Parte/4
El sacerdote de la iglesia entre oficio y oficio avisaba a las personas.
-Padres de familia se les avisa que, si alguno de ustedes extravió a su hijo, se encuentra en el salón donde se imparte el catecismo, que se encuentra a un lado de la notaría.
Una vecina de Cuca escuchó el aviso y pensó.
-En cuanto termine la misa le voy a avisar a Cuca, ahí ha de estar Ozi.
Cuando terminó el oficio, llevó a sus niños a los volantines, les compro una golosina, tan distraída estaba que no recordó que tenía que avisarle a Cuca que en el salón de doctrina había algunos niños extraviados y posiblemente ahí se encontrará su hijo.
-Hijos ya es hora de irnos a la casa.
-No mamá, vamos a esperarnos a que quemen el castillo.
-Ay niños está bien.
- ¡Mira ama! Ahí viene mi tía Licha con mis primos.
La mujer en cuanto vio a su hermana exclamó.
- ¡Ay Cande hasta que te encuentro!
-Estaba en misa.
-Pues yo también, pero bueno vamos a llevar a los niños a los juegos, mientras queman el castillo.
A lo largo de la tarde fueron pasando al salón del catecismo los diferentes familiares de los niños extraviados, estos al verlos corrían a sus brazos, cada que se abría la puerta Oziel miraba con ansiedad esperando ver el rostro sonriente de su madre, pero esta seguía sin aparecer.
A las ocho de la noche solo quedaba Oziel uno a uno los niños extraviados se habían reunido con sus padres, la chica no sabía qué hacer con él chico, ella ya se tenía que ir, al convento de María Auxiliadora.
-Señolita, Señolita.
-Dime Ozi.
-Quelo hacel pipí.
La joven tomó de la mano al niño y se encamino a los sanitarios cuando salieron se encontraron con la mujer que atendía al señor cura y al vicario.
-Todavía andas por acá muchachita.
Si señora Otilia, ya no tardan en pasar por mí y las otras novicias y todavía no vienen por este niño, no sé qué hacer.
-No te preocupes déjamelo a mí, yo lo cuido mientras aparecen sus papás.
-Gracias doña Otilia, ¡mire! ya vienen por mí.
-Vete sin pendiente, que te vaya bien.
-Gracias espero que pronto aparezcan los papás del niño.
La chica se alejó al encuentro de sus compañeras, mientras la mujer tomaba de la mano al niño y se lo llevaba con ella.
Estuvo en el salón del catecismo media hora más, pero ni sus luces de la madre de la criatura, en esos momentos llegó el sacristán apurándola.
- ¡Doña Otilia, hasta que por fin la encuentro!
- ¿Qué pasa porque tanto apuro?
-El padrecito ya va a cenar y el padre del templo de San Andrés lo va acompañar.
-Ah no pues siendo así vamos.
- ¿Y este niño de dónde salió? No me diga que es su nieto.
-Ya ni la burla perdona, yo ni siquiera me casé.
-Y que, con eso, no se tiene que estar casada pa tener un chilpayate.
-Ya cállese déjese de payasadas, este niño esta desbalagado y su mamá no pasa por él, si me lo llevó y llega no lo va a encontrar.
-No se apure doña, si vienen, yo les digo que usted lo tiene pa que vayan por él.
-Esta bueno, pero no se le vaya a pasar.
La señora Otilia se llevó al niño a la cocina, calentó la cena de los sacerdotes, mientras llegaban le sirvió al niño dos taquitos de guisado con un vaso de leche, el niño comió ávidamente, Otilia pensó.
- ¡Uy! este niño sí que la traía atrasada, mira nada más con que desesperación come.
En eso llegaron los sacerdotes, Otilia les sirvió su cena, cuando el niño término de comer sus tacos de guisado Otilia le sirvió un vaso con leche y una pieza de pan.
Cuando la señora termino de atender a los sacerdotes volvió a la cocina, vio al niño dormido, su cabeza descansaba en la mesa, acunada con sus bracitos. Ella lo tomó en sus brazos y lo condujo a su cama, mientras pensaba.
-Qué raro que no vengan los padres de esta criatura, si yo fuera su madre, estaría vuelta loca buscándolo.
Lo que Otilia no sabía era que su madre si andaba vuelta loca buscándolo, aunque no en el lugar indicado, después de dejar al niño acostado en su cama Otilia regresó a la cocina, tomó su cena, cuando terminó, recogió la cocina y se dispuso a descansar, ya que al siguiente día tenía que madrugar, se acostó a un lado del niño, este al sentir el calor de la mujer rodeo con sus bracitos a su cuerpo y se quedaron profundamente dormidos.
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