Parte/9
Las religiosas cada año festejaban la inauguración del albergue, con una misa y una comida para agradecer a los diferentes colaboradores con una misa y una comida.
Eran varios los colaboradores, algunos eran extranjeros, eso era el caso del matrimonio formado por Davis y Emma Thomson ellos radicaban en Ottawa Canadá, los dos eran neurólogos cirujanos, muy prestigiosos en su país, ellos se habían conocido en Puerto Vallarta Jalisco, cuando los dos pasaban unas vacaciones antes de entrar a la facultad de medicina.
Tenían mucho en común eran canadienses, los dos iban a estudiar medicina y querían especializarse en neurología a los dos les fascinaba el cerebro humano.
Pronto se enamoraron y se fueron a vivir juntos, acordaron no tener hijos hasta estar bien establecidos, a los diez años de convivir juntos contrajeron matrimonio, ya estaban listos para formar una familia.
Pasaron cuatro años más Emma seguía sin tener noticias de la cigüeña, los dos se hicieron estudios para ver que sucedía con ellos, no tenían problema alguno, los dos eran aptos para procrear familia, la doctora les recomendó que salieran de vacaciones para que se relajaran, quizás el estrés fuera el causante de espantar a la cigüeña.
Ubicaron a sus pacientes con otro prestigioso Neurólogo y salieron a Puerto Vallarta, el lugar donde se habían conocido, al que ya no habían regresado desde ese tiempo, de pasada iban a asistir al evento del albergue del que hacía algunos años eran colaboradores.
Llegó el día del evento todos los niños lucían bañaditos y vestidos con sus mejores galas esperando a los invitados estaban muy bien aleccionados para saludar a los visitantes cuando estos pasaran al ala donde se encontraban.
A las dos de la tarde se abrieron las puertas del albergue para dar paso a los distinguidos invitados.
Después de que degustaron una deliciosa comida donde al final se les brindo con una copita de vino generoso de anís para que nos les fuera hacer daño tan generosa comida.
Enseguida dieron un recorrido por el albergue algunos de los colaboradores escribían en sus agendas las necesidades del lugar.
Cuando los visitantes llegaron al gran salón donde estaban los niños alineado gritaron a coro.
-Buenas tardes, señores.
-Buenas tardes niños, ¿Cómo están?
-Bien, gracias.
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