Capítulo 47
Aylis
Aún tengo presente el recuerdo de su cercanía en mi cuerpo, el sonido de su voz y la presión de sus labios en mi frente.
Me hubiese gustado aceptar su propuesta, quedarme a su lado por unos minutos. Pero tengo que hacer espacio entre nosotros, debo alejarme de él cada vez que esté cerca.
Toma todo mi autocontrol no correr ahorita mismo detrás de él para besarlo y decirle lo mucho que le quiero. No sabía que él era el cumpleañero. Karen no me lo dijo cuando me obligó asistir.
Y de haberlo sabido jamás estaría en esta casa llena de gente. Karen y Lizzy me aseguraron que estaría bien salir un poco, ya qué estar encerrada no era bueno para mi salud.
Acepté porque simplemente me quedé sin excusas, no les he contado lo sucedido, no me siento bien hablando de ello. Y todavía duele.
—Creí que estabas con el ojiverde. —escucho la voz de Karen, ella se sienta a mi lado—. ¿Qué sucedió?
No respondo.
—Aylis... —insiste, la observo por unos segundos y luego coloco mi mirada de nuevo al frente.
—Me voy a casa.
—¿Qué? —increpa—. No, no puedes irte.
—Es lo que haré. —indico levantándome—. No tengo nada que hacer aquí.
—¿Qué te hizo? —pregunta—. No entiendo porqué estás tomando está decisión.
—No importa lo que haya sucedido. —afirmo—. Me iré.
Tomo la pequeña cajita que tenía el regalo de cumpleaños.
—Por favor, entrega mi obsequio.
Ella niega.
—Por favor. —insisto.
Al final acepta. Me despido con un abrazo y un beso en la mejilla. Salgo de esta casa, por la hora supongo que no van a estar trabajando los autobuses y no tengo suficiente efectivo para pagar un taxi.
Por lo que me toca caminar hasta mi casa, cosa que se me hace complicado porque no sé dónde rayos estoy. Doy vueltas por unas calles pero luego salgo de nuevo hacia la principal, camino durante no sé cuánto tiempo perdida entre las calles de este pueblo.
Escuché un ruido de motor a mi espalda, al girarme estaba Luis ahí. Sin pensarlo dos veces empecé a correr sin control en línea recta, el miedo siendo mi mayor impulso. Logré llegar al restaurante de Cyn, jadeando por todo el esfuerzo físico, me dolían los pies y la cabeza esa sensación de peligro no se ha alejado de mi sistema, dejándome en estado de alerta.
No ví el coche pasar pero él podía seguir ahí.
No estaba segura fuera de casa.
No estaba a salvo de su maldad.
Mi valentía parece haber desaparecido en la inmensidad de la noche.
Debo dejar de ser tan cobarde. Y enfrentar el problema con una solución favorable, estaba en el restaurante mi casa se encontraba cinco cuadras más arriba.
Puedo hacerlo.
Volví con el transcurso de mi recorrido hasta qué finalmente llegué a mi casa. Subí a mi habitación, me duche para alejar toda la tensión acumulada. Y me acosté porque necesito dormir con urgencia, mañana será un nuevo día. Todo puede mejorar con el despertar del alba.
Dos horas han pasado.
Dos estúpidas horas en las cuales no he podido conciliar el sueño.
Me encuentro sentada en mi cama abrazando a uno de mis osos de peluche mientras observo la ventana de mi habitación. Temo tanto que él invada mis aposentos de nuevo. Después de verlo hoy en el pueblo, se suponía que Dionisio iba hacer algo para qué Luis no volviera acercarse a mí. Aunque, técnicamente él solo condujo. ¡Pero igual estuvo cerca mío!
Y entonces vuelven cómo un huracán.
Una fría celda.
Unas noches llenas de dolor, llanto y sangre.
Una mujer que me golpea sin parar, mientras se ríe y me dice que él jamás va a perdonarme.
Un hombre que no solo permite la tortura, sino que también se vuelve participé de ella.
Risas suenan en las cuatro paredes de este cajón asfixiante, el brillo del aparato eléctrico en las partes desnudas de mi cuerpo aparece en conjunto a mis gritos por el dolor qué siento.
Gimo pidiendo ayuda, arrastrándome por el suelo.
Y luego todo se vuelve negro.
Aprieto con fuerza el oso entre mis brazos, odiando no poder superar esos acontecimientos que se han repetido en mi mente por días.
Sintiendo el escozor en mi garganta, quisiera gritar, golpear la pared, una puerta o lo que sea para quitarme la sensación de impotencia que abarca mi cuerpo. Hace ya un rato que se me secaron las lágrimas, estoy cansada de esta situación. Ojalá nada de esto hubiera pasado, pero yo tuve la culpa por callar tanto tiempo, por no enfrentar a las sombras de mi pasado. Ahora me encuentro pagando las consecuencias de mis actos.
Un suspiro pesado sale de mis labios. Con pesadez me levanto de la cama, camino hasta el baño para refrescar mi rostro y luego volver a intentar a dormir, deseando con fuerza que sea un sueño profundo sin oportunidad de soñar cosas horribles.
🧜💚
Cuando amanece me dispongo a dejar atrás el suceso de anoche, olvidar por completo los recuerdos que me dañaron. Observo el interior de mi armario con tristeza, recojo las prendas de mi cuerpo con escotes y las saco de ahí, hago lo mismo con los trajes de baño y termino con mis vestidos. Busco una bolsa en uno de los cajones del escritorio para meter toda la ropa en él. Luego bajo para dársela a mi mamá.
—¿Y esto? —pregunta alzando una de sus cejas—. ¿Qué contiene esa bolsa negra?
—Las prendas de ropa que ya no pienso utilizar, mamá. —respondo, jamás volveré a usar algo así.
Ella observa el interior de la bolsa, su cara se convierte en una mueca y luego niega.
—Aylismar, aquí está prácticamente todo tu armario. —dice—. Explícame porqué piensas donarlo.
Muerdo ligeramente mi labio inferior mientras juego con mis dedos sin mirarla.
—Ya no la necesito.
—¿Estás segura de ello?
Asiento.
—Mírame. —exije—. Sabes que no es necesario hacer esto ¿verdad?
—Mamá, existen otras personas que necesitan más de esto que yo.
—No niego que sea así, —expone—, pero es que incluso metiste tus trajes de baño ¿Acaso ya no piensas ir a la playa?
—No. —me sorprende la firmeza en mi voz.
Ella suspira.
—Sé que hace un tiempo te exigí eso, o por lo menos que no duraras tantas horas por allá pero ahora... —sus ojos van a la ropa y luego a mí, veo como se cristalizan—. No calma mi inquietud, puedo adivinar porqué lo haces y amor, siento mucho qué estés pasando por esto.
—No es tu culpa. —me apresuro a decir.
—Te equivocas. —comenta, después se limpia una lágrima que bajaba por su mejilla—. El deber de una madre es proteger a sus hijos, yo fallé como madre, cómo amiga una vez más, lo lamento.
—Ya mami no es tu culpa, ¿si? —digo al abrazarla—. No te pongas triste.
—Te quiero corazón.
—Y yo a ti, mucho.
Luego de ese pequeño momento emotivo vuelvo a mi habitación, decidí matar el tiempo viendo series por Netflix, necesitaba enfocar mi atención en algo que no fueran mis problemas. He de decir, que estaba funcionando muy bien. Bueno, hasta qué me aburrió estar de perezosa.
Bajé a por un vaso de jugo, pero no llegué a la cocina. Sino que caminé hasta la puerta con intención de salir a tomar el sol, mi pulso se incrementó cuando coloqué mi mano en la manilla de la puerta. Inhale y exhale durante unos segundos. No pude abrir la puerta, estaba congelada.
Tenía que ser fuerte. Él no va a impedir que continúe con mi vida, ya me ha quitado mucho. No le daré más nada.
—Debes abrir la puerta para poder salir, nita. —escuchar a Luke hace que pegue un brinco.
—Luke. —farfullo—. Me asustaste.
Su risa escandalosa me desagrada y se lo hago saber.
—Eres un pesado de lo peor.
—Ven, vayamos al restaurante de Cyn. —comenta apartándome suavemente, después salimos juntos.
El recorrido fue silencioso en todo momento, cuando llegamos nos sentamos en la mesa frente a la ventana. A nuestra mesa vino Shena, la hija más pequeña de los Porter. Observé con intriga a Luke mientras él ordenaba.
—¿Y bien? —cuestiono.
—Todo se fue al carajo. —dijo—. Le dije que estaba sintiendo algo por ella, pero me mandó por un tubo además dijo qué yo era incapaz de amar, que lo mío era solo un capricho ¿puedes creerlo?
Parpadeo.
Okey eso es demasiado grosero incluso para ella. No tiene derecho a decir eso de mi hermano, sobre todo porque ni siquiera lo conoce apenas sí se han acostado un par de veces.
—Que fuerte. —menciono, sin saber que más decir—. Bueno, seguro que ya superarás esto.
—Ya ni siquiera me afecta. —dice pero yo sé que me está mintiendo, así qué finjo seguirle el juego.
—Entiendo, ¿comemos? —inquiero ansiosa por mi pastel de frambuesa con cubierta de chocolate y una bola de helado. Mi hermano asiente, disfrutamos de nuestro pedido entre charlas triviales, con un ápice de diversión.
Tener estos momentos con mi hermano me ayudaba porque relajaban mis pensamientos tortuosos.
—Y entonces Britney se tuvo que tragar toda la olla de jugo de sandía. —se ríe—. Estubo cómo una semana en el baño.
Me estaba contando sobre una mujer a la qué le hizo una broma terrible porque ella le pintó el cabello de rosa, todos se burlaron de él y Luke solo se vengó.
—Que horror, es mejor tenerte cómo amigo que como enemigo entonces.
Su sonrisa se amplia.
—Así es hermanita. —dice para después lanzarme un guiño.
Shena vuelve después con la cuenta, Luke le paga y luego salimos del local. Sentía que estaba rodeada de buena vibra, por eso decidí ir a visitar a la mamá de Axel.
—¿Estás segura de querer ir sola? —inquiere Luke—. No me cuesta nada acompañarte.
Muerdo ligeramente mi labio inferior, miro a nuestro alrededor no me gustaría tener un ataque y no tener quién me ayude.
—Voy aceptar que me acompañes.
Él asiente, luego nos dirigimos a casa de Axel. En el camino me encuentro con Lizzy, está llevaba una sonrisa radiante.
—¡Aylis! —chilla al verme, me abraza al punto de asfixiarme—. Te extrañé un montón.
—Lizzy, me estás asfixiando. —comento, ella me libera de sus brazos pero sigue sonriendo por un momento pienso que nos va a dejar ciegos—. ¿Por qué sonríes así? ¿A qué se debe tanta felicidad?
—A qué por fin dejé de ser virgen.
—¡¿Qué?!
—No me grites.
—¿Cómo que tu..? eh.. quiero decir...
Vale, no estaba preparada para hablar de este tema y menos frente a mí hermano.
—¿No me digas que faltaste a las clases de sexualidad de la señora Pérez? —inquiere, yo niego rápidamente—. Menos mal, pero si se te olvidó uno rompe el himen cuando el miembro del... —me apresuro a tapar su boca, no quiero escuchar más de lo que ya ha dicho, rayos. Mi cara arde por la vergüenza que ella me está haciendo pasar.
—Oh, cállate no necesito tus detalles. —menciono, ella pone cara de no romper ni un plato—. No me mires así, se te olvida que Luke está aquí.
—Hola Luki. —dice, emotiva— A tí no te importa que hable de estas cosas con tu hermana, ¿verdad?
—Prefiero no contestar.
—Bueno, da igual. —bufa Lizzy—. Fue magnífico, él la tenía tan...
—LIZZY.
—¿Qué? Solo te estaba contando sobre el tamaño del corazón de mi amante.
—Sí, claro, su corazón. —vuelco los ojos irritada.
Ella se ríe por mis gestos.
—Ah, ya. Deja de ser tan mojigata. —pide, exasperada—. Debemos vivir la vida con plenitud.
—Número uno, no soy una mojigata. —aclaro—. Número dos, debes ser responsable al vivir tu vida y número tres, dime qué por lo menos usaste protección.
—Eh...
—¡Ay, dios mío! —exclamo incrédula—. ¡No usaste protección!
—Quería disfrutarlo con plenitud, el condón estorbaba.
—No te pego porque no eres mi hija.
—Ah, ya cálmate. —indica—. Pareces una señora vieja, deberías estar feliz por mí.
—A ver, dejaré pasar tu insulto porque no quiero discutir más. —expongo—. Yo solo me preocupo por ti, ¿vale? Es peligroso tener sexo sin protección, pero allá tú.
—Por supuesto, lo que sea que pase será mi responsabilidad.
—En eso estamos de acuerdo.
Se forma un silencio incómodo que es interrumpido por el carraspeo de Luke.
—Debemos irnos.
Asiento.
—Tómate la pastilla, sino lo has hecho y otro día paso por tu casa para hablar.
Ella asiente. Nos despedimos con un abrazo, luego cada quien se va por su lado.
—Eso fue un poco intenso.
—Lo sé, demasiado para mí gusto.
—Creo que te exaltaste y la trataste mal.
—No Luke. —destaco—. Solo le hice ver la realidad de las cosas, me preocupa que se tome esas cosas tan a la ligera cuando son en verdad preocupantes.
—No eres su mamá, recuerda eso la próxima vez que ella te cuente sus cosas y procura que no sea en mi presencia.
Suelto una carcajada por lo que ha dicho.
—Vale, vale, se hará así.
Al llegar a casa de Axel, la enfermera nos abre la puerta me despido de mi hermano e ingreso a la casa.
—No altere a la señora, por favor. —solicita la enfermera, me pareció extraña su actitud casi amable.
Asiento.
—Kitty, es un gusto saludarla.
—Mi niña, ven aquí y dame un abrazo. —Hago lo que me dice—. Te extrañé mucho.
—Oh, Kitty yo también.
Hablamos un poco sobre temas triviales, también de Axel sobre su estadía en el extranjero y las cosas que él le contaba a ella. Hablar de Axel me ponían sentimental, ojalá estuviera aquí. Él me hubiese entendido mejor que yo misma, sé que con su presencia todo mejoraría.
Me siento perdida, en un mundo lleno de rocas puntiagudas.
Llena de espinas que rasgan mi piel, busco el consuelo, la ayuda en mi bastón fiel.
Sin embargo parece que he de pelear con algo más fuerte que él, debo luchar con todo mi ser para estás ataduras vencer.
—¿Sucede algo tesoro? —inquiere, alarmada
—No es nada, tan solo extraño a mi amigo.
—Lo sé, pero el tuvo que irse por su propio bien.
Me levanto del mueble, abrazándome a mi misma.
—Es que necesito de sus consejos en estos momentos, —expongo al sentarme de nuevo pasando mis dedos por mi rostro debido a la frustración que me provoca esta situación—, me siento perdida, quiero algo pero creo que no merezco a esa persona.
—Oh, cielo, tranquila. —menciona agarrando mis manos entre las suyas—. Puedes contarme a mí las penas de tu corazón, te escucharé y te aconsejaré lo mejor que pueda.
—Kitty, no quiero abrumarla con mis cosas.
—No lo harás, vamos, —anima—. Dímelo.
Un suspiro pesado sale de mis labios, intento hablar pero nada sale. Así que niego, no puedo decirle lo que me sucedió.
—Simplemente no puedo, realmente no me veo diciéndole todo lo que pasó.
—Entiendo, —ella se queda un momento pensativa—, Axel me dijo que te gusta mucho la playa, ¿te apetece ir?
—¿Ahora? —inquiero.
Ella asiente.
—No creo que sea buena idea.
—Yo pienso que sí. —su sonrisa es igual al gato de Cheshaire—. Seguro te animas un poco.
—¿Y quién dice que yo necesito que me animen? —inquiero soltando sus manos—. No Kitty, yo me encuentro en perfecto estado.
—Si fuera así aceptarías mi invitación, querida.
Aprieto los labios en una fina línea, de acuerdo. Me ha pillado, pero no voy aceptarlo.
—Kitty, lo mejor será que me vaya.
—¿Te vas a ir porque te estoy presionando?
—No es por eso.
—Sí, es por eso. —indica ella—. Haz algo por esta pobre anciana, llévame a tomar un poco de sol.
—Tú no eres una anciana. —menciono—. Y ¿qué sol vas agarrar sí ya está oscureciendo?
—Bueno, puedo agarrar la luz de la luna.
—Kitty...
—Mi niña, ¿qué tienes que perder?
Nada.
—Tengo cicatrices de las cuales no creo poder curarme.
—Mi niña, incluso de las grietas más grandes nacen flores. —expone con dulzura—. Todos aunque sea una vez nos rompemos, unos en pedazos más grandes que otros pero está en nosotros recoger esos trozos y formar algo hermoso.
—¿Y si los pedazos son tan diminutos que no lo puedes ni agarrar? O ¿Si esos trozos te cortan cuando quieres sujetarlos?
—Significa qué estás viva, que tienes deseos de avanzar.
Una sonrisa débil se asoma en mis labios.
—Los tengo, solo que siento que estoy tan dañada y no quiero dañar a alguien más.
—Supongo que es el chico con el que me visitaste la otra vez.
Asiento.
—¿Qué fue lo qué pasó?
Suspiro.
—Me agredieron en la celdas de la comisaría, tengo las marcas de quemaduras en varias partes de mi cuerpo. —empiezo a contarle—. Por eso no quiero asistir a las playas y exponerme, además qué con Gael lo que siento es fuerte, de verdad lo quiero. —le aseguro—. Solo que con lo lastimada que estoy, más mis pesadillas y el miedo que tengo de encontrarme con Luis sin que nadie pueda ayudarme es tan desgarrador, Gael no merece estar con alguien tan poca cosa como yo.
—No vuelvas a decir eso. —exige—. Eres una niña encantadora, valiente y fuerte. —sonrío, ella limpia las lágrimas que bajan por mis mejillas, esas que no sabía que estaba soltando—. Cualquier hombre debe sentirse honrado por tenerte, las pesadillas se irán con el tiempo, recuerda que él te va ayudar a curar todo.
Asiento.
—Mi niña, las cosas van a mejorar y este proceso se lleva mejor de la mano de esa persona que amas y qué te ama. —dice, Kitty se levantó para envolverme en un cálido abrazo—. Créeme cuando te digo, qué serás más fuerte si ese chico está a tu lado.
—El dijo que me iba a esperar toda la vida. —menciono—. Y sé, que no lo dijo solo por decirlo.
—Entonces, ya sabes que él te quiere y es ese sentimiento lo que te dará fuerzas para avanzar, —afirma y agrega—, así cómo lo hacen las estaciones con las flores.
—Gracias. —murmuro.
Nos mantenemos abrazadas así durante un tiempo, intervalo que utilizo para pensar. Después de unos minutos de analizarlo todo llego a una conclusión.
—Vayamos a la playa.
Nos levantamos, aprovechamos que la enfermera no estaba cerca y nos fuimos a la playa.
El olor a agua salada golpeaba mis fosas nasales, el viento azota mi cabello y en el horizonte se divisaban los últimos colores del atardecer.
Precioso.
—Es realmente hermoso, hace mucho que no sentía la arena entre mis pies. —comenta alegremente Kitty.
—Es lo mejor del mundo.
Camino hasta meter mis pies en el agua, está fría. Sonrío al ver cómo algunas estrellas empiezan aparecer. No sabía que necesitaba encontrarme con mi lugar seguro hasta que estoy aquí, sintiendo la calma que produce el ambiente en mi interior. Agradezco la insistencia de Kitty, de no ser por ella seguiría encerrada.
Me detengo a observarla, ella se encuentra sentada en la arena con las piernas flexionadas mientras juega con el agua.
Vuelvo a mirar al frente. Un chapuzón no me harían daño, ¿o sí? Espero que no.
—Creo que me meteré en el agua, quizás sea bueno. —le digo a mi acompañante.
—Házlo.
Sin pensarlo dos veces camino hacia el mar, me meto entre las olas que venían. Luego salgo a la superficie, si, es regenerador estar aquí. Tan solo fueron unos días que estuve lejos, había olvidado que esto me reconfortaba en mis momentos más difíciles. Doy una ligera danza, para después salir.
—¿Qué tal está?
—Helada, aunque eso no le quita lo divina. —digo al sentarme a su lado.
Las olas vienen y van, las estrellas brillan en conjunto con la luna, la brisa es fresca. Siento que me puedo congelar por estar aquí, pero justo ahora no me quiero mover. Deseo estar así, en calma. Playa de Luna me hace estar en paz.
—¿Aylismar? —pregunta una voz conocida, está era una de las razones por la cual no quería venir, sabía que me lo iba a encontrar.
—Hola querido, ven. —lo invita Kitty, yo le indico que no lo haga con la mirada mas ella me ignora—. Acompáñanos.
Él se sienta un poco alejado de nosotras.
—Oh, vamos, estás demasiado lejos. —se queja Kitty.
—Kitty, déjalo en paz. —murmuro sin girarme.
Nos escucho lo que ella le dice a él. Solo sé que bastó con esas palabras para que él se sentara a mi lado.
—Hola.
Ignore su voz.
—¿Sabes? Hace tiempo quería dedicarte está canción. —dice pero sigo sin prestarle atención.
—La vida es un millón de momentos los tienes, de prisa se van. Las horas nos escriben un cuento. Tu boca que me pide más.
«No te gires»
—Hay mil historias detrás de un silencio. Hay olas que se roba el mar. Tu abrazo se consume en el tiempo. Y en tí yo quiero descansar.
«No te gires»
—Hay noches de hielo. Hay alas caídas. Llovizna en la acera. Tu cara divina.
Ya no puedo evitarlo, me giro hacia él. Gael sonríe, vuelve a cantar y a tocar su guitarra. Mientras que yo siento que muero lentamente.
—Si tuviera que elegir,
te elegiría a tí, besándome, cuidándome, sintiéndote. Tan solo esos momentos son los que guardo dentro.
Mi labio tiembla, intento contener las lágrimas que corren por mis mejillas sin ningún éxito. De pronto sus brazos me envuelven, le devuelvo el abrazo hundiendo mi cabeza en el hueco entre su cabeza y su cuello. Sus manos acarician mi cabello, yo no puedo dejar de llorar, lo extrañaba tanto.
—Shss, está bien, no llores. —pide él, me alejo un poco para observar su rostro. Sus esmeraldas brillan más por la luz de la luna, él se inclina besando mis ojos—. Tan solo quiero que tengas presente que sin importar lo que nos pasé te elegiría sin pensarlo.
Me he quedado sin palabras, me limito a abrazarlo nuevamente.
—Y tú no querías venir. —murmura Kitty, no hace falta que la mire para saber que está sonriendo.
—Tu me convenciste.
—Y mira en lo que resultó, a qué no te lo imaginabas.
Ella no necesita que le conteste, porque sabe muy bien mi respuesta. Vuelvo apartarme ligeramente de los brazos del ojiverde.
—Creo que necesitamos hablar. —indico, el coloca un dedo sobre mis labios silenciándome.
—No tenemos que hablar, si no quieres.
—Quiero hacerlo. —comento acariciando su mejilla—. Solo que no sé qué debo decir.
—¿Te parece si empezamos de nuevo? —pregunta.
—No, ya nosotros tenemos nuestra historia. —respondo—. Me gusta tal y cómo es, no quiero estar alejados por mucho tiempo ojiverde.
—Yo tampoco, sirenita.
—Solo mm..
—Vivamos un día a la vez. —continua él, yo asiento en aprobación.
—Solo me preocupa una cosa.
—¿Cuál?
—No llegar a ser la mujer que tú mereces.
Ahora es él quien sujeta mi mejilla.
—Te elegiré a ti, siempre.
—Pero...
—No hay peros que valgan, por qué esté órgano late sólo por ti. —dice colocando mi mano en su corazón—. No existe nadie más con quién desee estar más que contigo, quiero crecer contigo, ver cómo logras tus objetivos estar ahí para ti cuando ya no te queden fuerzas yo quiero todo, absolutamente todo contigo sirenita.
Casi lloro de nuevo por lo que ha dicho. Me inclino hacia delante y le beso despacio, disfrutando el sabor de sus labios. Cerrando el pacto que hoy se ha pactado, él estará para mí y yo para él. Yo soy su sirena. Él es mi ojiverde. Juntos saldremos adelante con lo que venga.
Kitty tiene razón, somos más fuertes juntos amándonos, que separados.
🧜💚
Holis mis amores, espero y se encuentren bien. 🥰
Ronda de preguntas.
¿Qué les pareció el capítulo?
¿Qué piensan de tomarse el sexo a la ligera cómo Lizzy?
¿Esperaban que Gael apareciera con una guitarra para dedicarle tan bella canción a nuestra joven protagonista?
¿Momento favorito del capítulo?
Estamos cerca del final.🥺😱
Besos, se despide Esmeralda. 💚
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