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Capítulo 46

Gael.

—¿Y eso te dijo? —preguntó Emma, yo asentí. Me encargué de contarle lo que había pasado con Aylis, necesitaba su consejo.

—¿Qué piensas?

—Ella necesita tiempo para superar lo que ha pasado, no es fácil Gael.

—Yo no digo que lo sea, solo quiero estar ahí para ella cuando me necesita.

—¿Y qué te detiene?

—Ella. —recuesto la cabeza del espaldar de la silla, sintiéndome frustrado—. Emma no sé si alejarnos sea lo más conveniente en estos momentos.

—Quizás sea lo mejor, no es por echarte la tierra hermano —indica cautelosa—, pero aquél chico pudo haberla encerrado por celos hacia a ti. Y ella al verte, te asocia a esos trágicos días.

—Lo sé. —acepto, porqué estoy seguro que es así. Después de todo el chico está obsesionado con mi sirenita, yo estoy igual. Cualquiera que la conozca quedaría de esa manera, ella es una sirena encantada que capaz de dominarte solo con una mirada.

Y es qué.., solo bastó que sus preciosos orbes castaños conectaran con mis ojos verdes para quedarme prendado por su belleza. Pero fue el conversar con ella, abrazarla, besarla lo que me llevó a perder la cordura.

Sé que Aylismar lo está pasando mal, por eso quiero ayudarla a sanar. Porque ella no merecía nada de esta mierda.

Joder.

Qué ganas tengo de romperle la cara al imbécil de su ex por el sufrimiento que le hizo pasar. Pero por el momento no es posible, vive encerrado en su casa con sus padres. Aún así salgo constantemente de la casa para poder vigilar, quiero atraparlo cuánto antes.

—Buenos días mis niños. —escucho la voz cantarina de la que por desgracia es mi madre.

Vuelco los ojos, y me preparo para irme de aquí. No soporto estar en el mismo espacio con ella, no después de lo que pasó la última vez.

Flashback

Era de mañana, olía a chocolate caliente, canela y vainilla. Me alisté lo más rápido que pude para ir a investigar que era lo que Emma estaba cocinando. La ansiedad corría por mis venas con fuerza, grande fue mi sorpresa al llegar a la cocina ya qué, Emma no estaba ahí sino que Emilia ocupaba su lugar.

—Mi niño. —me llamó con la misma dulzura que utilizaba años atrás.

—No me llames así, —exigí de inmediato—, ¿Dónde está Emma?  —pregunté hostil.

—Ella aún duerme, amor. —volque los ojos ante su apelativo—. Hice tu postre favorito, después de todo hoy es un día especial.

—No lo es. —afirmó, sintiendo la ira correr por mi sistema.

—Hijo, ¿Podemos hablar sobre nosotros?

—No hay nada de qué hablar. —sentencio firme—. Usted se marchó, nos abandonó y el monstruo de nuestro padre nos destruyó.

—Gael...

—¡NO! —grité con fuerza—. ¿Con qué derecho vienes a buscar algo que perdiste hace mucho tiempo? ¿Por qué ahora decides aparecer? Tú...

—Yo tuve que irme para buscar un mejor futuro para ustedes, porque los amo.

— ¡Mentira! —vocifero hastiado de sus engaños.

Ella me vió con gesto supuestamente dolido por mis palabras.

—Eso no es cierto, —intenta aclarar una situación de la cuál ya no puede salvarse—, yo quise llevarlos conmigo pero su padre no los dejó.

—Qué fácil para ti decirlo. —mascullo—. Ahora que él no está aquí, lo acusas de no permitirte llevarnos. —me cruzo de brazos—. Y es qué tú no podías agarrar a cada uno de tus hijos y salir con ellos enfrentándose a lo qué venga.

—Gael..

—Gael nada Emilia. —doy un paso amenazador hacia ella—. Todo, escúchame bien. —menciono—. Todo, aunque hubiera sido malo era preferible que vivir el infierno producido por Gastón.

—Siempre has apoyado a tu padre. —dice ocasionando que mi ceño se frunza con confusión y dolor por sus palabras.

—¡Yo siempre te defendía! —exclamo furioso—. Nunca me importó el dolor qué ese hombre me causaba, solo quería tú bienestar.

—¿Y ahora vienes a sacarmelo? —inquiere.

—Esta discusión no va a llevarnos a ningún lado, mejor me marcho.

—Si, corre huye de los problemas como un cobarde.

—La única que no tuvo los ovarios suficientes fuiste tú. —destacó—. No dejaste sin importar nada.

Después de salir limpié las lágrimas que corrían por mis mejillas, eran de furia, de decepción, de dolor...

Fin del flashback.

Estar con Emilia en el mismo espacio ocasionaría problemas, ya no quiero que Emma presencie ese tipo de eventos. Ella quiere darle una oportunidad, puedo entender eso mas no lo acepto. ¿Qué podría necesitar mi hermana de esa mujer? Nada.

Suspiro.

¿Por qué tenía que regresar? Todo estaba saliendo bien sin su presencia, con ella nada bueno puede salir.

Caminé de forma sigilosa al hogar de aquel miserable, quizás hoy pueda encontrarlo fuera de su fortaleza. Unos minutos más tarde, estaba justo detrás del imbécil. Ni siquiera dudé al momento de estampar mi puño en su rostro luego de volverlo a la fuerza.

—¡Pero qué mierda! —exclamó sorprendido, limpió el rastro de sangre de su labio inferior.

—Te estaba esperando. —bramo—. Vas a sufrir por cada lágrima, cada cicatriz que le hiciste a chica.

Su risa sarcástica fue un incentivo para estampar otro puñetazo en su rostro.

—Eres patético. —escupió—. Te voy a dar un consejo. —dijo dando un paso hacia mi persona —. Aléjate de esa perra si no la quieres ver muerta, porque cuando menos lo esperen voy a terminar lo que inicié.

—Sobre mi cadáver. —dije sujetándolo del cuello de su camisa.

—Joven suelte a mi hijo. —ordenó el Alcalde.

No me moví.

—Ya escuchaste a mi padre. —mencionó con burla.

—Si te le acercas tan solo un centímetro te mato.

Lo solté brusco y me alejé del lugar. No me va a temblar el pulso para masacrar al imbécil sí se le acerca a mi sirenita.

Ya ha sufrido demasiado, no necesita volver a pasar por lo mismo.

🧜💚

Estoy terminando mi cerveza para asistir a casa de un amigo, según su mensaje tiene información importante qué no me puede decir por teléfono. Pregunté a qué se refería pero solo me contestó es clasificado. Cómo si yo fuera una especie de agente o lo qué sea.

La curiosidad me está quemando las entrañas, necesito saber lo que oculta. Una vez terminado mi trago dejo un par de billetes pagando el pedido y dejando algo de propina para largar me a ver a ese hombre.

Agarro un bus hasta la casa de mi amigo, le escribí que estaba por llegar. Apenas pisé la suela de la calle él estaba parado en su casa. Le saludé con un apretón de manos y abrazo.

—Me alegra que hayas venido, viejo.

—Dijiste qué tenías información importante, —señalo—, así qué aquí me tienes.

—Bien, entremos.

Asentí.

Al cruzar la puerta todo se encontraba en total oscuridad. Dí unos pasos en el interior, las luces se encendieron y un montón de personas salieron gritando «sorpresa».

¿Pero qué demonios? Miro atrás de mí para ver a Isaac, este solo me sonríe en modo de inocencia.

—¿Qué significa esto? —cuestiono en su dirección—. No fue para esto que me llamaste ¿o sí?

—Una fiesta. —dijo con simpleza—. Tú fiesta de cumpleaños.

—Yo no pedí nada.

—Lo sé amigo, porque crees que hice la fiesta a tus espaldas y luego te mentí para que vinieras a verme.

—Espera un segundo. —indico—. ¿Me mentiste?

—No me voy a disculpar por eso.

Niego irritado.

—Es todo, me voy de aquí.

—No, vas a disfrutar tu día especial y punto. —afirma, sujetando mi hombro.

Una chica me agarró del brazo y del otro Iván, ahora me llevaron a la fuerza a la barra improvisada. Me solté como pude de ellos.

—Sabes tan bien cómo yo qué necesitas relajarte. 

—No quiero hacer nada hoy por lo que pasó hace dos semanas. —bramo tomando un vaso de plástico con líquido ámbar.

No necesito una fiesta, no me gustan. Desde hace no sé cuánto tiempo dejé de celebrar este día. Los pocos conocidos que tengo saben sobre eso, Emma también aunque siempre me hacía o me daba un cupcake para no perder el hábito decía ella.

Y es qué no me importa este día porque es tan enfermizo cómo los otros, ¿qué debo celebrar? ¿mi nacimiento? Tonterías. Nada de eso fue suficiente para que ella no se hubiera marchado.

Porque justamente fue en ese día que ella agarró sus maletas y se fué dejando un vacío enorme en mi pecho. Un camino de lágrimas en mis ojos, y una hermana que necesitaba mucho amor.

Por eso odio este día.

Por eso no lo celebro.

Porque nunca le importó a mi madre.

—Oye, viejo. —la mano de Iván pasando por mis ojos me trae de vuelta al ahora—. Ven a bailar aquí hay algunas muchachas que quizás puedas conquistar. —dijo bajando y alzando sus cejas de forma pícara.

—No voy a bailar con ninguna de ellas.

Extrañamente se alejó, pero luego observé que era para contestar su celular. No habían muchas personas en la casa, máximo díez. Aún así era ridículo estar aquí si no me estoy divirtiendo, la única persona que me impedía irme acaba de irse. Y ahora no sé porque razón no me he movido para salir de aquí.

Suspiro.

Debería aprovechar que Issac se marchó. Y es lo que haré.

—Gael, ¿cierto? —dijo una chica rubia con ojos azules, llevaba un   camisa corta azul y falda negra.

—¿Necesitas algo?

—Si, ¿me acompañas al jardín? —pidió—, por favor.

La observó de arriba a abajo, si está buscando algo de mí pierde su tiempo.

—No quiero sonar cómo un imbécil, —establezco cruzado de brazos, observando cómo su ceño se frunce—. Pero no estoy interesado en nada de lo que tengas que ofrecer.

—De igual forma acabas de hablar como uno. —indica—. ¿Vienes o tendré que arrastrarte?

Una sonrisa se forma en mis labios.

—¡Ja! Quiera verte intentarlo.

—¡Oh, vamos! No seas un pesado.

—Escucha, no me interesa tener nada contigo. —establezco con firmeza—. ¿De qué forma te lo tengo que explicar?

Ella formó un ligero puchero, uno muy irritable para mi gusto.

—Solo quiero que vengas un ratito. —dijo pasando su mano por mi brazo, mano que quité de inmediato.

—No me toques. —mascullo.

—No lo haré sí me sigues al jardín.

—No haré tal cosa. —destaco cansado y enojado por su actitud.

—Lo harás. —afirma ella—. Iván quiere que vengas al jardín, te tiene una linda sorpresa.

Joder, Iván te voy a matar.

—No me gustan las sorpresas.

—¿De verdad vas hacerle eso a tu amigo? —inquiere, insistiendo de nuevo. Al parecer no sabe cuándo rendirse.

Bufo.

—Esta bien, iré. —ella aplaude contenta—. Solo sí él viene a buscarme, no te quiero cerca de mí.

—¿Por qué tienes miedo de caer bajo mis encantos?

Una carcajada descomunal sale de mi garganta.

—Cielo tanta arrogancia te va a pasar factura. —comento aún riendo—. Sé con certeza que no me juntaría contigo ni siquiera por ser la última mujer en la tierra.

—Eres un imbécil.

—Y tu eres irritable, sólo hay una mujer que me interesa y créeme cariño esa no eres tú. —indico, para después levantarme de mi asiento—. Y sí me disculpas, iré a ver qué tiene mi amigo para mi.

Camino hasta el jardín en la puerta que conecta con él se encuentra Isaac.

—Aquí me tienes.

—Estupendo, aunque tardaste mucho. —afirma disgustado—. Tu regalo está cerca del banco.

Asiento.

Y me dirijo hasta ahí, me quedé de piedra en cuanto observé la figura de una persona conocida. ¿Qué está haciendo ella aquí? ¿Debería irse? No, es mejor que se quede ¿cierto?

Joder. Me siento cómo un adolescente nervioso por declarar su amor o peor aún, por hablar con los padres de su novia.

—¿Por qué no te le acercas? —la voz de Iván me hizo brincar en mi lugar—. Sé que tienes algo con esa chica por eso le dije a mi novia que la trajera, es esa chica con la que habla la tuya.

Asiento.

—Creo que lo mejor es alejarnos.

—O podrías evitar todo esto yendo allá, —le miro—, la besas y le dices que eres suyo. —indica—. No sabes qué, no le digas eso.

Me río y palmeo su hombro.

—Gracias, y si algo sale mal recuérdame golpearte. 

Me acerco lentamente hacia ella, como si estuviera contando mis pasos, las manos me sudan por dentro del pantalón y siento el sudor de mi frente deslizarse por mi cara.

Estoy a centímetros de ella, el olor de su perfume a rosas inundada mis fosas nasales. Y sí me aproximó un poco podría tocar su cabello, pero me abstengo de hacerlo en el momento en el cuál ella se vuelve y sus ojos conectan con los míos.

Me quedo paralizado.

—Hola ojiverde.

—Ho- hola sirenita. —mierda, acabo de tartamudear. ¿Qué me pasa? Actúo cómo si fuera la primera vez que la veo.

Sus labios se extienden formando una linda sonrisa.

—No esperaba verte por aquí.

—Yo tampoco.

Se forman un silencio en el cuál lo único que hacemos es mirarnos mutuamente, sus dulces ojos color miel no abandonan los míos.

Alguien carraspea a mi espalda. Y es en ese momento en el que rompo el contacto.

—¿Necesitas algo Iván?

—Sí, deja de comportarte como un idiota y dile algo más coherente a la chica.

La risa de Aylismar suena como música en mis oídos. Una simple mirada mía, es suficiente para que este sujeto se largue de aquí. Acción que realiza de inmediato en compañía de su novia.

—¿Puedo sentarme? —pregunto dubitativo—. ¿O sí quieres me marcho? —indico rascando la parte de atrás de mi cabeza.

—Lo más correcto sería que te mantuvieras al margen. —dice, sus manos toman el dobladillo de su camisa y juega con ellos, está incómoda por mi presencia—. Qué ni siquiera me hablaras.

—¿Pero?

—Pero no soy quién para decidir nada en esta casa. —comenta levantándose—. Adelante, puedes sentarte.

La detengo cuando tiene intenciones de irse.

—No te vayas. —solicito, tomando su brazo.

—Tengo que darle el regalo al cumpleañero. —informa, pero no la suelto.

—Y si te dijera que yo soy a quién buscas.

La confusión era notable en su delicado rostro, sus cejas estaban fruncidas y su labio inferior temblaba.

Llevé mi mano libre a su cara para acariciar ese leve temblor, su boca se abrió con antelación, su respiración era agitada. Bajé mis dedos hasta tomar su mentón y volver a conectar su mirada con la mía, tomando el control que hace unos instantes había perdido.

—¿Me dejarías estar unos minutos a tu lado? —inquiero.

—No. —decreta, la determinación en sus ojos hizo que alejara mis manos de ella—. Ni por eso me quedaré contigo.

—¿Tanto te molesta que esté cerca tuyo?

—Sí. —su voz sonó débil.

Coloqué una de mis manos en su cintura atrayendo su cuerpo al mío. Acaricio su nariz con la mía, ella tiembla en mis brazos. Sus ojos los mantiene cerrados.

—Por favor... —suplica—, por favor, no...

Dejo un beso en su frente para después alejarme.

—Lo siento, —me disculpo—, no volveré a presionarte.

Ella asiente, noto cómo un rastro de lágrimas corren por sus mejillas y me maldigo por ser un idiota.

No digo más. Camino de nuevo al interior de la casa, esto ha sido un error desde el principio. Nunca debí quedarme. Ahora, no veo atrás al momento de abandonar la casa.

Me duele el pecho.

Su rostro lleno de lágrimas y la súplica en su voz por no tocarla me destrozaron.

No agarro el bus, prefiero caminar y tratar de aliviar el dolor qué siento. Además, estoy seguro que ella todavía estará en casa

Espacio.

Tiempo.

Paciencia.

Sobre todo eso, debo tener con ella mucho paciencia. Sé que no es fácil para ella, qué en estos instantes se cuestiona mucho por todo lo que ha vivido y probablemente crea que debido a eso no debamos estar juntos, pero no es así.

Estás son solo pruebas que nos está colocando la vida, debemos ser lo suficientemente valientes y audaces para afrontarlas.

El obstáculo más grande está en nuestra mente y el impulso es nuestro corazón.

Podemos vivir toda una vida deseando tantas cosas que no satisfacen nuestra necesidad más importante «la felicidad». Y podemos estar en el borde de la muerte pero en ese pequeño minuto experimentamos un segundo de felicidad tan plena, tan especial que lo demás deja de tener sentido.

Mi vida recobró esa sensación de felicidad cuando la conocí, ese preciso momento que su mano tocó la mía y sus ojos me hipnotizaron.

Antes todo era tan... diferente, mis días se resumían en ir a trabajar y volver, tomar algo con los muchachos y ya. Cuando Emma regresó del internado en el que me vi obligado a llevarla porque sus ataques eran mas fuertes, empecé a sentirme un poco más lleno extrañaba a mi hermana. Más de lo que me atrevo admitir.

Ella hizo que mis días se alegran un poco con sus ocurrencias, sus ganas de ver el mundo y de encontrar las maravillas que se esconden en cada rincón. También, tuve que preocuparme por sus ataques, los medicamentos además de alejarla del fuego cuando intentaba cocinar algo. Sucede que en ese entonces se quedaba embelesada viendo las llamas. Después, la situación fue mejorando.

Al día de hoy, puedo decir que ella podría curarse de esa enfermedad. Sé que sus demonios la atormentan, ella necesita tomar más terapia y estoy seguro que será suficiente para despejar la tormenta que nubla su vida.



🧜💚


Holis mis amores,  espero que se encuentren muy bien. 

Los he tenido un poco abandonos, lo sé y me disculpo por ello. He estado algo full con la universidad y el trabajo, por lo que escribir y actualizar se me ha hecho complicado, además que no tenía inspiración para continuar con la historia. Pero ya eso ha acabado, me he hecho un hueco para actualizar esta semana y darle continuidad a esta historia. 

Besos, se despide Esmeralda. 

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