Parte/26
Al siguiente año mi madre se enfermó gravemente, yo contaba con trece años y mi hermano dieciséis, mi mamá ya no pudo coser y mi hermano y yo no podíamos sostener los gastos de la casa, por lo que mi abuela se llevó con ella a su hija y a sus nietos para poder atenderla, pero desafortunadamente ni la medicina ni los cuidados fueron suficientes y mi madre murió.
Fue un golpe muy duro, mi abuela siempre culpo a mi padre de su muerte ya que decía que a mi madre se le había desparramado la bilis y eso había causado su enfermedad cirrosis hepática la que causo su muerte.
Era el primer ser querido que perdía, yo siempre pensaba que mi madre se iba a curar y íbamos a volver los tres a nuestra casa, pero con su muerte eso ya no iba a ser posible.
Cuando paso el novenario de mi madre le pregunte a mi abuela.
-Abue, ¿Por qué dices que mi papá tuvo la culpa de que mi mamá se enfermara?
-Mira hija ya estas grandecita para comprender.
Me contó lo que mi padre le había hecho a mi madre al concluir su relato me dijo.
-Tú no tienes por qué juzgarlo después de todo es tu padre y si tu madre no les dijo la verdad, fue para que no lo odiaran y hay que respetar su voluntad.
Nos quedamos con ella, afortunadamente ya vivía sola mi abuelo había muerto algunos años atrás y sus hijos ya se habían casado, vivimos felices por tres años ella recibía una pensión del seguro social, yo seguía confeccionando ropa y mi hermano ya trabajaba como taxista, vivíamos desahogados ya que no pagábamos renta, pero la ayudábamos con los gastos, sabía que tenía dinero ahorrado en el banco, pero nunca supe la cantidad.
-Una tarde mientras mi abuela y yo cosíamos platicábamos alegremente de pronto ella dio un hondo suspiro y cayó al suelo, murió instantáneamente el doctor dijo que había sido un ataque masivo al corazón, ella ni cuenta se dio que tenía este padecimiento ya que nunca se sintió mal.
Otro golpe más, seguimos viviendo en la casa, pero a un mes de la muerte de mi abuela, llegó mi tío el hijo mayor de mis abuelos para informarnos.
-Tío Alfredo pasa.
-Gracias mija, pero no me agradezcas la visita que bueno que están los dos.
- ¿Qué pasa tío? -Le preguntó Lino.
-Pues fíjate que tus tíos y yo acordamos vender la casa y pues tienen una semana para que le busquen para donde se van.
-Así no más sin tomarnos en cuenta- Le contesto mi hermano muy enojado.
-Pues sí, como vez, ustedes no tienen vela en este entierro, mi padre dejo muy bien especificado que muerta mi madre los bienes se iban a repartir entre sus hijos, y si no me equivoco ustedes no son hijos.
-Mi madre también era su hija.
-Pero tu madre ya no esta con nosotros yo nada más vine a avisarles, mañana viene tu tía Dolores a empacar todo lo de mi madre.
Y diciendo esto salió de la casa, Lino me dijo.
-No te apures yo tengo un dinerito guardado mañana mismo voy a buscar una casita, aunque sea un cuarto de vecindad, para irnos cuanto antes de este lugar.
Al día siguiente se presento mi tía Dolores ella me dijo.
-Ay mija, como me duele, pero yo no pude hacer nada, Alfredo en cuanto enterramos a mi madre ya tenía apalabrada la casa, pero no se apuren ustedes se vienen conmigo, la casa no es tan grande como esta, pero allí nos hacemos bolita.
-No se apure tía, Lino ya salió a buscar una casita, espero que encuentre antes de que se cumplan la semana.
-Como te dije mija si no encuentran se vienen conmigo.
-Afortunadamente Lino encontró la casita en donde aún vivo, mi tía me dijo.
-Llévense lo que ocupen, también la máquina de coser.
-Pero si mi tío se enoja.
-No tiene porque, tu madre también tenía derecho y ya que dinero no les va a dar, tan siquiera llévense lo que ocupen yo me encargo de tu tío.
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