato—, de hecho pareces una ninfa.
Sonrío.
—Tu también estás muy guapo ojiverde.
Luke tose.
—Estamos aquí, no lo olviden. —masculla.
—No empieces Luke. —farfullo, disgustada.
—¿Me regalas un vaso de agua? —le pregunta Emma a Luke. Ambos desaparecen por la entrada de la cocina.
—Espero que Luke entre primero.
—¿Por qué?
—Es mejor así.
—Sigo sin entender tu actitud.
Muerdo ligeramente mi labio inferior.
—Sucede que mis padres son... —dejo la frase al aire mientras pienso en una palabra que los defina—. Apasionados.
—Apasionados. —repite lo mismo—. Ya..., me dejaste igual de perplejo pero no importa supongo que algún día entenderé eso.
Suelto una risita.
—Seguro.
El acaricia mi mejilla, en eso me doy cuenta que lleva la pulsera que le hice.
—Te dieron mi obsequio. —murmuro, sonriendo.
—Ah, si. —dice, viendo su muñeca—. Me lo dió tu amiga, gracias, me encanta.
—Me alegro. —sujeto su muñeca viendo cómo le queda mi pulsera—. Te queda genial, la verdad no sabía que podía regalarte así que preferí hacer una pulsera con las pocas características que me dió Karen.
—¿Ah, sí? ¿Qué te dijeron de mi? —preguntó.
—Tu descripción física, y que te gusta correr. —respondo—. Por eso utilice cuencas verdes, negras y grises.
—Ya veo, la verdad es que ni yo mismo sabía que te iba a ver ahí.
—Fue una sorpresa para ambos.
En eso llegan Emma, Luke y mis padres repartiendo unas galletas. El timbre suena, al poco rato aparece Vladimir mi sonrisa se borra al verlo, me dirijo al jardín sin mirar atrás.
Me molesta tanto verlo por aquí, creo que al ver lo cerca que está de ser parte de mi familia me irrita. Quizás, antes lo toleraba porque creía que era la pareja ideal para mi hermana, o porque no la había visto tan feliz cómo lo era con él. Ahora, al saber la verdad sé que Iris esta comentiendo un grave error, no obstante ya no puedo hacer nada para evitarlo. Lo intenté, pero mis intentos y los de Axel no fueron suficientes, lamentablemente ya no hay nada más que podamos hacer.
—¿Estás bien? —pregunta Gael al abrazarme.
—Lo estoy. —respondo—. Solo que me incomoda la presencia de Vladimir.
—¿Quién es ese hombre?
Suspiro.
—Es el prometido de mi hermana. —comento, me giro observando su rostro—. No me agrada, Axel quería a mi hermana y ella a él pero prefirió estar con Vladimir.
—Ya veo, tu querías que ellos estuvieran juntos ¿verdad?
—Sí, más de lo que te imaginas.
—¿Puedes hacer un esfuerzo por ellos? —cuestiona, acariciando mi mejilla—. Ella..., su felicidad es lo que más debería importarte.
—Lo es, solo que no creo que su felicidad sea con él. —menciono, envuelvo mis manos alrededor de su cuello, él sostiene mi cintura. —Mm. —recorro su rostro con mi nariz—. Creo qué me debes un baile.
—No me gusta deberle nada a nadie, así que lo más conveniente es pagar esa deuda. —musita, con esa sonrisa ladina—. ¿Quieres ir adentro? —niego—. ¿Quieres bailar justo aquí?
Asiento.
—Es el mejor salón del mundo.
Él sonríe, una de sus manos sostiene la mía y la otra mi cintura, luego empezamos a bailar con nuestra propia sinfonía. Mis ojos están fijamente en lo suyos, su mirada verdosa brilla en la intensidad de la noche, mientras bailamos el mundo a nuestro alrededor desaparece. Recuesto mi cabeza de su duro pecho, queriendo disfrutar más de su cercanía.
—Gracias.
—¿Uh? —inquiero, me he perdido de lo que me ha dicho por estar fantaseando.
—Gracias por permitirme ser parte de tu vida. —murmura, alzo mi mirada encontrando su ojos vidriosos. Y sin esperar respuesta de mí me besa, este beso es diferente a todos lo que nos hemos dado antes, la pasión con la que me besa me deja perdida en el limbo, sus labios se mueven suavemente sobre los míos, sus manos ahueca mi rostro profundizando nuestro beso. Estoy perdida en un millón de sensaciones, todas provocadas por este hombre.
Unos aplausos nos hacen separar, sé que debo estar ardiendo en vergüenza por la situación en la que nos encontramos.
—Muy bonito, cuñadita. —Vladimir aparece en mi campo de visión, quiero golpearlo por haber interrumpido.
—¿Necesitas algo? —inquiero furiosa.
—Sí, verás tu padre nos necesita. —indica, asiento—. Creo que es para un juego, o algo así. —vuelvo asentir—. Esperamos por ti y por tu novio.
—Él no es mi novio. —vocifero, pero Vladimir ya se ha marchado.
Suspiro.
Gael no es mi novio, no todavía.
—¿Vamos? —cuestiona.
Asiento.
Sujeto su mano y beso su dorso mientras caminamos.
—Somos inefable.
Él me mira intrigado.
—¿Y eso que significa?
Sonrío.
—Que somos algo que no puede explicarse en palabras. —respondo firme—. De esa manera se encuentran mis sentimientos por ti, aunque a eso debo sumarle mis miedos.
—Inefable. —dice—. Me gusta, sirenita. —me da un beso corto antes de entrar nuevamente en la casa.
🧜💚
Gael.
Honestamente, no esperaba que esté día fuera a resultar tan grandioso cómo lo está siendo. Aylismar no es la única con dudas y miedos, yo también los tengo sobre todo porque no quería ser rechazado por su familia, ya qué eso significaría colocarla entre la espada y la pared.
Aún pienso en el término con el que definió lo nuestro, inefable. Vaya, me ha dejado atontado porque al principio no sabía de qué me estaba hablando, después de que me lo explicara pienso que ella tiene razón.
En estos momentos estamos realizando unos juegos qué su padre ha inventado, el primero se trata de adivinar un animal. No es tan fácil cómo parece, ya han dicho varios y nada.
—Tucán. —dice mi sirenita.
—No. —le responde su padre.
—Mariquita. —digo, recibiendo otra negativa.
—Les voy a dar una pista. —comenta el señor Aron, luego de terminar de preguntarle a todos—. Es un animal que se pueden encontrar en una isla.
—Oh, grandioso papá. —bufa Iris—. Es un pulpo.
—¿Cómo va ser un pulpo Iris? —cuestiona, su hermana—. Estoy segura que es un caimán.
—No es ninguna de las dos.
—Ya sé, un panda. —digo, obteniendo de nuevo una negativa.
—Pues es un pájaro. —menciona Vladimir.
—No, además Vladimir debes ser más específico.
—¿Un pavo real? —le pregunta su esposa.
—Estupendo, amor.
—Creo que esté juego está trucado. —le comento en voz baja a Aylismar.
—Puede ser, pero tranquilo sé que hay más premios. —menciona.
La verdad es que sí, los siguientes juegos fueron más entretenidos y divertidos. Después de perder en contra de la señora Marina, pudimos ganar un paquete de golosinas con los otros juegos, estos consistían en mímicas, ponle la estrella al árbol, y uno de adivinar la canción. Al finalizar el último juego, el señor Aron dijo que pasáramos al comedor para la cena de navidad.
—¿Qué tal te la estás pasando? —pregunta Aylis en voz baja.
—A tu lado todo es extraordinario.
Ella sonríe, Emma llama su atención y se ponen a conversar un poco. Mientras yo me limito a comer a gusto.
—Deberías alejarte de ella si sabes lo que te conviene. —murmura Vladimir—. No creas que es tan buena cómo aparenta.
Ignoro su comentario.
—Por algo terminó su novio con ella.
—Vladimir, pásame la salsa por favor. —Iris le pide a su prometido.
Agradezco su intervención, ya qué no quería discutir con ese sujeto. Algo me dice que solo quiere hacer quedar mal a Aylismar con su familia debido a nosotros. Y no entiendo el porqué.
—Vayamos a dar una vuelta por el pueblo. —le sugiero a Aylis.
—Sí, me agrada esa idea.
A nosotros se nos unen mi hermana y él hermano de mi chica. Ellas iban hablando sobre cosas que ninguno de nosotros dos entendía, éramos sus guardaespaldas.
—¿Cómo puedes soportar a esa mujer? —inquiere Luke, supongo que para llenar el espacio vacío.
Me encojo de hombros.
—Supongo qué de la misma manera que lo haces tú.
—Deberías pensar bien lo de iniciar una relación con ella.
—Estoy decidido a estar con ella, con o sin vuestra aprobación. —dictamino—. No pienso cambiar de opinión.
—La verdad es qué no entiendo. —dice, disgustado—. Después de todo el daño que se han hecho mutuamente cómo pueden seguir queriendo estar a su lado.
—Estamos destinados a estar juntos Luke, nada va a cambiar eso.
—Le fallaste. —refuta—. Si yo fuera mi hermana no estaría ni siquiera respirando cerca tuyo.
—Pero no eres yo Luke. —masculla Aylismar, al parecer nos ha escuchado—. Ya hablamos sobre esto.
—No estaré feliz sí sigues al lado de este sujeto.
—En ese caso lamento que mi felicidad sea tu infelicidad.
—Solo estoy tratando de protegerte.
Aylismar vuelca los ojos, muerde su labio y apuesto que en segundos va a explotar.
—¡YA ES SUFICIENTE CON TU FACETA DE PROTECCIÓN! —grita—. Entiende qué ya soy mayor.
—No lo eres. —increpa Luke—. Faltan cinco días para qué cumplas la mayoría de edad, eres una niña.
—No soy una niña.
—Sí, lo eres.
—Cálmense, no es el momento ni el lugar para entrar en discusión. —intervengo—. Prometo, cuidar bien de tú hermana.
—No van a llegar lejos. —dictamina, él—. Lo vuestro terminará cuando te vayas a Nueva York el año próximo.
Escuchar eso me dejó estático, mi mirada va de Aylismar a Luke y viceversa.
—¿Te vas a ir a Nueva York? —pregunta Emma incrédula.
—Te lo iba a decir. —menciona, con voz quedada hacia mí.
—Yo... —me callo, al no encontrar palabras para decirle.
La atraigo a mí, abrazándola. No creo que haga falta nada más que proporcionarle de manera silenciosa que todo va a estar bien. Aunque no creó qué así sea, las dudas me asaltan robándome todo rastro de seguridad. No obstante, me obligo a deshacerme de cada una de ellas.
—Él se irá. —Luke emite un quejido—. Eso duele.
—Lo qué le estás haciendo a mi cuñada también. —sisea Emma—. Vete de aquí, déjalos ser feliz bestia inmunda.
—¿Cómo me has llamado?
—Lo que oíste.
—Eres una bruja loca.
—¿Y tú un insolente?
—Basta, cállense los dos. —demanda Aylis.
Ambos se quedan callados al instante.
—No estoy de humor para tus estupideces Luke, estoy cansada de discutir siempre por lo mismo. —habla, con firmeza—. Vete por un tubo con tus comentarios y acciones sobreprotectoras.
—Aylis...
—No, nada de Aylis, te has pasado de la raya.
—Me iré, de aquí entonces.
Luke se marcha.
—Yo comprobaré que no haga nada estúpido. —dice Emma antes de irse tras Luke.
—¿Estás bien? —pregunto, dubitativo.
—¿Tú lo estás? —cuestiona ella—. Se supone que esté día iba a ser para pasarlo bien.
—¿Qué te hace pensar qué no ha sido así? —inquiero colocando un manchón tras su oreja.
—Sabes a lo qué me refiero.
—Lo sé, por eso te digo qué estamos bien.
Ella se aparta, pasa las manos por su rostro, la frustración es notable en sus facciones.
—¡¿Cómo vamos a estarlo?! —vocifera, doy un paso hacia ella—. No. —su voz me detiene—. No te me acerques.
—Aylis...
—No, no vamos a estar bien.
—Lo estaremos. —afirmo—. Ya hablamos sobre esto. —le recuerdo.
—Lo sé, pero antes no sabías que no iba a estar aquí el año que viene, y los próximos....
La atraigo hacia mí besándola, tratando de tranquilizarla. Pego su frente a la mía.
—Mientras mi corazón siga latiendo te pertenecerá, no dudes nunca de ello.
—Gael, yo... —se calla un momento—, no estoy segura de eso.
—Déjame demostrarte con hechos lo que mis palabras no son capaces de cumplir.
—Gael, no hace falta qué...
—¿Qué te hace pensar qué no hace falta? —inquiero, acunando su rostro entre mis manos—. ¿Qué te hace pensar qué existe algo lo suficientemente fuerte para alejarme de ti?
—Me iré a estudiar, no te veré en mucho tiempo. —comenta con voz quedada—. No te pediré que esperes por mí.
—Tú no me estás pidiendo nada, yo te estoy entregando todo lo que soy, —aclaro—, con la única condición que no te rindas con nosotros.
—Puedes encontrar a alguien mejor.
—Aylismar Gómez, no existe alguna otra persona que no seas tú con la que quiera compartir mi vida.
—Pero.
—¡Por Dios, mujer! Deja de ser tan obstinada, —exclamo, exasperado—, te voy a demostrar qué nada podrá separarnos.
Me aparto de ella levemente mientras busco el regalo de navidad que tengo guardado en el bolsillo interior de mi chaqueta. Saco la pequeña caja de terciopelo.
Mierda.
No sé cómo iniciar esto.
—Aylismar, la luna, las estrellas, el viento y la calle son testigos de mi promesa hacia ti. —destaco—. Estaré a tu lado en todo momento, en las buenas y en las malas. —tomo su mano entrelazando nuestros dedos—. Sé que no fui tu inicio pero sí quiero ser tú presente, tu futuro y tú final. —beso sus dedos.
—Gael...
—Feliz navidad, sirenita. —menciono, abriendo la caja para ella. Sus ojos se abre de par en par, miran el obsequio y luego a mí—. Qué esta cadena sea el presente en el que esté pactada, esta promesa.
Por sus mejillas corren sus lágrimas, las seco con mis pulgares.
—¿Me harías el enorme honor de ser mi novia? —pregunto, con el corazón en la mano.
—Esto es un error. —murmura, su voz apenas es audible.
—Sería el error más bonito del planeta. —suelto, sonriendo, la abrazo con fuerza—. Di qué si.
—Tengo miedo, no quiero que al volver o por estar alejados tus sentimientos cambien.
—Eso no va a pasar.
—¡¿Cómo lo sabes?! —vocifera.
—Porque eres la única que hace latir a mi corazón. —confieso, llevando su mano hacia el lugar dónde se encuentra dicho órgano vital—. Por favor, sirenita, te aseguro que lo nuestro va a funcionar, no pienso dejarte ir.
Ella suspira, cierra momentáneamente sus ojos, pasan unos segundos antes de que los vuelva abrir. Cuando lo hacen, veo la determinación en sus ojos.
—Sí, acepto ser tu novia.
Beso suavemente sus labios, ella es de ahora en adelante mi ancla en este mundo. Mi rayo de luz, mi salvación, la mujer por la que daría la vida sin dudarlo.
—Te adoro.
Ella sonríe, abrazándome.
—Te pondré al día con todo lo de mi viaje a Nueva York. —informa—. Sobre todo de cuando voy a partir, será después de la graduación.
—Entiendo, no hablemos de eso ahora ¿si? —solicito—. Disfrutemos de esta noche, nuestra noche.
Asiente.
—Lo haremos.
🧜💚
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