Capítulo 48
—Deberíamos irnos. —comento, sigo abrazada a Gael.
—¿Por qué? —pregunta—. No me quiero ir y qué mañana cambies de opinión sobre nosotros.
—Es muy tarde para qué Kitty esté en por fuera. —digo, sujeto su mano y entrelazando nuestros dedos—. Además, sabes que te quiero.
—Sí, pero eso no es suficiente para ti.
—Te equivocas. —aseguro—. Es que...
—Esta bien. —dice—. No hace falta que digas nada.
Se levanta, luego me ayuda a levantar. Vamos hasta donde te se encuentra Kitty, ya qué está se ha alejado de nosotros supongo que para darnos privacidad.
—Vaya, no los veo tan contentos. —murmura Kitty, Gael no comenta nada al respecto.
—Es tarde, la llevaré a su casa.
—No hace falta cielo, puedo volver sola.
—De ninguna manera. —me opongo—. Usted se irá con nosotros.
—Vale. —acepta rendida.
Caminamos en silencio hasta su casa, me despido de ella y recibo un regaño por parte de la enfermera. Después, quedamos él y yo. Solos.
—Vamos, te acompaño a tu casa.
Asiento.
Odio el silencio que se ha formado entre nosotros.
—Se te da bien la guitarra.
—Gracias.
Silencio.
Pasamos una cuadra más. Y antes de poder hablar nuevamente él rompe el silencio.
—Tenía tiempo sin tocar, hoy quise hacerlo y no esperaba encontrarte aquí, pensaba en tocar para las olas mientras te imaginaba.
Una sonrisa cubre mis labios, entre lazo nuestros dedos.
—Pues, cómo dije antes me alegra que Kitty me convenciera.
—Yo también.
Pasamos por el restaurante de Cyn, un leve temblor pasa por mi cuerpo.
—¿Tienes frío? —inquiere, yo niego.
—Solo tengo miedo. —confieso, él me mira con una ceja alzada—. Creo que tuve un encuentro con Luis, pero no estoy segura.
—¿Te hizo algo?
Niego.
—¿Entonces?
—No lo sé, después de tu fiesta yo salí sola de esa casa y estaba confundida por todo lo que ha pasado. —le cuento—. No sé si en verdad lo ví, o sí fue imaginación mía. Lo único que sé es que tengo miedo de encontrarme a solas con él y que mi cuerpo se congele.
—No va a pasar. —asegura, lleva mis dedos a sus labios dejando un leve beso en mi dorso.
—Hablé con el Alcalde para que se encargara de su hijo.
Gael se detiene.
—Por favor no me digas que fuiste a su casa.
—Tuve qué.
—No tenías. —él lleva una de sus manos a su rostro, la angustia es notable en su mirada—. Dime qué no te hizo nada.
—No, no lo hizo. —miento—. Pero su padre me aseguró que iba a impedir que Luis me volviera a lastimar.
—¿Y le creíste?
Asiento.
—De verdad que eres ingenua.
—Confió en Dionisio, él me va apoyar en ésto lo sé.
Gael bufa, se lleva dos dedos al puente de su nariz.
—Aylismar, yo no confío en ninguno de los dos.
—Lo se. —tomo su rostro con mis manos—. No quiero que te alarmes. —él no quita sus ojos de los míos—. Sé que voy a estar bien, que Luis no va a seguir siendo una molestia en mi vida porque me niego a darle más importancia de la que ya le dí.
Gael acaricia mi mejilla.
—Solo quiero que seas feliz, no quiero que te vuelvan a lastimar.
—Lo sé. —digo, para después besar su nariz—. Tú mismo lo has dicho, «no va a pasar».
Sus brazos me envuelven. Y una parte de mí se siente estúpida por haberme alejado de él, por lo que le dije. Estaba tan angustiada por mis pesadillas que alejé de mi lado a la única persona que me da estabilidad, su cercanía, su olor, sus abrazos y besos calman todas mis inquietudes.
—Hace tres días dije cosas que fueron impulsadas por mis temores. —confieso, sin atrever a levantar mi mirada—. Sigo teniendo miedo, ya sabes eso y... —ahora sí me encuentro con su mirada—. Te prometo que haré lo que pueda para superarlos, aunque también quiero que sepas que mi cariño hacia tí es sincero, pero sí vuelvo a querer alejarme recuérdame este día.
—Lo haré. —dijo sonriendo.
Lo abracé con fuerza. Él besó mi cabello, me separé un poco de mi chico.
Mi chico.
Se me hace tan extraño llamarlo de esa manera, sobre todo por la promesa que me hice hace un tiempo. Ya casi ni la recordaba.
—Anda, vamos. —me indica él—. Está haciendo frío y tú estás empapada.
—Por una pequeña travesura. —murmuré sin evitar sonreír, agarré su mano y la entrelace con la mía.
Gael sonríe también, luego seguimos nuestro camino en un silencio cómodo, muy distinto al de hace rato. Estaba de buen humor, pero todo se acabó cuando ví a Vladimir salir de mi casa.
Alejándome del ojiverde fui a su encuentro, le toque la espalda para llamar su atención.
—¿Qué quieres cuñadita? —dijo con burla, él sabe que ese apodo me desagrada.
—Hablar contigo sobre mi hermana.
Él chasquea su lengua, me da una mirada de solayo y dice:
—Te escucho.
No te quiero con ella.
Pienso pero no lo digo, porque al fin de cuentas Iris y yo decidimos dejar de lado este tema. Yo no debí interferir en su vida, no me correspondía entrometerme simplemente porque ya ellos son mayores pero lo hice, ojo no me arrepiento. Solo me hubiese gustado que el resultado hubiera sido diferente.
—No puedes terminar tu compromiso con mi hermana. —mascullo, el enojo cubre mi voz mientras qué el suelta una carcajada sin gracia.
—Cuando vas aprender a no meterte en asuntos que no te incumben. —demanda, aunque su tono de voz es calmado no quiere decir que no sea amenazador.
—Mientras se trate de mi hermana me voy a meter las veces que se me de la gana.
—Puede ocurrirte algo por eso.
—¿Me estás amenazando? —inquiero dando un paso hacia el, Gael me detiene cuando voy a dar otro, le miro sin entender porqué demonios está su brazo alrededor del mío.
—Es una simple advertencia. —musita—. Iris y yo nos vamos a casar, te guste o no te guste.
Bueno, a pesar de su actitud de mierda. Me quita un peso de encima que continúe con su compromiso, me abstengo de decirle que no le rompa el corazón a mi hermana porque sé qué el no tiene esa posibilidad. Solo Axel podía romperlo. Cuando se marchó a Canadá lo hizo, también cuando regresó y justo ahora me doy cuenta de ello.
—Eres un... —muerdo mi labio evitando decir una grosería—. Pudiste haberme dicho eso antes de amenazarme.
—Es más divertido jugar contigo.
—Busca otra persona con la cuál divertirte. —farfulla Gael, a mi lado—. Y deja de molestar a mí chica.
—¿Desde cuándo te enredas con este mequetrefe? —inquiere Vladimir—. ¿En dónde dejaste al cómo es que decías... —cuestiona pensativo—. «el mejor hombre que ha existido». —dice, imitando mi voz.
—Eso no es problema tuyo. —bramo—. Lo que tenía que decir ya lo dije, adiós. Espero no verte mañana por aquí.
—Yo que tú no guardaría muchas esperanzas. —luego de musitar eso se marcha.
Odio al idiota de mi cuñado.
—Gael...
—No hace falta que digas nada sirenita. —dice, lo abrazo con fuerza. Él acaricia mi cabello.
—Gael. —me silencia con un beso, algo que se le está haciendo costumbre—Gael. —vuelve a besarme.
—Umm. —murmura—. Te dije que no hacía falta.
Me aparto ligeramente de él, este bufa por mi acto y su actitud me roba una sonrisa.
—Ya déjame hablar. —dije, riendo—. Quiero hacerte una propuesta.
Gael sube y baja sus cejas de forma pícara.
—No es nada de lo qué estás pensando.
—¿Y qué según tú estoy pensando? —inquiere, sonriendo de forma maliciosa.
No contesto. No quiero pasar vergüenza frente a él.
—Mañana es navidad, quiero que vengas a la casa para festejarlo juntos.
—Eso no suena cómo una propuesta. —menciona él.
—Entonces eso es un ¿no?
Él sonríe, acaricia mi mejilla con sus nudillos luego baja lentamente hasta mi cuello, sigue descendiendo hasta sujetar mi cadera.
—¿Tú qué crees?
—Que no. —murmuro bajito viendo el piso.
Sus manos sujetaron mi mentón, sus labios se curvaron en una linda sonrisa.
—Estas equivocada. —musita, eso me da esperanzas—. Me encantaría pasar navidad contigo. —sonrío, beso la comisura de sus labios.
—Puedes traer a Emmie. —comento, me encantaría compartir este día con ellos, estoy segura que la pasaremos muy bien.
—Ella estará encantada de venir.
Asiento.
—¿Cuándo piensas entrar a la casa? —escucho la voz de Luke, Gael se ríe y yo quiero golpear a mi hermano.
—Deberías entrar.
—Debería.
Pero no lo hago, me quedo observando sus esmeraldas sumergida en esa niebla intensa de sensaciones que su cercanía me produce.
Gael me da un abrazo más, sé que está es la señal muda para entrar. Ingreso a la casa cerrando la puerta detrás de mí y apoyando mi espalda en ella.
Suspiro.
Grito.
Suspiro.
Sonrisa de idiota.
—Creo que ahora sí te perdimos. —voy hacia Luke y le pegó en el brazo con fuerza—. Auchs, eso duele.
—Te lo mereces por metiche. —mascullo.
—Ti li mirici pir mitichi.
Ignoro su tono de burla, me voy a mi habitación para darme un baño y dormir cómo un angelito.
🧜💚
Los rayos del sol impiden que siga soñando con una fuente enorme de chocolate, fresas con crema y una torta con por lo menos quince pisos.
Haberme saltado la cena ayer me pasó factura. Con enojo y frustración hago mi rutina mañanera, después bajo a la cocina donde mi mamá ya tiene listo el desayuno.
—Buenos días.
—Buenos días, mi cielo. —saluda sonriendo—. Tengo que hablar contigo.
Me siento a comer mis tortillas de jamón con una humeante taza de café.
—Soy toda oídos.
—Bien. —ella se sienta al frente mío —. Ayer llevé la bolsa con tu ropa a la caridad, están muy agradecidos sobre todo las jóvenes.
Asiento.
—Me alegro mucho por ellas, se van a ver hermosas.
—Tu vestido de hoy está en tu armario.
—¿Qué vestido? —pregunto dubitativa—. No recuerdo haber pedido uno, además no puedo usar eso.
—Lo usarás. —decreta—. Te vas a ver hermosa.
—Mamá... —menciono, dubitativa—. Tengo marcas en el abdomen y en el cuello por las descargas eléctricas. —agrego, disgustada—. No quiero usar un vestido que muestre mis imperfecciones.
—Cariño, el vestido es de una señorita con mangas largas de encaje. —dice, alegre—. Es de color verde esmeralda, te va encantar.
Bufo.
—Al final siempre debemos hacer lo que usted quiere. —replico—. Me voy a ver horrible con eso. —indico al imaginarme a mí misma con ese vestido.
—No pienses en cosas que no son. —solicita guardando unos platos que había limpiado.
—Yo también tengo algo que decir. —comento luego de beber la última gota de café, ella eleva una ceja interrogativa—. Gael va a venir a la cena de hoy con su hermana.
—Oh, ya veo.
—¿Te molesta que lo haya invitado?
—Lo que me molesta es que no me consultaras, —masculla enfadada—, pero da igual, pueden venir sin problemas.
—Gracias mamá.
Terminando el desayuno la ayudé a limpiar la casa, luego nos pusimos hacer la comida para la noche la cuál era bastante. Primero preparamos el pavo, lo aliñamos para que fuera agarrando el sabor mientras reposaba. Segundo hicimos galletas de miel, de vainilla y de coco. Tercero la torta de chocolate, en fin cuando el reloj marco las cinco de la tarde estábamos terminando de cocinar el arroz. El menú para la cena consistía en un plato con pavo al horno y arroz, ensalada de gallina, panes franceses y algunos tamales. Después de eso estaban pequeños abrebocas tales como galletas, golosinas, refrescos y al final de la velada mamá va a repartir la torta. Papá nos informó que tenía juegos entretenidos para todos, pero mamá le dijo que mejor no ya qué no éramos unos niños.
—Cariño, no seas mala. —le pide mi padre a su mujer haciendo un puchero.
Se ve adorable.
—Ya dije que no Aron, no insista. —dictaminó, agarro las salas de ajo, chuleta y atún que había hecho hace unos minutos y las metió en el refrigerador.
—Papá es mejor no despertar al ogro. —dije sonriendo, mamá por el contrario me dió una mirada de advertencia—. Además, debemos irnos arreglar, ya son las cinco y veinte.
—Tu ve arreglarte. —ordenó—. Yo me voy a quedar con mi mujer.
Hice un saludo militar y me alejé de ahí antes de que empezarán a devorarse el uno al otro. Estoy segura que papá va a conseguir convencer a mamá para que acepte su idea de hacer unos juegos, y sí no lo consigue es porque ha perdido el toque.
En mi habitación después de darme una relajante ducha, me senté en el borde de la cama. No les voy a mentir, estaba nerviosa y podía sentir el miedo en los poros de mi piel, iba a utilizar un vestido por órdenes de mi mamá pero eso no era lo peor, sino que Gael va a venir y no quisiera que viera las imperfecciones de tengo en mi cuerpo.
Suspiro.
Sé que me estoy angustiando por nada, porque Gael me ha demostrado ser una persona a la qué no le importa mi aspecto físico. Después de todo, él me ha visto en mis peores momentos y siempre ha estado para sostenerme, abrazarme y darme esa magnífica sonrisa que hace latir mi corazón con mucha fuerza.
Unos golpes en la puerta me sacan de mis pensamientos.
—Adelante. —murmuro, Iris entra luciendo impecable con su vestido azul rey.
—Mamá me dijo que subiera echarte una mano.
Asiento, sin prestarle mucha atención.
—¿Qué te preocupa?
Suspiro.
—Sé que debo tener marcas por todo mi cuerpo, sobre todo las que fueron expuestas a las descargas. —comento, triste—. No quiero ponerme eso pero mamá no me ha dado otra alternativa.
—Yo creo que te vas a ver muy hermosa. —dice, intentando subirme el ánimo que he perdido—. Vamos, Aylis, no te puedes quedar aquí debemos celebrar.
—Lo sé, solo...
—Oye, vamos a ver cómo te queda ese vestido ¿Te parece? —cuestiona—. Si no te queda bien yo misma hablaré con nuestra madre para que te pongas otro atuendo ¿De acuerdo?
—De acuerdo. —murmuro no muy convencida.
Iris se encargó de sacar el vestido del armario, y me ayudó a colocarlo en mi delgado cuerpo. Cerré momentáneamente los ojos mientras mi hermana cerraba el cierre que se encuentra a mi espalda.
—Tengo una idea. —alega, emocionada—. Mantén los ojos cerrados hasta que termine con tu cabello y tu rostro.
—¿Qué piensas hacer en mi rostro? —pregunto, alarmada.
—Te voy a maquillar.
—No quiero parecer un payaso, Iris.
Escucho como bufa a mis espaldas, ella me guío hasta el escritorio.
—Tranquila, te aseguro que mis padres no te van a reconocer. —indica, la sensación de miedo vuelve a instalarse a mi sistema.
Me quedé quieta. Ella se encargó de llenar mi cara con tantos productos de maquillaje que no sé ni qué me ha hecho. Solo podía respirar profundamente para tranquilizarme.
—Joder, Aylis. —masculla, molesta—. Deja de moverte tanto, arruinas mi trabajo.
—Intento estar quita pero tú me pones nerviosa. —contesto a la defensiva.
—Si te vuelves a mover vas a bajar con la mitad del maquillaje hecho. —refutó.
Me mordí la lengua para no entrar en discusión y traté de estar los más quieta posible, minutos más tarde ella termina con el maquillaje. Ahora, ha empezado con mi cabello, lo peina un par de veces después comienza a darle forma. Estoy desesperada no les voy a mentir. Iris tiene más de una hora arreglándome, solo espero que sea para bien. No quiero quedar cómo un payaso la noche de navidad.
—Terminé. —anuncia—. Ya puedes abrir los ojos.
¡Al fin! Esta tortura se ha acabado.
WOW.
Es lo primero que se me viene a la cabeza al contemplar mi reflejo. Mi peinado consiste en una trenza en forma de tiara que recoge todo mi cabello de manera que solo quedan pequeños mechones sueltos, estos hacen ver el peinado sofisticado cómo si yo fuera parte de la realeza. El maquillaje es un poco fuerte en mis ojos resaltando su color, ella utilizó un verde para que estuvieran en semejanza con el vestido, mis labios de un rosa pálido casi imperceptible. El vestido de lino con escote en V se ajustaba a la perfección con mis pechos pequeños, las mangas de encaje y la falda lisa me sientan fenomenal.
—¿Y bien?
—Estoy bonita. —murmuro, sin creer en todo lo que un vestido, un peinado y algo de maquillaje pueden hacer.
—Estas más que bonita, Aylis. —sentencia ella guardando todo el material en su lugar.
—Iris, en verdad te lo agradezco. —menciono abrazándola.
—Es lo menos que podía hacer por mi pequeñita. —dice ella, devolviéndome el abrazo.
Iris solía llamarme de esa manera cuando yo era pequeña, en cuanto crecí dejó de utilizar ese apelativo. Sobre todo, porque solía quejarme con mamá ya que no me gustaba que ella me llamara de esa forma.
—Bueno, bajemos.
Ambas nos dirigimos a la sala de estar, la estancia estaba acomodada lo suficientemente para que todos podamos estar ahí pasando un momento agradable.
En la sala estaba mi papá conversando con mi hermano, supongo que mamá ha ido arreglarse.
—Buenas noches. —su voz me deja de piedra en medio del camino, no sabía que ya había llegado. No escuché el timbre sonar. Lentamente me giro a verlo.
—Buenas noches Gael. —me esfuerzo en decir, estoy impactada con su aspecto. Es similar al día que fue a visitarme al hospital solo que en esta ocasión el traje es gris, se ve como un auténtico dios griego—. Es un placer verte por aquí.
🧜💚
Hola mis amores.
Espero y todos se encuentren bien.
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Momento favorito?
Besos, se despide Esmeralda.
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