Capitulo 2
Axel
Los días lluviosos son mis favoritos, siempre han sido así, desde aquel día en que la conocí. La única chica que ponía mi mundo de cabeza, era ella, mi mejor amiga Aylismar, la extraño mucho. Ella era mi bastón para seguir adelante, es increíble la forma en la que una persona puede cambiarte en segundos. Ahora estaba en el muelle de esa playa, el mismo muelle en el que había decidido acabar con mi vida. Si, aquí había decidido suicidarme, aquel 14 de febrero del 2018, pero justo ese día apareció ella, mi única luz. Mi luz de mar.
Aun cuando ella era más pequeña que yo, decidió meterse entre las olas solo para sacarme de allí, evitando de esa manera que muriera ahogado. Una niña curiosa y demasiado hermosa, evitó que sucediera una tragedia para las personas de este pueblo, además de mi propia familia.
Con la mirada fija en el horizonte, logro ver unas manos entre las olas. ¡Oh…! ¡Dios! ¡Se está ahogando! Sin pensarlo dos veces corrí por el muelle y salte al mar, debía rescatarla. Nado lo más rápido que puedo, hasta que logro estar a su lado, la sostengo con una mano, y trato de sacarla de ahí, pero no puedo. Su pierna está atorada con una piedra, la cual tengo que mover para poder rescatarla. La acomodo lo mejor que puedo entre mis brazos, y la arrastro hasta la orilla. Al llegar la coloco delicadamente sobre la arena y me siento a su lado, tratando de estabilizar mi propia respiración, la observó con más atención y caigo en cuenta de que es…
Aylismar.
Mi mejor amiga, oh no, me acerco velozmente a su lado y me fijo si está respirando, al darme cuenta de que no, mi desesperación aumenta, y trato de rememorar los pasos para una reanimación, con eso en mente procedo a hacerle RCP. Presiono su pecho, pero no logro sacar el agua de sus pulmones, sigo en mi labor y empiezo a darle respiración de boca a boca. Después de unos segundos que me parecieron eternos, logro hacerla reaccionar. Ella tose expulsando toda el agua retenida en su interior.
—¿Estás bien, Aylismar? —pregunto de inmediato al ver sus ojos abrirse.
—Si —dice un poco desconcertada, y sin enfocar del todo su visión en mí—, espera ¿Cómo sabes mi nombre? —pregunta.
—No me recuerdas —afirmé para mí mismo. No pensé que ella me olvidaría.
Sí, fueron algunos años de distancia y sin comunicación, pero aun así no pensé que ella lo haría.
—Oh… ¡No puede ser! ¿Axel? ¿Eres tú? ¿Mi mejor amigo? —pregunta con los ojos abiertos por completo.
—Sí —le di una leve sonrisa—, pensé que me habías olvidado —confesé.
—Oh tontito yo jamás te olvidaría —declaró con seguridad.
—¿En serio?
—Sí, en serio —afirma—. Eres mi mejor amigo, mi confidente y mi bastón, jamás pensé en volver a verte, hasta donde tengo entendido tú te habías ido a Canadá con tu madre.
—Sí, pero regresé hace una semana.
—¡Y no me habías buscado! —Se toca el pecho como si le hubiera roto el corazón—, eso sí dolió —hace una mueca de dolor y se echa a reír.
—No sabía si vivías todavía en la ciudad o ya te habías mudado, perdí mi teléfono hace tres años y no tenía como contactarte —me encojo de hombros tratando de restarle importancia, y concentrarme en lo primordial que es— ¿Por qué casi mueres ahogada?
—Yo… —la comisura de sus labios decaen, y su rostro pasa de una pequeña sonrisa a una mueca de desolación—. Fui engañada, humillada y traicionada por alguien que creí que me amaba —confeso—, le entregué mi corazón, y él solo jugo con mis sentimientos. Me destrozó por dentro, Axel —al decir eso unas lágrimas salen de sus hermosos ojos café oscuro. Ella solo llora frente a mí, sabe que tiene mi apoyo incondicional, para todo y sobre todo.
—¿Nombre? —pido.
—¿Qué?
—Quiero el nombre del bastardo que se atrevió a lastimarte —digo lo más calmado que puedo.
—Luis Salazar —murmura confusa—. Yo aún lo amo, pero también lo odio, es un tipo extraño de amor-odio. Él me hacía sentir muy bien. Mi madre tenía tanta razón, nunca debí enamorarme, él solo quería sexo, y como yo no podía dárselo, se fue con otras que sí podían, me duele aquí —señala su corazón, con las lágrimas aun cayendo por su rostro—. Siento que muero lentamente. Y sí, por esa y otra razón es que quería ahogarme y que todo acabará de una vez pe… —la interrumpí.
—¿Solo por un imbécil ibas a acabar con tu vida? —pregunto sin creérmelo—. Pensé que eras mejor que esto Aylis.
—No me interrumpas —me da una mirada de advertencia—, sabes que lo odió, déjame continuar, ¿Sí? —pide a regañadientes.
—Está bien, disculpa.
—Sí, pensé en acabar con todo, pero no fue por eso que me estaba ahogando. Sabes muy bien que el agua del mar siempre me calma cuando ya no tengo fuerzas para seguir avanzando y es por eso que estaba hundida, pero mi pierna se atoró con una roca y no pude salir. No fue porque yo pensaré en quitarme la vida.
—Ahora entiendo, perdóname por juzgarte, es que eres demasiado importante para mi vida, Aylismar. Tú eres mi luz de mar, mi luna y mis estrellas, te quiero muchísimo y sin ti yo me muero, porque cuando no tenía nada y estaba hundido en mi dolor tú apareciste con esa hermosa luz que te caracteriza e iluminaste mi vida. No quiero perderte, ni ahora ni nunca —confieso con un poco de melosidad, creo que debería bajarle al azúcar, ya parezco un terrón de miel. A pesar de eso, las palabras que exprese eran ciertas y llevaban con ellas un sentimiento profundo.
—Y no lo harás —aclara—. Tú y yo estaremos juntos hasta el final, porque nada ni nadie nos separará ¿ok?
— Ok —respondo—. Pero no sabes la paliza que le voy a dar a ese hijo de perra, y no vas a detenerme.
—Tranquilo, no pienso hacerlo; después de todo él se lo merece —suelta una risilla—, y gracias por volver y aparecer en mi vida justo en el momento en que más te necesitaba.
—Siempre voy a volver por ti — le muestro una sonrisa—. Siempre mi luz de mar.
—Te quiero muchísimo tonto.
—Y yo a ti tonta.
—Vámonos a casa, a Iris de seguro le agradará tu visita.
—¿Cómo está ella? ¿Sigue tan hermosa como siempre?
—Te gusta mi hermana oh… Esto si es sorprendente —hace un gesto de asombro.
—No me gusta, solo es un comentario —me encojo de hombros restándole importancia
—Sí, ajá, a otro perro con ese hueso — me mira mal—, la verdad me gustaría que fueras mi cuñado. ¿Te lo imaginas? ¿Mi hermana y mi mejor amigo como pareja? Sería super-romántico y un poco cliché, pero lástima que ella se va a casar en dos meses.
—Oh… Ya veo, pero bueno, vámonos, tengo que llevarte a tu casa —finjo que no me afecta tanto lo que me dijo. ¿Por qué no pudiste esperarme Iris? Lamentablemente nuestros caminos aún siguen separados, pero no más, voy a recuperarte.
—Vale.
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