Evan 5. Impacto.
"Sofía, perdóname"
No podía con el dolor en mi pecho, era intenso, ardía y dolía al mismo tiempo.
—¿Qué hiciste Ryder? —se acercó a mí y me ayudó a levantarme. ¿Por qué me dolía tanto mi cuerpo?
—Yo, no lo sé Evan. —por su gesto pude ver que en realidad si estaba preocupado. —Solo la bese y tú saliste impactado.
No tenía idea de lo que estaba ocurriendo, más por el dolor insoportable que estaba presentando.
—Tengo una idea de lo que ocurrió —dijo después de varios segundos de silencio. Se levantó, empezó a caminar de un lado a otro hasta que finalmente habló —Tu y ella están conectados, sentiste lo mismo.
—Lo se, ella esta mal, lo sentí —cortante, frío.
—Solo la bese y...
—Eres una pesadilla Ryder, su cuerpo colapsó cuando la tocaste. —estaba enojado, el hecho de imaginar sus labios en los de ella, me enfurecía.
—¡Necesitaba que despertara...!—dijo rápido, cerró los ojos antes de que lo cuestionara.
—¿Por qué? —frunció el ceño y me mostró los dientes.
—Al igual que tú, yo también había diseñado el sueño.
—A ¿qué te refieres? —resopló. Y movió la mano restando importancia.
—Pues... —cerró la boca, retrocedió tres pasos. —tenía planeado darle un buen susto.
Abrí los ojos como platos.
—¡Estas loco! Lo poco que estuvimos dentro del sueño fue terrible para ella, ahora imagínate... —me reincorporé a su lado.
—Lo se, lo se, por eso la bese, era la única forma de borrar el sueño y sobre todo que no pasará.
—La pesadilla —corregí.
Me lleve las manos a la cara, tenía ganas de golpearlo hasta dejarlo inconsciente, aunque pensándolo bien sería imposible, no le puedo hacer nada.
—Quiero matarte —abrió la boca para después reírse como loco.
—Quiero verte intentándolo —le di una mirada asesina, quería que viera que lo decía enserio.
—Espero que al menos tu plan funcionará.
—Yo se que si, tranquilo Evan, era necesario hacerlo—bufé, enserio estaba loco.
—Necesito descansar, no creo que ella quiera dormir después de esto. —me toque la sien.
—¡Ya te dije que ella no se acordará de nada! Bueno, no de todo. —rio.
—¿No de todo? —pregunté más irritado de lo normal.
—Solo se borrará la pesadilla, no el sueño que tú creaste para ella —genial, el sueño perfecto se convirtió en el peor.
—Esta bien... Y te advierto, no sé qué te haré si ella recuerda este desagradable encuentro.
—No lo hará, nadie puede resistirse a mis besos y palabras. —le doy un golpe en el estómago. —Auch.
—No comprendo por qué razón estás aquí.
—Soy una pesadilla, me gusta molestar —su estado de ánimo me molestaba, odiaba verlo tan despreocupado por todo.
—Me voy, adiós. —caminé sin mirarlo.
—Bye. —aunque no lo estaba viendo, pude sentir su sonrisa, si no lo conociera diría que es un buen chico, pero vamos, es una pesadilla.
En cuestión de segundos me encontraba solo en ese desastre que él había ocasionado.
Trate de mantenerme calmado, aunque en estos momentos fuera imposible. Estaba cansado, ella estaba mal, lo podía sentir.
Con un chasquido de dedos desaparecí del escenario. Llegué a la sala de control más agotado que nunca. Había usado todo mi poder, por así decirlo, en luchar contra las pesadillas de Ryder.
Mis emociones estaban descontroladas al igual que las de Sofía, nunca quise que pasara esto, yo solo quería que me conociera, quería que supiera de mi existencia.
Pero nada salió como esperaba, no quería tener esta necesidad de abrazarla y tocarla, solo quería aparecer en su sueño y que al menos por una vez desde su existencia soñara con alguien que no fuera una pesadilla. Por qué aunque me comporté como un patán todos estos años, el solo hecho de pensar en su sufrimiento hace que se me erice la piel.
Me recuesto en el pequeño sofá que tengo en la sala de mi burbuja, sin quitar todos estos pensamientos de mi cabeza.
Mi cuerpo estaba recuperando fuerzas de poco a poco, sentía mi energía volver a mí.
Justo cuando estaba por levantarme para ir a tomar un baño, empezaron a tocar desesperadamente la puerta.
Rodé los ojos. Acaso ¿No podía tener solo un día de tranquilidad?
—Voy —dije arrastrando los pies.
Abrí la puerta un poco.
—Hola... —era Diana.
No contesto, más bien me empujó y se metió sin mi permiso.
—¡¿Ahora que te pasa?! —¿Por que todos se empeñaban en molestarme?
—Eres un... —levanto la mano para darme una bofetada, pero sujete su brazo impidiendolo.
—¿Soy un que? —quería llorar, estaba molesta.
Con fuerza se zafó de mi agarré y empezó a caminar por mi burbuja con las manos en la cabeza y los ojos cerrados.
—¿Por qué lo hiciste?
—No se de lo que hablas mujer —solo tenía una idea.
—Tu —me señaló — rompiste el reglamento ¿Verdad?
Me quedé callado, sabía que en algún momento esto iba a pasar.
—Si.
—¿Estas loco Evan? —lloraba, las lágrimas no dejaban de salir de sus ojos azules.
—Yo...
—No, no, no... ¿por qué? Me niego a pensar que lo hiciste. —me acerque y quite con cuidado sus lágrimas.
—Lo hice Diana...
—¿Cuántas reglas ya rompiste? —dijo sin verme.
—No lo sé, tres, cuatro... Cin... —me empujó.
—¡Cállate! No lo digas, no, tú no.. — callo al piso, se hizo bolita.
¿Qué hacía? Me dolía verla así.
—Diana..
—No digas nada, por favor. —me senté a su lado, toqué su cabello, sabía que eso la tranquilizaba.
—¿Cómo te enteraste?
—Las pesadillas son más fuertes, Sara me gana en poder desde ayer. —entiendo ahora.
Sara, es la pesadilla de Diana, al igual que Ryder y yo, solo que ellas no se llevan, se odian, y se supone que tiene que ser así.
—Erick soño contigo, pensé que te habias aparecido en el sueño, tú tienes mi permiso, pero no, que equivocada estaba, más aún cuando el te gritó que dejaras en paz a su novia, fue cuando comprendí todo. —metio la cabeza entre sus rodillas.
—Yo solo quería conocerla un poco más, no quería que ocurriera eso, intenté eliminar el sueño de su mente, pero nada.
—No podrás hacer nada.
—¿Por qué? —se limpió la nariz con su suéter y me miró.
—Evan, tus acciones tienen repercusiones, y debes de afrontarlas.
—Mis emociones ya se juntaron con las de ella, si quiero saber qué está haciendo solo debo de pensarlo, puedo hablar en su mente, y no tengo idea de cómo es eso posible. —estaba asustado, lo notó.
—Pon fuerza de voluntad, si ella no puede olvidarte, hazlo tu de ella.
—No puedo Diana, ya lo intente.
—Yo te puedo ayudar —se estaba acercando a mi sigilosamente.
—¿Cómo?
—Ayudame a juntarla más con Erick. —me negué, no, no y no.
—Eh, no lo sé. —tragye saliva.
Su cara estaba a milímetros de la mía, sus ojos estaban cristalinos y rojos al igual que su nariz, sus labios estaban medios abiertos.
Me tomó del cuello, me tense.
—El la ama, al igual que yo te amo a ti. —dijo eso, mientras apenas y rosaban sus labios con los míos.
Esto no era lo que había planeado.
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