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Capitulo 19

Ya estaba cansada, eran más de las diez de la noche y aún tenía tarea que hacer. Que royo ¿quién inventó la química?, No entiendo nada de estos últimos ejercicios. Ay, no. Me doy por vencida. No puedo con más, me duele mucho la cabeza de tanto pensar en cómo resolver estos ejercicios.
Salgo de mi habitación hacia a la cocina si mal no recuerdo había pastel en la nevera y dicen por ahí que el dulce ayuda a pensar mejor. No me pregunten quién, hace mucho que lo escuché.

Cuando abro la nevera efectivamente hay pastel de chocolate, me sirvo un poco en un plato más un vaso de leche y me siento en uno de los taburetes de la isla de la cocina. La casa está en un absoluto silencio, no me extraña siempre es así a estas horas.

-Asaltando la nevera ¿no? – alzó mi vista hacia la portadora de esa voz y me encuentro con Iris.

-Solo un poco hermanita, ¿quieres? – pregunto.

-No, tu come tranquila. – se acerca y se sienta a mi lado, yo por mi parte termino de comer para poder conversar con ella.

-¿Sucede algo Iris? – pregunto de una, que mi hermana esté despierta a estás horas es de preocuparse ya que ella es la primera en irse a dormir.

-Si, estoy preocupada por ti. ¿Qué pasó contigo ayer? – pregunta, ¿En serio tenía que preguntar por ello? Porque no dejo las cosas así y ya.

-Te quiero, pero no responderé esa pregunta por más simple que sea la respuesta es un poco compleja y no quiero volver a enterrarme en mi tristeza.

-Aylismar, - me mira fijamente - ¿Qué fue lo que sucedió? – pregunta usando el mismo tono de mamá cuando se enfada, pero no le voy a responder al contrario cambiaré a un tema que me interesa más.

-Así que, tu y Axel mantuvieron una relación a escondidas ¿no? – pregunto a cambio logrando descomponerla, se toca inconscientemente su coleta de caballo varias veces, haciendo evidente su nerviosismo.

-Eso, amm… Eso no es verdad. – miente descaradamente, ¿Qué de malo tiene que hayan estado juntos? Nada a mi parecer, me parece la cosa más bonita y cliché que podría pasarme.

-Sé que me estás mintiendo, él me lo contó todo. – confieso echando de cabeza a mi amigo.

Lo siento Axel.

-Voy a matarlo – dice después de soltar un largo suspiro.

-¿Me vas a echar de cabeza? – pregunto bromeando. - ¿Por qué se separaron?

-Fueron muchas cosas, entre ellas su ida al extranjero, lo extrañe muchísimo pero no podía atarme a un hombre al cual no le importaba. Créeme dejar de amarlo no ha sido fácil, si te soy sincera aún no lo he hecho pero confío que después de la boda y con mis hijos en mano lo olvidaré para siempre. – De todo lo que ha dicho solo pienso en lo último, hijos. Ella no está embarazada o ¿si? Voy a golpear a Lizzy por llamar a los bebés.

-¿Estas embarazada? – pregunto, no podía seguir con la duda.

-De todo lo que dije solo eso captaste, no tienes remedio Aylis.

-Para – la codeo – solo preguntaba.

-Si, si solo preguntabas. Pues no, no estoy embarazada sigo siendo virgen.

-Ya… - me burló, me hace gracia sacarle ese tema a la luz porque vamos ella tiene veinticinco años y yo apenas voy a cumplir los diecisiete.

-No te burles – pide medio enfadada. – sabes, que es lo peor de mi situación.

-No, no lo sé.

-Que tarde o temprano voy a terminar hiriendo a alguno de los dos, sea Axel o Vlad. Créeme Aylis que eso es lo peor, y no sé qué hacer para tomar la decisión correcta.

– Solo toma la que te haga feliz, no pienses en los demás sonará egoísta pero si piensas en ellos antes que en ti ¿que caso tiene si eres tú la que vas a sufrir? – lo sé de sobra – Hermanita, la felicidad siendo efímera debemos mantenerla a nuestro lado sin importar nada más, claro siempre y cuando no perjudique a alguien en gran manera. Ejemplo un asesinato. – bromeo un poco.

– Ay, Aylis suena tan fácil. Pero no lo es. – se queja y la entiendo, porque es muy fácil decir sé feliz pero hacerlo no, existe un gran diferencia entre ser algo y hacerlo.

–Lo siento Iris, no sé qué más decirte.

– No te preocupes.

Se forma un silencio entre nosotras y quizás no sea el mejor momento o tal vez sí, pero debo aprovechar esta oportunidad para pedirle un inmenso favor. Uno que la va a beneficiar más a ella que a mi.

– Hermanita linda y preciosa… – la llamo poniendo esa voz de niña consentida que me funciona siempre con mi papá, cuando quiero algo y cada que pongo esa voz siempre me consiente.

–¿Debería asustarme que utilices ese tono? – que bien me conoces hermanita.

–No, para nada – digo con una media sonrisa – solo es un pequeñito favor. – hago una muestra pequeña con mis dedos índice y pulgar.

–Me es difícil de creerte. – dice sonriente y yo la empujo.

–Payasa, te aseguro que es un favorcito – miento.

–Mmm, voy a suponer que te creó. Suéltala. – pide pero no lo voy hacer tan directa.

–Verás hermanita linda y preciosa, tu sabes que a mi me gustaría viajar por el mundo y conocer muchas culturas. – comienzo con la palabrería –. Sobre todo los países de Latinoamérica, sabes ir a esas grandes playas grandes y sabrosas que la gente cuenta y… -me interrumpe.

– Aylis vas a marearme con tanta palabrería. – y lo que falta.

– Déjame continuar ¿si? – pido, ella hace un gesto con la mano para que prosiga.

– Bueno como te decía, la gente cuenta muchas cosas buenas de esos países y a mi me gustaría ir a visitarlos. – espero a su pregunta.

– ¿Y qué te impide hacerlo? – pregunta por fin.

– Pues mis clases, por eso a mi me gustaría que tu viajaras por mi. – bien la primera parte está hecha.

– Supongo que ya tienes el boleto de avión comprado o ¿me equivoco? – pregunta, en realidad yo no tengo el boleto primero se lo tengo que quitar a Axel.

– Si, pero como yo no podía ir a comprarlo le pedí a él que lo hiciera. Pero el muy bruto lo compro para la fecha más próxima y no cuando se lo pedí – Dios me va a crecer la nariz más grande que a Pinocho por mentir tanto.

– Entonces pídele a Axel el boleto que yo iré a ese viaje. – perfecto esta es la segunda fase de mi plan y ya está hecha, ahora solo falta la tercera y última y para eso tengo que hablar con el idiota de mi mejor amigo.

– Gracias hermanita – la abrazo.

– De nada – me corresponde el abrazo, duramos de esa manera unos breves minutos pero luego ella se aparta y agrega – ahora sí, a dormir.Asiento, y juntas caminamos hasta nuestras respectivas habitaciones. Yo me acosté en mi cama no iba a intentar volver hacer los ejercicios de química le pediría a Axel que me los hiciera.

Esa sería mi recompensa por ayudarlo con mi hermana.


(…)

Estoy impaciente, son las ocho de la mañana y Luke todavía no ha llegado dentro de poco tengo que irme a clases pero no quiero irme sin ser la primera en recibirlo, extrañe mucho a mi hermano. Soy capaz de no ir a clases con tal de esperarlo todo el santo día de ser preciso.

– Hija ¿Por qué sigues aquí no debes irte ya al colegio? – pregunta mi madre.

– Estoy esperando a Lizzy quedó en pasar por mi – miento descaradamente, lo siento mami pero prometí no decir nada.

– Esta bien hija, pero si en veinte minutos no llega usted se va solita ¿De acuerdo?

– Si mami.

¿Por qué tardas tanto en llegar Luke? Estoy empezando a preocuparme.

Suena la puerta y corro abrirla, del otro lado está mi hermano.  No controlo la emoción y salto a sus brazos. Él me recibe contento y me gira.

-Llegaste, por fin llegaste – grito eufórica.

-Si estoy aquí perdona el retraso hermanita. – me baja y besa mi frente.

-Pero ¿Qué son todos esos gritos? – sale mi madre de la casa y sé queda muda al ver a mi hermano aquí – hijo mío.

-Aquí estoy mamá –  yo me aparto para que ellos puedan abrazarse. Adoro mi familia, pese a las discusiones y los problemas que puedan ocurrir entre nosotros, siempre estaremos para apoyarnos los unos con los otros.

-Hijo, que dicha tenerte de vuelta pensé que tardarías más en venir de nuevo a tu hogar. – dice mi madre apretándolo de nuevo contra su pecho.

-No puedo respirar – se queja mi hermano.

-Mami ya suéltalo que lo vas a asfixiar – me meto entre ellos para separarlos un poco.

-Usted señorita vaya a clases, que yo me voy a quedar con mi bebé. – sentencia señalándome con su dedo índice.

-Mamá… - se queja mi hermano, odia que lo llamen así.

-Pero mamá – ahora me quejo yo, no quiero irme al colegio.

Motivo la llegada de Luke. Sucede que tengo mucho que hablar con mi hermano, quiero saber todo lo que ha vivido lejos de aquí, si tiene novia o si le gusta alguien. Sí ha raspado una materia o hasta más, si los profesores son amigables o si son odiosos. En fin, quiero saberlo todo. Y si, puede que hablemos algunas veces por teléfono pero no es lo mismo.

-Nada de peros señorita, váyase si no quiere que la llame por su nombre completo – amenaza, sólo me queda asentir y volver adentro por mi mochila.

-No te preocupes Nita, me verás más tarde. – dice Luke para animarme un poco. Y la verdad es que no funciona, pero aún así hago un amargo intento por sonreír.

-Te veo luego Luke. – le abrazo y me marcho sin despedirme de mamá estoy enojada con ella por no dejar que me quedará en casa.

No tengo buena cara y todos lo notan incluidos los profesores, no es mi mejor día. Odio que mi madre no me complazca en estos ámbitos, sé que sueno como una niña malcriada y consentida pero poco me importa. Es que vamos, Luke vino a casa eso es más que suficiente para que me quede.

Suspiro, que aburrida está la clase intento poner atención pero no lo consigo del todo. Los únicos que están atentos son los chicos y es que la profesora Matamoros es una de las más bonitas en cuestión de cuerpos. Obviamente algunos de los chicos sólo ven eso, créanme ella sabe que la ven con esa mierda para desnudarla y la muy cínica se coloca en posiciones para hacer más visibles sus atributos.
Ella me da asco.

La clase termina, agradezco al cielo por ello. Me dirijo a la cafetería para comer algo, opto por un yogurt y una pequeña bandeja con cinco fresas. Busco una mesa vacía y me siento a almorzar ahí. Alrededor de cinco minutos se unen Lizzy y Karen, ambas con hamburguesas.

-Se van a poner gordas – las molesto.

-Pero bien sabrosas – habla Karen, y agrega – además la comida se hizo para comerla.

-Concuerdo – la sigue Lizzy y la conversación muere ahí.
Cada una come en silencio, yo termino primero que ellas pero me quedo a esperarlas la siguiente clase la teníamos juntas. Veo a Luis acercarse a nuestra mesa con un pedazo de pastel de chocolate.

Devuélvete pienso.

Pero no lo hace, termina el recorrido frente a nuestra mesa y con esas sonrisas tan características de él coloca el pastel a unos pocos centímetros de mis manos.

-Es para ti, te siguen gustando ¿no? – pregunta, me da algo de ternura que se acuerde de lo mucho que me gusta el pastel de chocolate pero de la misma manera me enfurece. Es un truco vil.

Me levanto de una y ese pastel se lo aviento a la cara. No soy juguete ni de él, ni de nadie. No voy a formar parte de ninguna apuesta. No voy ayudarle en nada y si la única manera de hacer que se aleje de mi es contarle a todos sobre eso lo haré.

–¡Que parte de que me dejes en paz no entiendes! – gritó, el se limpia los rastros del pastel en la cara.

Lo siento dioses supremos de los pasteles de chocolates.
–Sólo quise ser amable. – se excuso.

–¡No! – vuelvo a gritarle – tú no eres amable ni con el gato de la esquina, déjame en paz o confesaré – amenazó.

–No te atreverías.

–Quieres ver que sí. – le reto –. Aléjate Luis.

–No, no lo haré.  – se aproxima a mi, su loción me embriaga trayéndome más recuerdos, que duelen mucho. – Sabes – sostiene mi rostro – que nadie va hacerte sentir como lo hacía yo, deja tu teatro y vuelve conmigo ahora – ordena. Aparto su mano de mi rostro.

–Esa es la idea idiota, no quiero estar con alguien que me haga sentir como tú sino que te mejore. – todos están observándonos.

–Dudo mucho que algo así suceda, nadie es mejor que yo. – idiota ególatra, ruedo los ojos antes esas palabras.

–Muchos, muchos son mejores que tú. – camino hacia el centro de la cafetería, pasando por su lado me volteo a mirarle y le doy mi sonrisa más falsa. – Eh chicos. – los llamo a todos – tengo algo que informarles, parece ser que el gran “Luis Salazar” – hago comillas con mis dedos.

–Cállate, no digas ni una sola palabra más. – hago nulo su comentario. Se lo advertí.

–Necesita de mi ayuda para completar una apuesta – prosigo con lo que antes estaba hablando – me buscó pidiendo mi ayuda para poder concluir su apuesta, apuesta en la cual estaba involucrada yo.

–Hasta aquí – logro escuchar antes de ser alzada en sus hombros.

–Suéltame – me quejo. – bájame ahora – ordenó.

–No, te lo advertí. – dice y salimos de la cafetería.

–Suéltame pesado – grito, le golpeó pero no hace efecto en el. – me estoy marcando – digo, mentira no es en verdad me estaba mareando y sentía que el yogurt iba salir por donde no debía.

Por fin me baja, pero estoy encerrada con él en el cuarto de limpieza todo está oscuro y solo siento sus labios sobre los míos, al principio es solo una leve presión porque no permito más. Lo empujo saliendo de su agarre pero chocando con los instrumentos de limpieza.

-De aquí no vas a salir si no aceptas mi propuesta – sentencia.

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