Aylismar.
Todo se sentía tan extraño, según mis familiares volví de la muerte, ellos pensaron que jamás me volverían a ver, abrazar...
Mi madre en particular fue la que más se apegó a mí y me dijo en innumerables veces que me amaba, que la perdonara. Al igual que hice años atrás, lo hice ahora le sonreí y dije que todo había quedado en el pasado.
Mi madre no era una persona mala, sino que en ocasiones sus sentimientos la dominaban y actuaba por impulso. La entendía mejor que nadie. No la justificaba pero podía meterme en sus zapatos.
Los doctores los sacaron para realizarme unos exámenes, era un milagro lo que había sucedido. Yo, era su milagro. En lo personal no me sentía de esa forma. De hecho, no podía describir con exactitud mi estado en estos momentos, pero podía dejar claro que me encontraba libre de sombras.
Ya mi pasado estaba revelado y estoy segura que ahora las cosas van a mejorar, quién me haya sacado de esa celda me dió también esperanzas. Y no, no voy a volver a dejar que alguien utilice mis miedos, mi vulnerabilidad para atacarme.
Sé que fue Luis quién me encerró. Los motivos lo desconozco, al igual que la razón para que me matarán a golpes. Sin embargo, grande va a ser su sorpresa cuando me vea más viva que las flores del jardín de sus padres.
Otra cosa que me preocupaba era Gael, no respondió a mi confesión y puedo jurar que el siente algo más por mí, desde luego él fue quién me pidió una oportunidad aquél día en la canoa. Pero tengo dudas sobre eso, ¿de verdad podemos ser felices juntos? La verdad, esperaba que sí.
Sé que soy muy joven, apenas voy a cumplir los dieciocho en unos días y él tiene más edad pero aún así lo que siento dentro de mí es más fuerte que yo. Y voy a luchar para poder tener un futuro juntos, voy a cumplir cada una de mis metas.
Ya no vivo entre tinieblas.
Ahora, comenzaré a vivir con el resplandor de la vida.
—Aquí está. —anunció el doctor a la persona que se encontraba detrás de él.
Un escalofrío recorrió mi cuerpo cuando observé que era la madre de Luis y seguidamente estaba él. Ambos entraron, el doctor les indicó que solo podían verme por cinco minutos.
—Supongo que hierva mala nunca muere. —siseó Luis.
No contesté.
—Creí haber acabado contigo en aquella prisión pero los incompetentes oficiales de mi padre no pudieron hacer el trabajo. —indicó acercándose más a mí—. Así qué, me tocará a mí hacerlo.
—Hijo, ¿De verdad, ella vale todo esto? —cuestionó su madre.
—No te entrometas. —demandó—. Dijiste que ibas apoyarme.
—Y cumpliré mi palabra pero debes saber que estás arruinando tu vida. —alegó su madre—. Aún no es demasiado tarde, corazón tines un hermoso futuro por delante.
Y lo que nunca hubiera esperado sucede. Luis, abofetió a su madre.
—Padre te ha dicho miles de veces que no debes cuestionar la voluntad de un hombre. —bramó de manera autoritaria.
Odiaba la violencia. Y más aún cuando era la mujer víctima de esta. Por tal motivo, me levanté de la cama por más dolor qué experimentaba mi cuerpo, saqué la aguja que me unía a la máquina que marcaba mi ritmo cardíaco y decidí hacer algo por ella.
—No tienes ningún derecho de lastimarla. —mascullo sujetándolo del brazo.
Luis me empujó. Caí de lado en el piso. Gruñí. Él me agarró del cabello, y me levantó del suelo.
—No interfieras.
En eso me soltó, se dirigió hacia su mamá y le susurró algo. Ella asintió y salió de la habitación.
—Ahora sí, vas a sufrir. —indicó con una sonrisa malévola.
—¿Por qué? —pregunté cruzada de brazos y alzando el mentón—. ¿Por qué tanto interés en lastimarme?
—¡Porque me hiciste quedar mal con mis amigos, porque perdí mi auto y fue gracias a tí qué logré conseguirlo y porque me da la gana hacerlo! —me gritó en la cara—. Además andas exhibiéndote con ese pendejo, muy sutil de tu parte.
—¡¿Y qué esperabas?! —bramé en respuesta—. ¿Creiste que iba a quedarme sufriendo por tí? —cuestioné con ironía—. Pues no, Luis no eres ni serás el único hombre de mi vida. Si tanto te molesta o te duele que yo esté con Gael pues... —lo enfrenté golpeando su pecho con mi dedo índice—. ¡Jodete!
No toleró mi altanería. Me agarró por el cuello. Y en ningún momento dejé de mirarlo, por lo menos él no recibiría de mi ningún acto de cobardía.
Me estaba asfixiando. Podía sentir como mis pulmones luchaban por recibir oxígeno. Mi visión se volvió borrosa, pero... Todo cambió segundos después, caí al suelo tosiendo en busca del oxígeno perdido.
Luis estaba en el piso, creo que inconsciente. Había una persona en la habitación, recorrí sus piernas hasta dar con su rostro, mas este estaba oculto trás una máscara. Él me ayudó a levantarme, llevaba guantes de cuero, pantalones negros, chaqueta y camisa del mismo color.
—Gra- gracias. —tartamudeo.
Esa persona asintió.
Luego llegaron el doctor y las enfermeras, me colocaron la aguja con cuidado. Me ordenaron que me acostara. Después todo el mundo salió de mi habitación.
Suspiré.
Casi no la libro está vez.
Aunque no me arrepiento. Lo haría millones de veces más, me cansé. Ya no iba a permitir que mi ex me volviera a lastimar. Ni mucho menos que intentara hacer lo mismo con las personas que me brindaban apoyo.
Dudo mucho que Luis me deje en paz, que se olvide de mí y del ojiverde. Temo que pueda hacer algo en su contra o en la de su hermana. Su padre es el alcalde, él tiene tanto poder a nivel político por ser su hijo y la gran mayoría de las personas en el pueblo harán lo que sea por cumplir sus órdenes.
★★★
Gael.
En casa Emma se levantó de buen humor, estaba cantando y cocinando. Desde hace mucho tiempo no la veía de esta forma, me alegré muchísimo más por ella.
—¿Te ayudo? —pregunté sonriendo.
Ella negó.
—Tranquilo, tengo todo bajo control. Si quieres ve a ponerte guapo, tendremos una visita especial dentro de unos minutos.
Esto no me agrada.
—¿Visita especial? —cuestiono—. ¿Vas a presentarme algún novio?
Me dió una mala mirada.
—Que chistoso, sabes que nadie en este pueblo podría llegar amarme. —expresa con desgana.
Me acerco y acaricio su mejilla.
—Te aseguro que va a llegar el día en qué un hombre esté loquito por ti, —menciono—, puede que ese ser no esté ahora por aquí, pero va a llegar. Te lo prometo.
Ella sonríe y me abraza. Le devuelvo el abrazo sujetándola un poco más fuerte.
—Te quiero bobo.
—Y yo a tí, peliroja.
Nos separamos, ella me ordena que vaya a cambiarme y yo obedezco cómo buen hermano mayor.
Me decidí por una camisa de mangas largas blanca, y un traje azul oscuro. El cabello perfectamente esterilizado, mis zapatos negros y para terminar me rocíe un poco de colonia.
Esto era demasiado, no me gustaba este tipo de atuendos, no cuando en el pueblo hace demasiado calor. Sin embargo, haría cualquier cosa por mi hermana, estoy ansioso por saber quién es nuestra visita.
Cuando bajé Emma ya estaba colocando la mesa del comedor. Me dispuse ayudarla y justo cuando terminamos tocan la puerta.
—Ya está aquí. —dijo entre emocionada y nerviosa.
—Tranquila, estoy seguro que todo saldrá bien.
—Espero y te comportes. —me acusa.
—Sé comportarme Emma, por mí no te preocupes.
Sin embargo, por la mirada que me dió ella no me creyó.
Emma fue abrir la puerta, yo me quedé en el comedor mientras que ella hablaba con esa persona.
En cuanto esa persona atravesó el umbral, me paralice. ¿Qué hacía ella aquí? Mi garganta estaba seca, no podía emitir palabra alguna.
—Hola hijo.
Parpadeo.
—¿Qué haces aquí? —gruño apretando los puños a mis costados.
—Vine a verlos, los extrañaba.
—¿De verdad? No me digas, —espeto frío —, no tienes nada que hacer aquí.
—Gael.
—¡No, Emma!, —vocifero—. ¿Quién te crees que eres para aparecer cuando estamos bien? —mascullo en dirección a la mujer que me dió la vida—. ¿Por qué ahora sí, te acordaste que tenías hijos? ¡Dime!
Estaba furioso.
Nosotros pasamos por tantas cosas por su culpa, porque ella no tuvo el valor de rescatarnos del monstruo que teníamos por padre.
La he odiado desde el día en qué nos abandonó cuando más la necesitamos.
—Solo quiero recuperar el tiempo perdido, quiero estar con ustedes.
—Pierdes tu tiempo.
—Gael, por favor, mamá está aquí. —pide—. Dijiste que te ibas a comportar.
—Eso fue antes de saber que me estabas engañando, antes de saber qué tú —la señalo—. Estabas complicidada con ella para reunirnos. No debiste hacerlo.
—Gael, no puedes seguir odiando a mamá.
La ignoro, esta discusión no tiene ningún sentido. Me alejaré de aquí, no volveré hasta mañana, hasta que ella se marche de mi casa.
Emma sostiene mi brazo sus ojos lleno de lágrimas retenidas.
—Por favor, solo quiero tener a mi familia reunida con una comida, solo quiero sentirme normal.
Con cuidado quito su mano de mi brazo.
—Eres una persona normal, no necesitas una cena con una madre ausente para darte cuenta de ello. —hablo con suavidad pese a la ira retenida que siento en estos momentos.
—Pero...
—Nos vemos después.
Y salí.
No podía estar en casa. No cuando sé a la perfección que las cosas van a salir mal, porque no puedo soportar vivir en el mismo espacio que esa señora. Es mi madre solo por darme la vida, pero no le puedo perdonar lo que nos hizo. Lo que le hizo a Emma.
Emma necesitaba su amor, no su abandono. No su desinterés.
Si hubiera sabido que ella era la visita jamás me hubiese vestido de esta manera tan ridícula.
Caminaba por las calles del pueblo sin tener un punto fijo. Mientras que los recuerdos amenazaban con salir de su cajón. Me esforcé por mantenerlos ahí, por no dejarlos salir. Porque solo yo sabía cuan doloroso era, cuántas veces tuve que reconstruir mis murallas. Volver a caer sería mi peor error.
—Ey, tú. —me llamó alguien, busqué por los alrededores aquella voz y vi a cierto hombre oculto tras un perro de mármol.
—¿Qué quieres? —pregunté en cuanto llegue a su lado.
—Recuerda estar al pendiente de mi amiga, yo no puedo hacerlo.
—Si dejaras tus complejos, sí, podrías estar a su lado. —señalé—. No te preocupes por ella, esta bien cuidada.
Su carcajada sin gracia hace que un escalofrío me recorre todo el cuerpo.
—Por lo que sé, cualquiera en este pueblo haría lo que Luis le ordenara. —alude—. No te confíes demasiado.
—Si tienes algo que decir, solo dilo.
Me dió una simple mirada pero no dijo nada. Solo negó con la cabeza. No sé por cuánto tiempo nos quedamos así, sumidos en silencio.
—Cuídala.
Asentí.
Me marché después de hablar con él. Caminé hasta el hospital, este no estaba tan lejos. Pregunté en recepción por su habitación, después de que me la dijeron fui a visitarla.
Ella estaba durmiendo, parecía un ángel. Luego del susto que nos hizo pasar, verla dormir no me trae tanta tranquilidad. Me hace pensar en el momento en el creí haberla perdido.
Me distraigo con su mano, le acaricio suavemente. La veo abrir sus ojos lentamente.
—¿Te desperté?
Ella sonrió.
—Tampoco es cómo si pudiese dormir mucho. —dijo.
—¿Cómo te encuentras?
—Mejor, los medicamentos han hecho su efecto. —comenta—. Solo espero que mí rostro sane pronto he de parecer un zombie.
—Te equivocas, para mí no dejas de estar hermosa.
Sus mejillas tomaron ese color rosado que tanto me gusta, y su sonrisa se hizo más grande.
—Gracias. —susurra—. Am, quiero decirte algo. —menciona mordiendo ligeramente su labio inferior, asiento en aprobación—. Lamento haberte ocultado la verdad, yo.. —se detiene cierra los ojos y luego vuelve hablar—. Yo nunca debí engañarte de ese modo, pero tenía miedo y sí, soy un poco cobarde pero no quería perderte.
Aprieto suavemente sus manos.
—Tranquila, te entiendo.
Ella negó.
—Tú no entiendes, pasé por mucho dolor cuando mi tía murió, mi familia entera me despreció y me sentía horrible, no quería pasar por lo mismo, —su voz se quiebra—. En verdad, lo siento.
—Ya pasó, aunque me gustaría saber ¿qué fue lo que sucedió aquél día? —pregunto.
—Gabriel y yo subimos a un bote era parte de la actividad del campamento, ambos estábamos emocionados. Recuerdo que discutimos porque los dos queríamos remar, en ese momento una corriente fuerte nos arrastró hasta un punto lejano. —su voz sigue baja al hablar—. Yo quería volver, tenía miedo y él, bueno quería seguir explorando, me convenció y seguimos remando hasta más adelante, pero nos perdimos. Y cuando nos dimos cuenta queríamos regresar pero no sabíamos cómo hacerlo, las horas fueron pasando, tomamos la decisión de volver aún cuando no sabíamos el camino.
Ella niega y suspira.
—Chocamos con lo que parecía una piedra pero era un cocodrilo, por fortuna el animal no se despertó sin embargo el golpe fue lo suficientemente fuerte para que nos cayeramos del bote. —sus labios empezaron a temblar—. Yo no sabía nadar, pensé que iba a morir Gael, Gabriel me ayudó a subir y luego yo tenía que haberlo subido a él...
«No logré hacerlo, sostuve su mano pero no pude subirlo, siempre creí que había sido yo quién dejó de sostenerle. —dijo calmadamente—. Estaba equivocada, no sé cómo decirte lo que experimente mientras estuve muerta, o en medio de ese trance, pero ví a Gabriel y él me dijo que fue él quién me soltó la mano.
No digo nada.
Por segunda vez en el día me he quedado sin palabras. No sé que responder ante eso.
—Él quería que supieras que te quiere. —añade.
Asiento.
Solo porque no sé que más hacer. Mi propia voz parece que se ha marchado, ni siquiera he logrado procesar por completo lo que me ha dicho. Así qué, nos quedamos en silencio.
—¿De verdad era él? —me esforcé para decir.
Ella asintió.
—Sí, lo era. —afirmó.
—Bien. —dije más para mí que para ella.
Me sentía incómodo. ¿Mi hermano soltó su mano? Esa confirmación solo refleja que mi hermano decidió por el mismo morir, es decir; se suicidó.
Otra razón más para odiar a mis padres. Nuestro pasado, las cosas que nos tocó padecer por culpa de ellos. Por más que haya sido su decisión era un niño, uno que necesitaba amor y comprensión. Ellos me lo arrebataron.
—Gael. —escucho que me llama—. Sé que es difícil, pero necesito saber.
—¿Qué? —mascullo con más brusquedad de la que pretendo.
—¿Puedes perdonarme? —pregunta sus ojos suplicantes no dejan observarme.
—¿Habrá algo que un hombre no pueda perdonar le a una mujer?
—Yo no necesito que un hombre me perdone, no importa lo que hagan los demás, —aclara—. Eres tú quién me importa, tu opinión es la que necesito.
Asiento.
—Utilice mal mis palabras entonces, —menciono risueño—. Quise decir que sí, te perdono.
Ella sonrió.
La puerta se abrió y por ella entró su hermana, el rostro de Aylismar se transformó en cuanto ella se acercó.
—Iris, no quiero verte aquí. —dijo.
—Hermanita, casi te perdemos —habló con voz llorosa.
—Tus lágrimas de cocodrilo puedes ir a derramar las con alguien que sí te crea.
—Pero hermanita.
—Me acusaste de estar interesada en Vladimir. —puedo notar el dolor en su voz—. Me ofendiste de la peor manera, eso no te lo perdono.
—Aylis, habla con ella, te veo después. —indico al levantarme, pero ella me detiene.
—Prefiero tú compañía, que la de ella. —intento oponerme—. Por favor, no te vayas.
—De acuerdo, me quedaré.
No puedo decirle que no, no cuando observo lo incómoda que se encuentra por la presencia de su hermana. Recuerdo aquella discusión que tuvieron en el restaurante, ambas se exaltaron y me sentí culpable porque por lo qué escuché a la chica no le agradó que yo le enviará un presente a mi sirenita.
—¿Podemos olvidarlo? —pregunta la chica haciendo un puchero—. Casi te perdemos, no quiero pasar por eso de nuevo.
—Tranquila, —dijo Aylismar, su tono de voz se volvió más frío—. Desde hace tiempo que tú me perdiste, desde hace días ya no me interesa saber lo que te ocurra.
Ella hace una leve pausa.
—Iris, espero que seas muy feliz. —ella lame sus labios—. Siendo honestas, te tengo algo de rencor y desprecio, por eso no quiero verte, no aquí fingiendo algo que no sientes. Sé que me consideras una amenaza para tu vida, por eso quiero que sepas que pronto dejaré de estar a tu alrededor ya no tendrás que soportarme.
—Eres muy injusta conmigo Aylismar. —espetó la chica antes de marcharse.
—Lamento que hayas tenido que presenciar eso.
—No te preocupes.
Nos quedamos otra vez en silencio, podía estar con ella de esta manera y no me cansaría. No entiendo qué sucede, pero cuando estoy a su lado me siento en calma, cómo si estando a su lado pudiera suprimir mis temores y todo aquello que me atormenta.
Aylismar es como la brisa de la primavera, calmada y serena.
Cómo la luz de las estrellas, su brillo elimina la oscuridad de las noches eternas.
Y, ahora, también es capaz de renacer de sus cenizas cuál ave fénix, que al reconstruir sus pedazos se vuelve más fuerte y mucho más hermosa.
Mi dulce sirenita, ha luchado constantemente por no hundirse en el mar de sus lamentos. Ella se enfrentó con su peor versión y sobrevivió.
—Eres más valiente de lo que piensas Aylismar Gómez. —comenté observándola, en ningún momento dejé ver esos ojos achocolatados, los mismos que me han quitado el sueño.
La vi negar y estoy casi seguro que iba a oponerse, pero apreté con suavidad sus manos entre las mías.
Quería decirle algo más, necesitaba que ella supiera cuánto me importaba, lo mucho que la quería. Sin embargo, no me atreví.
No fui capaz de confesarle lo acelerado que se encontraba mi corazón en estos momentos.
Solo nos quedamos así, cada uno perdido en la mirada del otro. No sé por cuánto tiempo, tampoco me interesaba averiguarlo. Me incliné sobre ella para acariciar su mejilla, Aylis cerró los ojos y pude notar como su respiración se volvió irregular, sus labios se entre abrieron, una invitación silenciosa para besarla. Y yo, no era quién para ignorarla.
Besé sus labios, al principio una leve presión hasta que ella me correspondió. Sus labios se movieron al compás con los míos, ese dulce sabor que pensé jamás volver a sentir lo tenía ahora junto a mí. Y nuestra sincronía fue lenta y pausada, no necesitaba más, ya qué la tenía a ella. Al terminar uní su frente con la mía.
—¿Me dejarías intentar hacerte feliz? —pregunte sin mirarla y con el corazón desbocado. No abryi mis ojos por miedo a su rechazo. Ya me había rechazado anteriormente.
Su mano acarició mi mejilla.
—Abre los ojos. —pidió, yo obedecí—. Será para mí un verdadero placer dejarte intentarlo, por que yo también planeó hacer lo mismo por ti.
Sonreí y volvimos a besarnos.
🧜💚
¡Holis mis amores!
Espero y se encuentren bien.
¿Se esperaban qué la mamá de Gael apareciera?
¿Cuál es su opinión sobre el trato de Aylis con Iris?
Al final descubrimos lo que sucedió aquél trágico verano, para Aylismar fue muy difícil decirle la verdad a Gael, ella hubiera preferido jamás contarla pero se sentía intranquila, las cosas con el ojiverde van enserio y en una relación la confianza es lo primordial.
Por otro lado, tenemos a un Axel traumado por sus cicatrices. ¿Quién sabe si algún día logre librarse a él mismo de su tormento? Nada es más dañino que nuestra propia mente, ella representa la más cruel de todas las toxinas.
En fin, esperemos a ver qué sucede en los próximos capítulos. Falta poco para el final.
Los quiero mucho.
Besos, se despide Esmeralda 💚
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro