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Capítulo 33

Atención:⚠️

El siguiente capítulo contiene escenas fuertes de violencia. Lee bajo tu propio riesgo.

Amaneció más rápido de lo que esperaba, esto estaba realmente extraño. Mi amigo no haría algo así, sobre todo porque sabría que nos preocuparía no hallarle. Estoy segura que de querer irse nos lo diría. 

¿Cómo he de decírselo a su madre? 

Ella debe saber que su hijo desapareció, decidí ir a la policía a poner una denuncia por su desaparición. Sin embargo, los oficiales no podían hacer nada sino después de haber pasado las setenta y dos horas. Regresé a casa desanimada, los chicos seguían aquí conmigo pese mis insistencias Gael no quiso irse. 

Luke entró primero por petición mía, debía hablar con Gael.

—Te agradezco mucho lo de hoy, —hablé, jugando con el nerviosismo de mis manos—, pero no era necesario con mi hermano era más que suficiente, tu hermana debe estar preocupada. 

Él sonrió, tomó mi mano con suavidad y depositó un suave beso en mi dorso. 

—No tienes por qué preocuparte por ella, no está en la casa y aunque sabía que tenías a tu hermano no quise dejarte sola. 

—Lo sé, pero aún así no debiste. —indiqué—. Pero bueno, no importa ya, ve a tu casa.

—Y ¿qué harás tu? —preguntó.

Exhalo un suspiro profundo.

—Tengo que darle la noticia a su madre, ella merece saberlo.  —mencioné con pesar.

—Entonces, iré contigo. —dijo.

—Gael...

—Nada de «Gael», —imitó mi voz de mala manera—, iré aunque no quieras. —sentenció.

No tenía de otra, el chico es realmente terco. Y la mera verdad, no me aparecía entrar en discusión con él.

—De acuerdo, pero luego te vas a tu casa. —demando—. No has dormido por estar a aquí conmigo y estoy segura que tendrás obligaciones por atender.

—Ninguna de ellas puede comprarse a estar a tu lado Aylismar. —mencionó sin apartar sus ojos de los míos—. Ninguna de ellas es tan importante.

«Me pone como quiere cuando utiliza nuestro nombre».

Por Dios, qué manera de pensar es esa conciencia. ¡Contrólate!

Lo único que me permito hacer es asentir, entro a casa por un momento a decirle a mi mamá dónde voy a estar para luego ponernos en marcha.

Mi cabeza está hecha un lío, espero que él esté bien.

Las personas empezaban a salir a sus respectivos trabajos, algunos utilizaban el bus y otros carros particulares. La casa de mi amigo estaba un poco lejos, tuvimos que caminar bastante para llegar y en ese periodo de tiempo ninguno emitió palabra. El silencio fue nuestro mejor amigo.

Mis manos sudaban, no quería estar aquí para dar una mala noticia. Lo odiaba con todo mi ser. Sin embargo, era mi deber.

Di dos toques a la puerta con el puño cerrado y esperé a que abrieran.

—Buenos días, ¿se encuentra la señora Kitty? —pregunté.

La chica me dio una mirada extraña, empezó a examinarme y posteriormente sus ojos se pasaron en el chico a mi lado.

—¿Quién la busca? —inquiere.

—Soy amiga de su hijo, me llamo Aylismar. —respondo.

—No la conozco. —intentó cerrar la puerta pero Gael lo impidió.

—Nada le cuesta en dejarnos pasar, —comentó—, tenemos noticias importantes para la señora y solo para la señora.

A malas la chica se aparta y entramos. Juntos nos dirigimos hasta dónde se encuentra ella leyendo un libro.

—Kitty, es un placer volver a verte. —menciono con una sonrisa.

Ella elevó la mirada al escuchar mi voz, ensanchó su sonrisa.

—Mi niña tanto tiempo. —deja su libro a un lado, me acerco a besar sus mejillas.

—Las dejaré a solas para que hablen, estaré afuera si me necesitas. —anuncio Gael.

Asentí.

—¿Cómo has estado? —pregunto.

Palmeó mis manos.

—No te preocupes por mi, estoy bien. —indicó—. Axel me contó lo que te pasó, lo lamento mucho pero estoy segura que tú verdadero amor llegará pronto, o quizás ya lo hizo. —dijo subiendo y bajando sus cejas.

Una sonora carcajada salió de mi garganta.

—No lo creo, y en cierta forma no me interesa. —alego—. Además, hice un juramento que no planeó romper.

—Lo harás tarde o temprano, te acordarás de mi cuando pase. —afirmó.

Negué, eso no sucederá.

—Prefiero no opinar sobre este punto. —establezco.

Ella volvió a sonreír, se acomodó en su silla y pidió que le dijera el motivo de mi visita.

—No es necesario que trates de minimizar lo sucedido, solo dímelo de una sin tanta palabrería.

Asentí dubitativa.

—Axel desapareció.

Su rostro no se descompuso como lo imaginé, estaba muy tranquila para mi gusto. ¿Acaso se encontraba aquí?

—Ya sabía que algo le había ocurrido a mi hijo —mencionó con tranquilidad—. Y no te preocupes, volverá pronto.

—¿Cómo lo sabe? —cuestiono dubitativa.

—Soy su madre, sé que pronto volverá a mi y también confío en que mi Dios lo protegerá. —agarró mis manos entre las suyas y las sujetó con fuerza—. Te pido que tengas calma y esperes su regreso, en ocasiones necesitamos alejarnos para sanar esas heridas tan profundas las cuales no solemos mostrar.

—Pero...

—Mi niña, todo va estar bien. —dijo acariciando mi mejilla.

Me acerqué y la abrace, no entendía como podía estar ella tan tranquila, cómo tan siquiera podía afirmar con esa certeza que mi amigo estaba bien. Y aun así, no podía creerle ni mucho menos estar tranquila.

Kitty pasó sus manos por mi cabello suavemente, fue poco el tiempo que duró nuestro pequeño momento, ya qué la chica del servicio o quién sea nos interrumpió.

—Señora Reyes es hora de su medicina y usted jovencita debe marcharse.

—Ve y está tranquila.

Asiento a su pedido. Me despido de dos besos y me voy en busca del ojiverde.

—Espera un minuto. —le pedí a Gael, tenía que decirle algo más a Katty.

Me detuve antes de entrar en la habitación al escuchar sus sollozos. Y fue en ese instante que comprendí porque ella no había mostrado emoción alguna, se estaba conteniendo por mi. Para que nadie la viera romperse.

Salí del lugar tirando de la mano del chico. Mientras más lejos estuviéramos era mucho mejor.

—No hace falta que corras sirenita ya estamos bien lejos. —comentó deteniéndose, yo también lo hice necesitaba respirar.

Inhale y exhale durante varios segundos. Trataba de componer me. No era buena en los deportes en los cuales debías correr grandes distancias,  con frecuencia me suelo cansar al hacer ejercicios. También me costaba bastante trabajo mantener una buena respiración. Aunque, lo ironíco del asunto es que soy una excelente nadadora. 

—Siento haberte hecho correr Gael. —dije una vez estuve calmada. 

—Tranquila, por mi no te preocupes. —alegó esbozando una tenue sonrisa—. Vamos, te acompaño a tu casa. 

Asiento. 

Caminamos en silencio hasta mi hogar, hablar con Kitty y darme cuenta que ella solo quería que yo estuviese tranquila y sin preocupaciones me dejó un mal sabor de boca. No tenía porqué fingir conmigo entre las dos nos hubiéramos apoyado, sin embargo ella lo prefirió así.

—Gracias por todo ojiverde.  —murmuré al despedirme. 

—No fue nada. —respondió. 

Di unos pasos para entrar a casa pero antes sus enormes brazos me envolvieron, no sé por cuanto tiempo duró aquel abrazo. Lo que si sé fue que no me moví.

—No te diré que todo va a estar bien porqué se que no va ser así. —soltó con voz suave—. Pero te aseguro, que pasé lo que pase no me apartaré de tu lado y vas a tener mi apoyo siempre sirenita.

Agarre sus manos para deshacer el abrazo, no lo miré ni tampoco emití palabra alguna, solamente entré a casa sin mirar atrás. 

En casa lo primero que hice fue darme una ducha, necesitaba relajar mis músculos tensos. Pero sobre todo necesitaba pensar, pensar en soluciones para esta problemática. Algo tenía que hacer, alguna cosa más que me ayudase a hallarle.  

No me importó el tiempo que ahí duré, una vez fuera decidí colocarme algo cómodo y meterme a la cama, no me apetecía salir para ninguna parte. No si mi mejor amigo seguía desaparecido. Alguien entró, probablemente mi madre. 

—Aylis. —me llamó mi hermana, pero ni siquiera alcé la mirada—. Dime, que no es verdad. —solicitó al sentarse en la punta de la cama, la ignoré por completo. 

No quería verla, ni mucho menos escucharla. 

—Her, solo...

—¡Solo quiero que te vayas de aquí!—farfullo de manera tosca—¡No finjas que te importa Axel, cuando ambas sabemos que no es así!

—Eso...

—¡Largo! —vocifero—. ¡Entiende que no quiero verte, no eres más que la desgracia más grande que pudo cometer mi amigo!

Ella estaba llorando, pero sus lagrimas de cocodrilo podía derramarlas en otro lado. Por su culpa, por culpa del amor que le tiene mi amigo se emborrachó y ahora no aparece por ningún lado. Ese amor que él le tiene va a destruirlo y sé que cuando él se de cuenta será demasiado tarde. O tal vez, ya lo haya hecho.

—¡Tú no entiendes nada, siempre has vivido viendo corazones rosas por todos lados! —ahora fue su turno de alzar la voz—. Te tuviste que enamorar de un  infeliz para darte cuenta que el mundo no es como tu lo pintas. 

—¿Y qué rayos tiene que ver mi forma de ver al mundo? —inquiero bruscamente—. No vengas con tonterías, mejor lárgate con tu prometido seguro que con él se te quita esa farsa de andar triste por un hombre al que le destrozaste el corazón. 

—Aylis. 

—Nada de Aylis, le pedí a mi amigo que no te lastimara y tú, mujer sin sentimientos no te importó todo lo que él hizo por ti, le clavaste una gran estaca. —bramé enfadada. 

—Se lo merecía, —la miré incrédula—, era la única forma para que me dejara ser feliz. 

—Eres una.., te salvas que madre nos prohíbe decir palabrotas sino te pusiera por el piso con la que te mereces. —indiqué, estaba realmente enojada, disgustada y decepcionada con ella—. Pero mira ahora podrás ser inmensamente feliz, ya no tienes a la persona que te impedía serlo. 

—Yo no quería que algo le pasara. —dijo, a lo que yo volqué los ojos. 

—Ay, por favor, no me vengas con eso. —solicito—. Vete, quiero descansar. 

Porque si por un momento ella hubiese querido el bienestar de mi amigo, no lo hubiera rechazado y sí, puede que no sea mi problema, incluso pudiera ser que ella tiene sus razones para mantener su decisión sin embargo no lo acepto.

No lo acepto simplemente porque Iris sabe que aquél día Axel estaba borracho y aún así, le declaró su amor con una canción.

Sus decisiones son solo culpa de él, eso lo tengo claro pero ella también tiene la culpa. Ya qué, por lo que Axel me contó ella le correspondió un beso, uno en dónde la pasión, el deseo y la lujuria se hicieron presentes. Más él, no quiso llegar más lejos porque no deseaba obligarla pero sí, hacerle entender que estaba equivocada.

—Por mucho que ahora me odies, él no va a regresar y deberías saber que la acción preferida de Axel es huir. —mencionó ella con rabia.

Enojada hasta más no poder me levanté, agarré uno de sus manos y tiré de ella para sacarla de mi habitación. 

—Y tu deberías saber, que eras la razón por la que su corazón latía, aunque supongo que te da igual ¿no?, —pregunte irónica—, después de todo Vladimir es todo lo que siempre quisiste y más también. —dije antes de cerrar mi puerta de golpe. 

Desteto a las personas que fingen amar a alguien cuando no lo hace en realidad. Y qué sean capaces de lastimar a las personas que sí aman por sostener una mentira.

Fui al rincón favorito de mi habitación, agarre uno de mis peluches y derramé todas las lágrimas que me fueron posibles para sacar mi dolor.

★★★

Axel.

Todo a mi alrededor estaba oscuro, no lograba distinguir en dónde me encontraba. Lo único que escuchaba eran los grillos al cantar, nada más. El alcohol en mi sistema había desaparecido, extrañamente no me dolía la cabeza como solía hacerlo cada vez que me emborrachaba. 

Escuché pasos, pronto la habitación se abrió y esa persona sonrió de manera siniestra al verme despierto. Detrás de el entraron cuatro hombres más, uno de ellos traía un maletín el cual parecía pesar debido a su contenido ese que era completamente desconocido para mi.

El hombre del maletín lo depositó en una mesa que pusieron frente a mi y fue de esa manera que descubrí el contenido, todos eran instrumentos de tortura. 

—Nos vamos a divertir mucho contigo sabandija. —siseó el jefe de la banda.

Alcé la mirada con altanería, no le tenía miedo, ni a él ni a nadie. Me he enfrentado con personas que trasmiten cosas peores a lo largo de los años que me he mantenido con vida, un ser como él no es más que una mosca en una telaraña. 

Me quitaron la mordaza que tenía, le escupí. Mantuve el rostro en el mismo lugar a pesar de la bofetada que me propinaron. 

—Puedes empezar tu absurdo juego, conmigo no vas a poder. —espeto.

—Eso ya lo veremos, todas la personas tenemos un  punto de quiebre. —indica divertido—. Y ¿adivina qué? Estoy ansioso por descubrir el tuyo. 

Se pasea de un lado a otro como un león para dañar a su presa. Me mantengo firme cuando lo primero que agarra es una manopla. Sus golpes me hacen voltear el rostro en varias direcciones, y aun así tengo la osadía para escupirle un poco de mi sangre en la cara. 

—Te voy a matar. —masculló iracundo.

Yo no le temía a la muerte, ya estaba muerto en vida al no tener el amor de ella, y si en verdad este sujeto me llegase a matar mi último deseó sería únicamente verla una vez más.

Él dejó a un lado la manopla y utilizó sus propios nudillos para destrozarme el rostro. No tardó mucho en cansarse, mientras tanto yo solo me burlaba en su cara. Algo que lo cabreaba mucho más y volvía a atacarme.

—Conmigo no vas poder. —escupí a sus pies. 

Esa era la oración a la que me aferraba para resistir, para ignorar todo el dolor que mi cuerpo sentía. Y no solo eso fue suficiente, tuve que recurrir a momentos del pasado, aquellos atardeceres a su lado. Me fue inevitable no sonreír al recordar su cálido cuerpo pegado al mío, esos labios tan dulces y carnosos, y cómo olvidar su sonrisa. Ella y solo ella era lo último que logré observar antes de caer en una profunda oscuridad. 

★★★

—Hasta que despiertas, —soltó irritado—, no es divertido si te la pasas durmiendo. A ver, mira lo que aquí tenemos —dijo sonriendo de manera perversa, el sostenía un objeto que gracias a mi estado no lograba observar bien—, supongo que no sabes lo que es, tranquila sabandija pronto lo descubrirías.

Sucedió tal y como él había dicho, sentí el frío de aquella hoja rasgar mi piel. Mordí mis labios para evitar gritar, no le daría ese gusto. Jamás, obtendrá eso de mi. 

—Debes gritar, suplica por tu vida escoria y puede que te perdone. —bramó, mas yo le ignoré. 

Las cortadas siguieron, brazos, piernas, pecho y por último mi rostro. En algunas rasgaba mucho y en otras poco, no poseía secuencia tan solo actuaba por actuar. Por otro lado, mi propia sangre me producía nauseas, pero el bastardo no escuchó de mi lo que deseaba. 

—¡Que grites, joder! —farfulló—Suplica por miserable vida. —masculló sosteniendo mi rostro con sus manos.

Niego.

Más golpes le siguieron a los anteriores. 

Más cortes que abrían mi piel.

—Vas a lloriquear, porque te voy a obligar hacerlo. —mencionó furioso, una sonrisa de osadía fue lo que le transmití—. Traigan la sal. —les ordenó a sus hombres.

El dolor era fuerte, no iba a negarlo pero no se comparaba con ser destruido por la persona que más has amado. 

Sin embargo no pude evitar gritar, por mucho que me esforcé no logre contenerme. Podía escuchar sus risas, sus burlas hacia mi persona. Quería que acabara pero no iba a rogarle a nadie, no caería tan bajo. Después de todo yo era, el Demoledor. Ellos no acabarían conmigo, al contrario sería yo quien los destruiría. 

Por ese motivo, seguí aguantando todo cuanto pude. No sentía mis extremidades, la sangre era un gran charco en el piso siento que poco a poco la vida se me escapa, mis fuerzas disminuyen y la verdad, ya no sé que hacer para mantener mis ojos en un solo lugar. 

—Malvada sabandija no aguantas nada, —masculló disgustado—, tú cura sus heridas me asquea mirarlo. —demandó hacia uno de sus hombres. 

El ritmo de mi respiración era pausado. No tarde en sentir el alcohol en mis heridas, el hombre apretaba con fuerza causándome de esa manera un mayor ardor. 

—A-gu-a, a-gu-a. —le solicité a ese hombre creyendo que podría ayufarme. Pues necesitaba algo de agua, aunque fuera un poco para reponerme. 

El sujeto no hizo caso a mi petición. Siguió en su labor hasta que después de no sé cuanto tiempo terminó. Y lo sé, porque escuche la puerta ser cerrada. 

¿Cuántas horas más tendré que aguantar?

¿Habrá pasado ya algún día?

Tengo que salir porque mi madre me necesita. 

Tengo que salir porque mi luz de mar requiere a su bastón para seguir andando.

Pero, más que nada tengo que salir por mi mismo, porque no voy a dejar que me arrebaten la vida. 

Seré paciente, recuperaré mis fuerzas y cuando ya esté preparado les haré comer de la tierra de mis zapatos. Van a lamentar lo que han hecho. 

Serán entonces ellos los que suplicaran por piedad, una que no planeo otorgar. Y mucho menos al jefe de esta banda de ridículos con armas. 

★★★

¡Holis mis amores!

¿Cómo están? Espero que muy bien.

Por favor, no prendan sus antorchas todavía. Es necesario para la trama que pasen este tipo de sucesos, a mi más que a nadie le duele que mi niño pase por tantas cosas...

Sin embargo, puede que lo veamos feliz.., algún día.

Ronda de preguntas:

¿Quién tendrá cautivo a Axel?

¿Cómo logrará Axel escapar?

Los leo.

Besos, se despide Esmeralda 💚

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