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Capitulo 1

Un día lluvioso…

Amaba la lluvia. Los días lluviosos eran mis favoritos, siempre había sido así, el olor de la hierba mojada, las calles parecían ser lavadas y nuevas; pero en este momento no lo eran. ¿Y saben por qué? Por él. Sí, él. Luis Salazar mi novio o tal vez exnovio; aún tengo en mi mente el recuerdo de cómo se besaba con Jessica Mendoza, ese sin duda fue un duro golpe.

Luis estaba frente a mí con una sonrisa ladina, de esas con las que podría conquistar a cualquier chica incluyéndome. Estábamos en el parque, justo en el mismo lugar en el que nos conocimos, justo en el mismo lugar donde me pidió ser su novia al lado de la fuente, ese día fue hermoso, pero no vale la pena recordarlo. Como decía; él estaba frente a mí en el parque, me había citado allí porque tenía algo importante que decirme, según él iba a explicarme lo que sucedió con Jessica, aunque siendo sincera, dentro de mí ya lo había perdonado ¿Por qué? Bueno, tan solo había sido un beso, algo no tan importante, pero aun así era doloroso.

—¿Vas a hablar o me voy? —me sorprende la rudeza en mi voz, pero tenía un agujero en mi interior que me desgarraba por dentro; poco a poco me consumía y no solo por su traición con ese beso, sino porque también estaba pasando por un mal momento en estos días.

—Lo siento —dijo y yo solo estallé en risas. No sé si era para evitar llorar o era solo un típico lo siento, solo sé que me reí.

—¿Terminaste? —pregunto—. No me digas que solo me trajiste aquí para decirme un típico lo siento —lo mire incrédula—. Eres patético, lo sabes ¿No? Ah y también eres un cobarde. Dime de una vez lo que tengas que decir, antes de que huyas como siempre de la situación.

—No lo soy, solo que ya me aburriste. No eres lo que yo necesito en mi vida, llevamos seis meses de relación y aún no hemos cogido, eres una puritana que no vale mi tiempo. ¿Sabes? Estando contigo me cogí a muchas chicas más, y sabes ¿Por qué? —Preguntó irónico—, porque tú nunca me diste lo que yo necesitaba. Lo que yo buscaba era sexo, solo eras un juego para mí. Nunca me importaste.

Recibí cada palabra como dagas ninjas de Naruto directo a mi corazón, mi alma y mi interior. Yo lo amo, joder, claro que lo hago; si tan solo me hubiera pedido perdón yo lo habría perdonado, porque estoy enamorada de él, y ese es y siempre será mi mayor error, enamorarme.

Mi madre siempre me decía: “Hija no te enamores, los hombres solo buscan una cosa de ti y es que le satisfagas sus necesidades solo quieren sexo y solo eso. No buscan nada más así que no te enamores mi niña.”

Ella me lo advirtió y no la escuché ¿Por qué? ¿Por qué no la escuché? Si tan solo le hubiese hecho caso no tendría está herida dentro de mí. Siento que mi mundo se desvanece, la felicidad que llegue a sentir hace unos meses empieza a desaparecer por completo y aunque esté rota y destrozada no le daré el gusto de verme así.

Le doy una cachetada que hace que gire su cara, encestó una patada en su entrepierna, y lo oigo chillar por el dolor y ese sonido solo me hace sonreír.

—Bien Luis, te felicito, porque por primera vez estás dando la cara. Solo déjame decirte que si de algo estoy segura es que nunca me habría acostado contigo, no estás a mi altura —fingí una sonrisa en mis labios—. Por cierto, gracias por la manera tan dolorosa de romper conmigo; si creíste que eso me dolería, que lloraría y te rogaría para que no me dejaras, pues estás muy equivocado. Solo déjame contarte una novedad, el día que salgas de mi vida no volverás a entrar y ese día es ¡Hoy! Adiós Luis, te deseo toda la felicidad del mundo, aunque dudo que la encuentres porque solo eres una escoria, una basura para la humanidad. Qué bueno que terminaste conmigo por lo menos te queda tu orgullo de macho al ser tú quien me deja, pero ¿sabes? —Cuestiono— de no haberlo hecho tú, lo habría hecho yo; yo te habría dejado aquí, justo donde todo comenzó en este día lluvioso.

Terminó mi pequeño discurso y pretendo irme. Lo oigo gritar mi nombre, pero no me volteó hasta que él me hace girar chocando así contra su cuerpo, y solo es cuestión de segundos para sentir sus labios contra los míos, pero no le correspondo, al contrario, le muerdo el labio inferior y lo empujo con fuerza.

—¡Aléjate de mí, ahora y siempre!

—No —demanda—. Dame un último beso es lo menos que merezco después de tu agresivo comportamiento.

No puedo evitar reírme.

—Vaya, vaya, quien te viera rogándole un beso a la chica que nunca te importó —me burlo.

—Yo no le ruego a nadie, yo reclamo lo que es mío —aclara.

Vuelvo a reírme.

—¡Tú no eres y nunca —hago énfasis en la última palabra—, serás mi dueño! Por qué yo no soy un objeto, ¡Soy una persona de carne y hueso! ¡Una persona que siente y tiene sentimientos!  Y no solo eso Luis, soy la chica que torpemente y contra lo que me decía mi madre y mi mejor amiga, se enamoró de ti —cierro los ojos un momento, conteniendo las lágrimas y vuelvo a abrirlos—. Sí, Luis Salazar ¡Te amo, pero me amo más yo! Y por eso es que dejó aquí lo que alguna vez tuvimos, si es que en verdad tuvimos algo. Adiós para siempre.

Y así me alejó nuevamente de él, camino por todo el camino que lleva a mi casa, estoy más que mojada no solo por la lluvia, sino también por mis lágrimas, agradezco que solo una fuese la que se me escapó mientras terminaba de hablar con mi exnovio. Fue duro alejarme después de ese roce de labios, quería un beso más profundo, pero no iba a dejar mi dignidad, no iba a rogar por su atención y cariño no sería igual que ella.

Suspiro pesadamente, aún me faltan unas cuantas cuadras más, para llegar a mi casa, la lluvia no parece querer ceder y la niebla no me deja ver, así que decido ir directo a la playa, no quería llegar así a mi casa. Me quedo frente al puente del muelle y camino para sentarme en el borde.

Lanzó una roca maldiciendo a Luis Salazar, el chico que destrozó mi corazón, luego lanzó otra y otra, y otra hasta que las diez pierdas que recogí en el camino se hunden en el mar. ¿Qué pasaría si me hundieran con ellas? ¿Si tomara el camino fácil y me hundiera hasta ahogarme en el mar justo en esa playa en donde mis padres se conocieron? ¿Sería muy sencillo acabar con todo de una vez? Pero ¿Qué ganaría? Nada ¿Verdad? De igual forma sufriría, y sufrirían por mí, claro, si es que alguien lo hiciera.

Suelto un suspiro.

Dejaré que el mar se lleve mi tristeza y dolor.

Y con ese pensamiento en mente me lanzo al mar. La parte en la que estaba era honda, demasiada para alguien de mi estatura, pero yo sabía nadar, eso no sería un problema. Estoy sumergida lo suficiente como para dejarme relajar por el movimiento del mar, así como me gusta. Esto ya es un hábito mío, cuando me siento triste, con las ganas de vivir por el suelo, vengo aquí y me sumerjo, y cuando vuelvo a salir, salgo como nueva; sigo triste, claro, pero la playa y sus aguas me llenan de energía para seguir viviendo.

Estando ya en este punto quería salir, lleva como diez minutos dentro y sentía que ya no aguantaba más, pero mi intento de salir falló. No podía hacerlo, mi pierna se había atorado con alguna roca y no podía volver a la superficie. El poco aire que tenía se estaba escapando. La desesperación tomo paso, y en pocos segundos ya no pude retenerlo más, mis pulmones me reclamaban aire con desesperación, no aguantaba la respiración contenida, así que la solté, abrí la boca y deje que saliera, deje de respirar en ese momento. Todo en mi entorno se volvió oscuro y supe en ese instante que moriría en el mar, tal y como siempre lo había pensado.

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