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¿Por qué te enamoraste de mí?


Ciudad Cerulean...

El pronóstico del tiempo para hoy decía que tendrían solo diez por ciento de probabilidades de lluvia, por lo cual habían decidido salir a pasarlo afuera. Algo relajante como un día de campo, estar juntos comiendo tranquilamente, relajándose sin nadie que los molestara.

Y así fue, hasta que finalmente el cielo se abrió y se desató el diluvio, obligándolos a ambos a correr por las calles empapadas de Cerulean de regreso al gimnasio para poder refugiarse. Aunque tuvieron que pararse en una calle donde estaba bajando prácticamente un río, buscando cómo cruzarla sin mojarse demasiado.

- No hay caso, vamos a tener que saltar para cruzar. – observó Misty, agarrando al chico de la mano. – ¿A la cuenta de tres?

- Como digas. – replicó Ash, indicándole al empapado Pikachu que se subiera a su hombro. El ratón obedeció al instante. – A la una...

- ... a las dos...

- ¡A LAS TRES!

Los dos saltaron lo más lejos que pudieron, tratando de evitar el torrente de bajada, y siguieron corriendo el resto del camino hasta llegar al Gimnasio Cerulean. Sin tardanza ambos entraron y pudieron sentir el alivio de tener el techo sobre sus cabezas, y el calor del interior del edificio. Vaya forma de terminar una cita que de otro modo habría sido perfecta.

- Será mejor cambiarnos. – sugirió Misty. – ¿Tienes ropa de repuesto? Tracey dejó algo de la suya para cuando viene, pero...

- No te molestes. – dijo Ash, mientras Pikachu se sacudía junto a él como un perro. – Tengo una muda en mi mochila.

Bien, eso dejaba un problema resuelto. Ya había estado suficientes veces en el gimnasio y se lo sabía de memoria, así que Misty no tuvo necesidad de indicarle dónde estaban la ducha y la secadora. Sacudirse un poco el frío con agua caliente y poner su ropa mojada a secar era lo que les tocaba hacer de momento.

...

Unos minutos después, mientras Misty estaba en la ducha, Ash se había quedado en la sala mirando por la ventana afuera junto con Pikachu. Ya se había puesto el otro cambio de ropa y la que se quitó estaba secando, y no podía evitar sentirse algo molesto.

Siendo alguien que le gustaba pasar el tiempo afuera, era muy molesto cuando se veía forzado a quedarse encerrado, y la lluvia le había arruinado su día de campo con Misty. Especialmente porque el pronóstico del tiempo había anunciado que ese día estaría soleado y despejado.

- ¿Diez por ciento de probabilidades de lluvia? – se quejó Ash. – No se puede confiar en los pronósticos del tiempo.

A no ser que hubiera un Kyogre, Thundurus o Tornadus en las cercanías, lo cual era bastante improbable, no había ninguna explicación para que repentinamente hubiese estallado ese diluvio. Excepto que, quizás, el meteorólogo intencionalmente erró para molestar a la gente que decidió salir aquel día.

Y como si no pudiese empeorar el clima, un rayo cayó en ese momento, y Ash alcanzó a ver que golpeaba uno de los postes de electricidad de la calle, por lo que de inmediato se cortó la energía de toda el área, dejando el gimnasio a oscuras. Esto le extrañó; según él sabía los gimnasios solían tener generadores de electricidad de apoyo para seguir funcionando en caso de que hubiese fallas de electricidad.

- ¿Ash? ¿Estás aquí? – oyó a su chica llamándolo al cabo de unos minutos, llegando con una linterna de mano. – Malas noticias; el generador de apoyo no tiene combustible. ¡Le dije a Daisy que le tocaba llenarlo este mes!

- Ah, grandioso, solo eso nos faltaba. – dijo el chico.

- Bueno, al menos no tendremos que estar a oscuras, pero si no hay luz no habrá calefacción. – señaló la pelirroja. – Se va a poner muy frío aquí dentro.

- Descuida, tengo algo para arreglar eso.

El entrenador de Pueblo Paleta cogió su mochila y empezó a registrarla. Por fortuna, tenía consigo algunos regalos que le envió Clemont para hacer su existencia más cómoda durante los viajes, entre los cuales estaba una lámpara de emergencia que fungía también como un buen sustituto para las fogatas, por si se quedaba sin fósforos para encenderlas, o en interiores donde no se podía prender fuego por razones de seguridad.

Y la mejor parte, tenía una terminal para cargarse con ataques de Pokémon Eléctricos.

- Muy bien, Pikachu, haz lo tuyo.

- Pika... chuuuuuu.

El roedor amarillo generó una descarga de baja intensidad, solo lo suficiente como para ir cargando la batería de la lámpara. Ash se quedó vigilando el medidor de carga hasta que llegó al tope, y allí le indicó a su amigo que podía parar. Hecho esto, finalmente la encendió y pudieron iluminar la oscura estancia.

- Wow, eso es realmente útil. – dijo Misty. – ¿Cuánto durará la batería?

- Cargada al máximo dura unas diez horas. – replicó Ash.

- Qué suerte que tengas a Pikachu para iluminar el camino, ¿no? – bromeó la pelirroja. – Bueno, eso debería ser suficiente hasta que vuelva la luz. Porque con esta lluvia, dudo mucho que reparen la electricidad en un largo rato.

Ahora que ya podían ver, los dos entrenadores fueron a sentarse en un sofá. Pikachu se acurrucó en el regazo de su entrenador, que se puso a acariciarlo hasta que a los pocos minutos terminó quedándose dormido.

En cuanto a ellos, no tenían nada que hacer, y a diferencia de Pikachu, Ash no sentía ganas de dormir todavía. Tal vez debían ponerse a conversar o algo para pasar el tiempo.

- Hum... ¿Misty? – preguntó el chico, haciendo que la pelirroja voltease a verlo. – ¿No quieres... acercarte un poco?

La pelirroja lo miró, aparentemente extrañada, pero accedió, y se acercó un poco más a él con una sonrisa. Él por su parte, quiso deslizar la mano por detrás del sofá para ponerla alrededor de los hombros de la chica, pero en el último momento, no se atrevió a hacer contacto.

Ahora que ya no hacía frío gracias a la lámpara, Ash hizo un ademán de querer acercársele, y no podía poner la excusa de que "tal vez hacía un poco de frío" para hacerlo. Misty pareció notar esto, y con una sonrisa se acercó aún más a él, recostándose sobre su hombro.

- Ash... si quieres abrazarme no tienes que buscar una excusa. – le dijo. – Soy tu novia después de todo.

Tras oír esas palabras, finalmente perdió el miedo y la abrazó, atrayéndola hacia él. Era cierto: ella era su novia. Lo era ya desde hacía casi un año, pero aun así a él le costaba acostumbrarse a ese hecho. Por eso raramente se atrevía a hacer las cosas normales de una pareja, como tomarse de las manos, abrazarse... y besarse.

¿Por qué le era tan difícil? ¿Por qué aun ahora seguía sin acostumbrarse a la idea de que ya no era solo su mejor amiga? No era que no estuviese feliz con su actual relación de ninguna manera, pero... a veces le costaba entender cómo habían llegado a ese punto.

De que ella lo siguiera para que le pagara su bicicleta, a que lo acompañara porque disfrutaba de su compañía y finalmente, a convertirse en su mejor amiga. Tuvieron que estar mucho tiempo separados para darse cuenta de cuan importantes eran uno para la otra, y para que él entendiera sus verdaderos sentimientos. Los de ella, en retrospectiva, siempre habían sido muy obvios, ¿por qué nunca lo había notado?

- Oye, Misty... ¿puedo hacerte una pregunta? – le dijo en tono quedo.

- Acabas de hacerlo justo ahora. – replicó ella en tono de broma. – Pero tranquilo, puedes preguntarme lo que quieras.

- De acuerdo. Solo no vayas a tomártelo a mal, ¿sí? – agregó en un tono algo nervioso. – Hemos estado juntos mucho tiempo y... bueno, hay veces que me pregunto, ¿cómo pudiste enamorarte de mí?

Misty lo miró, y pareció ligeramente ofendida. Los nervios casi se apoderaron de él, pero afortunadamente logró calmarse lo suficiente para darle una respuesta coherente.

- No me malentiendas. Es solo que... bueno, sé que cuando nos conocimos no nos llevábamos del todo bien. Incluso ahora, a veces me pregunto cómo es que una chica tan increíble y hermosa como tú se pudo enamorar de alguien como yo.

- ¿Alguien como tú? – preguntó Misty. – Me parece que no entiendo, ¿quieres elaborar en eso?

Ash suspiró. – Vamos, tú sabes a lo que me refiero.

En respuesta, la muchacha hizo un ademán de querer acomodarse, para sentarse sobre las piernas de él. Sabiendo que no tenía caso oponerse, el chico entendió el mensaje y apartó con cuidado a Pikachu para no despertarlo, depositándolo en el sillón de junto. La pelirroja se sentó en su regazo mientras le acariciaba las mejillas y le dedicaba su mirada más tierna y dulce.

Aunque cuando era niño había veces que él se iba de lengua y decía lo contrario, lo cierto era que Misty siempre le había parecido muy linda, y ella había aprendido a tomar ventaja de ello y hacer que bajase sus defensas. Y hoy no era la excepción.

- No me imagino a Ash Ketchum sintiéndose inseguro de algo. – dijo la chica. – Después de todo, estás en el top 10 de mejores entrenadores a nivel regional de Kanto, y eres un candidato muy fuerte para la próxima Serie de Coronación Mundial. Y no hablemos de todas las veces que has salvado al mundo.

- Vamos, Misty, deja de jugar. – dijo Ash. – Si se trata de ser un entrenador Pokémon, es obvio que sí, tengo confianza en mis habilidades. Pero para todo lo demás... tú me conoces mejor que nadie. Sabes cómo era cuando comencé mi viaje, y aún en el fondo sigo siendo ese mismo niño de entonces.

- ¿Y eso es algo malo? – preguntó la chica, pasándole un dedo juguetonamente por el pecho y haciéndole cosquillas. – Incluso entonces eras un chico encantador, aunque a veces me sacaras de mis casillas.

Ash se rio. Precisamente a eso se refería. Ellos no habían empezado con el pie derecho; les costaba congeniar y frecuentemente peleaban por niñerías y estupideces. Pero con el pasar el tiempo ambos llegaron a tolerarse e incluso agradarse uno a la otra, y se convirtieron en los mejores amigos. El propio Ash se lo dijo, que su encuentro no fue casualidad, sino que estaban destinados a conocerse y a ser amigos.

- Misty, estoy muy feliz de que estemos juntos. Es solo que a veces, me pongo a pensar en todas esas veces que fui tan inmaduro, impulsivo y... bueno, despistado para no captar tus señales.

Muchos desde afuera podían ver que ella sentía algo por Ash, y él, por su parte, pese a que ella también le gustaba un poco desde entonces, nunca se percató de lo directas que eran sus indirectas. También, frecuentemente se iba de lengua y no le decía las cosas como debía. Como aquella vez que la vio en bikini y solo le dijo "realmente pareces una chica". Estaba intentando halagarla, y en retrospectiva, ahora entendía por qué se había enojado tanto.

- Oye, eso ya no importa. – dijo Misty. – Pero, si realmente quieres saberlo... hay más de una razón para haberme enamorado de ti. Podría decir que siempre admiré tu determinación para alcanzar tus metas, lo mucho que te preocupabas por tus Pokémon, y lo más importante, que estar contigo siempre era divertido. Los momentos que pasé junto a ti mientras viajamos son mis recuerdos más preciados.

El chico se ruborizó ligeramente al oír esas palabras. Conocía a Misty desde que eran niños, y aunque él sabía mejor que nadie que no querría verla enfadada, siempre cuando estaba de buen humor era una de las personas más dulces y amables que jamás había conocido. Con el tiempo había ido dejando salir más ese lado suyo, especialmente cuando estaban solos, igual que ahora.

- Y bien, ¿qué tal si ahora me dices por qué te enamoraste tú de mí?

- ¿Eh? – La pregunta de la chica lo tomó desprevenido. – ¿Y por qué quieres saberlo?

- Vamos, tú me hiciste la pregunta, lo que es igual no es trampa. – dijo ella, haciendo un ligero puchero.

De nuevo, había sabido usar su encanto para que él bajara sus defensas, pero no podía argumentar contra su lógica. Aun así, ese día sentía que su niño interno tenía ganas de jugar un poco, y no quiso decirle de inmediato.

- Hmm... no lo sé. Digo, tú siempre fuiste la más lista de nosotros. Tal vez tú ya deberías saber todo lo que me gusta de ti.

- Ash... – La chica lo miró enojada, pero él no cedió. Por un momento se hizo una especie de concurso de miradas entre los dos, en el que ninguno quiso ni parpadear. – Vamos... así como hay cosas que te gustan de mí, seguro también hay cosas que no te gustan, ¿o me equivoco?

- ¿Por qué crees eso? – inquirió el chico.

Misty suspiró. Parecía que no iba a ser fácil para ella decir esto, pero suavizó su expresión antes de comenzar a hablarle.

- Sí te acuerdas que yo era muy presumida cuando nos conocíamos, ¿verdad? No fue fácil crecer con tres hermanas que son más hermosas y talentosas que yo, ¿sabes? Me llamaban la "feíta" y todo.

Claro que lo sabía. Eso era otra cosa que los unía en común: cuando comenzaron sus viajes, ambos tenían cierto complejo de inferioridad y un fuerte deseo de probarse a sí mismos y a otros que los ponían en menos (en el caso de Ash, a su rival Gary, y con Misty a sus hermanas). Vivir a la sombra de otro nunca era sencillo, y quizás eso les ayudó a entenderse.

- ¿Y qué? Ya sabes que no lo decían en serio.

- Sí, pero... hubo veces en que casi llegué a creérmelo. – confesó la chica. – Sé que a veces me faltaba ser femenina, y trataba de serlo más, pero no siempre lo lograba. Y no ayudaba que el chico que me gustaba a veces hiciera comentarios hirientes hacia mi apariencia.

Ash soltó una risita nerviosa, tragando en seco. Sabía que pedirle perdón no tendría sentido, habiendo ya pasado tanto tiempo. En vez de eso, había otra cosa que podía hacer.

- Si sirve de algo... yo en realidad nunca creí que fueses fea. – le dijo. – A algunos... nos cuesta aceptar cuando alguien nos gusta. Tú también sabes de eso, ¿verdad?

- Sí, pero eso no quita que a veces dolía. No creas que se me olvidé cómo te burlaste la vez que quise hacerme un cambio de imagen en el salón del Equipo Rocket.

- De eso no me retracto. – admitió él sin miramientos, casi haciéndola enojar. Pero inmediatamente agregó: – Oye, si me burlé es porque sí te veías ridícula. No sé por qué lo hiciste, cuando no lo necesitabas realmente.

Misty alzó las cejas al oír esto. Parecía haber captado su atención, así que aprovechó de capitalizar en ello de inmediato.

- Lo que quiero decir es... que tu belleza es natural, y no necesitas maquillarte para verte bien. Sé que no lo dije como debería, pero ya desde entonces me gustabas tal y como eres. No tenías que hacerte un cambio de imagen.

La pelirroja lo miró fijamente. Parecía que aún le costaba creer esas palabras que acababa de decirle. Siempre había tenido un complejo respecto a sus hermanas, y por eso buscaba compensar de otras maneras. Por supuesto, con el tiempo lo superó, pero a veces quedaba algún que otro rastro.

- ¿Ni siquiera un poco? ¿No te gustaría verme con otro look?

- Bueno... quizás que te sueltes el cabello y lo lleves más largo. – comentó él como sugerencia.

Admitiéndolo, si bien nunca pensó que Misty fuese fea, siempre consideró que llevar el cabello suelto y largo le realzaba el atractivo físico, haciéndola ver más femenina. De nuevo, eso ya era opinión suya personal. Tampoco era que él no apreciara verla cuando se vestía con otras ropas, como aquella vez que se puso una yukata para bailar o en el festival de la Princesa, y ni hablar de esos disfraces de Goldeen y sirena. No se había atrevido a decirle que en más de una ocasión se la había imaginado más mayor con esos trajes, ya que no sabía cómo se lo tomaría ella.

- Pero fuera de eso, una vez me preguntaron cuál sería mi tipo ideal de chica. Dejando la apariencia de lado, ya que eso no viene al caso, mi chica ideal es alguien que sea talentosa, una amiga leal, aventurera y cariñosa. Alguien... como tú.

El comentario le sacó una sonrisa a la pelirroja, cuyas mejillas se habían puesto más rojas que su pelo, haciéndola ver aun más encantadora. Ash nunca se consideró un experto en hacer ese tipo de halagos, simplemente le decía lo que sentía en el momento. Pero parecía funcionar

- Eso es muy dulce, pero seguro que habrá cosas de mí que no te gustan. – dijo ella. – Es decir, sé que a veces se me va el enojo, y que soy muy celosa contigo.

- ¿Y eso qué? Digo, yo también lo soy, y con todo y eso tú me quieres. – replicó él sin un ápice de pena. – En eso estamos iguales tú y yo.

Misty se rio. Ciertamente, los dos habían sido muy celosos uno con la otra, incluso desde que eran niños. En retrospectiva, Ash no entendía por qué se enojaba tanto cuando veía a Misty recibir atención de otro chico, o por qué ella lo hacía cuando era él quien estaba en proximidad de alguna otra chica. Tuvieron que pasar años para darse cuenta que eran celos por la persona que amaba, algo perfectamente normal.

Era el único "defecto" que tenían al que ninguno de los dos estaba dispuesto a renunciar, y eso estaba bien. Era solo otra prueba de lo mucho que se querían.

Los dos se quedaron viéndose a los ojos. Fuera de la ocasional mirada que le echaba a sus piernas y retaguardia, el rasgo físico que más le atraía de Misty eran esos orbes aguamarina que eran sus ojos, y siempre se daba el gusto de perderse en ellos cuando tenía la oportunidad, y ella parecía hacer lo propio en los suyos.

- Ash...

- Misty...

Casi sin darse cuenta, los dos se aproximaron lentamente, cerrando sus ojos hasta que sus labios hicieron contacto, sintiendo la calidez y suavidad del otro. Fue un beso suave y fugaz, que se dieron únicamente en el calor del momento para poder volver a verse a los ojos... y no bastó, ya que de inmediato se sujetaron uno a la otra para darse otro beso mucho más apasionado.

Esta vez, se separaron para poder respirar cuando les fallaba el aire, y al mirarse de cara de nuevo ambos se sonrieron. Misty aprovechó de abrazarse de Ash mientras él de nuevo le acariciaba el cabello. Afuera la tormenta empezó a arreciar, lo que auguraba que seguramente tardarían mucho más en reestablecer la energía.

- Parece que tendremos que estar aquí por un buen rato. – dijo Ash.

- No me molesta. – respondió Misty. – Por mí, podemos estar así toda la noche.

Ash se rio, ruborizándose un poco. Pasar así toda la noche... si no fuera porque solo estaban acostados y abrazados en un sofá para darse calor, habría pensado que ella quería implicar otra cosa. Quizás en un futuro, cuando decidieran ir... más allá en su relación. Y que no estuviese Pikachu o alguno de sus otros Pokémon al que pudieran incomodar.

Pero ahora estaba bien así. Tenerse uno a la otra cerca, abrazarse para darse calor y disfrutar de la compañía, resguardados en un día lluvioso. No necesitaban nada más.

Tal vez solo se habrían dicho unas cuantas razones por las cuales se enamoraron, pero había muchas más. Y con toda certeza las seguirían descubriendo a medida que pasara el tiempo y ambos se conocieran aún más, descubriendo más de sí mismos y del otro.

FIN.

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