Capítulo Dos
Gabriel
Me masajeé las sienes, intentando aliviar el dolor de cabeza que me martillaba sin piedad. Cada latido era un recordatorio de lo que estaba perdiendo: mi madre, la mujer que siempre estuvo ahí, incluso cuando yo no merecía su amor. Recordé aquella vez en la que, siendo adolescente, llegué a casa drogado, borracho y ella me cuidó sin reproches, limpiándome la frente y susurrándome que todo estaría bien. Ahora era mi turno de estar ahí para ella, pero no sabía cómo hacerlo sin desmoronarme.
Golpeo el escritorio por la desesperación, mi madre no se merece estar así ella ha sido una magnifica madre, ha estado a nuestro lado a pesar de nuestros defectos, se comprometió de corazón. Mi secretaria ingresa asustada por los golpes que di a mi escritorio.
—Estoy bien, Hanna —Ella me mira con pena.
Conoce a mi madre de toda la vida, ella se marcha, por mi parte trato de volver a los documentos, a pesar de que lo intento no puedo volver a concentrarme, por lo que decido ir al hospital. En el camino la imagen de aquella mujer de cabello castaño volvió a invadir mi mente. Sus ojos, llenos de lágrimas, parecían reprocharme algo. ¿Quién era ella? ¿Por qué su tristeza me perseguía como un fantasma? Intenté recordar, pero mi mente, nublada por años de excesos, solo me devolvía fragmentos difusos: una risa, un susurro, una promesa rota. Me pregunté si alguna vez podría redimirme de lo que fuera que hice para causarle tanto dolor.
Me cuestiono, si su tristeza y llanto es por algo que yo hice, pasaba tanto tiempo drogado, sin embargo, trato de recordar algo más de ella y no, nada llega a mi mente. Suspiro derrotado al llegar al hospital, camino por los pasillos en silencio, solo mis pisadas resuenan en el frio suelo, llego a la puerta, me detengo al oír unas risas.
"Son muy traviesos, Grace. Tienen mucha energía", escuché decir a una voz suave.
"Lamento la reacción de tu madre, pero me alegra que Tom los haya elegido a ustedes"
Hubo un silencio incómodo antes de que Grace respondiera, con una voz quebrada por la emoción
"¿Los traerás?"
El silencio se hace en la habitación nuevamente.
"Juls, voy a morir. No importa lo que digan los médicos. Sé que el cáncer está muy avanzado. Quiero conocerlos antes de morir. No me niegues eso."
Julianne sollozó, y yo me sentí como un intruso, escuchando una conversación que no era para mis oídos.
"No digas eso, Grace. Te recuperarás y los verás crecer"
"Es la verdad. No me hago ilusiones, solo soy realista"
Me sentí como un espía, escuchando una conversación que no debía oír. El corazón se me estrujó al darme cuenta de que mamá era consciente de su estado. "Voy a morir", había dicho con una calma que me heló la sangre. Quería gritar, negarlo, pero no podía. En cambio, me alejé en silencio, sintiéndome más impotente que nunca. ¿Cómo podía dirigir una empresa si ni siquiera podía enfrentar la idea de perder a mi madre?
—¿Fuiste a ver a mamá? — preguntó, con un tono que parecía más un reproche que una pregunta.
Asentí, sintiendo el peso de su mirada.
—Sí y no — respondí, evitando su mirada.
—Tenía una visita. Alguien de nombre Juls o algo así —Mi hermano me mira.
Se levanta y sale corriendo dejándome solo, seguro es alguna de sus exnovias.
Scott regresó con una expresión que mezclaba decepción y tristeza.
—Juls es Julianne Mitchell —dijo finalmente.
—La ex mejor amiga de Rachel. Su padre es amigo de papá, pero hace años que no la vemos. Se fueron a Londres cuando éramos adolescentes, y Rachel nunca superó que Julianne rompiera su promesa de estudiar juntas. —Recordé vagamente a una chica de cabello castaño que solía visitar nuestra casa, pero los detalles se me escapaban.
¿Qué había pasado entre ellas para que su visita despertara tantas emociones?
—Ya no estaba en la habitación. Se ha marchado —Y es extraño porque debió haber pasado por aquí para poder salir.
—Conozco a Tom, lo he recibido en la empresa muchas veces, de hecho, tengo una reunión con él mañana, pero no recuerdo a su hija y bueno, si tienen la misma edad nuestra hermana debió entender que ella debía irse con sus padres, no tenía elección —Es tonto enojarse por ello.
Rachel llega a ver a mamá, Scott no pierde el tiempo, le cuenta que Juls vino a ver a mamá desde Londres. La veo llorar y negar al mismo tiempo. No pregunto, dejaré que mi hermana tenga la iniciativa de contarnos.
Esa noche, mientras regresábamos a casa, no pude evitar preguntarme qué más estaba ocultando mamá. ¿Por qué había negado la visita de Julianne? Y, sobre todo, ¿qué secretos del pasado estaban a punto de salir a la luz, justo cuando más necesitábamos estar unidos?
******************
Por Scott supe que Rachel había localizado a Julianne, había querido ir a visitarla, pero está se negó a recibirla, acción que golpeo fuertemente a mi hermana. Rachel se decía "Es mi culpa. Me llamó muchas veces y yo simplemente la ignoré"
Ahora las acciones inmaduras de la adolescencia le estaban pesando. Investigué a la joven Mitchel, no hay mucho que averiguar de ella, la hija del mejor amigo de mi padre, graduada de diseño de modas, ha creado su propia marca personal y hoy tendrá una presentación de su nueva colección de primavera-verano.
—¿Lista para le presentación? —Por papá logramos obtener entradas para el show de modas. Iríamos mis hermanos y yo, más que todo por apoyo moral a Rachel.
—Si, estoy lista. Solo que no tengo esperanza de que Julianne me reciba o al menos que nos deje entrar —Mi hermana suspira.
Llegamos al desfile de modas, hay una gran carpeta roja, para recibir a los invitados. Me siento incómodo debería estar con mamá y no aquí en este evento tan banal.
Bajamos del auto, los medios nos toman fotografías y en especial a mi como CEO de Industrias Emerson. Los periodistas lanzan preguntas y todas me disgustan. Mañana seremos la comidilla de la sociedad, para nadie es un secreto el estado de salud de mamá y sus tres hijos en evento de modas.
—Creo que fue un error venir —Comenta mi hermano.
—Nos van a despellejar —Continuo.
—Lo siento, chicos. No medí la magnitud de mis actos y lo que dañaría la imagen de la familia —La tomo de la mano, en un gesto de apoyo.
El desfile es una expresión de exultante al lujo; cada prenda es una obra de arte. Rachel ha pausado el lanzamiento de su marca por la situación de salud de nuestra madre.
Su amiga le lleva mucha ventaja. Miramos el desfile hasta el final, según entiendo debe de desfilar la diseñadora, mi hermana espera ese desfile de la diseñadora. Cuando la última modelo desaparece, todos se levantan a aplaudir, nosotros hacemos lo mismo, en espera de Julianne.
—Damas y caballeros. Sé que todos esperan que nuestra querida Julianne desfile como en todas sus pasarelas. Lamentablemente hoy no podrá ser. Ella debió salir, asuntos familiares. Por favor disfruten de la cena — Decanes aparecen para guiar a los asistentes.
—Rachel sé que querías verla, oíste al maestro de ceremonias, no saldrá. Creo que debemos de irnos —Asiente sin objetar.
En la madrugada mi móvil no deja de sonar, enciendo la lampara de la mesa de noche. El identificar indica que es mi padre. Un escalofrío recorre mi cuerpo.
—Papá, ¿qué pasa? —Silencio.
—Es tu madre. Ven cuanto antes y trae a tus hermanos —Corto la llamada.
Despierto a mis hermanos y en cuestión de minutos vamos en el auto hacia el hospital, el silencio es como un cuchillo caliente clavándose en mi pecho. Sé lo que esto significa y como hijo mayor debo ser el más fuerte, el apoyo de la familia.
Cuando llego mamá esta conectada a unas máquinas, verla así me parte el alma. Ella nos sonríe, me acerco para besarla.
—Mis niños. Ha llegado el momento. Hoy el señor me dio el regalo más grande, después de ustedes. No quiero que lloren, apóyense, cuiden de Tom. Rachel, quiero que cumplas tus sueños y busca a Julianne. Scott, se feliz y perdona. Gabriel, no te castigues por los errores del pasado, busca tu futuro, que está al alcance de tu mano.
—Todos lloramos.
—No digas eso, mamá —Le ruego.
—Mi tiempo aquí llego a su final — Cuando mamá nos abrazó por última vez, sentí que el mundo se detenía.
Rachel sollozaba en silencio, aferrándose a su mano como si pudiera retenerla en este mundo. Scott, siempre el más fuerte, tenía los ojos vidriosos, pero no dejaba caer una lágrima.
Yo, en cambio, no podía evitar el nudo en la garganta que me impedía respirar. "No te vayas", quise gritar, pero las palabras se ahogaron en mi pecho. Cuando llegó mi turno, su abrazo fue tan frágil que temí romperla. Y entonces, en un susurro casi imperceptible, sentí su última exhalación.
—No, no mamá —gemí, apretándola contra mí como si pudiera devolverle la vida con mi propio aliento.
Rachel se aferraba a mí como si fuera su único sostén en un mundo que se desmoronaba. Scott, en cambio, se mantenía distante, como si el dolor fuera algo que debía soportar en silencio. "¿Cómo sigues adelante después de esto?", murmuró Rachel, sus lágrimas empapando mi camisa. No supe qué responderle. Yo mismo me sentía perdido, pero como el mayor, sabía que debía ser fuerte para ellos.
El funeral fue un mar de rostros conocidos y palabras vacías. Cada "lo siento" y "mi más sentido pésame" resonaba en mis oídos como un eco lejano. Mi padre, siempre el pilar de la familia, pronunció un discurso que nos partió el alma.
—Era la mejor esposa, la mejor madre, la mejor amiga —dijo, su voz quebrada por la emoción.
Pero fue cuando mencionó a Julianne que sentí que el suelo se movía bajo mis pies.
—Ella fue como una hija para nosotros — añadió, y en ese momento supe que había algo más en su historia, algo que todos parecían saber excepto yo.
—No es posible, creí que no vendría —Mi hermana me saca mis dolorosos pensamientos.
—¿Quien vino? —La cuestiono. No responde.
Cuando las personas comienzan a darnos sus condolecías, Rachel se separa, miro hacia donde mi hermana se dirige. Me quedo en congelado del shock, no puedo moverme, mi respiración es pesada y dificultosa. Es ella, la mujer de mis pesadillas.
—Creí que Julianne no vendría —Veo a una mujer que muchas veces visito a mi madre, creo que eran amigas.
—¿No sabias que tu hija vendría, Sharon? —Cuestiona mi hermano.
—Tom y yo nos divorciamos hace unos cuatro años —Lo dice con molestia. Mi hermano no vuelve a preguntar.
Julianne se acercó a Rachel con una mezcla de timidez y determinación.
—Lo siento —murmuró, abrazando a mi hermana con una fuerza que parecía querer transmitirle todo el dolor y el arrepentimiento de los años perdidos.
Rachel se derrumbó en sus brazos, sollozando como si fuera una niña.
—Te necesité tanto —susurró entre lágrimas.
Julianne asintió, sus propios ojos brillando con lágrimas contenidas.
—Yo también —respondió, y en ese momento supe que había algo más entre ellas, algo que iba más allá de una simple amistad rota.
—¡MAMI! —Mi vista, así como la de todos se dirigen al origen de esa voz.
Julianne se alejó con los niños, su figura desapareciendo entre la multitud como un fantasma del pasado. Pero antes de irse, sus ojos se encontraron con los míos, y en ellos vi algo que me heló la sangre: dolor, sí, pero también algo más, algo que parecía decir "esto no ha terminado".
Y en ese momento supe que no podía seguir huyendo de mis errores. Debía enfrentarlos, por difícil que fuera. Porque Julianne no era solo un fantasma de mi pasado; era la clave para entender quién era yo realmente.
Julianne Mitchel. El nombre resonó en mi mente como un eco lejano. La mujer de mis pesadillas, la que aparecía en mis recuerdos fragmentados, llorando, riendo, mirándome con tristeza. ¿Qué le había hecho para merecer su dolor? Y ahora, aquí estaba, con dos niños que parecían ser gemelos. ¿Eran suyos? ¿Era el hombre que los cargaba su esposo? Cada pregunta abría una herida que no sabía cómo cerrar.
¿Qué le había hecho para merecer su dolor? ¿Y por qué no podía recordarlo? Cada intento de reconstruir el pasado era como intentar agarrar agua con las manos: escurridizo, imposible. Y ahora, con su presencia en el funeral, sentí que el peso de mis errores me aplastaba. Debía saber la verdad, aunque fuera dolorosa. Por mi familia, por Julianne, y por mí mismo.
Julianne
Regresar a Selinsgrove fue como abrir una herida que creí cerrada. Cada calle, cada esquina, me recordaba a ella: a Grace, a Gabriel, y a todo lo que dejé atrás. Quería incursionar en el mercado norteamericano desde mi ciudad natal, la idea era enviar a mi asistente y ahí fue donde intervino mi padre.
—Julianne, Grace está muy mal, no le dan mucha expectativa de vida. Debes ir a verla antes de que sea tarde. Ella es la madre de tu mejor amiga, Julianne. La mujer que te abrió las puertas de su casa cuando más lo necesitabas. No puedes dejarla ir sin despedirte—El corazón se me estruja.
—Ex mejor amiga, papá —Le recuerdo.
—Bien, iremos —Lo que mi padre no sabe es que no solo vine por Grace. Vine por mí, para enfrentar los fantasmas que dejé atrás y tal vez, solo tal vez, encontrar un poco de paz.
El regreso a nuestra ciudad, lo hacemos en un completo silencio. Decidí rentar una casa grande, antigua pero acogedora, con paredes de madera que crujían con el viento y un jardín donde los niños podían correr libres. Roxanne, la niñera acomoda el equipaje de mis hijos en la será su habitación temporal.
El primer día es de descanso, ya mañana podré volverme loca con el montón de cosas que hay que hacer para el desfile. Al día siguiente me levanto temprano, ayudo a mis niños con su baño.
—Gabe, Gael —Les hablo, ellos me miran muy atentos.
—Mamá tiene que trabajar. Estaré en el estudio. No pueden interrumpirme si no es una emergencia, así podré terminar temprano y si mami termina de trabajar temprano... —A mis niños les brillan lo ojos.
—¿Podemos jugar o ver una peli, mami? —preguntaron al unísono, sus ojos brillando de emoción. Sus voces inocentes me recordaron que, a pesar de todo, ellos eran mi mayor alegría.
—Así es. Deben hacerle caso a Paul y a Roxanne. El abuelo estará fuera trabajando —Ellos asienten y cuando están listos nos vamos a desayunar.
—Julianne. ¿Cuándo llevaras a los gemelos a conocer a la madre de su papá? — Paul siempre ha sido mi roca, la voz de la razón en medio del caos. Sus palabras, aunque a veces duras, siempre me guían hacia lo que debo hacer, incluso cuando me resisto.
—No lo sé, Paul —Soy honesta no le he dicho ni a mi padre quien es el padre de los niños.
—Puedo arreglarlo, si quieres —Asiento en silencio, esa fue una de las razones por las que decidí que viniéramos.
Paul, siempre eficiente, logró que entrara sin que nadie me viera. Al ver a Grace, tan frágil en su cama, los recuerdos que tanto había intentado enterrar volvieron a la superficie. No pude evitar contarle la verdad. Gabriel era el padre de mis hijos, y aunque él no me recordaba, mis hijos merecían conocer a su abuela. Le confesé cómo todo había sucedido: aquella noche de verano, el amor que nunca pudo ser, y el secreto que cargué sola durante años.
—Las miradas que le dedicabas no me pasaban desapercibidas — Sus palabras me dejaron sin aliento, como si el tiempo no hubiera pasado.
Me reprocho el no haberlo dicho desde el principio, que le había negado el derecho a los Emerson de conocer a dos miembros de su familia, baje la cabeza como niña regañada.
—Hija, debes contar la verdad, no solo a Gabriel, sino a tu padre también —Asentí con la cabeza.
—Prometo traerlos pronto, Grace —Con esa promesa me marché, el peso de la culpa y el dolor aplastando mi pecho. Cada paso que daba me alejaba de Grace, pero me acercaba a un pasado que no estaba lista para enfrentar.
Viendo la reacción de Grace, recordé cómo había sido ella conmigo: cálida, comprensiva, siempre dispuesta a escuchar. Era todo lo que mi madre nunca fue. Grace me había acogido como una hija, y ahora yo le devolvía ese amor llevándole a sus nietos.
—Padre tengo que hablar contigo —Le digo al regresar a casa.
Por suerte dejé a los niños dormidos cuando me fui, así podré hablar sin interrupciones.
—Vamos al estudio —Me guía al estudio. Tomo el asiento frente a su escritorio.
—Sé que siempre has querido saber ¿Quién es el padre de los gemelos?... —Me detiene.
—No importa, Juls. Nada cambiará mi amor por ustedes —Mi corazón se exalta al escucharlo.
—Lo hago por los niños y por mi —Le explico.
—Bien —Concede.
—El día que fui a despedirme de Rachel... —Le explico momento a momento todo lo que sucedió, claro está sin los detalles porno de esa noche.
—Nunca lo hubiese imaginado. ¿Estás segura que no te recuerda? —Pregunta.
—Eso creo. Estaba muy ebrio y drogado —Asiente en silencio.
—Ese no es el Gabriel que conozco. El hombre que conozco es un hombre muy recto, profesional y as de los negocios —Eso he sabido.
—Le prometí a Grace que le llevaría a los niños. Es lo mínimo que puedo hacer por ella. También le prometí decirte la verdad, lo no estoy segura de decirle a Gabriel, él no me recuerda. Como darle semejante noticia a una persona que no te recuerda—Me estrujo los dedos.
—Debes hacerlo hija, si lo niega ni modo. No lo vuelvas a intentar —Concuerdo.
Dos días antes del desfile de modas, la idea me llega de golpe, le doy las tres invitaciones a mi padre para los hermanos Emerson, para que asistan a al desfile, eso me servirá para mantenerlos alejados del hospital. Fue doloroso cerrarle la puerta en la cara a Rachel, todavía me duele que nunca contestara mis llamadas, mensajes o correos y más que todo porque los gemelos estaban en el salón jugando.
—Todo está arreglado, los señores Emerson están solos —Me confirma Paul.
Son pocas las veces que no salgo al finalizar el desfile, hoy es una razón muy especial.
Los Emerson nos reciben a los cuatro, antes debí de explicarles a los niños porque íbamos a un hospital y quienes eran las personas que visitaríamos, se alegran mucho, aunque no entendía porque la abuela Grace estaba conectada a esas máquinas.
—Mis ángeles —susurró Grace, sus ojos llenos de lágrimas al ver a los gemelos. Ellos, inocentes y curiosos, se acercaron a su cama, tocando suavemente las máquinas que la mantenían con vida.
—¡Por Dios! Cuando Grace me lo dijo no lo podía creer —Hablo conmovido Richard.
—Son idénticos a su padre —Comentan ambos.
—Si lo son —Con concordé. Mi madre es castaña, yo igual que ella, mi padre es rubio. Richard tenía el cabello negro e igual que Gabriel y el resto de los Emerson son Rubios.
La visita fue corta y llena de emisiones, sin embargo, nada me preparó a la mañana siguiente al recibir la noticia de la muerte de Grace. Solo estaba esperando conocer a sus nietos.
Ese día me sumergí en trabajo, el desfile había sido un éxito y nos estaba lloviendo los contratos para adquirir nuestros diseños, mi padre había renunciado a la empresa para la cual trabajaba, al recibir mi oferta de ser el CEO de mi empresa. Yo sabía de modas, arte, telas y demás, mas no sabía dirigir una empresa, él acepto por que había visto un futuro en mi empresa. Ahora queríamos abrir una subsidiaria en Selinsgrove.
El día del funeral llego, tuve que blindarme, volvería a ver al hombre que tanto amaba iba a ser doloroso ver cómo me ignora. Las palabras de Richard me acribillan el alma al mencionarme y ver a mi madre ahí sin acercarse hace que duelan más.
Rachel, se percata de mi presencia; ya no puedo seguir ignorándola. Se me lanza encima como si quisiera fundirse conmigo. Nos perdonamos mutuamente, por nuestra juventud cometimos errores que nos separaron.
El grito de Gael, llama nuestra atención y la de todos. Me separo de ella y corro hacia mi hijo mayor que me llama y algo me hace girarme cuando lo tengo en mis brazos. Ahí está él con la vista puesta en mí. Mi corazón se rompe al darme cuenta que aún sigue sin recordarme, porque no se mueve, está como una estatua, solo mirándome. Continuo mi camino hacia dónde está Paul con Gabe.
—Regresemos a casa —Le pido a Paul.
Mi padre va en otro auto más que todo por las sillas de los niños.
—No creí que fueras una cobarde, Julianne —Paul me reprocha.
—No lo soy. Dime como le dices a una persona que es padre, si no tiene idea de que existo. No me reconoció, Paul —Trato de mantener firme mi voz, no quiero llorar delante de los niños.
—Tu te engañas sola. En sus ojos vi otra cosa —Analizo lo que dice.
—¿Qué viste? —Lo increpo.
—Determinación. Creo que no te olvidó del todo —Bufo.
Guardo silencio porque no quiero hacerme ilusiones.
Se acerca el final
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