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Capítulo 24

Nunca creí que alguien pudiera hablar tanto sin agotarse, aunque beber agua podría considerarse como un descanso, ¿no? Pero aquí llevo tres o más horas escuchando a Lorraine hablando sobre diferentes temas a cada segundo y mareándome. Finalmente se detiene para tomar aire.

-Espera, me perdí. ¿Por qué dices que el lobo de los chicles quiere apoderarse del mundo? -pregunté confundida.

-No lo sé, me pregunto lo mismo. Él dice eso pero en realidad no creo que lo diga en serio, pues verás, todo comenzó cuando él era un niño...

-Sí, bueno... sería lindo escuchar sobre lo que un extraño te comentó en la mañana... Pero ya no me entra información en la cabeza, es más... creo que hasta me comenzó a doler.

-¿Estás bien? ¿Quieres que te traiga tus analgésicos? -se veía preocupada.

-Eso ayudaría.

-Ya regreso.

Ella se levanta de la banca en la que estábamos y se va a dentro de la casa mientras yo respiraba y dejaba descansar a mi cabeza por tanta información. Solté un suspiro profundo mientras cerraba los ojos, luego miré a mi alrededor sonriendo por lo tranquilo que se sentía.

-¡Thalía! ¡¿Dónde los pusiste?! -Escuché y vi a Lorraine en el balcón.

-¡En el primer cajón de mi mesita de noche! -respondí colocando mis manos a los lados de mi boca simulando un megáfono.

-¡Ya revisé y no es...! ¿Qué es eso?

Seguí su mirada al frente hasta toparme con unos ojos familiares entre los arbustos. Me levanté de la banca y entrecerré los ojos como si viera mejor con eso, pero no hizo falta. El lobo saltó fuera de los arbustos y corrió directamente hacia mí.

-¡Thalía! -grita Lorraine, seguramente con eso alertó a todos en la casa.

No podía moverme, estaba paralizada. El lobo corre hasta ergirse frente a mí, aún no podía reaccionar, ¿cómo era posible? Pero podía escuchar pasos rápidos.

-¡Thalía! -Ethan había llegado.

Los guardias nos rodearon, gruñeron al intruso y esperaron órdenes de Ethan para atacar pero antes de que se acercara, yo levanté mi mano lentamente hasta el rostro del lobo. Todos vieron atentos y confundidos a mi atrevimiento sin miedo.

-¿Deimos? -susurré sorprendida.

-Mi pequeña hermanita, finalmente te he encontrado.

No pude evitarlo, un par de lágrimas cayeron por mis mejillas y salté a abrazarlo al igual que él me regresaba el gesto con su cabeza y una pata, evitando que me separase.

-Has aparecido... Estás vivo -sollocé-. Lo siento, perdóname por favor...

-Pequeña, no tengo que perdonarte nada. No fue tu culpa...

-Aunque digas eso, yo siento que sí...

Seguí sollozando por las diferentes emociones que arrasaban conmigo en mi interior. Recordaba todo lo que habíamos vivido y como nuestros padres se habían puesto luego de saber sobre su desaparición.
Ambos nos separamos y fue que vi las heridas en su cuerpo. Cicatrices, grandes y pequeñas, nuevas y viejas. Acaricié una, estaba en su pecho... parecía la peor de todas.

-¿Qué sucedió contigo? -murmuré.

Volví a escuchar pisadas acercarse, Deimos se coloca a la defensiva y me rodea con su cuerpo mientras gruñe. Yo apoyé mi mano en su pelaje para tratar de calmarlo.

-Hermano, tranquilo. Es mi Mate.

-¿Mate?

Asentí en respuesta mientras sonreía. Deimos vuelve a mirar a Ethan quien se había acercado un poco más, entonces lo sentí volver a su forma humana. Mi hermano había cambiado mucho, su cuerpo estaba herido y delgado por la falta de comida. Se veía alterado y tenso, debió de haber vivido un infierno. Era comprensible... había desaparecido cuando él tenía trece años y yo siete. Era solo un niño... alejado de todo lo que conocía y de sus padres.

-¿Cuál es tu nombre? -preguntó Deimos.

-Yo debería preguntar eso, después de todo has entrado en mi manada -respondió Ethan.

-Soy Deimos Mills, hermano de Thalía.

-Ethan Collins.

Se sentía un ambiente muy tenso entre ambos, aunque no me sorprende... Deimos es muy sobreprotector conmigo. Me metí entre ambos y tomé a mi hermano del brazo.

-Hey, te ves muy delgado, ¿quieres comer algo? Aunque... te hace falta una ducha igual -hice una mueca arrugando la nariz en broma.

Deimos ríe levemente y asiente estando de acuerdo conmigo, me abraza para molestarme porque sabe que está un poco sucio y apestoso.

-Iugh, estás apestoso -dije riendo y tratando de quitarlo.

-¿Qué pasa? ¿No te alegras de verme?

-Por supuesto que sí, pero primero dúchate -lo solté y miré a Ethan- ¿Puede usar una de las habitaciones, por favor?

Él me mira, parece tentado a decir que no pero suelta un resoplido derrotado y pasa su mirada a Aarón y Zack.

-Aarón, llévalo a que se duche y Zack... consíguele ropa.

-Sí, Alpha.

-Por aquí... -le indica Aarón a mi hermano.

Deimos lo sigue mientras yo me quedaba en mi lugar, Ethan se mantiene frente a mí, en silencio por poco tiempo.

-No me has hablado de tu hermano -comentó.

-Es verdad... -recordé-. Pues ahora lo conoces.

-¿Qué ha pasado con él?

Mi sonrisa flaquea, bajé la mirada recordando lo sucedido y quise soltar nuevas lágrimas por eso. Ethan se acercó, apoyó su mano en mi hombro y no supo que hacer para consolarme.

-Lo siento, está bien si no quieres decirme -dijo en susurros.

-Tranquilo -respondí secando mis lágrimas.

Me acerqué de nuevo a la banca y me senté, Ethan me imita y se sienta a mi lado. Me mira en silencio pero yo estaba tratando de encontrar las palabras para empezar.

-Fue... Fue cuando yo era una niña. Él y yo no nos separábamos, siempre estábamos juntos. Una vez... le pedí que me llevara fuera de la manada, quería ver algo que todos los niños decían que vieron. Creo que era un estanque que cumplía deseos, o algo así. Fue tonto, ahora lo sé...

Suspiré profundo, recordar todo eso me hizo sentir culpable.

-Él no quería llevarme porque era peligroso, pero yo no lo escuché y le dije que si él no me llevaba iría sola... -grupo frustrada por mi actuar de ese entonces-. No me tomó en serio y se negó de nuevo, así que sí... fui sola. Fue estúpido, ni siquiera llegué al dichoso estanque porque los cazadores aparecieron y me persiguieron. Él apareció, claro que no iba a dejarme ir sola... me había seguido. Me ayudó a escapar pero tomando mi lugar.

Aquella imagen corre por mi cabeza una y otra vez, se reproduce incesantemente, como si quisiera hacerme sentir más culpable.

-Ellos se lo llevaron, y yo regresé a casa... le dije a mis padres y trataron de buscarlo pero ya no lo encontraron. Había desaparecido de la faz de la tierra... Hasta ahora.

Ambos nos quedamos en silencio, no sabía que decir para terminar con el silencio incómodo que se había formado. Pero a la vez sentía mi garganta arder por estar reteniendo el llanto. Sin embargo, sentí unos brazos que me rodearon dudosos, se sintió tan cálido que lo permití. Apoyé mi cabeza en su hombro y suspiré aliviada.

-Fui tan estúpida... -murmuré.

-Eras una niña, no te imaginabas qué tan peligroso podía ser.

-Ni es excusa, me lo dijeron y no hice caso. Pensaba que no pasaría nada por una vez que fuera. Pero me equivoqué, y mi hermano pagó por mi estupidez.

-Pero él no te culpa por eso.

-Pero debería...

-Pues no lo hace -él me mira y hace que haga igual, noté por el rabillo del ojo que dudaba pero terminó acercando su mano hasta mi mejilla y limpió las lágrimas-. No te tortures por algo que sucedió en el pasado, ya ha sucedido... tu hermano está de vuelta y no te culpa por nada. No intentes que lo haga. Estoy seguro que aunque le des mil razones él no te odiará. Sabe lo arrepentida que estás, entiendes que tú ahora sabes que has actuado mal.

-Quizás... pero sigo sintiéndome mal por ello.

-Es parte de asumir las consecuencias. Está bien que te sientas así, porque tu arrepentimiento es honesto y no volverá a ocurrir.

-No... Tienes razón, ya he aprendido -sorbí mi nariz y lo abracé por sorpresa-. Gracias, Ethan.

-Por nada, mi luna.

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