Aylismar.
Había pasado ya una semana desde mi último encuentro con Luis, no me atreví a decirle a nadie lo sucedido, ya no quería más problemas.
Estando ya en casa las cosas se pusieron tensas, en primer lugar porque Iris me acusó con nuestros padres mi actitud con ella aquel día en el hospital y en segundo lugar mi madre no dejaba de verme con cierto desprecio o eso me parecía a mi.
Puedo entender las acciones de mamá, sobre todo porque no era fácil volver a estar en esta situación.
—Mi niña, —escuché la voz de mi mamá— ¿Puedo hablar contigo un minuto?
Le sonreí y la invité a pasar a mi habitación.
Ella en cuanto estuvo cerca de mi, me jaló por un brazo y me abrazó con fuerza. Le correspondí de inmediato.
No sé por cuánto tiempo estuvimos así, pero no importaba. Nunca lo hacía, cada vez que mi madre me abrasaba era como sí el mundo me decía de manera silenciosa que todo iba a estar bien.
—Lamento todo lo ocurrido, mi amor. —mencionó con voz suave al separarnos.
Negué.
—No tienes porque...
—Aylismar, claro que si tengo motivos para disculparme contigo. —afirmó ella de forma autoritaria—, cariño, no he sabido cómo lidiar mi dolor por la perdida de mi hermana, te he culpado por años y luego de lo que pasó aquel día no pude evitar caer de nuevo en ese error.
—Mami, está bien, ¿sí? —aseguro suavizando mi voz—, no te preocupes.
—Déjame hablar. —masculló—. Sé que me he comportado mal, mejor dicho he actuado de la peor manera posible y quiero que sepas que voy a cambiar.
Alcé una de mis cejas en forma interrogativa.
—Mami, nunca te pedí qué lo hicieras.
Ella sonrió.
—Lo sé, pero debo hacerlo, voy asistir a terapias —informó—, porque quiero ser una buena madre para ti cariño.
—Para mí siempre serás la mejor madre del mundo, —aseguré sosteniendo sus mejillas—. Y me alegro que vayas a terapia porque necesitas sanar, pero debes hacerlo principalmente por ti y solo por tí.
—Lo haré.
Luego de decir eso tiró de mi y nos fundimos en un largo abrazo, hasta que Luke apareció por mi habitación. Él quería hablar seriamente conmigo. Mamá salió dejando un beso en las mejillas de ambos.
—¿Sucede algo? —cuestiono dubitativa, desde ayer él ha estado de forma extraña.
—Si.
Esperé por algo más de información pero no dijo nada, lo ví suspirar y arrojarse a la cama. Luke jaló sus cabellos supongo que por frustración.
—Luke...
Él me miró y luego soltó algo que no me esperaba.
—Creo..., creo que... estoy enamorado.
No puedo evitar reír. Y él me mira mal.
—No te burles de mí.
Intento frenar mi ataque de risa con poco éxito. Y su cara es un poema.
—Es.. que, —tapo mi boca.
—¡Ya! —exclama—. Aylis, no es gracioso.
Niego aguantándome el estómago.
—Creeme que sí, lo es. —aseguro sonriendo—. ¿Quién es la víctima? O ¿Tú eres la víctima de ella? —cuestiono con gracia.
—Que graciosa, —ironiza—, ¿Podemos hablar de verdad? —pregunta haciendo un puchero.
—Vale, vale. —acepto aparentando ser seria pero vuelvo a explotar en carcajadas.
Es que, es extraño oírle decir de su propia voz qué se encuentra enamorado. Lo digo porque muchas veces él me aseguro que nunca se iba a enamorar que esas eran cosas de viejas hormonales.
—No me has respondido. —menciono cruzada de brazos.
—Es Cyndi.
Abrí mis ojos ampliamente.
¡¿Qué?!
No me lo puedo creer.
—¿No vas a decir nada? —pregunta.
—Es que estoy en shock. —alego sin ocultar mi sonrisa—. ¿Qué te hace creer que estás enamorado?
Él suspira.
—No puedo verla con otro hombre porque me pongo cómo loco, —expone sentándose en la cama—, mi humor se vuelve insoportable y parezco un perro ya qué me la paso gruñendo.
—Mmm.
—Solo hay un problema. —alzo una ceja interrogativa en su lugar—. Nuestra relación es solo sexo, o eso creí al principio pero todo ha cambiado porque ella se ha vuelto distante conmigo.
Oh... Qué difícil.
—Quizás estás celoso.
—Pues claro que estoy celoso, no soy el único en su vida. —aclara jugando con sus manos—. Pero quiero serlo, es decir, no sé de qué va toda esa mierda del amor y eso pero Cyn me incita a muchas cosas.
Me acerco y me siento junto a él.
—Hermanito, no creo que estés enamorado pero sí ilusionado. —expongo—. No lo digo por mal, tampoco es que yo sea una experta en el área pero conozco a Cyn y ella no es para ti.
—Ella no va a deja su vida por mí ¿cierto? —inquiere y yo asiento.
—Pienso que debes poner una distancia entre ustedes, —hablo con voz apagada, no quería lastimarlo con mis palabras—, si te busca es porque está interesada en ti y si no, bueno ya sabrás la respuesta a ese silencio.
Él me abrazó.
—Supongo que tienes razón.
Algo que no siempre suelo tener. Pero que aún así me alegro de poder ayudar a mi hermano. Quizás, para él esta relación que inició de mal manera va a terminar igual. Por lo que, si se aleja de la liberal de Cyn puede que sea feliz. Después de todo, estudiando en California exite la posibilidad de encontrar a su media naranja.
El silencio que nos abarcó fue denso pero no incómodo. Le dije que ya Gael sabía todo lo que ocurrió aquel verano.
—Al final, me ignoraste. —comentó y yo me enfoque en ver por la ventana—. ¿Y qué va a pasar entre ustedes ahora?
Ni siquiera yo misma lo sé Luke.
—Creo que nos vamos a dar una oportunidad. —respondo sin estar muy segura.
—Ustedes no son contemporáneos, —alega—, de hecho, puedo afirmar que él es mayor que tú.
—¿Y cuál es el problema a eso? —cuestiono observándolo.
El suspira.
—Que pasará de ti muy rápido.
Lo mire mal.
—Él no es así. —me opuse a su comentario.
—¿Y ya sabes cómo es? —inquiere receloso—. Por favor, Aylis apenas si lo conoces no puedes afirmar algo de lo que no estás segura.
—Y entonces según tú qué tengo que hacer Luke. —expongo al levantarme—. Ilumíname con tu sabiduría.
—Solo trato de protegerte. —menciona y yo vuelco los ojos—. Además, el tipo fue el culpable de que estuvieras encerrada.
Niego.
—No, estás equivocado Gael jamás me lastimaría. —aclaro—. La persona que me encerró fue Luis.
El bufó.
—Hablas cómo si ese lunático tuviera poder alguno.
—Sobre los oficiales, sí que los tiene. —afirmo—. Recuerda que es el hijo del alcalde.
—Aún así, no quiero que estés con ese chico.
—Lo siento, pero no me alejaré del ojiverde solo por qué tú me lo pidas. —expongo con firmeza.
El se acercó a mí y sostuvo mi menton.
—Tu relación está destinada al fracaso. —alega e intento zafarme pero él me sujeta con fuerza—. No van a durar mucho.
Lo empujo para liberarme de él .
—¡Cállate! —vocifero molesta—. Tú no sabes nada.
—Sé que pronto irás a la universidad y eso te alejará de él.
Y luego de decir eso se marcha de mi habitación, dejándome con miles de dudas en la cabeza. No quiero hacerle caso, las cosas entre nosotros sí van a durar. Él es un mentiroso.
Pero...
¿Y sí tiene razón? ¿Que pasaría si yo me marcho del pueblo? ¿Podremos seguir manteniendo nuestra relación? La verdad, no estoy segura.
Porque una relación de lejos según mi mamá es amor de pendejos. Algo que no tiene posibilidades de sobrevivir, solo en las películas se evidencia que ambos pueden enfrentar a ese obstáculo, mas en la vida real no sucede lo mismo. Porque al final uno de los dos va a fallar.
No tengo idea de cómo vamos hacer pero de algo estoy segura y es de lo que él me hace sentir, de cómo el corazón se me quiere salir del pecho cada que me sonríe o abraza.
Y nunca creí que alguien me volvería hacer sentir cómo ahora me siento. Aunque existe una diferencia entre mi anterior relación y está que apenas comienza, y esa es que Gael se metió más rápido dentro de mí ser, además las sensaciones a las que he experimentado estando a su lado superan todo lo que antes viví. Porque con Luis, fui yo la que más entregó, la que se preocupó por estar al pendiente de él y pocas veces él me correspondía pero yo estaba tan "enamorada", que lo ignore todo excepto su traición fue en ese momento que decidí abrir los ojos.
Un suspiro pesado se escapa de mis labios, me acerco a la ventana y coloco mi mano sobre el vidrio.
Creo que lo mejor será disfrutar mientras pueda de la compañía de Gael, sé que al momento de partir a New York todo acabará, ya no volveré a estar a su lado, ni podré besarlo, ni abrazarlo. Todo lo que decidimos iniciar terminará. Pero al menos tendré hermosos recuerdos de nuestra historia.
—Princesa, puedes bajar tenemos visitas. —la voz de mi padre me saca de mis pensamientos.
—Esta bien, ya bajo. —le indiqué y el se marchó.
Me di un baño para refrescarme y tratar de eliminar todas mis dudas. Necesitaba liberar la tensión que tenía acumulada. Decidí colocarme un shorts de jeans corto, con una camisa verde y mis vans blancas.
Luego de recogerme el cabello en un moño desaliñado, baje a reunirme con mi familia.
Escuche risas de voces conocidas, en la sala estaban mis padres, hermanos, mis abuelos y Vladimir. Los saludé a todos y me senté un sillón individual al lado de Luke. Por lo visto, estaban hablando de la boda que ya no faltaban casi nada para el gran día y aún tenían cosas por hacer por ejemplo; el banquete y los anillos.
A decir verdad nada de eso me importaba, todos estaban emocionados. Vladimir no había dejado de sostener la mano de mi hermana, desde que me senté hace como media hora él seguía unido a ella.
—Has estado muy callada Aylismar, ¿no tienes nada que decir? —preguntó mi abuela a lo que yo solo negué con la cabeza.
—¿Qué tal está tu novio? No has pensado en casarte con Luis, —ahora fue el turno de mi abuelo en preguntar—, sería buenísimo para nuestra familia que ustedes se juntaran.
Tragué grueso antes de responderles.
—Yo.. —mi voz falló por un momento—, mi relación con Luis ha terminado.
—¿Cómo? ¿Por qué? —cuestionó mi abuela—. ¿Que hiciste?
La mire mal por tan solo mencionar que yo tuve la culpa de aquella separación.
—Él me engaño abue, yo solo me alejé de alguien que es un farsante. —comento.
—Hay cariño, pero solo fue una carnita al aire algo sin importancia, deberías volver con él.
—No sucederá abuelos, yo no quiero estar con ese lunático.
—Aylismar, ten más respeto para tu futuro marido. —me regañaron—. Debes estar con ese chico él es un gran partido para ti.
Me levanto enojada.
—Luis y yo no vamos a casarnos. —mascullo.
Mi abuelo también se levanta y me enfrenta.
—Lo harás quieras o no, esto no está a discusión jovencita.
—No pueden obligarme a estar con alguien que me ha lastimado, —expongo a la defensiva—, además existe otra persona.
—Ya me lo suponía, ¿de quién estamos hablando? —inquiere mi abuela.
Sonrío.
—De Gael Sánchez.
Ellos se miran entre si, espero que me dejen tranquila porque la verdad no pienso obedecer los, los otros miembros de mi familia han estado cayados.
—Ese es el hermano de la loca pelirroja asesina e hijo del alcohólico de Gastón. —menciona mi abuela con desagrado—. No aceptamos que tengas nada con ese muchacho.
—Mamá...
—Ahora no, Marina. —demanda mi abuelo—. Tú vas a casarte con el hijo del alcalde y punto.
Me río sin gracia, ahora me queda claro porqué tanta insistencia, y se siente horrible que tú propia familia quiera utilizar te para tener una mejor posición social.
—Ustedes en verdad que son increíbles. —alego con decepción.
Y me marchó sin mirar atrás, no me importan los gritos de mis abuelos exigiendo que regrese. Sé que ellos no están al tanto de lo que ha sucedido por aquí, porque mis padres jamás les contarían de mis problemas pero aún así ver cómo me presionan para volver con él luego de decirles que me lastimó y observar con mis propios ojos que no les importa para nada mi opinión es triste.
Y lo más irónico de todo es que ellos mismos me dijieron una vez estando pequeña, que debía por sobre cualquier hombre amarme a mí primero porque sino iba a terminar igual que mi tía.
Caminé por las calles del pueblo hasta mi lugar favorito número dos, me descalzé y metí los pies dentro de playa de sangre. Mientras observaba el vaivén de las olas, intentaba relajarme.
No comprendo por qué ahora les incomoda a mi familia qué yo esté con Gael, Luke no me comentó nada antes con respecto a mi relación con el ojiverde y bueno, mis abuelos no estaban enterados de eso pero aún así apenas se enteraron no lo aceptan.
Es.., es tan injusto.
Unos brazos me rodean, recuesto mi cabeza en ese duro pecho, su embriagante aroma llega a mí y en cuestión de segundos un beso es depositado en mi cabello. Sonrío, me sienta tan bien que esté aquí.
—Hace tanto que no te veo, —dijo con la voz ronca y algo débil—, te extrañé sirenita.
Me aparté para darme la vuelta y mirar el precioso bosque de sus ojos. Sin embargo, lo que conseguí en ellos fue una enorme tristeza. Cuando abrí la boca para preguntar él me silenció con un profundo y ardiente beso. Uno que me dejó sin aliento.
Al separarnos, intenté nuevamente hablar con él pero al igual que hace unos instantes me silenció de la misma manera.
—Ahorita, no quiero hablar, —comentó abrazándome, con fuerza—. Lo único que necesito es sentirte.
Lo abrace de vuelta con todas mis fuerzas, palmé con suavidad su espalda. Gael me apretó de igual manera, y así permanecimos por un buen tiempo.
—¿Te sientes mejor? —pregunté al separarme un poco de él.
El asintió y dejó un pequeño beso en la punta de mi nariz que me hizo sonreír.
—Mucho, gracias.
—No tienes porqué agradecer, te sostendría todo el tiempo del mundo sí lo necesitas. —menciono tomando sus manos—. No hace falta que te hagas el fuerte conmigo.
El ronroneó mi nariz, recorrió mi rostro hasta llegar a mi cuello en dónde dejó un casto beso que me estremeció todo el cuerpo.
—Me encantas. —susurro en mi oído. Solo bastaron esas dos palabras para que mi cara ardiera.
¡Rayos! ¡Meteoros y cohetes! Gael está intenso hoy.
Era extraño verlo así, pero me gustaba. Su calor era reconfortante, además de observar en sus ojos aquel deseo por mí, imagino que yo debo tener la misma mirada. Aunque no tan salvaje como la del ojiverde.
Nerviosa, mordí mi labio inferior, estábamos envueltos en una corriente eléctrica y las descargas eran exitantes.
—Hoy no planeo dejarte Aylismar. —su voz era fuerte, demandante y ronca—. Me pertenecerás en lo que queda del día.
«Soy toda tuya, papi»
Por dios, conciencia, deja de comportarte de esta manera.
«Soy sensible e irresistible a la carne humana».
Sí, seguro.
—Gael...
Pero lo único que pude hacer fue decir su nombre, estaba completamente atrapada en su mirada. Quizás en otra ocasión me hubiera negado, pero hoy quería ser rebelde. Quería sentir y dejar de pensar en tantas cosas. Por lo qué, mirándolo fijamente a los ojos musité:
—Estoy a tus órdenes.
Sus ojos brillaron, era llamas increíblemente hermosas. No iban a apagarse y siendo sinceros, tampoco quería que lo hicieran.
En ese momento él beso mi dorso y nos dirigimos a la salida de la playa en dónde mis abuelos se encontraban.
—Te vines con nosotros, o habrán problemas.
💚🧜
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro