-La doctora ya nos ha dado la lista de medicamentos y cuidados, Alpha -escuché la voz de Ivanne a lo lejos en susurros.

-Bien, asegúrate de comprar todo lo necesario para su recuperación.

Quería moverme pero era como si la cama me abrazara para no dejarme escapar.

-Alpha... si me permite libre expresión...

Fue como si le pidiera permiso y Ethan se lo diera para que hable.

-Me alegra que esté aceptando de nuevo esta nueva oportunidad que la Diosa le ha dado.

-¿Quién dice que lo he hecho? -parece ponerse a la defensiva-. Solo he sentido lástima, es todo. Mejor ve a terminar tus tareas, consigue lo de esta lista y regresa cuando haya despertado.

-Sí, Alpha.

La escuché alejarse hasta que sus pasos desaparecieron mientras que los de Ethan se acercaron, cerrando la puerta tras él. Podía sentir su presencia a mi lado.

-Otra oportunidad... Tsk -chasquea la lengua-. No he aceptado nada.

Se queda en silencio por un tiempo, hasta que sorpresivamente sentí la yema de sus dedos acariciando mi mejilla provocando de nuevo que mi cuerpo se contraiga y sintiera la necesidad de alejarme. Él aparta su mano de inmediato y lo escuché resoplar.

-Hasta dormida me odias, ¿no? -ríe amargamente-. Bien, tienes que hacerlo. Estás en todo tu derecho...

Se aleja de mí y sale de la habitación a paso rápido. Abrí los ojos finalmente y me senté en la cama. Me mantuve pensativa por un largo tiempo sin entender lo que estaba pasando. Me llaman Luna pero no soy nadie para Ethan. Miré hacia la puerta del baño y pensé en una ducha tibia y relajante así que fui a ello.

Tomé ropa nueva de la que había en el armario, agarré una toalla del baño y la preparé para cuando saliera. Encendí el agua y me metí bajo esta dejando que me empapara por completo, sintiéndome plena y aliviada. Pude lavarme el cabello con jabón y acondicionador. Lo cepillé y tallé mi cuerpo con diferentes productos que habían aquí. Al acabar con esta ducha milagrosa sequé mi cuerpo y me puse la nueva ropa. Encontré una secadora de cabello y me dediqué a eso.

Mi cabello jamás estuvo tan suave y lacio como lo estaba ahora. Olía tan bien y era más liviano. Salí del baño justo cuando llamaron a la puerta.

-Am... ¿adelante? -dije mientras me acercaba.

Ivanne entra a la habitación empujando un carrito com comida que olía y se veía delicioso.

-Luna le traigo su cena, es toda la comida que nos recomendó la doctora así que coma todo lo que pueda.

-Gracias, Ivanne.

-No es nada. Que disfrute de su comida. Luego vendré a retirar esto.

Asentí sonriendo leve. Ella se va de nuevo y yo acerqué la comida hacia la cama, empecé a comer. Realmente estaba delicioso que no tardé nada en acabar. Me sentía más satisfecha que nunca en estos momentos. Note que me había dejado un medicamento allí así que lo tomé sin quejarme.
Así como dijo Ivanne, ella regresó y se llevó el carrito con todo lo demás, pero se lo entregó a otra mujer y se quedó.

-Quería que se acomodara antes de explicarle las nuevas normas que debe seguir.

-Oh... me había olvidado de eso -murmuré.

-Bueno, lo primero que debe saber es que tiene total libertad de ir por la casa y salir de ella.

La miré como si hubiera escuchado mal. ¿Total libertad? Creí que no podría salir se esta habitación.

-¿En serio?

-Así es. Luego si quiere le puedo dar un recorrido para que se guíe mejor -asentí-. Lo siguiente es que el único lugar donde no puede ingresar es en la oficina del Alpha, prefiere no ser interrumpido mientras trabaja.

-Mientras vive querrás decir... -rodé los ojos y me crucé de brazos.

-Oh, no, Luna... Cuando trabaja está muy tenso, todo este tema de la guerra lo tiene así, por eso es mejor no molestarlo cuando está centrado en eso.

-Está bien... -suspiré en realidad sin creerle mucho.

-Otra cosa que debe saber es que puede pasear por la manada pero no salir de los territorios, algunas de nosotras deberá acompañarla al salir de aquí y debe volver antes de las diez de la noche.

-Entiendo...

-No se desanime, Luna... Anímese, el Alpha me pidió que le diera esto -me entrega una tarjeta de crédito-. Es ilimitado, puede comprar lo que quiera.

-Supongo que es algo bueno.

Pero con esto no puedo comprar mi libertad... pero después de todo lo que pasó en el bosque dudo mucho que, aunque fuera libre, podría aguantar sola. Entonces... tendré que conformarme.

-Gracias.

-Si necesita algo no dude en pedírmelo a mí o a alguna de las demás chicas, le aseguro que todas estaremos muy honradas por servirle.

Sonreí agradecida mientras ella se levanta, hace una reverencia y se va de aquí. Miré la tarjeta en mis manos pero me tiré de espaldas sobre la cama soltando un quejido cansado. ¿Qué iba a hacer ahora?