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Capítulo 36

Su pregunta me tomó por sorpresa, me hizo detenerme y pensar mejor las cosas. Me senté mientras miraba a la nada, sabiendo que él tenía razón... mi cuerpo estaba mucho más sensible a él, lo deseaba. Tenía el instinto de querer desnudarlo ahora y hacer lo que sea. No era mala idea, digo yo...

-Lo siento, pero no podemos -declara él intentando levantarse, pero yo lo detuve con mis manos en sus hombros.

-¿Qué tiene que esté en celo? ¿No es eso aún mejor? -deslicé mis caderas hasta que mi intimidad estaba sobre la suya-. Tú y yo... por una semana... teniendo sexo sin control...

Me froté contra él hasta verlo jadear y gruñir, inclinó su cabeza hacia atrás cerrando los ojos y gruñiendo más fuerte. Pude sentir cuando su miembro se endureció, abrí los ojos aún más grande al sentir su tamaño. Tenía muchas más ganas de verlo y hacerlo con él.

-Thalía, no me hagas esto... -murmura aguantándose las ganas.

-¿Por qué? Si es lo que ambos queremos, ¿no? -me acosté sobre él para pegar nuestros pechos, roce nuestros labios y bajé mi mano hasta tratar de meterla en sus pantalones pero me sujetó.

-No está bien, no estás pensando con claridad. Para cuando termine tu celo, te arrepentirás de haberlo hecho.

-¿Cómo estás tan seguro de eso? ¿Me conoces bien para saberlo? -solté su agarre y metí mi mano hasta tocar su miembro-. Esto es lo que no sabes...

Me acerqué a su oreja mientras movía mi mano en su intimidad, acariciando y sintiendo su longitud y grosor.

-Aún estando en mi manada sentía este deseo por mi Mate... no te conocía, no podía saber cómo era tu rostro... pero te deseaba hasta el punto de masturbarme por ti. Soñando contigo recorriendo cada parte de mi cuerpo, haciendo de mí un desastre.

Lo sentía palpitando, él se aguantaba pero yo quería que lo dejara salir. Que hiciera conmigo todo lo que tenía en mente. Sí, el celo es algo intenso... más de una Omega luna primeriza.

-Nunca te había visto pero ya conocía tus puntos débiles -mordí su oreja y él se sobresaltó-. Me hacías sentir bien aunque fuera en sueños o en mi mente al tocarme... pero no era sufriente, ahora puede ser más que eso.

Apretó los dientes y cerró los ojos con fuerza, lamí sus labios y lo hice mirarme de nuevo, con súplica en mis ojos.

-Por favor, Ethan... hazme sentir bien. Te lo ruego...

Me mira a los ojos por un segundo pero entonces me asombré cuando me dejó acostada de repente, se colocó entre mis piernas y sobre mí, sus ojos opacos por la lujuria me observaban de una forma tan intensa que me hacía temblar. Acercó su mano a mi rostro y me tomó por la barbilla hasta levantar mi cabeza para acercarse a mi cuello.

-Realmente eres tan difícil de ignorar. Todo mi autocontrol se va a la mierda por ti.

-Eso es bueno para mí -sonreí.

Moví mi pie y acaricié de nuevo su miembro con este. Él cerró los ojos otra vez y me miró aún más intensamente que antes. Digna mirada de un Alpha...

-Dame permiso para tocarte... déjame ser quien te haga sentir bien.

-Hazlo... quiero que seas tú. Así que tienes mi permiso de hacer lo que quieras conmigo.

-¿Lo que quiera? ¿Estás segura? -su mano se desliza por mi pecho hasta mis shorts y desabrocharlos.

-Sí... haz lo que quieras.

Me quita la ropa inferior y desliza su mano por mi intimidad. Jadeé al sentirlo, más cuando su dedo ingresó dentro de mí. Tan largo y bueno. Ethan lo mueve hasta meter el segundo.

-Oh Diosa... -solté en gemidos.

Podía sentir como mi interior quemaba y se mojaba rápido por él. Ethan mueve sus dedos sin parar hasta que también me levanta el brasier y empieza a besar mis pezones. No sabía si estaba muy sensible... o él era increíble haciendo esto que podía sentir mi orgasmo tan cerca. Tocaba el punto exacto en mi interior que no resistí mucho, me sentí tan liberada cuando había llegado a mi orgasmo que el alivio era impresionante.
Ethan besa mi cuello de una forma más tierna mientras saca sus dedos de mi interior y me observa antes de levantarse, yo lo seguí rápido.

-¿A..A dónde vas? -cuestioné.

-Te he hecho sentir bien y, es todo lo que puedo ofrecerte por ahora que recién has empezado a aceptarme como tu Mate.

-Te he dicho que...

Él me interrumpe tomándome por la barbilla y besando mis labios de una forma que me ha quitado el aliento al instante.

-Y yo te he dicho que no haré nada más por ahora. -su mano se desliza por mi pecho y me toca el pezón-. En estos momentos la que me pide que te tome como quiera, que te someta y haga de ti un desastre... es tu instinto por el celo. No quiero eso.

-Pero...

Volvió a callarme con un beso mientras su mano apretaba mi seno y mi pezón. Jadeé en su boca por la placentera sensación.

-Cuando decida tomarte y dejar mi marca en ti... será porque tú, y solo tú, quieras. Hasta entonces, no insistas, porque no sucederá.

Se aparta de mí y se aleja hasta la puerta, yo me apoyé en mis rodillas y bufé. Paseé mi vista por él y noté el bulto entre sus piernas, su miembro se asomaba por la goma de su pantalón, tentándome.

-¿Y tú? -pregunté antes de que salieras-. Al menos déjame hacerte el favor.

Me relamí los labios con deseo, pero vi su sonrisa torcida mientras abría la puerta.

-De esto me encargaré yo, mi luna -solté un quejido-. Pero si te sirve de consuelo... ten por seguro que no habrá nadie más en mi mente, mas que tú.

La imagen de él masturbándose pensando en mí fue tan fuerte que quise seguirlo y verlo hacer aquello, me sentía tan mojada de nuevo y necesitada. ¡Demonios! ¡El celo en estos momentos apesta! Quiero que me deje hacerlo con él...

-Nos vemos, mi luna.

Gruñí frustrada pero él se fue y me dejó en mi habitación. Me acosté hasta abrazar una almohada y ahogar un quejido en ella. ¿Cómo quiere que me controle si ahora toda mi habitación huele a feromonas y celo? Coloqué mi mano frente a mi rostro, la mano con la que lo había masturbado... tenía su olor. Gruñí de nuevo. Esto era una tortura...

Bajé mi mano contraria hasta mi intimidad y decidí masturbarme un poco más, lo necesitaba pero en cierto modo... le daba la razón. Ahora mi necesidad por él es a causa del celo, creía que luego no iba a arrepentirme pero estaba segura de que sí. Pues no hubiera sido como quisiera que fuera mi primera vez con él. Así que... se lo agradezco, pero realmente es doloroso.

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