Baño
Espuma por todos lados; agua tibia para mi alma, un descanso de tantos medicamentos, y tantos tubos que penetraban mi piel; ahora, solamente sentía tus dedos sobre mi espalda, ayudándome a darme un baño, y pasando tiempo conmigo.
— Me quedé pensando, en eso de que me dijiste el otro día — murmuraste oliendo mi cuello.
Me hice la desentendida y te miré con los ojos bien abiertos.
— ¿El qué cosa? — pregunté jugando con el agua de la tina.
— Eso de que soy tu ángel — recordaste sonriendo.
Mi corazón latía a toda velocidad, mientras pensaba en ese día.
— Yo creo que en realidad tú eres mi ángel — susurraste besando mis labios y luego mi cuello. — Por qué no se que hice en otra vida para merecerte.
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