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Capítulo 26

Me sobresalté cuando empecé a reconocer el bosque. Esos colores otoñales, tan característicos de los bosques del sur... mi bosque. Aceleré el paso, ansiosa por ver lo que me encontraría... o mejor dicho: aterrada.

-Estamos cerca... -murmuré mirando hacia mi hermano quien asiente cabizbajo.

-Manten la calma, Thalía... -responde él.

No dije nada porque no podría prometerlo. Tenía una leve esperanza de que todo fuera mentira y que encontraría a mi manada, en buen estado y a mis padres esperando por nuestro regreso. Pero toda esperanza decayó cuando empecé a oler cenizas, no quedaba nada del olor de mi manada.

-No...

Corrí dejando al resto atrás y me hice paso entre los arbustos, hasta que finalmente vi la verdad. Me volví a mi forma humana y como si no supiera caminar di pasos torpes, volví a correr por las calles cubiertas de cenizas y destruidas como todo a mi alrededor. Recordaba el lugar a pesar de ser ruinas, y entonces me detuve frente a la casa que siempre había conocido mejor que cualquier otra. Entré, pero ya ni siquiera había un segundo piso al cual ir. Todo estaba destruido...

Entonces salí de nuevo y vi que en frente de la casa habían dos montículos largos de tierra, ambos con un trozo de madera en frente de cada uno con sus nombres grabados como si fueran hechos con las garras.

-Mamá... Papá...

No resistí, me dejé caer de rodillas al suelo por la devastadora imagen frente a mí. Por todo a mi alrededor...

-Esto... Esto no puede ser cierto.

Tenía algo atorado en la garganta y no sabía lo que era, el llanto volvió a amenazarme y lo único que quería era soltar toda la tristeza que había acumulado en tan poco tiempo.
Escuché los pasos atrás de mí mientras dejaba escapar unos cuantos sollozos, no quería soltar lo demás. Me detenía a mí misma hasta que una mano se apoyó en mi hombro a la par que se arrodilla a mi lado. Miré a mi hermano con dolor.

-Por favor dime que estoy soñando... dime que esto solo es una pesadilla, como de las que me salvabas cuando era niña.

-Lo siento, Thali... en verdad, lo siento.

Negué con la cabeza mientras no podía aguantar más, él me abrazó cuando dejé escapar mi llanto.

-Duele... Deimos, duele mucho -mencioné mientras me aferraba a su ropa-. Detenlo por favor, no quiero sentirme así. Ya no quiero...

-Si pudiera haría que tu dolor fuera mío, pequeña. En serio que lo haría.

-¿Cómo pudo pasar esto? El lugar donde crecí, todo lo que alguna vez conocí... Lo han destrozado.

No podía aguantar más, sentía náuseas y como si me aguantara con el llanto. Deimos acaricia mis brazos y besa mi coronilla con cariño.

-Suéltalo, Thali... está bien, suéltalo.

No quería pero ya no aguanté mucho más. Dejé salir, en un grito que desgarró mi garganta, todo mi dolor. Levanté la cabeza, como en los aullidos, para que se escuchara hasta donde ellos estuvieran... por si me escuchaban llamarlos. Pidiéndoles que regresaran.
Pero al no recibir respuesta alguna bajé la cabeza, con las manos en el pecho, hasta pegar mi frente en el suelo.

-Deimos... ¿por qué nos odian tanto? ¿Por qué los humanos nos quieren muertos?

-Thali... -acarició mi espalda sin poder responder.

Solté más sollozos sin cesar, pero sentí a Deimos levantándose pero a Ethan tomando su lugar. Él apoya su mano en mi espalda, lo volteé a ver y solo me hizo falta conectar nuestras miradas para hacerme saber que lo necesitaba ahora más que nunca, que ya no importa nada más que el ahora, que el pasado ya no importa...

Lo abracé rápidamente y él me correspondió al instante. Su tacto ya no causaba aquel instinto de querer alejarme. Sino todo lo contrario.

-Mi luna, todo estará bien, te lo prometo. Haré todo lo que esté a mi alcance para sanar tu dolor.

-Por favor, hazlo... Estoy cansada de sentirme atrapada, dolida...

-Lo haré, todo será mejor.

Sus palabras significaban tanto para mí que el alivio suprimía al dolor. Suspiré calmando mis emociones, pero al volver la mirada hacia mis padres quería romperme de nuevo. Ethan cubre mis ojos y me hace reposar mi cabeza en su pecho.

-Respira... Mi luna, respira -eso intenté pero era difícil-. Hey, ¿escuchas mis latidos? Concéntrate en eso.

Eso hice, traté de concentrar mis sentidos únicamente en sus latidos, fue difícil pero él, abrazándome, lo hizo sencillo. Escondí mi rostro en su pecho y suspiré de nuevo, profundo y largo.

-¿Estás mejor? -preguntó suave, asentí en respuesta-. Bien... Ahora mírame.

Con pesar levanté la mirada, él acarició mi mejilla con una mano, tan delicado... como si fuera a romperme con su tacto. Limpió mis lágrimas y apartó cabellos sueltos de mi rostro, dejó escapar una leve sonrisa cálida y tranquilizadora.

-Lo estás haciendo muy bien, mi luna... -volvió a limpiar las pocas lágrimas que continuaban saliendo- ¿Quieres quedarte un poco más?

Negué con la cabeza, pasando mi muñeca por mi rostro.

-Está bien.

Él se levanta y me tiende la mano, la cual tomé aceptando su ayuda para levantarme. Esta vez sí me animé a volver a mirar a mis padres y luego se me ocurrió algo.

-Ya regreso -dije.

No di tiempo a nadie a responder siquiera, me transformé y corrí. Busqué por todos lados hasta hallar lo que buscaba, lo hice al cabo de unos minutos. Junté un par y regresé hasta los demás, volví a mi forma humana sujetando un ramo de flores en mis manos y me arrodillé de nuevo frente a mis padres.

-Eran sus flores favoritas... -mencioné colocando las flores sobre sus tumbas-. Dijeron que se conocieron en un campo lleno de estas, así que creí que sería lindo traerlas.

-Fue una muy hermosa idea, Thali -Deimos me sonríe con ternura-. Siempre has sido muy sentimental.

Ambos reímos con tristeza antes de que yo me levantara, Ethan igual me sonríe y vuelve a tenderme su mano. Acepté enseguida pero también me colgué de su brazo, apoyé mi cabeza en su hombro y me sorprendió recibir un leve beso en mi cabeza. Lo miré, noté que sus mejillas se ponían rojas, pero eso solo me causó ternura. Me incliné levantándome en puntillas y besé su mejilla.

-Gracias, Ethan...

-No tienes que agradecer, mi luna -responde él.

Nos alejamos de mi casa, de mis padres... y luego de mi manada. Pero me quitaba un peso de encima. Volvimos al bosque, de camino a la manada de Ethan... Me di cuenta de que nos habíamos adelantado un poco más de los demás y volví a mirar a Ethan sin separarme de él, pero él habló primero.

-Thalía... escucha -parecía tratar de apartarse pero no dejé que soltara nuestras manos.

-¿Qué sucede?

-Hay cosas que no te he dicho... cosas que olvidaste y que no soy capaz de decírtelo -ni siquiera podía mirarme a los ojos-. Realmente tengo... miedo... de que me odies o vuelvas a tenerme miedo.

-No tienes que preocuparte, no creo que eso pase -respondí, aunque igualmente negó con la cabeza.

-No, me merezco eso. Y quería disculparme... aunque no recuerdes qué ha pasado.

Me lo quedé viendo, se veía tan arrepentido y sincero que no podría no aceptar que no fue honesto en este momento. Me detuve y lo hice detenerse igual, los demás nos alcanzaron.

-¿Sucede algo? -pregunta Deimos.

-Adelántense, seguiremos tras ustedes -comenté.

Los demás tenían intenciones de preguntar pero Deimos me vió y comprendió al instante. Hizo que todos siguieran y nos dejaron a solas.

-Ethan, confía en mí cuando digo que sé cuando una persona está realmente arrepentida -apoyé mi mano en su mejilla y sonreí-. Y tú lo estás... ¿cómo puedo no aceptar eso? Después de todo lo que has hecho por mí desde que desperté, ¿crees que no tendré en cuenta eso?

-Quizás ahora pienses eso, pero cuando recuerdes...

-Seguiré pensando igual -sonreí más amable-. No tengas miedo, porque si no me he ido antes fue por algo. Si te odiara haría todo lo posible, tomaría cualquier oportunidad para irme de tu lado, y aquí estoy. Aquí sigo.

-No lo recuerdas pero una vez te dije que solo te mantenía conmigo para no volverme débil hasta morir... Pues ya no se trata de eso, desde hace tanto que no es por eso.

-¿Entonces? ¿Por qué más es? -quería que lo dijera. Que lo admita para sí mismo antes que para mí.

-Quizás tenga que ver con que... empecé a sentir algo por ti.

-¿Quizás? -enarqué una ceja y él bajó la mirada mientras reía leve.

-Solo un poco -admitió.

-Hm... Haré como que te creo.

Ambos sonreímos un poco más ampliamente pero nos miramos a los ojos con tanta intensidad que mi cuerpo se erizó.

-Tengo miedo de perderte... -admitió finalmente.

-Te aseguro que no lo harás. Estaré contigo, pase lo que pase.

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