Un beso y nada más
Mi corazón estrujado, respirando con dificultad en el suelo; él se apareció de golpe, lo levantó y lo besó.
— Me duele — murmuré, con una cristalina cayendo de mi mejilla.
Me calló con un beso, suave, rítimico, que no lastimaba, que no me absorbía.
— Me encantaría verte día y noche — dijo alimentandose de mi boca — amaría por besarte cada maldito segundo — besó mi frente — pero el trabajo me enloquece y me quita tiempo para cuidarte.
Acaricié su piel caliente, su barba cortada y traspasé sus ojos azules; con mucha intensidas.
— Tú ya eres mi ángel — sollocé con una sonrisa.
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