Sofia 4. Desastre.
No se en qué momento mi sueño se transformó en una pesadilla, pensé que estando él, todo sería normal, cómo el día anterior.
Nunca había soñado con mi novio, Erick, y la verdad me sorprendía demasiado, ¿qué significaba? y ¿por que había aparecido otra chica a su lado?
Me frote los ojos desesperada por despertarme. Pero, daba igual, yo sabía que nada de eso haría que lo logrará. Me repetía en mi cabeza que solo era un sueño, aunque no estaba segura que eso fuera cierto. Todo se veía y se sentía real.
Evan sujetaba con fuerza mi mano, sentía pequeños toques en ella, pero no les puse demasiada atención, menos cuando él me había pedido correr en lo que creaba cosas, y no, no tenía idea a lo que se refería.
—¡Mas árboles! ¡más flores! ¡rojas, amarillas, de todos los colores! Paz, tranquilidad, solo eso deseo y ya...—gritaba, su pulsera brillaba con intensidad, y hacia todo lo que el ordenaba.
Después le preguntaría que clase de magia era esa, se supone que la que tiene el poder de crear soy yo, es mi sueño.
—¡Corre más rápido pequeña! —Mis piernas dolían, no se cuanto tiempo llevaba haciendo eso, pero me sentía cansada.
—¿Los perdimos? —pregunte agitada.
No dijo nada, pero por su expresión pude ver que no estaba tranquilo.
De nuevo pasos se escucharon cerca de nosotros, tenía miedo, lentamente me fui acercando a Evan en busca de su protección.
—¡Sofia! Ven aquí amor... —la voz de Erick retumbaba en mis oídos.
Un grito ahogado salió de mi garganta al verlo.
Su aspecto era peor, pedazos de lo que era su piel colgaba por su cuerpo y la sangre chorreaba a montones. Su rostro estaba desfigurado, había partes en las que se podía ver su hueso y los tendones salidos, era terrorífico y a la vez asqueroso.
Esta pesadilla iba de mal en peor, al menos mis otros sueños los había sobrellevado bien, pero esto, era nuevo para mi.
—¡Tu no eres Erick! —dije con fuerza, mientras sollozaba, quería que esto terminará.
Rió. Su sonrisa era macabra.
—¿No? pensé que me conocías bien pequeña —intento acercarse a mi, pero Evan sujeto mi mano más fuerte y me alejó.
Evan dijo algo en otro idioma que no entendí, pero en ese momento Erick desapareció, aún así no dejo de estar tranquilo.
—Sofia, intenta despertar, has lo que puedas, tenemos poco tiempo —habia acercado sus labios a mi oído.
—¿Qué pasa? —susurre sin moverme.
—Nuestras emociones se juntaron, por lo que las pesadillas será más intensa —hablaba sin mirarme.
—No tengo idea de qué hablas, explícame. —espere su respuesta, pero en ese momento otra voz nos interrumpió.
—No debes de entender niña —era la mujer que había visto antes.
Evan me agarró de la cintura, yo voltee a verlo y me sorprendió como se resaltaba la vena de su cuello, estaba enojado.
—Tu sabes que no eres Diana, vete. —dijo mi acompañante, la chica levantó la ceja.
—Entonces que soy, dime —lo retó con la mirada.
—Teníamos un trato, no puedes estar aquí.
—Solo vine a verte Evan... —dio dos pasos hacia enfrenté. —Te extraño —gruñí, y no sabia el por qué.
Sus ojos viajaron hacia los míos.
—Que curioso es esto, lo hiciste, creí que eras más inteligente —aplaudió —rompiste el reglamento.
—No se de qué hablas —respondió Evan, molesto.
—Evan, el solo hecho del que estes con ella quiere decir que lo hiciste, pero no me imaginé que ya rompiste las cinco reglas, pensé que con una te bastaba.
¿Reglas? Me sentía de más en la conversación.
—No es tu asunto Ryder —ella sonrió, y de inmediato su cuerpo cambió, para convertirse en otro.
¡En el de un chico! Iba vestido todo de negro, sus ojos eran grises, pero ese gris opaco y sin vida, su piel era blanca y pálida, y su cuerpo no estaba tan fornido como el de Evan, a pesar de su aspecto, tenía algo en particular que lo hacía atractivo.
—Valla, me conociste —se mordió el labio. — ¿Cómo supiste que era yo?
—Los otros guardianes no se pueden meter en los sueños si no tienen permiso —El tal Ryder rasco su barbilla.
—Buen punto —se burló —Lastima yo no soy un guardián, y estoy aquí por qué me molestó mucho el que ayer no pude pasar a molestar a mi chica.
—No es tu chica Ryder.
—Ni la tuya, y eso que la tratas como si te perteneciera —Evan apretó la quijada.
No tenía idea de que estaban hablando, que era eso de ¿Guardianes? ¿Qué chica debía proteger? ¿Era normal soñar esto?
—¿Puedo saber a qué se refieren? —los dos se voltearon a mirarme, Ryder en unos milisegundos apareció enfrente de mi.
Di un brinco del susto.
—No pequeña, no sabrás —me mostró su perfecta dentadura.
Evan lo empujó, apenas y logró moverlo.
—¡Ya déjala, basta, el trato se deshace...!
—Pensé que éramos amigos —fingío dolor en su pecho, para después soltar una carcajada —Lo siento amigo, no puedo, soy el único de mi comunidad que tiene permiso de controlar los sueños de mi individuo, lo siento.
—Ryder... Vete, no quiero tener problemas contigo..
Suspiró.
—¿Qué te pasó? Ya me estabas cayendo bien amigo. —su cercanía me ponía nerviosa.
¿En qué momento rece para que tuviera este sueño? ¿Por qué mi vida era de todo menos normal? Primero esa necesidad de soñar con Evan, después el que mis pesadillas interfieran en mis sueños y por último soñar con éste maniático.
—Vete, no quieres que explote Ryder —Nuestro contrincante levantó las manos en modo de rendición.
—Claro, me voy, no sin antes hacer esto.
De nuevo se movió tan rápido que solo sentí sus labios sobre los míos, y unas palabras en mi cabeza empezaron a sonar.
"Esta conversación no la recordarás, despierta Sofía, despierta, despierta... "
El aire me empezó a faltar, la imagen de Evan intentando separar a Ryder empezó a desvanecerse, hasta llegar a ser todo negro.
Quería gritar pero mi voz no salía, sentí que caía en un pozo sin fondo.
—¡Llama a un doctor Javier! —apenas y escuchaba las voces.
—Sofia, amor, despierta, pequeña... Por favor hija —los sollozos eran desgarrantes.
—Ya vienen para acá... Aguanta hija...
Con mucho esfuerzo logré abrir los ojos, mis padres estaban a mi alrededor, esperando ver mi reacción.
—¿Qué pasó? —mi madre lloraba como niña chiquita.
—Mi amor, dinos qué te pasó... ¿Quién te hizo esto? —no sabía de que hablaba.
—¿Quién me hizo que?
—Javier, ella no sabe, esto no es normal —mi padre también lloraba, llevó las manos a su cabeza.
Yo estaba confundida.
—Dale un baño antes de que venga la ambulancia. —
Mi mamá hizo que me levantará, me sentía muy débil, apenas y pude caminar.
¿Por qué me sentía así?
—Ay, mi amor, tranquila... Vamos a quitarte esto.. —entramos al baño y me di cuenta de mi aspecto.
Mis ojos eran más dorado que azul, mi cara tenía varios moretones y salía sangre de mi nariz, mi cuerpo estaba peor que mi rostro, arañazos y ematomas empezaban a tornarse de color negro. Mi cabello era un asco, estaba mojado, supongo que de sudor.
Me metí a la bañera, con ayuda de mi mamá. No sabía que había ocurrido, solo recordaba algunas partes de mi sueño.
¿Tendría que ver algo con lo que me pasó?
La respuesta no tardó en llegar.
"Sofía, perdóname"
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