El Fatídico Día De Mi Vida
Me levanté de la cama, por una fuerte punzada en el corazón, mi pecho ardía como si le hubiesen clavado una daga. Apreté el botón, pero nadie aparecía, nadie cruzaba la puerta. Mi cabeza se nublaba, no podía ver mi alrededor.
Me desprendía de los tubos de un tirón, con dolor, pensando en tí, en encontrarte, te necesitaba. Maldigo el momento en que me dejaron sola aquí. Me faltaba el aire a cada paso, y caí de rodillas. Se me estaba yendo la vida, se me escurría el alma entre las manos.
Narrador omnisciente
Ella cayó al suelo como un muñeco, y una enfermera apareció y comenzó a gritar, para que alguien la ayude, la muerte se la estaba llevando. Apareció el amor de su vida por la puerta, con los pulmones cerrados de la desesperación.
— ¡Se está muriendo traigan un desfibrilador! — gritó en medio de sollozos.
Le hacía RCP, trataba de salvarle, se le estaba yendo su amor, lo estaba dejando. Le inyectó varias ampollas de adrenalina, pero ella no reaccionaba.
De pronto, un suspiro suave se escuchó en la habitación; había muerto en el hospital, sola, acompañada por quien la sostuvo todo el tiempo; su médico cirujano.
Nadie fue a reclamar el cadáver luego.
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