Conforme Ozi crecía en Canadá a menudo pensaba en su mamá biológica, recordaba su hermosa sonrisa y la manera en que le limpiaba las lágrimas y la nariz con su eterno pañuelo cuando lloraba, esas veces se entristecía Emma al verlo le preguntaba.

-Que pasa hijo ¿por qué estas triste?

- ¿Tú crees que mi mamá no me quiere y por eso me abandono?

-No hijo eso no es lo que pasó.

Entonces porque me dejo en aquella casa.

-No lo sabemos, pero lo que si te puedo asegurar es que ella te ama al igual que yo y algún día te vas a reunir con ella.

Al parecer Ozi confundía a Sofía con su madre, la chica que lo había dejado en el albergue, en esos momentos Emma sentía ganas de llorar junto con la criatura, pero se hacía fuerte y lo consolaba.

-Ve a jugar al jardín tu hermanita y tus primos te esperan.

El tiempo fue pasando irremisiblemente, Ozi se convirtió en el guardián de su hermana Katy, los dos hermanos se querían mucho.

Emma tenía dos hermanos cada uno tenía dos hijos, Scott su marido tenía dos hermanas que también tenían dos hijos.

Ozi, tenía dos abuelos, dos abuelas, dos tías, dos tíos y cuatro primos, todos lo aceptaron y lo quería como si el niño hubiese salido del vientre de Emma.

Pese a que Emma y Scott trabajaban mucho, pasaban todo el tiempo que tenían libre con sus hijos, tenían dos personas que se encargaban con el manejo de la casa y otra exclusivamente para atender a los niños.

El niño vivía rodeado de amor por toda su familia adoptiva, conforme iba creciendo, cada vez eran menos las veces que le preguntaba a Emma por su madre biológica, hasta que ya no pregunto más.

Ozi, se destacó en sus estudios, cuando termino la preparatoria Emma le preguntó.